sábado, 29 de marzo de 2008

Nothing In My Way: Capítulo 20.

- ¿Qué estabas haciendo? Estuve golpeando la puerta durante diez minutos, antes de entrar.- Dijo Tom, acercándose a saludar a su amigo.
- Nada.- Respondió éste, esbozando una incontenible sonrisa. Imaginó a Summer durmiendo en su cama, ya sin peligro de que ese niño idiota de Oliver se la arrebatara y esa sonrisa se amplió aún más.- Tengo un par de canciones que mostrarte.
- Estás raro, Timmy.- Acusó, también sonriendo. Tom parecía un niño, con su desprolijo cabello castaño cayéndole sobre la frente y esas mejillas rosadas.
- Estoy bien, Tom, no te pongas pesado.- Le dio una palmada en la espalda y se dejó hacer en el piano, donde al fin pusieron manos a la obra.
Después de lo sucedido con Summer en la alcoba, Tim interpretaba con más ganas que nunca y Tom se sentía maravillado por las creaciones de su amigo. Deseó que Richard estuviera allí para verlo, porque era increíble, pero el baterista se había tomado unos días para viajar y descansar. Tim, sin embargo, nunca descansaba y había insistido en seguir trabajando y poner al tanto a Richard más adelante.
Pero, a pesar de que Tim era un adicto al trabajo y de que en ese momento estaba arrancándole al piano notas magníficas que repicaban contra las paredes y los oídos de Tom, sus pensamientos seguían en su habitación, donde descansaba después de que él le hiciera el amor. Donde descansaba luego de que, a través de caricias y besos, Tim le asegurara que era suya y de nadie más.
Durante unos segundos creyó que se había vuelto loco, pero no tuvo tiempo de batallar mentalmente consigo mismo en busca de su propia cordura. La canción había llegado a su fin y su amigo empezaba a balbucear, emocionado, sobre distintas ideas para agregarle una letra.
Tim sonrió, satisfecho de sí mismo.

Dormité un buen rato, escuchando de lejos el sonido maravilloso y hechizante de Tim tocando el piano. Cada tanto se hacía silencio y suponía que Tom y él se encontraban debatiendo sobre lo que acababa de interpretar.
No pudiendo quedarme un segundo más en la cama, me levanté y busqué mi falda que había quedado en el suelo. Me la puse y me cerré la camisa de Tim alrededor de la cintura. Me corrí el cabello desordenado del rostro y, despacio, me asomé por la puerta de la habitación.
Suponía que seguían en el estudio y no veía razón para que salieran de allí, de modo que me aventuré a ir al baño y luego a la cocina a prepararme una taza de té. Pero, en cuanto traspasé la arcada que daba a ésta última, vi que se me habían adelantado. Tim calentaba agua y preparaba dos tazas y Tom estaba apoyado cerca de él en la mesada, pensativo.
Demonios.
- Hey. ¿Y tú quién eres?- Preguntó Tom, mirándome con curiosidad. Tim se volvió.
- Yo…- Mascullé nerviosa. No sabía si Tim le habría hablado de nuestra relación o si tenía intención de hacerlo. De hecho, ni siquiera sabía si se enfadaría porque había salido de la habitación.
- Ella es Summer.- Tim se puso entre los dos y me dedicó una pequeña sonrisa.- Summer, éste es mi amigo Tom.
Sonreí tímidamente en dirección a Tom.
- Hola, Summ.- Me estrechó la mano y disimuló bastante bien el hecho de que estaba fijándose en la camisa de Tim que llevaba puesta.
- ¿Pasa algo?- Inquirió Tim con ternura y noté que Tom ponía atención a todo lo que sucedía entre nosotros, como si le asombrara su actitud.
- No, no. Todo está bien, pero pensé que estarían en el estudio y se me antojó un poco de té.- Dije, ruborizándome.
- Yo lo preparo, descuida.- Me dio un veloz beso en la sien. O estaba particularmente cariñoso porque estaba aliviado después de que superáramos nuestras diferencias, o bien los recientes acontecimientos eran los culpables.
Sacó otra taza de la alacena y la puso junto a las otras.
- ¿Qué tal el trabajo?- Quise saber, porque el silencio me ponía incómoda.
