martes, 7 de abril de 2009
Wolf at the Door: Capítulo 1.
Apenas estaba comenzando Enero. El nuevo año se abría camino en medio del clima frío que cubría de nieve los techos de las casas y las copas de los árboles. La tarde iba llegando lentamente a su fin, el cielo se oscurecía a toda velocidad y no había nada más tentador que sentarse a la vera de un buen fuego y observar los pequeños copos que iban cayendo, inundándolo todo con su blancura.
Y eso era precisamente lo que Tom Chaplin estaba haciendo. Sus ojos verdes estaban clavados en algún punto perdido del paisaje nevado. Estaba recostado en el sillón de la sala que más cerca se encontraba de la chimenea y el calor de las llamas empezaba a hacer que sus mejillas se fueran tornando de un suave tono rosa.
Movía el pie enfundado en una gruesa media de lana al ritmo de una canción que tarareaba en voz baja. Sus zapatos estaban descansando junto a él en el suelo. Llevaba su jean más cómodo y un buzo azul marino. Tom tenía apariencia de niño travieso, pero estaba ya al borde de los treinta años.
Quitándose de la frente el cabello de suave color castaño, Tom suspiró. Eran pocas las ocasiones en que tenía la oportunidad de sumirse en una paz como aquella. Y vaya que lo estaba disfrutando.
En ese preciso instante, Tom estaba feliz con su vida tal y como estaba. Amaba su trabajo, amaba su casa, amaba sus ratos libres, amaba a cada persona que formaba parte de su mundo. Cerrando los ojos con una profunda sensación de bienestar, se dijo a sí mismo que no le disgustaría para nada que todo siguiera así tal cual era hasta el fin de sus días. Nunca había sido muy amante de los cambios, de todos modos.
Se levantó y se encaminó a la cocina. Tenía una bella casa en las afueras de un pueblo sureño de Inglaterra, donde todo lo que respiraba era aire fresco y privacidad. Justo lo que necesitaba, un poco de calma en su ajetreada rutina. Caminó por el largo pasillo que comunicaba la sala con la zona del comedor y de la cocina y puso agua a hervir para hacerse una taza de té.
No había hecho más que regresar a su posición original en el sillón, con el agregado de la humeante taza entre sus manos, cuando oyó el sonido de un motor acercándose. Al oír que se detenía precisamente en su entrada, supuso que se trataría de Nat. Sus amigos estaban ocupados y su familia solía avisar antes de dejarse caer a visitarlo. Además, estaba esperándola. Tenía planes con su novia, probablemente programados desde hacía tres meses.
Suspirando, aguardó a que entrara con su propia llave. No vivían oficialmente juntos. Tom pasaba mucho tiempo de viaje y no tenía mucho sentido vivir con alguien a quien no verías tanto de todas maneras. Pensaba que tarde o temprano tendría que pedirle que se mudara con él, pero, después de todo, Tom disfrutaba mucho de sus momentos a solas. Le gustaba su hogar tal y como era. Y sabía que Nat empezaría a agregar flores por todas partes y aromatizantes en el baño y cremas en el tocador… todas esas cosas de mujeres no eran para él. Le gustaba mantenerlo todo lo más simple posible.
Movió la cabeza cuando ella entró, para observarla.
- ¡Ya llegué, Tom!- Exclamó, evidentemente sin verlo. Se quitó el largo abrigo negro. Debajo llevaba un hermoso vestido azul de satén que se le ajustaba perfectamente. Nat era más que bonita y Tom recordaba cómo le había quitado el aliento al verla por primera vez, con ese largo cabello castaño, tan liso y suave, y esos ojos brillantes.
- Hola, cariño.- Saludó él, dándole un sorbo a su taza de té. Estiró la mano hacia la mesita, para tomar su paquete de cigarrillos.
Nat taconeó sonoramente sobre el piso de madera, acercándose. Se detuvo detrás del respaldo del sillón y, poniendo los brazos en jarra, lo miró ceñudo.
- Tom, ¿aún no estás listo? Vamos a llegar tarde.- Lo regañó, como si se tratara más de su hijo que de su novio.
- No te preocupes por mí, creo que mejor me quedo aquí.- Encendió un cigarrillo y se lo llevó a los labios despreocupadamente.- Pero tú estás asombrosa. Deberías ir de todos modos.
Nat frunció el ceño y se mordió el labio superior. Tom ya conocía esa expresión y no le agradó demasiado.
- Estás bromeando, ¿no es así?- Le preguntó, visiblemente irritada.
- No, es en serio. No tengo ganas de salir a ninguna parte, pensaba quedarme aquí y descansar un poco hasta que…
- Es la fiesta de compromiso de mi hermano, Tom.- Cortó, enfadándose.
