lunes, 4 de mayo de 2009

Wolf at the Door: Capítulo 13.

- Hola, Tom. Soy…
- Maggie.- Interrumpió él, estático, sin dejar de mirarla.
Ella pareció sorprenderse. Su sonrisa se ensanchó un poco y cobró cierta confianza.
- No creí que fueras a recordarme.- Reconoció, encogiéndose de hombros como si aquello no importara.
- Tampoco yo.- Abrió más la puerta.- Pasa.
Los nervios de Tom iban en aumento. ¿Realmente estaba ella allí? ¿Por qué tenía que aparecer justo cuando perdía a la niña? Si hubiese llegado un par de horas antes, le hubiese ahorrado todo aquel sufrimiento en vano.
Maggie entró en la casa, observando todo con cierta reverencia. Cuando llegó a la sala, se quedó parada, con los ojos clavados en Tom, hasta que no pudo resistirlo y los bajó hacia sus propias manos.
- Imagino que querrás que te explique muchas cosas.- Susurró, como si no supiera por donde comenzar.
- Sí.- Tom tragó saliva.- Pero hay algo más importante que debes saber ahora.
- ¿Qué es?
¿Cómo debía decírselo? Necesitaba buscar una manera de suavizar un poco el golpe.
- Lena desapareció.- Soltó entonces.
Maggie no reaccionó, como si no lo hubiese oído. Apenas sí pestañeó.
- ¿Qué dijiste?
- Que no encuentro a Lena. La perdí.
Llevándose una mano al pecho, Maggie trató de sonreír.
- Es una broma, ¿verdad? No puedes haber perdido a Lena.
De repente, sentía que dentro de esa habitación hacía como cien grados. Tom nunca había sudado tanto en toda su vida. Deseaba que fuera una broma, con todas sus fuerzas. Deseaba poder reírse y pedirle a Lena que saliera de debajo de la cama o de detrás de la cortina y que Maggie corriera a abrazarla. Deseaba correr él mismo a abrazarla.
- Lo siento. Es verdad.- Musitó ahogadamente.- La busqué por todas partes. Mis amigos están dando vueltas por…
- ¿Cómo mierda pierdes a una niña? ¡Lena jamás se separa de la persona que la está cuidando! ¡Ni siquiera me suelta la mano cuando vamos por una calle llena de gente! ¡No puedes haberla perdido!- Gritó, acercándose a él, totalmente alterada.
- ¡Bueno, lo siento, pero la perdí! ¡Fue un accidente! ¡Se asustó y cuando me di cuenta se había salido de la casa y ya no pude encontrarla!- Exclamó, descargando sus frustraciones y miedos con ella.- ¡Me descuidé dos segundos! ¡La tenía en brazos y la bajé cuando llegó este tipo Jake, que dijo que te conocía y…!
- ¿Jake?- Interrumpió ella, casi sin voz. Dio un paso hacia él.- ¿Jake estuvo aquí?
- Dijo que venía a buscar a Lena, que tú lo habías enviado.- Frunciendo el ceño, Tom se sintió extrañado por la reacción de Maggie.- No me pareció de confianza, así que le dije que se fuera. Cuando se fue, busqué a Lena y había desaparecido.
- Dios mío…- Se cubrió la boca con la mano.
- Llamé a la policía, pero dicen que tiene que estar desaparecida por veinticuatro horas para que puedan hacer algo.- Tom se sentó en el sillón. Otra vez sentía que las piernas le fallaban.- Ya no sé qué hacer. La busqué por todas partes…
- ¿Lena vio a Jake?- Preguntó Maggie de pronto. Él levantó la mirada y la estudió en silencio unos segundos.
- Creo que sí. Apenas abrí la puerta, empezó a patearme hasta que la solté y salió corriendo. Creí que habría subido a su habitación, pero cuando quise buscarla…
Maggie se sentó en un sillón opuesto al de él. Temblaba de pies a cabeza.
- Tenemos que encontrarla.- Lo miró, ansiosa.- ¿Puedes acompañarme?
Asintiendo con la cabeza, Tom se levantó. Ya no podía seguir un segundo más allí, esperando.
- Ya miré todos los alrededores de Rye. No creo que se vaya muy lejos ella sola.- Dijo, mientras buscaba las llaves de su auto.- Mis amigos están buscándola también. Estas últimas horas han sido una pesadilla.
Salieron juntos de la casa. Tom se sentía raro junto a ella. Eran completos desconocidos, pero tenían una hija y no había tiempo de sentirse incómodos o de ponerse al tanto de lo que había sido de sus vidas últimamente.
Tom, que estaba desde que Lena desapareciera a punto de desmoronarse, trató de mantenerse íntegro. Maggie se sentó a su lado en el auto y se abrochó el cinturón de seguridad con dificultad. Sus dedos parecían no poder obedecerle.
- ¿Qué te dijo Jake?- Preguntó ella tras unos minutos del más pleno silencio. No dejaba de escrutar del otro lado de la ventanilla.
