sábado, 29 de marzo de 2008

Nothing In My Way: Capítulo 21.

Hacía apenas diez minutos que Tim había regresado a su casa tras dejar a Summer en The 1066, cuando oyó un golpe en la puerta. Era la primera vez en tres días que se separaban; habían pasado juntos el fin de semana y, después de los recientes acontecimientos, Tim deseaba más que nunca tenerla cerca.
Sin embargo, cuando Summer se dormía entre sus brazos y el silencio los envolvía alrededor, cuando todo se sumía en la calma y no había nada que lo entretuviera, Tim revivía en su cabeza la imagen de Oliver besándola. Parecía atormentarlo constantemente y cada vez que lo recordaba, hundía la cabeza en el hueco del cuello de Summer, como si esa fuera la única manera de olvidarlo.
No sabía por qué le daba tanta importancia, cunado era él quien había salido ganando, pero no podía quitárselo de la mente.
Sólo el sincero llanto y la desesperación de Summer lo habían convencido de que había un malentendido. Vio en sus ojos el miedo a perderlo por algo que no había hecho y las lágrimas que le caían por las mejillas lo aflojaron por completo. Estaba ablandándose cada vez más en lo que a ella respectaba. Era como una tierna debilidad y a Tim le fascinaban todos los segundos que pasaba a su lado.
Se dirigió a la puerta y, sosteniendo una taza de té en una mano, acomodándose rápidamente los lentes con la otra, abrió de un tirón, dejando que la luz del espléndido sol de fines de verano entrara a la casa.
Pero el buen humor se esfumó en cuanto vio de quién se trataba. Era la última persona que esperaba que apareciera a su puerta y Tim lo recibió con una mirada fría.
- Oliver.- Dijo, a modo de saludo.
El chico carraspeó y se rascó la cabeza, como nervioso. No era una novedad para Tim que era un niño fácil de intimidar y eso le agradaba.
- Summer no está aquí, ¿cierto?- Preguntó, echando un vistazo al interior.
- No.- Contestó simplemente. No deseaba darle información sobre ella. No tenía por qué saber nada que tuviera que ver con Summer y Tim se sintió más posesivo que nunca.- ¿Qué quieres?
Volviendo a carraspear, Oliver trató de adoptar una expresión de seriedad y dejar de lado la imagen de cachorrito asustado que ponía siempre estando frente a él.
- Quiero hablar contigo.- Dijo, armándose de valor.
- No tengo tiempo.- Tim empezó a cerrar la puerta, impaciente por deshacerse de él. Sin embargo, Oliver levantó una mano con determinación y lo detuvo.
- Estoy seguro que tienes al menos cinco minutos. Es importante.- Repuso, con algo de frialdad. Tim se preguntó si no estaría tratando de imitarlo. Eso hubiese sido muy divertido.
Con una mueca burlona, se apoyó contra el marco de la puerta y lo observó.
- ¿Y bien?- Musitó, transcurridos unos segundos en los que Oliver no hizo más que esforzarse por mantenerle la mirada.
- No soy tan idiota como tú pareces creer, Tim.- Farfulló, como si de repente sintiera mucha confianza en sí mismo.- Y quizás tú me lleves varios años de ventaja…- Pronunció esas palabras con mordacidad, como tratando de infligirle un golpe bajo, que Tim procuró pasar por alto.- Pero conozco a Summer mejor que tú.
- ¿Acaso vienes a proponerme que nos batamos a duelo para ver quién se queda con la chica, Oliver?- Dijo, divertido.- En ese caso, déjame recordarte que Summer ya hizo su elección.- Un brillo muy especial le encendió los ojos.
Oliver bajó la mirada unos segundos. Tim acababa de cometer un tanto.
- Ya lo sé.- Aceptó el chico, tras unos instantes.- Summer te escogió a ti y yo no esperaba que hiciera lo contrario. Es muy obstinada, ¿sabes?- Durante un momento pareció olvidar que se encontraba con Tim, porque se perdió en sus palabras y esbozó una sonrisa, como si sólo con pensar en ella toda su perspectiva del mundo cambiara.