- Lo sé, tú tienes que ir, pero yo prefiero quedarme en casa, Nat. Nunca tengo tiempo de quedarme solo y disfrutar un poco del silencio. Además, es una cuestión familiar.- Respondió con calma. Sabía que ella se molestaría por no haberle avisado con tiempo que no quería salir, pero ya se le pasaría.
- ¡Precisamente! Es una cuestión familiar. Tienes que ir conmigo.- Farfulló y Tom notó que estaba más molesta aún de lo que había esperado.- Sabes de esto hace semanas, te avisé con tiempo, Tom… no puedes decirme ahora que no quieres ir. Nunca quieres ir a las reuniones familiares.
- Eso no es cierto, siempre me arrastras a todas partes.- Repuso, frunciendo el ceño.- Siempre estás haciendo planes: cena en tal restaurante, recorrer galerías de arte, ver alguna película aburrida en el cine, ir de compras, llevar a pasear al perro…
- ¡Bueno, discúlpame por querer pasar tiempo contigo! ¡Creía que las novias tenían derecho a pasar tiempo con sus novios!- Arrojó su pequeño bolso en el sillón opuesto al de Tom y éste se enderezó un poco para mirarla. Diablos, sí que estaba furiosa…
- Por supuesto que sí, pero quiero hacer algo que me agrade y eso es quedarme en casa, en vez de ponerme un maldito traje y salir con este frío por ahí. Tus padres siempre me acorralan en el primer rincón que encuentran y me torturan hasta que decides que es hora de irnos.- Se quejó, para llevarse nuevamente la taza a la boca.
- ¿Torturarte? ¿¡Torturarte!?- El chillido de Nat subió tanto de tono que Tom temió por el vidrio de sus ventanales.- ¡Bueno, perdónalos si no entienden que nuestra relación no avance a ninguna parte! ¡Perdónalos por querer saber por qué después de tantos años no nos hemos casado, comprometido o ido a vivir juntos!
Tom se sentó en el sillón para observar a su novia, cuyo rostro había cambiado bastante de color. Se estaba ofuscando bastante.
- Eso no les incumbe, Nat, es cosa nuestra. Y nosotros estamos bien así.- Replicó con tranquilidad, tratando de ver si podía contagiarla a ella. Sin embargo, la expresión de Nat lo hizo dudar de esa afirmación.- ¿O no?- Agregó, intentando corroborarlo.
- ¡Nunca te comprometes con nada, Tom!- Contestó ella.- ¡Ni siquiera puedes cumplir tu palabra de acompañarme a una maldita fiesta!
- ¡Nunca me preguntaste si quería ir!- Exclamó él, tratando de defenderse. Entendía que Nat quisiera estar con él, pero no entendía por qué quería asfixiarlo de aquel modo.
- ¡Se supone que tienes que ir! ¡Es una reunión familiar! ¡Tú y yo somos prácticamente familia y es obligación de ambos estar ahí! Algún día tú y yo nos casaremos y tendremos hijos y…- Se detuvo, al ver cómo Tom abría sus ojos verdes de par en par.- No… no me digas que jamás has pensado en…
- Es muy pronto. Tenemos tiempo.
- ¿Pronto?- Repitió, ya totalmente descontrolada.- ¿Pronto? ¡Mi hermano lleva dos años con su novia, Tom y ya están planeando su vida juntos! ¿Qué vamos a hacer nosotros? ¿Esperar cinco, ocho, diez años más?
- Es absurdo que estemos discutiendo por esto, Nat. No nos preocupemos tanto por el futuro, tenemos que pensar en lo que somos hoy.- Dijo, esperando que eso sirviera para apaciguarla. Pero Nat lo tomó de la peor manera.
- ¿No crees que tengo derecho a saber si esta relación va a llegar a algo alguna vez? ¿O piensas que me limitaré a conformarme con quedarme a dormir tres o cuatro noches a la semana? ¿Crees que todo lo que haré es seguir siendo tu maldita niñera por el resto de mi vida hasta que te decidas?
- ¿Niñera? ¿Qué demonios significa eso?- Ahora era Tom quien empezaba a enfadarse. Odiaba que lo presionaran y Nat estaba llevándolo al límite.
- ¡Significa que estoy harta de esperar a que madures, Tom! ¡Estoy harta de tener que ser la que maneja esta relación y que tú sólo te quejes! ¡Sé un hombre de una maldita vez y dime qué quieres!
- Deja de darme órdenes, deja de hacerme hacer cosas que no me gustan. Sólo quiero quedarme en casa una condenada noche, Nat. No te estoy pidiendo más que eso.- Apagó el cigarrillo de un golpe en el cenicero y se puso de pie.
