viernes, 11 de septiembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 11.

Georgia llegó a su casa demasiado temprano para haber ido a una cita. Desganada, se quitó los zapatos antes de entrar para no despertar a sus padres, mientras pensaba a modo de consuelo que al menos Jayne iba a recibir algo de lo que merecía…
¿O no? ¿Tenía realmente Georgia razones para castigar a alguien que había buscado su propia felicidad? ¿Tenía derecho a estar enfadada por cómo habían acabado las personas de su pasado a pesar de que ella las había abandonado?
Le dolía mucho la cabeza. Todo lo que quería era tomar una taza de té y meterse en la cama, aunque dudaba que pudiera dormir. Tenía el estómago encogido y los nervios de punta. Tim la había perturbado severamente en una forma muy emocional. Recordar la manera en que la había acorralado en el pasillo le produjo un breve y casi imperceptible temblor en todo el cuerpo.
No era el mismo chico de dieciocho años que había dejado atrás quince años antes. Tim se había convertido en un hombre que resultaba una amenaza a su integridad. Un hombre que podía traspasarla con esos ojos azules como si estuviera sometiéndola a rayos x. Un hombre que podía derretirla con su sola presencia.
Si había algo que Georgia odiaba era sentirse vulnerable frente a un hombre. Dejarles ver que podían afectarla. Dar esa impresión de ser frágil y dependiente. Y no podía permitir que Tim se diera cuenta de lo mucho que la alteraba estar a su lado. Quizás tenía que ver con lo inesperado de que estuviera de nuevo en su vida. Quizás tenía que ver con que hacía un tiempo que no salía con nadie. Quizás tenía que ver con que todo a su alrededor se desmoronaba y él aparecía como una especie de distracción para no ver cómo todo se le caía a pedazos…
Estaba tan confundida que, cuando se dejó caer en el colchón entre la bicicleta fija y el aparato para abdominales, ya ni siquiera recordaba que había tenido una cita con Eddie. Era como si hubiese pasado toda la velada nada más que pendiente de Tim unas mesas más allá, besando a Jayne, acariciándola, mostrándose tierno con ella tal y como lo había sido con Georgia en la época en que estaban juntos…
No iba a llorar por él. De ninguna manera. No se lo merecía. Tim Rice-Oxley no merecía ni una mísera lágrima cayendo por sus mejillas. Georgia no iba a darle el gusto de que realmente la afectara…
Enfurruñada, se volvió bajo las mantas. Olvidándose de la taza de té que se había llevado con ella antes de subir, se acomodó contra la almohada.
Después de todo, pensó, ella tampoco era la misma chica que había sido cuando habían estado juntos. Con la separación, con la brusca independencia se había moldeado, había aprendido de la manera más difícil que la vida nunca es como se la sueña, ni como se la planea. Porque Georgia había esperado sentirse triste por tener que dejar a Tim atrás. Pero nunca había esperado sentir lo que sentía ahora que lo había vuelto a ver…

La noche parecía interminable en Battle. Tim había conducido sin rumbo un par de horas hasta que se había sentido demasiado cansado y había acabado aparcando frente al campo de golf para poder dormir un rato.
Sin embargo, no había tenido éxito. Tenía los pensamientos revolucionados y sólo quería regresar a su casa para poder hablar con Jayne y hacerle entender que Georgia no le importaba en lo más mínimo. Que no tenía de qué preocuparse.
Hacía tres años que estaba casado con Jayne y llevaban otros doce juntos. No iba a tirar todo eso a la basura sólo por un recuerdo. La vida que había construido junto a su esposa era todo lo que necesitaba. Jayne era una mujer excepcional, que lo había deslumbrado una vez que el dolor que Georgia le había producido dejara de cegarlo. Se había aferrado a ella, dándose cuenta que la necesitaba para poder vivir. Había encontrado una persona en la que podía confiar, que era fiel a él y a lo que sentían, que lo acompañaba en todas sus decisiones. Una mujer con la que podía reír y llorar. Una mujer con la que estaba dispuesto a formar una familia.
Lo embargó el recuerdo de la primera noche que habían pasado juntos. Jayne lo había acompañado a Manchester a ver un concierto y se habían quedado varados allí, luego de haber perdido el último tren a Battle. Con el poco dinero que tenían en el bolsillo, habían buscado un hotel donde quedarse. No era elegante, probablemente no era lo que Jayne tenía en mente como el entorno ideal para algo así, pero después de un rato de estar allí acostados uno junto al otro, simplemente no pudieron evitarlo.