- Mejor imposible.- Sonrió Tom.- Tim está particularmente inspirado hoy.
- Genial.- Tim me dedicó una intensa mirada de complicidad. Tuve que hacer un esfuerzo para no ruborizarme otra vez.- Se los oía más que bien, de hecho.
- No sabía que estabas aquí.- Comentó Tom y yo me hice la tonta y miré para otro lado.
- Tom, no empieces a tirar indirectas y ve al grano.- Farfulló Tim con una sonrisa torcida de buen humor, sirviendo el agua caliente en las tres tazas.
Tom rió por lo bajo, porque su amigo lo conocía demasiado bien.
- De acuerdo, de acuerdo. Sólo me gustaría saber qué está pasando aquí, eso es todo.- Respondió, encogiéndose de hombros.
- Summer y yo…- Tim parecía buscar las palabras adecuadas, mientras me tendía el té.- Estamos juntos.- Me miró inquisitivo.- ¿Es así como se debería decirlo? Creo que perdí la práctica.- Hizo una mueca dudosa y yo reí, nada más que porque sus palabras me causaban muchísima felicidad.
- ¿Juntos? ¿Desde cuándo?- Quiso saber Tom, que parecía algo divertido con la situación.
- Unas semanas.- Respondió. Haciendo una seña con la mano, nos indicó que nos sentáramos en la mesa de la cocina.
- Supongo que era hora. Ya te estabas convirtiendo en un ermitaño, Tim.- Le reprochó su amigo, al que Tim censuró con la mirada, pero éste no lo advirtió.- Te castigaste más de la cuenta por lo que sucedió con Jayne y…
- Ya es suficiente, Tom.- El tono frío retornó a su voz y yo lo miré con los ojos muy abiertos.
- Creo… creo que mejor los dejo solos.- Musité, poniéndome de pie. No me gustaba estar allí cuando era obvio que no podían o no querían hablar de ciertas cosas en mi presencia. Pero la mención de Jayne me había perturbado bastante.
- No, quédate.- Pidió Tim, reteniéndome al tomarme de la mano.- Hablaremos de eso más tarde.
Asentí con la cabeza quedamente y volví a sentarme. Después de eso, Tom trató por todos los medios de desviar la conversación a terrenos menos pantanosos.
- Será mejor que trabajemos un poco más, antes de que tengas que irte.- Dijo Tim, finalmente, cuando el té fue cosa del pasado.- Creo que se me ocurrió un arreglo para el solo de piano de la última canción.
Yo me puse de pie y retiré las tazas. Ellos se levantaron para salir de la cocina y Tim me tomó un momento entre sus brazos mientras Tom iba hacia el pasillo.
- Prepararé la cena.- Murmuré, deleitándome con sus hermosos ojos azules fijos sólo en mí.- ¿Algo en especial que quieras?
- Sorpréndeme.- Susurró y me dio un beso fugaz. Volvió un poco la cabeza hacia atrás.- ¡Tom! ¿Te quedas a cenar?
La voz de Tom llegó algo amortiguada, quizás desde el estudio.
- ¡No, Tim, gracias! Nat me espera en casa.
- Perfecto. Ahora te tengo sólo para mí.- Con la punta de su nariz, me rozó el cuello y sentí su cálido aliento en la piel.- Creo que deberíamos hablar un poco, supongo que tienes curiosidad sobre…
- No quiero hablar de nada que te haga daño, Tim, pero si tú quieres contármelo, te escucharé.- Interrumpí, dulcemente. Sabía que Jayne no era un tema de conversación que le agradara.
- No lo sé.- Suspiró y enredó sus dedos en mi cabello.- Dejemos que surja en el momento adecuado.- Me besó otra vez y yo aspiré el aroma tan masculino y embriagante que despedía.- Mejor me voy a trabajar. No me extrañes.
- Pides demasiado.- Bromeé, al tiempo que él se despegaba de mí, finalmente.

Esa fue una noche más que maravillosa. Por primera vez, Tim me hizo sentir querida, aunque las palabras nunca salieran de su boca. Había sido tierno, considerado… y después de lo que le había dicho a Tom sobre nosotros, sentía que era suficiente. Además, ahora que tenía cierta idea sobre el dolor que lo había marcado tras su separación con Jayne, entendía que para él fuera difícil volver a querer a alguien.
