lunes, 22 de junio de 2009

Wolf at the Door: Capítulo 25.

Maggie se apartó de Tim de inmediato, avergonzada. Pero Tom, en cambio, dio un paso hacia ella.
- ¿Qué demonios estás haciendo aquí?- Espetó, tomándola del brazo como su amigo acababa de hacer, sólo que con un poco más de brusquedad.
No había mucha posibilidad de salir de aquella situación conservando toda su dignidad, pero Maggie necesitaba intentarlo.
- Estoy trabajando, Tom.- Dijo con calma, y de un tirón, se zafó de él.
- ¿Éste es tu trabajo?- Exclamó, subiendo mucho la voz.
- Tom, tranquilízate, ¿quieres?- Miró nerviosamente alrededor.- No llames mucho la atención o van a sacarnos a todos de aquí como si…
- ¡Yo mismo voy a sacarte de aquí!- Gritó, agarrándola nuevamente y empezando a arrastrarla hacia la salida. Ella forcejeó un poco con él, pero Tom estaba tan furioso que parecía haber cobrado una fuerza mucho mayor a la habitual.
- ¿Quieres soltarme?- Pidió, haciendo una mueca.- Me estás haciendo daño.
Haciendo caso omiso de ella, llegaron junto a su automóvil y él abrió la puerta de un manotón.
- Súbete al auto.- Masculló entre dientes.
Maggie lo miró enfadada.
- ¿Quién te crees que eres para venir aquí y decirme lo que…?
- Súbete al maldito auto.- Repitió y la expresión de sus ojos la hizo sentir pequeña y asustada, por lo que acabó obedeciendo.
Tom cerró la puerta de un empujón y se volvió hacia Tim que los había seguido de cerca.
- Tú también, voy a llevarte a tu casa.
Tim levantó las manos, como si no quisiera involucrarse en aquello.
- No. Tú vete con Maggie y hablaremos mañana.
- No voy a dejarte conducir. Has estado bebiendo.- Replicó.
- Prometo tomarme un taxi. Ustedes váyanse de aquí…- Tom se encaminó al lado del conductor para subir también.- Tómalo con calma, Tom.- Le pidió su amigo.
Éste no contestó, se limitó a dedicarle una mirada mordaz y poner el auto en marcha. Maggie se apoyó en el asiento, hecha un ovillo sobre sí misma y se quedó callada, evitando mirarlo, para lo que había adquirido realmente mucha práctica. Tom no le habló en todo el trayecto y mantuvo la mirada al frente, con los labios apretados.
Maggie se sentía terrible. Por un lado, no era problema de Tom lo que ella hiciera con su vida, y por otro no quería que pensara que estaba haciendo eso porque así lo había querido. Sabía que estaba enojado y que no la entendería… pero tampoco estaba en su derecho de hacer aquella escena. Y tendría muchos problemas por haber salido así del bar. La gente que la había contratado le había ofrecido una buena cantidad de dinero… pero también le habían hecho saber lo exigentes que eran. Y en unos pocos días, Maggie lo había aprendido bien.
Las ruedas del auto chirriaron cuando Tom frenó en seco en la entrada de la casa. Maggie ni siquiera aguardó a que él dijera nada, salió del auto y se metió adentro. Abrió el armario del vestíbulo y se puso encima el primer abrigo que encontró. Estar así vestida, si así podía decírsele, frente a él hacía que la situación pareciera aún peor de lo que ya era.
Tom dio un portazo al entrar en la casa. Maggie se había acurrucado en el sillón y tenía una mínima idea de lo que la esperaba. Él llegó a la sala como si fuese un huracán y la señaló con un dedo como si estuviera acusándola con él.
- ¿Qué mierda estabas pensando, Maggie?
- ¡No es lo que tú crees! ¡Y puedo explicarlo!- Se defendió, levantando los ojos hacia él. Se sentía indefensa y acorralada, pero no estaba segura por qué.
- ¿Qué es lo que vas a explicarme? ¿Que me has estado mintiendo todo este tiempo? ¿Que cuando me decías que te ibas a trabajar estabas yendo a ese sitio a bailarle encima a un par de tipos? ¿Eh?- Bramó, fuera de control.
- No tienes idea lo que estás diciendo.- Murmuró, abrazándose a sí misma.- No sabes lo que fue tener que…
- Ahí está tu error.- La cortó Tom, antes de que pudiera acabar.- No tenías que hacer nada. Si lo hiciste, fue porque era lo que querías.