Llevaban unos pocos meses saliendo, aunque Tim no estaba exactamente llevando la cuenta. El tiempo se había vuelto algo muy ajeno para él. Todo lo que sabía era que se levantaba todas las mañanas y se acostaba a dormir todas las noches. Entre medio, todo era algo borroso, algo gris, algo sin importancia.
Tim estaba tenso mientras le hacía el amor a Jayne, sin poder evitar pensar que, de algún modo, estaba borrando con ella cualquier vestigio de Georgia que pudiera quedar en su piel. Su cabeza le decía que eso era lo que tenía que hacer, lo que le hacía falta… pero su corazón gritaba que se detuviera. Que no la olvidara. Que aún, en el fondo, seguía amándola y necesitándola como antes.
Jayne lo abrazó con fuerza cuando todo terminó y Tim no dijo una palabra. Se limitó a rodearla con los brazos y acunarla contra su pecho, apretando la mandíbula para contener la angustia que reflotaba en alguna parte de su interior.
- Te amo, Tim…- Le susurró, obligándolo a mirarla.- Y nunca voy a dejarte.
Tim sintió que el nudo en su garganta se aflojaba un poco y se permitió relajarse. Quizás Georgia aún habitaba en lo profundo de su corazón, pero saber que no sería abandonado de nuevo logró aliviarlo.
Le besó la frente y se quedaron dormidos. A la mañana siguiente, cuando pudieron regresar a casa, Tim se sentía distinto. Era consciente de que algunas heridas jamás iban a cicatrizar, pero estaba dispuesto a olvidarlas.
Siempre en busca de respuestas, Tim se volvió en el auto, incómodo, aún tratando de dormir, y se dijo que quizás así era como debían ser las cosas. Quizás en vez de enfadarse y gritarle a Georgia debía agradecerle. Si ella se hubiera quedado y hubiesen seguido el camino que Tim había soñado, quizás estarían divorciándose. Quizás el resentimiento por no haber llevado la vida que querían los hubiese carcomido tarde o temprano…
Tim pensaba en todas esas cosas, pero no estaba del todo convencido. Aunque le doliera desenterrar el pasado, al pensar en la época en que Georgia y él estaban juntos, todo lo que le venía a la mente era la felicidad que sentían. Habían sido el uno para el otro. Lo habían tenido todo: amor, pasión, amistad, confianza… incluso discusiones a los gritos que sólo habían servido para acercarlos más. Habían sido dos opuestos atrayéndose inexorablemente y la química había sido mágica. Aún a pesar de los histeriqueos de Georgia y los ataques de celos de Tim.
- ¡No te hagas la tonta, Georgia! ¿Te crees que estoy ciego? ¡Te vi coqueteando con ese chico en la cafetería!
Pero toda la respuesta de Georgia era rodearle el cuello con los brazos, ponerse en puntitas de pie para darle un pequeño beso en los labios y susurrarle, con la mayor ternura:
- Tú eres el tonto, Tim. Sabes que eres el único para mí…
Y allí se acababa todo el problema. Porque a Tim podía molestarle que ella tuviera amigos varones o que hablara con algún compañero de clase, pero no podía negar que estuviera loca por él. Y sabía, sin duda alguna, que nunca hubiese hecho nada por lastimarlo…
Excepto, por supuesto, abandonarlo.

El amanecer comenzó a rayar el horizonte, despertando súbitamente a Tim, que había acabado por quedarse dormido sumido en pensamientos de Georgia. Se restregó los ojos azules con el dorso de la mano, espabilándose al mismo tiempo que se preguntaba si podría volver ya a su casa y si Jayne se habría calmado lo suficiente para retomar la cordura. Decidió omitir el hecho de que en realidad, había sido él quien actuara tan insensatamente la noche anterior al llevar a su esposa al mismo restaurante que su antigua novia sólo con la intención de poder arruinarle la cita a ésta última…
Bufó, agotado. Le dolía un poco la espalda y era capaz de dar su brazo derecho por una taza de café que le quitara un poco ese sopor en que estaba sumergido. Puso en marcha el motor y empezó a deambular nuevamente por las calles de Battle, decidiendo que despertar a su esposa a esa hora después de lo que le había hecho pasar no era probablemente la idea más brillante.