Aún así, yo me sentía plenamente feliz. Despertar en su cama fue una maravilla, porque si bien había despertado entre sus brazos en otras ocasiones, estar en su lugar, entre sus cosas… era más perfecto de lo que ya pintaba ser.
Tim me despertó con tiempo de sobra para desayunar, holgazanear un rato juntos entre las tibias sábanas, darnos una ducha e irme a trabajar. Me alcanzó con el auto y me miró sonriente, casi reticente a dejarme ir.
- Tienes que quedarte otra vez esta noche…- Murmuró, tras el quinto beso de despedida. Luego hizo una mueca.- Ah, no. Demonios, me había olvidado…
- ¿Qué pasa?- Pregunté con curiosidad.
- Había quedado con mi padre que pasaría hoy cuando él saliera del consultorio y le ayudaría con unas cosas que tiene pendientes en la casa.- Explicó, suspirando.- Creo que podría librarme para la hora de la cena, pero no puedo asegurarlo.
- No te preocupes.- Lo tranquilicé, acariciándole una mejilla.- No iré a ninguna parte. Puedo esperarte.
- Pasaré por ti en cuanto pueda, lo prometo.- El sexto beso, tierno y prolongado.
A regañadientes, nos despedimos y bajé del auto. Asombrosamente, ese día trabajé con más ganas de la habitual. Tim producía en mí todo tipo de sensaciones y reacciones y podía prever que habría muchos días como aquel, porque tenía la certeza de que Tim y yo estaríamos juntos por un largo tiempo.

Casi había anochecido cuando salí de The 1066 esa tarde. Dado que Tim estaría ocupado, no tenía nada mejor que hacer en la casa y decidí dar una mano en la cafetería que de repente se vio invadida de turistas.
Caminé tranquilamente por las agradables calles de Battle, sin apurar el paso y disfrutando de la brisa. De a poco, el verano llegaba a su fin y con ello, vendrían muchas cosas nuevas. Por un lado, la Universidad, que me emocionaba muchísimo y mudarme a Hastings donde podría estar más cerca de allí. Pero ahora que pensaba finalmente en ello, me daba cuenta que estaría más lejos de Tim. Tendría que aprender a equilibrar mis estudios con nuestra relación. Estaba segura de que podría hacerlo. Además, de seguro Tim emprendería muy pronto una gira que lo llevaría a lugares del mundo con los que yo sólo había soñado…
Estaba tan sumida en estos pensamientos, imaginándome junto a Tim en una recóndita playa exótica que no oí los pasos detrás de mí hasta que tuve a Oliver a mi lado, resollando.
- Maldita sea, Summ.- Masculló, poniéndose una mano en el pecho y tratando de recuperar el aliento.- ¿Acaso no me escuchas? Vengo gritándote desde que saliste de la cafetería.
- Lo siento, no te oí.- Le sonreí, aunque vacilante. De repente fui consciente de que tendría que dar una explicación. ¿Qué le diría a Oliver cuando notara que el anillo ya no estaba? ¿Cómo le explicaría que Tim me lo había quitado y que no tenía ni la más pálida idea de a dónde había ido a parar?
- ¿Todo va bien?- Quiso saber, apartándose el cabello del rostro con impaciencia. Yo retomé mi camino a casa, esta vez con él caminando a mi lado.
- Sí.
- ¿Estás mejor?- Insistió, mirándome de reojo.
- Sí, Oliver, estoy mejor.
No podía decir nada más. Llevaba las manos entrelazadas contra la falda, temerosa. Estaba más que segura que Oliver no entendería por qué había vuelto con Tim. No había manera de explicarle el hermoso modo en que Tim me había tratado la noche anterior y como todo parecía empezar a aclararse…
- ¿Qué te parece si comemos algo en tu casa, jugamos unos video juegos y me quedo contigo esta noche?- Ofreció, entusiasmado.- He pensado que dentro de poco ya no podremos hacerlo, ya sabes, con la Universidad y todo lo demás.
Así que Oliver había estado pensando en lo mismo que yo… pero no me preocupaba eso en ese momento. Me preocupaba más cómo decirle que ya tenía planes con Tim.
- Quizás otro día.- Musité, haciéndome la distraída.