- ¡Por supuesto que no!- Se puso de pie y lo enfrentó.- No creo que haya una sola mujer en este mundo a la que le agrade hacer lo que yo he tenido que hacer. Y sí, tenía que. Ya no tengo otra escapatoria, Tom.
- Siempre hay una escapatoria mejor que quitarse la ropa por dinero, Maggie.- Farfulló él, colérico.
Sin soportar un segundo más, levantó la mano y lo abofeteó con fuerza. Se sentía humillada y las palabras de Tom la herían más que cualquier otra cosa en ese mundo.
Él se quedó muy quieto y se llevó una mano a la mejilla. Sus ojos verdes estaban desorbitadamente fijos en ella y parecían llamear con un fuego propio.
- No tienes idea de lo que es tener mi vida, Tom.- Dijo, ahogándose en su larga e inacabable angustia.- No sabes lo que es levantarte en la mañana y preguntarte cómo demonios harás para cuidar de tu hija.
- ¡Mierda, Maggie, no juegues a la víctima conmigo!- Gritó él.- ¡Hace casi un mes que vives en mi casa! Tienes comida, techo y seguridad. He cuidado de Lena y de ti sin exigir nada a cambio… ¿y esperas que te crea?
Las lágrimas asomaron en los ojos claros de Maggie. Dio un paso hacia Tom.
- ¿Crees que es agradable vivir de la lástima del otro?
Tom la observó, inexpresivo.
- ¿Lástima? ¿Eso es lo que crees que siento por ti? ¿Lástima?
El aire parecía haberse vuelto increíblemente pesado en esa habitación. Era como si se hubieran llenado los pulmones con plomo. Les costaba respirar, les costaba pensar y les costaba entender lo que estaba pasando en ese preciso instante.
- No lo sé. Tú dime.- Se paró muy derecha, sin dejar de mirarlo, intentando a duras penas conservar al menos un vestigio de su orgullo. Era lo único que Maggie tenía por perder y pensaba aferrarse a él como fuera.
Algo explotó dentro de Tom. Toda su vida explotó frente a él. Las últimas semanas, la confusión, el miedo, todo estalló en su interior como una bomba implacable que amenazaba con arrastrar todo lo que había alrededor.
- ¿Qué mierda pretendías que hiciera? ¿Qué le cerrara la puerta a Lena cuando la dejaste aquí? ¿Qué no me involucrara? ¡Eres tú la que buscó esto, Maggie, no yo! ¡Yo no pedí que abandonaran a una niña en mi casa, no pedí hacerme cargo de ella!
Maggie negó con la cabeza y le dio la espalda.
- No voy a tener esta conversación contigo de nuevo, Tom. Ya te expliqué por qué…
- ¡Me importan un demonio tus malditas razones! ¡Has sido una egoísta, todo lo que has hecho fue pensando en ti misma! ¡Sólo querías zafarte de la situación, no te importaba lo que pasara con la vida de Lena o lo que pasara en mi vida!
- ¡Sabes que eso no es cierto!- Se volvió bruscamente hacia él, molesta.- ¡Amo a Lena más que a nada! ¡Todo lo que he hecho fue protegerla!
- Si querías protegerla, tendrías que haber sido más consciente en su momento, entonces. Todo lo que has hecho en tu vida, Maggie, ha afectado a Lena. La has conducido desastre tras desastre como si…
- ¡No puedo creer que estés diciéndome esto!- Lo miró asombrada, como si en vez de palabras le estuviera disparando verdaderas municiones.- ¡Si lo que quieres decir es que arruiné tu vida trayéndote a nuestra hija aquí, entonces dilo de una vez y déjame en paz!
- ¡Por supuesto que arruinaste mi vida!- Bramó él de inmediato.- ¡Me gustaba la vida que llevaba y desde que ustedes dos aparecieron todo lo que formaba parte de ella desapareció!
Maggie se quedó helada. Había esperado que Tom dijera muchas cosas, pero hubiese apostado lo que fuera por que jamás le reprocharía la existencia de Lena. ¡Si los había visto juntos, por amor de Dios! Ese hombre amaba a su hija… ¿cómo era posible?
- Pensé que tú serías distinto…- Susurró, sollozando.- Pensé que tú…
- Te dije que no me etiquetaras de maravilloso.- Interrumpió, irritado.
Respirando entrecortadamente, dándose cuenta que todo estaba quebrándose entre ellos sin remedio alguno, Maggie no pudo soportarlo más.