Pasó alrededor de otra hora hasta que los negocios comenzaron a abrir sus puertas y Tim entró en la primera cafetería que encontró. Se sentó en una mesa al fondo del vacío salón, contra una ventana, y contempló cómo el pueblo cobraba vida bajo los rayos de un sol aún algo pálido. Su situación no parecía repuntar demasiado hacia una mejoría y eso lo ponía nervioso. Apoyó la frente contra sus dos puños y cerró los ojos. No podía seguir así.
Después de un par de tazas más, Tim se sintió lo suficientemente repuesto para entablar esa seria conversación que lo esperaba cuando llegara a casa. Lo más seguro era que Jayne no se hubiese aplacado demasiado.
Sacando un par de billetes, los dejó sobre la mesa y salió hacia su auto nuevamente. Girando la llave en el contacto, pisó el acelerador levemente y dio una curva para salir del lugar donde estaba aparcado.
Condujo directo a su casa, repasando mentalmente una o dos cosas que había pensado para lograr que Jayne lo escuchara. Pero cuando llegó a la intersección de High Street y North Trade Road, frenó el automóvil en seco. Fue como si estuviese amarrado por una cuerda y alguien tirara de ella para detenerlo. Como si le hubiesen dado un sacudón para despertarlo y hacerlo ver que si bien necesitaba hablar con su esposa, había algo de lo que tenía que ocuparse antes. Algo que ya no podía retrasar.

Georgia fue arrancada de su sueño de una manera muy lenta. La luz del día se colaba por la ventana, pero ella decidió ignorarla. Estiró las mantas para cubrirse la cabeza y se refugió en la oscuridad del escondrijo. Aún se sentía algo desanimada por lo sucedido la noche anterior. Y sabía perfectamente que no había sido ninguna pesadilla: todo lo malo que le pasaba tendía a ser una parte muy importante de su realidad.
Había un leve golpeteo que empezaba a fastidiarla. Suponía que había bastante viento afuera y eso hacía que las ramas del árbol junto a su ventana golpearan el vidrio. Estaba demasiado perezosa para asomarse a averiguarlo.
Suspiró, contra la almohada. Quizás lo mejor sería quedarse allí todo el día…
El golpe se volvió más fuerte e insistente y Georgia echó un vistazo, molesta. Iba a hacer que podaran ese maldito árbol del demonio…
Pero lo que vio la hizo dudar seriamente de su estado mental. O bien había bebido vino en exceso durante la cena o realmente estaba soñando.
Tim golpeó más fuerte al ver que lo estaba mirando. Georgia se sentó y frunció el ceño. ¿Qué estaba sucediendo allí? ¿Acaso había hecho algún tipo de viaje al pasado, a aquellas noches en que Tim solía colarse en su habitación una vez que sus padres se dormían, trepando por el árbol que desembocaba en la ventana?
Notó que aún llevaba puesta la ropa de la noche anterior y eso le produjo aún más curiosidad. Se levantó de un salto y, echándole un vistazo a su reloj, vio que apenas eran las ocho de la mañana. ¿No tenía vergüenza de hacerle eso un domingo?
Abrió la ventana de un tirón.
- ¿Qué te crees que estás haciendo?- Musitó, aún incrédula.
- ¿Te importaría dejarme pasar? Ya no tengo dieciséis años, trepar esta maldita cosa fue más difícil de lo que creí…- Tim resolló mientras se estiraba para pasar por la ventana, antes incluso de que Georgia le diera su consentimiento.
- ¿Y para qué la trepaste en primer lugar?- Cruzándose de brazos, empezó a sentirse enfurruñada. Odiaba que la sacaran de la cama…
- Necesito que hablemos.- Respondió él, tratando de recuperar el aire.- Hablar, Georgia. No gritar.
- ¿No podías esperar al mediodía? ¿O a que me levantara?- Preguntó, dejándose caer otra vez en su improvisada cama.- ¿Tocar el timbre y entrar por la puerta como una persona normal?
Tim arqueó una ceja.