Doblamos en Chain Lane. La luz de un farol que acababa de encenderse le dio de lleno en el rostro. Sus ojos amables me escrutaban.
- Vamos, Summ. ¿Por qué quedarte sola? Ya no quiero que sigas estando deprimida y no voy a permitir que te quedes en tu casa llorando porque…- Empezó a decir, con absoluta vehemencia.
- Es que…- Tragué saliva, pero sabía que no había otra salida.- No voy a estar en casa, Oliver. Voy a salir.
- ¿Salir? ¿A dónde?- Me contempló, extrañado.
No respondí, simplemente porque no sabía cómo explicar… qué decir…
Me apreté aún más una mano con la otra, nerviosa. Oliver lo notó.
- No me pongas excusas. ¿Qué sentido tiene, Summer? Ya hemos hablado de esto.- Me tomó la mano entre las suyas.- Lo único que lograrás pensando en Tim es…
Se detuvo a mitad de la frase y bajó la mirada. La tensión que se había apoderado de mí creció a toda velocidad.
Frunció el ceño y me miró nuevamente.
- ¿Qué pasó con el anillo que te di?- Inquirió, en voz baja.
Carraspeé y, para hacer tiempo, me solté de él y continué caminando hacia la casa.
- Me lo quité esta mañana para ducharme y lo olvidé en el baño.- Dije y enseguida me sentí una completa idiota.
Oliver apareció a mi lado.
- No te creo, Summer.
Nos envolvió el silencio. Oliver esperaba la verdad, pero lo cierto era que yo no la sabía. Bueno… la conocía hasta un punto: hasta que Tim se hiciera cargo de todo.
- Te digo que me lo quité esta mañana.- Repetí, creyendo que quizás lo mejor era mantener esa versión. Llegamos a la entrada de la casa y me volví hacia él.- Puedo ir a buscarlo ahora mismo y traerlo para que lo veas.- Tal vez mi madre tenía uno parecido. Por favor, que tuviera uno parecido…
- Es Tim, ¿no es cierto?- Farfulló y en sus ojos apareció un brillo muy singular, que nunca había visto antes.
- ¿Tim?- Susurré, pensativa. ¿Qué podía decirle?- No… no, Tim no tiene…
- No sabes mentir, Summer. Nunca antes me habías ocultado algo y ahora veo que lo estás haciendo.- Estaba dolido y eso me lastimó a mí.- ¿Por qué no me lo dices de una vez?
Aparté la mirada. Esa era la situación más fea en la que me había encontrado en toda mi vida…
- Mira, Oliver…
- ¿Volviste con él?- Interrumpió con brusquedad, dando un paso hacia mí.
Vacilé. Ya de por sí, estaba herido. No quería hacerle más daño…
Sin embargo, seguir mintiendo era peor.
Asentí lentamente con la cabeza.
- Eres la persona más tonta que he conocido, Summer.- Estalló, furioso.- ¿Como puedes seguir así?
- No es como tú crees, Oliver. Tim y yo…
- ¡No me importa! ¡No me importa lo que tú crees que tienes con él, Summer! ¡Siempre sales lastimada y no quieres abrir los ojos!- Estaba tan alterado, que me quedé mirándolo con los ojos muy abiertos.- ¡Tim es el peor tipo con el que podías meterte y te niegas a deshacerte de él, aún cuando ha demostrado varias veces que no le interesas!
- ¡Sí que le intereso!- Repliqué, acalorada. Odiaba que pusiera en duda lo que había entre nosotros.- Oliver, sé que te preocupa que yo cometa un error, pero no entiendes que…
- ¡Deja de decirme que no entiendo! ¡Estoy harto de que creas que eres más inteligente que yo respecto del amor, Summer! ¡Quizás tu estés enamorada de él, pero te digo que Tim no te quiere en lo más mínimo!
Eso terminó de colmarme la paciencia. Lo enfrenté, enfadada.
- ¿Cómo puedes juzgar a Tim de esa manera, maldita sea? ¿Qué sabes tú de estar enamorado, Oliver?- Grité.
- ¡Mucho más de lo que tú crees! ¡Mucho más de lo que él cree, seguramente! ¡Piensa que es un hombre experimentado porque puede meter a una niña tonta como tú en su cama, pero no tiene idea de lo que es el amor, Summer!
