martes, 26 de mayo de 2009

Wolf at the Door: Capítulo 17.

- Es allí, aquella esquina.
Tom siguió con sus ojos verdosos la dirección que Maggie le indicaba con una seña. La pequeña cafetería ocupaba parte de la acera con carteles que mostraban los especiales del día. Parecía un sitio tranquilo y tan común como cualquier otro. Aparcó el auto lentamente.
- ¿A qué hora sales?- Quiso saber, con curiosidad.
- A las cinco.- Maggie se colgó su bolso rápidamente y se volvió a mirar a Lena.- Pórtate bien, ¿quieres? No le causes muchos problemas a tu… a Tom.
- No, mami.- Asintió la niña, obediente, dedicándole una sonrisa.
- ¿Quieres que pase a recogerte cuando salimos del estudio?- Ofreció él, antes de que ella hiciera a tiempo de bajar del auto.
- No, descuida. Tal vez tenga que quedarme a recuperar algunas horas.- Respondió, pensando que haría todo lo posible para juntar el dinero que había perdido esos días.- Y quizás me vaya directamente a la estación luego.
- ¿Estación?
- Sí. Ya sabes, mi otro empleo…- Lo miró significativamente.
- ¿Y a qué hora entras a ese?
- A las ocho.
- ¿A qué hora llegarás a casa?
- Salgo alrededor de las cuatro.
Tom frunció el ceño, confundido.
- ¿Tienes intenciones de dormir alguna vez?
- Lo hago cuando tengo un rato libre. Y en el autobús.- Le lanzó un beso a Lena rápidamente.- Los veré más tarde.
- Sí, dentro de quinientos años…- Repuso él con un dejo de sarcasmo.
Maggie se apresuró a entrar a la cafetería, dejando una huella de pisadas en la nieve al bajar del auto. Lena la saludó con la mano alegremente.
- ¿Tienes bien puesto el cinturón de seguridad?- Le preguntó Tom, seriamente, mirándola por el espejo retrovisor.
- Sí.- Se sentó bien derechita.
- ¿Te has acordado de traer el dibujo para Rich?- Puso el auto de nuevo en marcha.
- ¡Aquí está! ¿Crees que el tío Tim quiera uno también?- Inquirió, sacándose del bolsillo una arrugada hoja de papel. Pero antes de que Tom tuviera tiempo de responderle, Lena señalaba el interior de la cafetería.- ¿Por qué ese señor parece tan enojado con mamá?
Tom echó un vistazo. Maggie estaba parada delante del mostrador, hablando acaloradamente con un hombre que no parecía muy contento. Ella gesticulaba bastante, como si estuviera desesperada por hacerle entender algo.
El tipo señaló la salida, negando con la cabeza y Maggie dejó caer los brazos al costado del cuerpo, abatida. Le habló nuevamente, pero esta vez parecía suplicante y nerviosa.
Desabrochándose el cinturón de seguridad, Tom se predispuso a ir a averiguar qué pasaba, pero Maggie salió nuevamente, quitándose el cabello alborotado del rostro, frustrada.
Se inclinó y abrió la puerta del acompañante.
- ¿Qué sucedió?- Exclamó para que lo oyera.
Suspirando, Maggie se acercó y se apoyó en el techo del auto para mirarlo.
- La mala suerte me está persiguiendo.
Tom dio unas palmaditas en el asiento a su lado, invitándola a subir. Tenía el presentimiento de que podía adivinar lo que estaba sucediendo, pero decidió arriesgarse y preguntarlo de todos modos.
- ¿Por qué lo dices?
- Me despidieron.
Bingo.
- ¿Te dio alguna explicación?- Dándose cuenta que ya no tenían nada que hacer allí, Tom reemprendió el camino.
- Sí, que está cansado de que falte todo el tiempo y que no le avise por qué, cuándo y cómo.- La que en realidad parecía cansada era ella. Tom se dijo que con los horarios que tenía, un despido era más una bendición que mala suerte.- Lo peor es que no es cierto. Estas últimas semanas he tenido algunos problemas, es todo.
- Bueno, aún tienes ese otro empleo.- Dijo él, tratando de buscarle lo positivo.- No es tan malo.
- Con ese empleo no puedo hacer la gran cosa. Supongo que tendré que buscar algo más. Oí de algo hace unos cuantos días. Quizás aún pueda…
- Trabajas demasiado.- Interrumpió Tom.- Te hará bien relajarte un poco, tener horarios más normales. Pasar tiempo con Lena.