- Bueno, lo lamento entonces.- Espetó de mala manera.- Lamento ser la piedra en tu zapato, Tom Chaplin. Lamento haber hecho que tu novia te dejara. Lamento haber quedado embarazada de ti. Lamento haber recurrido a ti cuando te necesitaba y no tenía a nadie más. Lamento haberte dicho que Lena es tu hija.
- Si es que realmente lo es.- Añadió él en voz baja y el aire que se había espesado entre ellos pareció volverse algo tan sólido que amenazaba con acabar con ambos.
Maggie tuvo que abofetearlo de nuevo. Muchos hombres la habían herido física y mentalmente durante muchos años, pero nadie le había clavado un puñal en el corazón como él. Podían decir lo que fuera. Podían acusarla de muchas cosas. Pero Lena era hija de Tom y ella jamás lo hubiese puesto en duda, o hubiese mentido sobre algo como aquello.
- ¿Cómo puede ser que aún dudes? ¿Crees que la haría pasar por esto si no estuviera absolutamente segura?
- Tienes que admitir que es una buena jugada.- Dijo Tom con frialdad.
Simplemente no podía creer a sus oídos. ¿Estaban jugándole trucos? ¿Quién era ese tipo parado frente a ella? Era como si el Tom dulce y cariñoso que había conocido se hubiese desvanecido justo frente a sus ojos. Era como si sólo hubiese quedado una fría figura de porcelana parada a su lado, inexpresiva e irreal y tan lejos de la cálida realidad como era posible.
- Dios mío…- Tuvo que sentarse. El abatimiento la estaba ganando.- ¿Estás insinuando que utilicé a Lena para aprovecharme de ti?
Tom no respondió y eso sólo la hizo pensar en que sus peores sospechas se confirmaban.
- Tú… tú nos has ido a buscar. Tú has hecho esto porque…- Intentó serenarse. Alterarse no era la mejor idea en aquel momento.- Yo ya me había ido de aquí con Lena, Tom. Tú apareciste a…
- ¿Qué esperabas? ¿Qué me diera media vuelta y les diera la espalda? Eso es lo que lo hace una buena jugada.
Se levantó del sillón de golpe. Quería matar a ese hijo de puta. ¿Cómo podía siquiera mencionar algo como eso? No necesitaba su dinero, ni su cuidado. Había logrado sobrevivir con su hija durante años sin su maldita caridad.
Pero el sonido de la puerta los interrumpió. Los dos miraron hacia la entrada y, un segundo más tarde, Lena entraba sonriente de la mano de Richard.
- ¡Hola!- Exclamó Rich, justo antes de percibir la extrañeza que podía respirarse ahí dentro. Se puso repentinamente incómodo.- ¿Todo está bien?
- Sí.- Contestó Tom de inmediato.
Maggie se volvió hacia Lena con los ojos llenos de lágrimas. La levantó en brazos y le besó la frente.
- Es hora de dormir, cariño.- Le dedicó una última mirada herida a Tom.- Despídete de Richard.
- ¡Adiós, tío Rich!- Le lanzó un beso en el aire.- Gracias por traerme a casa.
- Adiós, Lena, buenas noches.- Esbozó una gigantesca sonrisa mientras observaba a ambas subir por las escaleras con paso rápido y luego miró a Tom.- ¿Qué pasa aquí?
La expresión en el rostro de su amigo era algo que nunca antes había visto. Richard frunció el ceño y se acercó, preocupado.
- No te ofendas, Rich, pero quiero estar solo.- Susurró éste, dejándose caer lentamente en el sillón.- Por favor.
- ¿Estás seguro?- Le puso una mano en el hombro, para demostrarle que lo apoyaba sin importar qué.
Tom asintió quedamente. Empezaba a dolerle la cabeza. La reciente discusión se reiteraba en su memoria sin cesar, subiendo el volumen en cada repetición.
- Para serte sincero, eso es de lo único que estoy seguro ahora.
Sin decir nada más, Richard salió de la casa, dejándolo absolutamente solo. Exactamente como parecía querer estar.
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2 comentarios:

sam_mccartney dijo...

Ay Tom!!!!


...esto se pone cada vez mas bueno ....La reaparicion de Nat...Wow, inesperada..genial, genial...:D

Saludos.

pili dijo...

ufffff
ya me temia que no se podia estar tan bien...uhhhh...me devorè cada letra...