- No mucho. Sólo que tú estabas trabajando y que él debía recoger a la niña.- Tom conducía despacio por el camino nevado, tratando de pasar por algún lugar que hubiera salteado más temprano.- Me pareció que no estaba en condiciones de hacerse cargo de ella, y que no tenía idea de qué estaba hablando.
Maggie entendió a qué se refería. No era extraño que Jake estuviese ebrio, pero no podía creer que hubiese tenido las agallas de aparecer en la casa de Tom para llevarse a la niña.
Estuvieron dando vueltas por ahí, callados, mucho tiempo. En ocasiones sólo abrían la boca para sugerir dónde buscar o para preguntar la hora. La tensión y la angustia de ambos era casi tangible. Fueron a las cercanías de la casa donde Maggie y Lena habían vivido con Jake, a un parque que ella solía llevarla de vez en cuando y a la casa de la señora Cole, la que solía cuidarla mientras Maggie trabajaba. Pero la niña parecía haberse desvanecido en la nada y, una vez que empezó a caer la noche, sobrepasada por las emociones y el intenso temor, Maggie se puso a sollozar, agazapada en el asiento.
Tom estiró una mano hacia ella, sin saber bien qué hacer o qué decir. Le palmeó torpemente la espalda y buscó algo tranquilizador que decir.
- Volvamos a casa. Quizás regresó.- Murmuró en voz baja, dando una curva con el auto para retomar el trayecto a las afueras de Rye.
Pero la casa de Tom se erguía oscura y sin rastros de Lena. Él abrió la puerta y dejó que Maggie entrara, descorazonada. Encendió las luces de la sala y se dejó caer en el sillón nuevamente, exhausto.
Todo aquello era como un callejón sin salida. Todo lo que podían hacer era buscar en los alrededores y esperar que fuera hora de que la policía se hiciera cargo. Pero no era suficiente. Lena estaba en alguna parte, ahí afuera, bajo la fría noche de enero, sin abrigo y sin sus padres.
- Soy tan estúpida.- Farfulló Maggie de pronto, quebrando el silencio. Tom la miró. Estaba parada, mirando el cielo nocturno por la ventana, cruzada de brazos.- Sabía que algo así sucedería. Haga lo que haga, nunca tomo la decisión acertada.
Él se acercó lentamente, con la intención de darle su apoyo.
- No debí dejarla aquí. Ni siquiera te conozco. ¿Cómo pude suponer que tú cuidarías de ella?
Tom se quedó helado y se detuvo a mitad de camino. La observó con los ojos bien abiertos.
- ¿Me estás diciendo que esto es mi culpa?
Maggie se volvió hacia él, con los ojos abnegados en lágrimas.
- ¡Te la dejo una semana y la pierdes!- Exclamó.- No sabía si tú seguías siendo el mismo tipo que cuando te conocí o si habías cambiado. ¿Cómo sabía que estaba dejando a mi hija en buenas manos?
- ¡Oye, estuvo perfectamente hasta esta mañana, cuando se asustó y huyó de aquí! La he cuidado todo el tiempo, la bañé, la alimenté, la llevé conmigo a trabajar. No la perdí de vista.
Maggie no respondió. Se secó las lágrimas con la manga de su abrigo.
- ¡Además, he hecho todo lo que he podido! ¿Te crees que es divertido abrir la puerta y encontrar una niña que dice que es tu hija?- Espetó, enojándose. Aquel día se le había hecho intolerable.- ¡Desordenó toda mi existencia, mi novia me dejó, no he tenido ni un segundo de paz, llevo días durmiendo mal y ni siquiera puedo darme una ducha tranquilo porque empieza a llamarme!
- ¡Lamento haber arruinado tu vida perfecta con una niña que no pidió nacer! ¡Yo tampoco pedí quedar embarazada, Tom, pero, por si no lo recuerdas, ninguno de los dos se preocupó mucho por eso aquella noche!- Maggie se volvió hacia él para enfrentarlo.
- ¡Ni siquiera sé si es mi hija! ¿Tengo que confiar en la palabra de una desconocida?
- ¿Crees que la dejaría contigo por que sí? ¡Soy su madre! Separarme de ella fue…
- ¡Exacto! Eres su madre. Todo esto no hubiese sucedido si no la hubieses abandonado aquí. No me importa qué mierda estabas haciendo, pero Lena es tu responsabilidad.- Interrumpió, bruscamente.
Maggie se quedó callada, mirándolo, dolida.
- No tienes idea de lo que estás diciendo. Yo solo quiero lo mejor para ella…
- Lo mejor para ella es darle lo que necesita. Y lo que Lena necesita es a su madre.- Furioso, le clavó la mirada una vez más.- Así que hazte cargo de ella y deja de decirme que fue mi culpa que se perdiera…- Le dio la espalda, quebrándose un poco él también. ¿Cuántas horas habían pasado ya?- Haría lo que fuera para que apareciera de una vez…
El silencio que cayó sobre la sala fue abrumador. Parecía presionarles los oídos. Maggie tenía muchísimas ganas de llorar: por su hija, que no sabía donde estaba y por las palabras de Tom, que hablaba sin saber. Le había dado en su punto débil. Pero no sabía que Maggie, en realidad, la había abandonado para salvarla.