Tim tuvo la extraña sensación de que, de pronto, hablaban el mismo idioma.
- Supongo que se le metió en la cabeza que tú eras el tipo perfecto para ella.- Se encogió de hombros, pero Tim notó la mueca de dolor que trataba de esconder.- Y, aunque nunca estuve de acuerdo, no puedo abrirle los ojos si ella no quiere cooperar.
- Creo que ya los tiene bien abiertos, Oliver.- Replicó, deseando que esa conversación llegara a su fin de una vez por todas. Tenía muchas cosas que hacer y quería hacerla todas antes de que fuera hora de recoger a Summer en la cafetería.
- Eso espero.- Murmuró. Olvidando lo intimidado que se sentía frente a Tim, Oliver dio un paso al frente y lo enfrentó.- Espero que los tenga bien abiertos y sepa en qué se está metiendo.
Tim se mantuvo impasible, y lo observó con seriedad desde toda su altura.
- Summer es lo suficientemente grande para saber lo que hace.- Masculló entre dientes. Ese chico ya lo estaba poniendo de malhumor.
- No, Summer se cree muy madura y muy consciente, pero no lo es. Aunque quizás es lo que tú quieres pensar.- No le quitaba los ojos de encima y Tim ya estaba considerando darle un puñetazo para apartarlo.
- ¿Esta conversación lleva a alguna parte o sólo te limitarás a decir estupideces hasta que te canses?- Preguntó, despectivamente.
Oliver suspiró, como conteniendo el enojo.
- La conozco desde que tengo memoria, Rice-Oxley.- Dijo y Tim tuvo la impresión de que usó su apellido para parecer más duro.- Y la quiero más de lo que jamás he querido a nadie.
- Entonces sí vienes a luchar para recuperarla.- Farfulló Tim, burlonamente, aunque no se sentía divertido en lo más mínimo. Pero quería fastidiar al chico.
Sin embargo, la mirada de tristeza de Oliver le quitó la burla del tono.
- No. Ya no tengo por qué pelear. Perdí a Summer por ser un tonto que no supo ver que las cosas no eran como quería. Me precipité y no debí hacerlo.- Explicó, intentando conservar algo de dignidad.- Ahora ni siquiera puedo tener su amistad, porque lo arruiné todo.
Tim no decía nada. Quería ver a dónde quería llegar Oliver con todo eso.
- Ganaste, Rice-Oxley.- Susurró, con el dolor impregnando cada sílaba.- Ya no hay nada que pueda hacer.
Tim no supo qué decir. No había esperado que el chico admitiera su derrota. Aún así, no le gustaba la manera en que se referían al asunto, como si Summer fuera un trofeo a ganar. Para los dos iba muchísimo más allá de ello y lo sabían. Tim supuso que para Oliver era muy difícil estar allí, diciéndole esas cosas, casi despidiéndose de quien había estado con él toda su vida.
- Aún pueden ser amigos.- Dijo Tim, como quien no quiere la cosa, encogiéndose de hombros, pero tratando implícitamente de darle algún consuelo. No podía evitarlo. Ahora que hablaba un poco con él, se daba cuenta que era un buen chico.
- No, se acabó.- Oliver negó con la cabeza, abatido.- No podría soportarlo, ahora que sabe la verdad.
Un nuevo silencio de alzó entre ellos, hasta que Oliver lo rompió, enfrentándolo otra vez, invadido de repente por una extraña furia.
- Pero quiero advertirte una última cosa antes de desaparecer de sus vidas, Rice-Oxley.- Tim le mantuvo la mirada.- Si la lastimas… si tú le haces algo…
Le costaba hablar. Oliver estaba aceptando que había perdido lo que más amaba y eso no era algo tan simple.
Tim decidió facilitarle el trabajo.
- Descuida, Oliver. Jamás la lastimaría.- Vaciló, pero finalmente añadió:- Me importa demasiado para hacer algo que pudiera herirla.