- ¿Y tú lo sabes?- Estaba fuera de control. Ambos lo estábamos. Nos gritábamos a menos de dos centímetros de distancia.- ¿Tú lo sabes, Oliver?
- ¡Claro que lo sé! ¡Llevo tantos años enamorado de ti que ya he perdido la cuenta!- Sentí que mi respiración se cortaba, el mundo a mi alrededor se detenía.- ¡Demasiados años en los que me he quedado mirándote ir al baile de graduación con Derek Tyler, o dándote tu primer beso con Sam Matthews! ¡Soy el único que siempre ha estado ahí para ti, pero soy sólo tu hermano, Summer! ¡Tu maldito hermano!
Me había quedado pasmada, escuchando esa confesión que sabía que era lo más difícil que Oliver había tenido que hacer en su vida y sintiéndome más y más basura a cada instante, a cada palabra.
- Oliver, yo…- Comencé a decir, deseando calmarlo, disculparme, aclarar las cosas…
- ¡No, no quiero excusas, ni que me digas que lo sientes! ¡No quiero oírte! Ya sé lo que vas a decir. Dirás que lamentas que me ponga así, pero que no puedes hacer nada, que no sientes lo mismo, que tú quieres a Tim. Y te irás detrás de él, te romperá el corazón y acabarás llorando.- Bramó, y noté cómo las lágrimas se le apiñaban en los ojos. Estaba haciendo un esfuerzo sobrenatural para no llorar.- Y yo seré el mismo idiota de siempre que corre a consolarte, porque no puedo evitarlo. Porque me basta con tenerte cerca, porque aprendí que tú jamás querrías estar conmigo. Porque soy tu condenado hermano.
Me dio la espalda. Seguramente no quería que lo viera llorar. Respiraba irregularmente y no pude contenerme, de modo que di un paso hacia él y le posé una mano en el hombro.
- Así que, ¿qué hiciste?- Preguntó, antes de darme tiempo a decir algo. Su voz sonaba extraña.- ¿Lo tiraste? ¿Lo enterraste?
Suspiré. Ya no tenía sentido seguir con la mentira.
- Tim me lo quitó. No sé dónde lo puso.- Murmuré. Se puso tenso y me apresuré a tranquilizarlo.- Pero hoy mismo le pediré que me lo devuelva. Le diré que…
- No. No tiene sentido.- Cortó.- No quiero que lo tengas por lástima, Summer.- Se volvió hacia mí. Seguía conteniendo las lágrimas, pero cada vez le era más difícil.- Te lo di porque quería que supieras que estoy contigo, que estoy dispuesto a todo por ti. Pero te reíste de eso. Dejaste que… que ese idiota de Rice-Oxley te lo quitara. Ahora veo lo que te importa.
- Oliver, no tenía idea.- Exclamé, angustiada.- No sabía que tú… que tú estabas enamorado de mí. Si lo hubiese sabido…
- Si hubieses sabido, ¿qué?- Se paró en seco, mirándome fijamente a los ojos.- ¿Qué hubieras hecho, Summer?
De repente se me puso la mente en blanco. Perdí la noción del tiempo y me encontré frente a Oliver, sin saber qué más pasaba, olvidándome del mundo.
Sabía que iba a besarme. Lo veía acercarse a mí, muy despacio, temeroso, pero yo no podía reaccionar. Era como si estuviera paralizada, como si sólo fuera capaz de mover los ojos y el resto de mi ser se hubiera convertido en piedra.
Sentí sus labios sobre los míos. Fue un beso tan dulce que logró golpearme fuerte en el corazón y regresarme de a poco a la realidad. Sus manos se ciñeron en mi rostro, tiernamente y noté que volcaba toda su angustia, que había durado muchos años, en besarme de aquella manera.
Se separó de mí a los pocos segundos. Estaba tan aturdida que me quedé quieta, mirándolo con los ojos muy abiertos, con sus manos calentándome las mejillas. Sabía que debía decir algo, pero no recordaba cómo se suponía que debía hablar…
- Summer…- Susurró, con tono decidido. Pero un pequeño crujido, como una hoja seca siendo aplastada por algo pesado, llamó mi atención. Giré la cara instintivamente y el horror se apoderó de mí.