Tom fue a la cocina a preparar café, sólo porque no resistía estar en la misma habitación que ella, soportando sus reproches. De un manotón furibundo, derribó todas las cosas que tenía en la mesada, pero eso no lo hizo sentirse mejor. Miró su reflejo en el acero inoxidable del refrigerador: su camisa seguía manchada con el chocolate que Lena le derramara encima esa mañana.
Se apoyó contra la pared para recuperar el aliento. Jamás se había sentido de aquel modo en toda su vida. Derrotado, cansado y en la más amarga desesperación.

El amanecer empezó a rayar contra el cielo una eternidad después. Habían estado interminables horas, uno en compañía del otro, sin decir nada, porque no sabían qué era lo que debían decir. Maggie había salido un par de veces a escrutar la calle silenciosa y había llamado a Lena, con la esperanza de que la niña corriera a sus brazos, ya sin temor alguno.
Tom había creído que se quedaría dormido enseguida, pero no pudo. Se sentía exhausto, pero presentía que era una sensación más interna que corporal. Era la necesidad de saber dónde estaba la pequeña y qué podía hacer para llevarla sana y salva de regreso a casa.
Un sonido lo distrajo de sus miserables cavilaciones. Ladeó la cabeza hacia la ventana que daba al frente de la casa y vio que un auto se detenía en la entrada. Se puso de pie de inmediato y se acercó a espiar entre las cortinas.
- Es Tim.- Murmuró, cuando Maggie se acercó, interrogante.- Debe venir a ver cómo estoy…
Se dirigió a la puerta, sintiendo que sus pasos eran pesados. ¿Cuánto tiempo más podrían seguir de aquel modo?
Cuando abrió, su corazón dio un salto. Tim llevaba a Lena en brazos, acurrucada a él, profundamente dormida, envuelta en un grueso buzo color verde.
- ¡Lena!- Exclamó, saliendo al encuentro de su amigo.- Dios mío, Tim. ¿Dónde la encontraste?
Maggie salió corriendo de la casa al oír el grito de Tom. El alivio en su rostro fue casi tangible cuando vio a la pequeña.
- Ssh, no hagas ruido.- Dijo Tim en voz baja, aunque mirando a Maggie con curiosidad.- Acaba de dormirse. No paró de llorar en todo el camino.
- ¿Dónde estaba?- Quiso saber Maggie, acercándose a mirarla de cerca mientras Tim la llevaba al interior de la casa.
- Estaba regresando a casa y la encontré, sentada contra un árbol, llorando. Por lo que llegó a decirme, empezó a correr cuando salió de aquí y se perdió.- Explicó con calma.- Quiso regresar, pero ya no sabía cómo.
- ¿Te dijo a donde quería ir?- Inquirió Tom, ya en la sala.
- No, no me lo dijo. No creo que importe, de todos modos. Es obvio que se asustó y quiso irse, es todo.- Tim lucía tan cansado como ellos dos. Le hizo una seña a Tom.- Tómala con cuidado. Trata de que no se despierte, estaba muy alterada.
Tom la estrechó con delicadeza, sin creer que al fin estaba allí. Sentía unas inesperadas ganas de llorar. La pelota de su estómago empezó a deshacerse, al fin.
- Gracias.- Susurró Maggie, ahogadamente, mirando a Tim con gratitud.- Muchas gracias.
Éste asintió, lentamente.
- Será mejor que me vaya. Llamaré a Richard para avisarle que él puede irse a casa también.- Empezó a dirigirse a la salida.
- Tim…- Lo detuvo su amigo.- Yo…- La emoción le cerraba la garganta.
- Te veré mañana en el estudio, supongo.- Interrumpió Tim.- Llámame más tarde para ver cómo está Lena.
- Claro.- Tom observó cómo se marchaba y luego se volvió hacia Maggie.
- Bueno, creo que será mejor…- Empezó a decir ella, azorada.
- Será mejor que la suba a su habitación y la acueste.- Dijo Tom con firmeza.- Creo que tú y yo deberíamos hablar.
- Sí, supongo que es lo mejor.- Masculló, mirándolo a los ojos como si quisiera decirle algo más.
Tom comenzó a subir lentamente las escaleras, llevando a Lena en brazos. Maggie lo siguió, sin decir nada. Entraron a la habitación de la niña y Tom la metió debajo de las mantas de la cama, quitándole cuidadosamente las zapatillas, pero sin molestarse en quitarle nada más. Era mejor dejarla tranquila de una vez por todas.
Se quedó contemplándola unos segundos, incrédulo de verla allí nuevamente, sin un solo rasguño, después de tantas horas de desesperación. Se sentía muy extraño, pero también se sentía terriblemente aliviado.
Notó que Maggie le tomaba la mano suavemente, para llamarle la atención. Se volvió hacia ella, sorprendido.
- Lo siento, Tom.- Susurró con timidez.
Él asintió y la condujo, sin soltarla, de regreso al piso de abajo.
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Dedicado con amor a Florcita que terminó cayendo en la adicción! xD

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