- Eres un idiota, Tom Chaplin. Eres un inmaduro, un niño que no sabe qué hacer con su vida. Cuando necesitas algo, todos deben estar a tu alrededor. Necesitas que todos estén ahí para salvarte…- Nat lo enfrentó, con los ojos llenos de lágrimas. Era un golpe bajo y Tom lo recibió con disgusto.- Pero cuando yo quiero algo, sólo es una molestia para ti. Eres un egoísta.
- ¡Vamos, no seas injusta! ¡Paso meses y meses trabajando sin parar y ahora que tengo tiempo de…!
- ¡No uses tu trabajo como excusa! Te encanta irte por ahí, viajar, estar lejos.- Fue a buscar su cartera con pasos largos.- Te sientes importante, crees que con eso llenarás tu vida. Estás equivocado, Tom. Cuando te golpees la cabeza contra la realidad, habrás perdido todas las buenas oportunidades. Y eso me incluye a mí.
Se encaminó a la puerta. Tom apuró el paso y se interpuso en su camino.
- ¿De que diablos estás hablando?
- Creo que es mejor que nos tomemos un tiempo.- Le dijo, como si estuviera soltándole una bomba. Tom abrió los ojos, incrédulo. No se lo había visto venir.- Por lo menos hasta que seas capaz de darte cuenta de las cosas.
- ¿Toda esta estupidez es porque no quiero ir a la fiesta de compromiso de tu hermano?- Espetó, indignado. Siempre tenía que ceder a lo que Nat quería, pero ya no tenía ganas de hacerlo. ¿Por qué tanto escándalo por querer quedarse una noche en su casa, solo, viendo televisión en vez de tener que hablar con cincuenta parientes de ella que lo molestaban todo el tiempo?
- Esto no es sólo por esta noche, Tom. Has sido así siempre. Al principio me pareció encantador, me gustaba tu inocencia, tu despreocupación.- Lo miró con cierta ternura, como si recordara tiempos mejores.- Luego… creí que era parte de tu faceta oscura. Creí que cuando salieras de todos esos problemas, cambiarías y serías lo que yo siempre pensé que eras en el fondo. Pero ahora… ahora veo que eres realmente un tipo que se niega a crecer y a tomar responsabilidades. Y yo no puedo poner mi vida en espera hasta que tú te decidas.
Frunció el ceño, confundido.
- ¿Cuánto hace que piensas así? ¿Por qué no me lo has dicho?
Ella sonrió tristemente.
- Porque tenía la ilusión de que lo descubrieras por ti mismo.- Bajó la cabeza, como si estuviera enojada consigo misma por haber sido tan ingenua.- Déjame pasar, voy a llegar tarde.
- ¿Y qué hay de nosotros?- Preguntó él, desorientado.
Sus ojos se cruzaron. En los de Nat había más frustración que cualquier otra cosa. En los de Tom sólo había inseguridad.
- Si crees que estás listo para involucrarte seriamente con alguien, llámame.- Dijo, poniéndose su abrigo a las apuradas.- Sino, no te molestes, Tom.
Esta vez fue él quien se enfadó. La contempló con los labios fruncidos.
- Esto es una injusticia. No deberías obligarme a hacer nada, Nat. No puedes obligarme a que quiera casarme contigo.
- No lo entiendes.- Suspiró ella.- Debería ser tu elección natural.
Hizo ademán de abrir la puerta, pero Tom se la cerró de nuevo.
- Maldita sea, dame cinco minutos, me daré una ducha e iré contigo.- Dijo, refunfuñando.
- No.- Lo detuvo, cortante.- No es así como funciona. Y yo ya no puedo estar con una persona que se estanca, Tom. Necesito saber que llegaremos a alguna parte.
- Perfecto. Múdate aquí, si quieres.- Ofreció, cruzándose de brazos como un niño caprichoso.
- Ése es el problema: no es que yo no quiera, es que tú no lo quieres.- Salió a la fría noche invernal y se acercó a su auto. Tom salió detrás de ella.- Buena suerte, Tom.
- No me hables como si te estuvieras despidiendo de mí.- Reprochó, titiritando.
- Quizás así sea realmente.
Nat se subió al vehículo rojo y puso el motor en marcha. Se alejó de la casa por el sendero nevado, dejando sólo a Tom, malhumorado y confundido.
**********************************************************
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Me gusto mucho....
mas que nada por que pase exactamente por lo mismo hace meses :(
Amo esto, lo amo. Meses que lo leí. Pero me marcó esta historia. ¿Ya no actualizan más? Explíquenme por favor.
Publicar un comentario