Tim nos estaba mirando, con los ojos azules llenos de una frialdad que apenas podía disimular. La furia corría por sus venas y tenía los labios muy apretados.
Me aparté de Oliver de un tirón, sin saber qué hacer.
- Tim…- Mascullé, tratando de buscar una explicación razonable.
- Parece que no pierden el tiempo.- Comentó, con la misma frialdad que inundaba sus ojos, en su voz.
- No, no es lo que parece. Oliver y yo…- Farfullé. Noté que mi amigo me escrutaba con atención, como si quisiera estudiar cada uno de mis movimientos.
- No me interesa lo que tengas para decirme, Summer.- Espetó de mala manera.- Creo que ya te dejé en claro una vez que no estoy para estupideces de adolescentes. Si esta es tu decisión… bien. Ya no quiero perder más tiempo contigo.
Se dio media vuelta y empezó a alejarse.
- ¡No! ¡Tim, espera, por favor!- Exclamé, desesperada. Miré a Oliver, que no decía nada. Parecía estar expectante, como si quisiera saber qué pasaría a continuación. No hizo ademán de detenerme.- ¡Tim!- Corrí detrás de él, cosa que era bastante difícil, considerando lo rápido que se desplazaba con esas largas piernas.- ¡Por favor, Tim, déjame explicarte…!
- ¿Qué mierda quieres explicarme, Summer?- Gritó, furioso, sin siquiera detenerse.- Dejemos todo como está y ya.
Me interpuse en su camino, casi quedándome sin aliento.
- Te amo, Tim, y esto no es más que un malentendido.- Me aferré a su camisa, cuyo color no podía discernir en la oscuridad.- Oliver me besó.
- Sí, eso es lo que pude ver.- Respondió secamente.- Y no vi que tú hicieras mucho por impedirlo.
- ¡Porque me sorprendió! ¡Oliver es la última persona que hubiese imaginado que hiciera eso! Me dijo que siempre ha estado enamorado de mí.- Me sentí casi violenta al decir eso, pero logré disimular.- Y me dejó tan asombrada que no fui capaz de…
- De detenerlo.- Terminó por mí. Su voz parecía congelarme hasta la médula.- Me suena a telenovela, Summer.
- No…- No me creía. No soportaba la idea de perderlo por un malentendido…- No, Tim, te lo ruego, tienes que creerme.- Me puse a llorar, sin poder evitarlo.- Te amo a ti y sólo a ti. Y si no me crees… si no me crees y todo se acaba entre nosotros sólo porque…
Él se mantuvo impasible. Levanté los ojos llorosos hacia los suyos.
- Tim…
- ¿No significó nada para ti?- Preguntó, cortante.
- No.- Me apresuré a decir, sin siquiera detenerme a pensarlo.
- ¿No sentiste nada cuando te besó, Summer?- Su tono fue exigente, casi autoritario.
- Por favor, Timmy…- Volví a aferrarme a su camisa, llorando casi de forma desquiciada.- Te lo juro… te juro… te amo…
Durante unos segundos pensé que me tomaría de los brazos y me apartaría de él con brusquedad para decirme que no quería volver a verme. Pero cuando sus dedos se enredaron en mi cabello y me besó la frente, sentí que el alivio me embargaba.
- Shh… ya no llores, Summer.- Me secó las lágrimas, tiernamente.- Todo está bien, cariño, no tienes por qué llorar.
Sus palabras acariciaron mis oídos. Oí cada sílaba y me quedé tan pasmada como cuando Oliver me había besado. Cariño
Tomándome de la barbilla, levantó mi cabeza y hundió sus labios en los míos con delicadeza.
- Vámonos a casa. Te haré algo de comer y te sentirás mejor.- Dijo, tratando de infundirme calma. Yo asentí, con el rostro pegado a su camisa y dejé que me condujera por la calle.
Instintivamente, me volví, recordando a Oliver al fin. Pero el pórtico de mi casa estaba vacío y no había rastros de él.
Sentí un dolor profundo, como si se me agujereara el corazón de golpe. Aún así, me dejé acurrucar por Tim y lo seguí a su casa, caminando uno pegado al otro en la oscura y silenciosa noche de Battle.
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