- Llenarme de deudas…- Agregó ella, abrazando el pesimismo.- No todo es tan simple como pareces creer…
- Lo que yo empiezo a creer es que te tomas todo muy a pecho.- Le guiñó un ojo.- Deberías estar en tu casa por las noches, con la niña.
- No tengo casa, Tom.- Lo miró desdeñosa.
- Sí que la tienes. Ahora estás quedándote en mi casa. Y pronto podrás tener una propia si así lo quieres.
- ¿Cuándo fue la última vez que viviste en el mundo real?- ¿Por qué era tan difícil para Tom entender que no todos tenían el dinero que él tenía?
- No soy tan estúpido como todos piensan que soy.- Dijo él, dejando entrever que estaba algo molesto.- Entiendo de qué se tratan las responsabilidades, entiendo lo que es tener que hacerte cargo de algo.- Bajó un poco la voz para no perturbar a Lena.- Lo que tú haces es insano. No puedes vivir con ese ritmo. Ni siquiera le llamaría vivir.
- ¿Qué es lo que quieres que haga?- Preguntó, un poco indignada. Siempre había tratado de hacer lo correcto, sin importar las consecuencias. Lena era su prioridad y si tenía que trabajar las veinticuatro horas para darle lo que necesitaba iba a hacerlo.
- Que respires.- Murmuró él suavemente.
Maggie no supo qué responder. Le dijera lo que le dijera, Tom nunca entendería su estilo de vida.
- ¿A dónde vamos?- Inquirió en cambio, mirando alrededor.
- Al estudio. Es un lugar bastante grande, no se aburrirán, hay algo para desayunar y también hay un sillón muy cómodo, si quieres acostarte y descansar un rato.
- Estoy bien.- Maggie lo observó incómoda.- No quiero estar en medio mientras trabajas. Déjanos aquí y nos iremos a…
- No seas tonta, no van a molestar.
La conversación cesó durante unos cuantos minutos, hasta que Tom comenzó a disminuir la velocidad y llegaron a The Barn. Lo otros dos ya habían llegado, así que Tom aparcó el vehículo junto a los autos de sus amigos.
Maggie bajó y se dedicó a echar un vistazo mientras Tom sacaba a Lena del asiento trasero. La casa de Tom no le había extrañado, después de todo, suponía que por su éxito vivía bien. Pero aquel sitio era asombroso. De no ser porque sabía que era un estudio, lo hubiese considerado una residencia perfecta y tranquila. Le hubiese gustado poder tener los recursos para que Lena creciera en un lugar como aquel…
- ¿Te gusta?- Susurró Tom, que notó como lo inspeccionaba todo. Ella asintió sin decir nada.- Es agradable tener un ambiente como este para trabajar.
- ¿Estás seguro que no vamos a…?
- Si vuelves a mencionarlo, Lena y yo tendremos que enterrarte en la nieve.- Cortó con una sonrisa, haciendo que la pequeña se echara a reír.- Vamos adentro, me estoy congelando.
Precediendo la marcha con Lena en brazos, Tom se encaminó al interior y enseguida sintió la cálida sensación de algún fuego de alguna de las chimeneas que estaba encendida. Tim se asomó al oír la puerta con un par de cables colgados en el hombro que delataban que estaba conectando algún instrumento. Pareció asombrado al verlo con la niña.
- Buenos días.- Saludó, acomodándose los lentes cuadrados.
- ¡Buenos días!- Exclamó Tom, haciéndose a un lado para dejar pasar a Maggie y poder cerrar la puerta. Tim trató de disimular aún más su sorpresa al verla entrar.- Lamento llegar tarde, tuvimos que pasar por otro sitio primero. Otros sitios.- Aclaró con una sonrisa, dejando a Lena en el piso, que corrió hacia los brazos de Tim.
- Hola, tío Tim.- Masculló, colgándose de él y dándole un fuerte abrazo.
- Hola, cariño. ¿Estuviste haciendo de las tuyas o te has portado bien?- Lena rió como toda respuesta.
- Ah, sí.- Tom se dio una palmada en la frente.- Casi me olvido. Tim, ella es Maggie. Maggie, supongo que recuerdas a Tim.
- Perfectamente.- Dijo ella, extendiéndole la mano.- Estoy tan agradecida por lo que has hecho por nosotros…
- No ha sido nada.- Tim sonrió, pero era evidente que no estaba seguro qué decir.- ¿Quieres un té, un café?
- ¡Yo quiero una galleta!- Bramó Lena. Tom y Tim la miraron con una sonrisa idéntica.