- No soporto verla llorar.- Respondió Oliver, frustrado.- Cada vez que llora es como si todo lo que hay alrededor…
- … se derrumbara sobre ti.- Completó Tim y se miraron. Quizás se entendían más de lo que habían creído.
Oliver asintió, apesadumbrado.
- ¿Entonces no quieres volver a verla?- Preguntó Tim, frunciendo el ceño.
- Es lo que más quiero en el mundo.- Con una sonrisa desganada, Oliver suspiró nuevamente.- Pero es mejor así. Para los dos. Ella no se sentirá culpable por lo que pasó, no tendrá problemas contigo y yo… yo podré olvidarla, espero.
- Se cruzarán y lo sabes.- Repuso Tim.- Battle es un pueblo pequeño, Oliver.
- No me quedaré en Battle mucho tiempo más.- Contestó.- Hay posibilidades de que entre en la Universidad de Oxford, así que me mudaré allá en unas pocas semanas.
- Creí que irías a la Universidad de Hastings.- Comentó Tim. Al menos eso le había dicho Summer: que irían juntos.
- Sí, bueno… prefiero probar suerte en otra parte.
Oliver estaba arriesgando su futuro, su vida, su comodidad y todo lo que conocía para alejarse de Summer. Tim terminó de convencerse que no era otro de esos pasajeros amores adolescentes: la amaba de verdad.
- En fin.- Oliver se removió, inquieto, apartándose de Tim. Había dicho lo que tenía que decir y ahora quería largarse de allí lo antes posible.- Sólo quería pedirte que no la lastimes.
- Cuidaré de Summer, lo prometo.- Aseguró Tim, sintiendo mucha pena por el chico. Se arrepintió de haber sido tan cruel con él. Después de todo… tenían intereses parecidos. Summer encabezaba la lista de prioridades de ambos y cuando hablaban de ella hasta llegaban a entenderse.
- Y… Tim, no le digas a Summer que estuve aquí.- Pidió, evitando volver a mirarlo.
- No lo haré.
- Gracias.
Sin decir más, Oliver se volvió y empezó a alejarse, cabizbajo, por el camino de gravilla que se extendía desde la entrada de la casa hasta la calle.
Tim lo contempló unos segundos y luego entró y cerró la puerta tras de sí. Miró la taza de té que tenía entre las manos, pero ya se había enfriado.

Salí de The 1066 y divisé el auto de Tim aparcado a unos metros de la entrada. Corrí hacia él y me senté en el asiento del acompañante.
- Hola, cariño.- Saludó, inclinándose para besarme. Se estaba tomando la deliciosa costumbre de llamarme de esa manera.- ¿Qué tal estuvo tu día?
Se puso en marcha, mientras yo hablaba vagamente sobre lo sucedido en la cafetería, que era tan rutinario como aburrido, mirando al mismo tiempo el colorido buzo de Tim que, acercándose un poco, parecía uno de esos juegos de Tetris de finales de los ochenta. El viento molestaba bastante teniendo en cuenta que aún estábamos en verano. Me gustaba anticipar la llegada del otoño. No había nada más hermoso que Battle cubierto de hojas color ocre caídas por todas partes.
Bueno, quizás la imagen de Tim despeinado y despertando podía igualarse a eso.
Antes de ir a su casa, pasamos a comprar un par de cosas por el supermercado local que habían empezado a escasear en mi nevera. Presentía que mis padres volverían en medio de un completo caos. Con todo lo que había sucedido estando ellos ausentes, pocas veces me había tomado unos momentos para reponer lo que se acababa y, ahora que pasaba más tiempo en casa de Tim, definitivamente, lo iba olvidando de a poco.
Así que acomodé un poco la sala y limpié la cocina, mientras Tim se entretenía revolviendo entre los discos de mi padre.
Estando sola un rato, con el tiempo suficiente de pensar, me di cuenta de cuanta falta me hacía Oliver. Algo dentro de mí me decía que lo había perdido para siempre, pero otra parte gritaba que eso no podía estar pasando. Que lo encontraría en la calle y todo se arreglaría. Que seríamos amigos por siempre…
Me llevé los dedos a los labios. Aún me parecía sentir su beso. Quizás no había sido tan apasionado y firme como lo eran los de Tim, pero había dejado una sensación extraña en mí.
Miré de reojo hacia la sala. Tim seguía absorto en su mundo musical, así que no había problemas en que me quedara pensando en Oliver unos momentos más. Tenía la sensación de que a Tim no le agradaría saber que estaba extrañando a mi amigo como nunca.
Más que antes, ansiaba que llegara el día de ir a la Universidad. Allí podríamos vernos a diario y hablar, resolver juntos aquel problema, buscar una solución. No quería perder su amistad por estar enamorada de otro hombre y tampoco quería que él se hiciera pedazos pensando en que yo no lo quería.
¿Desde cuando la vida era tan complicada?
Finalmente, Tim fue a la cocina a ver si ya podíamos irnos y emprendimos el camino a su casa, después de que yo hablara con mi madre por teléfono para asegurarle que todo iba bien. Moría de ganas de hablarle de mi relación con Tim, aunque temía que no la aceptara…
Lo seguí al interior de la casa. La noche se cernía ya sobre nosotros y al entrar a la sala, Tim tuvo que encender un par de luces.
- ¿Comemos algo?- Preguntó, dejando las llaves del auto sobre la mesita más cercana.
- Me da igual.- Respondí. Lo cierto era que estaba bastante desanimada después de dejar que mi mente vagara con Oliver de nuevo.
Tim me miró de reojo.
- ¿Todo está bien?
Suspiré. Le colgué los brazos al cuello y me apoyé contra él.
- Sí, sólo estoy cansada.- Era cierto, pero la ausencia de Oliver iba empeorando mi humor y todo lo demás también se veía afectado por ello.- Pero puedo preparar algo si quieres.
- Ya iré yo.- Dijo, sonriéndome con ternura.- Pasas suficientes horas con bandejas, platos y comida en la cafetería para que también lo hagas aquí.
- Tú también debes estar cansado. ¿Estuviste componiendo hoy?- Quise saber.
- Un poco, sí, aunque ya terminamos con la fase de composición. Pasé varias horas en nuestro estudio esta tarde, retocando con los chicos un par de detalles de las canciones…- Me miró, parpadeó un par de veces y sonrió.- ¿Por qué te estoy aburriendo con estas cosas?
- No me aburres.- Le di un beso fugaz y me aparté para ir a la cocina. Pero Tim me detuvo, tomándome de la mano y regresándome hacia él.
- Podemos comer más tarde.- Murmuró y me dio un largo beso, como si hubiese pasado todo el día deseando hacerlo.
- Creí que tenías hambre.- Solté, cuando él me dio tiempo a decirlo, separando brevemente sus labios de los míos.
- No exactamente.
Se sentó en el sillón, arrastrándome con él y yo me fundí un rato en sus brazos, perdida en su boca. Tenía cierto poder amnésico. Todos mis problemas desaparecían mientras Tim me besaba.
Se recostó sobre mí y yo sentí que su cálido peso aplastándome era la recompensa por un largo día de trabajo.
Le besé el cuello, sabiendo que eso lo relajaba: no era la única que estaba cansada, después de todo.
- ¿Summer?- Susurró, mientras mis labios recorrían su piel.
- ¿Mm?- Mascullé, sin detenerme.
- Te quiero.
Paralizada, tardé unos pocos segundos en procesar sus palabras. ¿Había dicho que me quería? ¿Al fin las palabras habían salido de su boca?
- ¿Me quieres?- Inquirí, confusa.
- Demasiado.- Farfulló y se apoderó de mis labios en un nuevo beso.
El corazón me latió con fuerza. Casi no podía pensar con claridad, pero me daba cuenta que no había estado equivocada: a Tim no le era fácil demostrar sus sentimientos. Esas pequeñas palabras debían haber supuesto un gran esfuerzo para él. ¡Claro que me quería!
Moría de ganas de contárselo a Oliver y demostrarle cuán equivocado…
De pronto lo recordé y la inmensa alegría que me había invadido disminuyó considerablemente.
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