- Me lo figuraba. ¿Qué dices, Maggie?- Instó éste último, mientras ella se quitaba los guantes y el abrigo.
- Sí, claro, me encantaría un café, gracias.
Esta vez fue Lena quién abrió la marcha, corriendo a la parte principal del estudio en busca de Richard y algunas galletas. Rich la recibió con los brazos bien abiertos en cuanto la vio y se inclinó para abrazarla.
- ¡Mira lo que tengo para ti, mira, tío Rich, mira, mira!- Exclamó emocionada, sacando la hoja de papel de su bolsillo nuevamente.- ¡Es un cuadro!
Richard la estiró y la miró, haciendo gestos exagerados de admiración.
- ¡Wow, Lena, es increíble! ¿De verdad es para mí?
- ¡Sí, es tuyo! ¡Es tu batería! ¿Ves? Aquí está la cosa redonda grande del medio.
- Es muy bonito. Creo que voy a pegarlo justo detrás de la batería, para verlo siempre cuando estoy tocando.- Le dio un beso en la mejilla. Le sonrió a Maggie mientras se reincorporaba.- Tú debes ser la madre de Lena, ¿no?
- Es Maggie. Éste es mi amigo Richard.- Intervino Tom. Se estrecharon las manos y la incomodidad de Maggie era cada vez más evidente.
Tim interrumpió, pasándole a Maggie una taza humeante de café. Ella le agradeció y Lena salió corriendo a buscar sus galletas preferidas. Los cuatro se quedaron mirándose sin saber bien qué decir.
Tim y Richard parecían interrogar a Tom con la mirada. El pobre sentía la presión del silencio y de dar explicaciones. Maggie disimulaba dándole sorbos a su taza.
- Así que…
- Sí…
- Maggie y Lena se quedarán a vivir conmigo.- Soltó de pronto, haciendo que sus amigos se volvieran a mirarlo de soslayo.
- No más de uno o dos días.- Se apresuró a aclarar ella, como si temiera que los otros dos la acusaran de aprovecharse de Tom.- Sólo he sufrido un contratiempo…
- La estaban desalojando esta mañana y…
- Acaban de despedirme y yo…
- Creemos que es lo mejor…
- Yo insistí en que…
- No tenían a donde ir…
- Por el bien de Lena. La vi tan contenta que…
Ambos cerraron la boca al mismo tiempo. Parecían tan absurdamente culpables y nerviosos que cualquiera hubiese pensado que estaban confesando un crimen horrible y macabro. Tom había enrojecido hasta las orejas y Maggie desviaba la mirada.
Carraspearon. Richard se balanceó sobre sus talones. Tim se rascó el cuello distraídamente. Tom se mordió un labio y Maggie revolvió su café.
- Creo que…- Musitó ella, sintiendo que el aire se cortaba con sus palabras.- Creo que iré a ver que Lena no se meta en líos y los dejaré trabajar.
Los otros tres asintieron. Maggie se alejó con el paso apretado hacia donde estaba Lena, del otro lado de la habitación y la niña enseguida la tomó de la mano y empezó a arrastrarla hacia un pasillo, como si quisiera mostrarle algo urgente.
Tim y Richard se volvieron hacia Tom de inmediato, como si sus movimientos estuvieran sincronizados.
- ¿En qué diablos estás pensando?
- ¿Te has vuelto loco?
- ¿Tienes idea de lo que estás haciendo? ¿A dónde quieres llegar?
Tom suspiró cansinamente.
- No sé en qué estaba pensando. No, no me he vuelto loco, tampoco tengo idea qué hago y… ¿cuál fue la última pregunta?- Inquirió confundido.
- ¿Les dijiste que vivieran contigo? Puedo entender que te sientas un poco responsable por Lena, pero a ella no la conoces…- Tim lo miró con severidad.
- ¿No se suponía que Maggie aparecería a buscarla y todo terminaría?
Tom se movió un poco incómodo.
- Acabó, pero yo… regresé.- Se puso a mirar el techo, sin saber bien qué decir ni cómo explicarse.- Sentí que…
Cerró la boca de repente. ¿Qué era lo que había sentido? ¿Obligación? ¿Dudas? ¿O había sido acaso alguna otra cosa?
- No sé. Simplemente me di cuenta que no podía dejar que se quedaran en la calle.- Tomó la guitarra que estaba apoyada sobre una silla.- ¿Podemos…? ¿Podemos no hablar de esto ahora?
Tanto Tim como Richard parecían querer decirle unas cuantas cosas, pero se limitaron a asentir y poner manos a la obra.
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