- No sabía que tuvieras quejas al respecto. Nunca te molestó que entrara por la ventana…
- Las cosas eran diferentes.- Repuso. Bostezó.- ¿De qué quieres hablar? Tengo la sensación de que nuestras conversaciones no llevan a ningún lado…
- Eso es porque hablamos mucho y no decimos nada.- Tim miró a su alrededor, inspeccionando por primera vez la habitación desde que Georgia lo dejara entrar.- ¿Duermes en un gimnasio?
- Parece que mis padres no tenían intención de conservar todo tal y como lo dejé.- Contestó distraídamente.- Y sospecho que no quieren que me sienta demasiado cómoda ahora que estoy aquí.
- Supongo que no soy el único al que decepcionaste cuando te largaste…- Comentó Tim sin pensarlo y Georgia le dedicó una mirada cortante.- Bien. Cierto. No estoy aquí para echarte en cara el hecho de que me hayas abandonado.- Empezó a pasearse entre los aparatos.- La verdad es que ya no importa. Nos ha ido bastante bien. No podemos quejarnos.
- Por supuesto. Estoy en la cima en este preciso momento.- Musitó Georgia, sarcástica.
- Sabes a qué me refiero.- Replicó él, armándose de paciencia.- Hace quince años no hubiésemos imaginado que seríamos capaz de vivir separados…- Hizo una pausa, algo azorado.- Bueno, al menos yo no.
- Tim…- Sintió que era hora de decirle muchas cosas. De responder a todas esas preguntas que él probablemente se había hecho.- Escucha…
- No. No quiero tus razones, ni excusas, ni nada.- Levantando una mano para detenerla, Tim la interrumpió.- Ya no, al menos. Me importaban cuando te fuiste y yo no supe entender por qué. Pero ahora sólo me importa Jayne, Georgia.
Georgia notó cómo se le encogía el estómago. Recordó que cuando estaban juntos, Jayne ni siquiera existía para él. Era sólo la amiga callada de su novia. La chica tímida que no salía con ningún chico, la que se limitaba a seguirlos a todas partes sin saber bien qué hacer. Le parecía casi inconcebible que Tim acabara enamorándose de ella.
- No sé por qué vienes a decirme esto.- Dijo, algo acelerada.- No hay que ser un genio para darse cuenta de cómo son las cosas, Tim. Vi el anillo. Están casados. La amas. Te ama. Bla bla bla, hasta que la muerte los separe…
Tim volvió a fruncir el ceño.
- ¿Por qué te pones así?
- ¿Así cómo?- Barbulló, empezando a salirse de control.- ¿Cómo quieres que me ponga si te metes en mi habitación a las ocho de la mañana? Si vas a venir a decirme estupideces, al menos podías esperar a un horario más normal…
- Georgia, ya te dije que no quiero discutir…- Masculló cansinamente.
Haciendo caso omiso de él, se puso de pie otra vez. Cruzó toda la habitación a paso firme, mientras Tim se percataba de lo corto que era su camisón y la seguía con la mirada.
- Y yo no tengo ganas de hablar.- Abrió la puerta de un tirón y se topó con los ojos escrutadores de él. Se cubrió el pecho con los brazos, intimidada.- Así que vete de aquí y dejemos todo tal y como está, ¿quieres?
Tim ni siquiera se movió.
- No. Necesito que terminemos con esto de una maldita vez.- Él también empezaba a perder la paciencia, especialmente ahora que veía lo testaruda que seguía siendo.- Sólo te pido diez minutos, Georgia. Después puedes dormir todo lo que quieras.
- ¿Terminar con esto?- Repitió, esbozando una sonrisa de lo más falsa.- ¡Pero si quieres terminar con esto, Tim, simplemente déjame tranquila!
- Lo que yo…- Farfulló él, ya un poco molesto, pero Georgia empezó a callarlo.- ¡Déjame hablar!- Exclamó, enojándose más.
- Dame un segundo…- Georgia aguzó el oído y asomó la cabeza hacia el pasillo.- Creo que oigo pasos…
- ¿Georgia?- La voz de su madre provenía de las escaleras.- ¿Estás levantada?
- ¡Demonios!- Murmuró, cerrando la puerta apresuradamente.- Trépate al estúpido árbol y lárgate.
- ¿De qué tienes tanto miedo? Ya no tienes quince años. Puedes tener un tipo en tu habitación si quieres.- Más obstinado que ella, Tim se plantó firmemente en medio del cuarto.
- Sí, pero no tú.- Desesperada, miró a los lados. Rápidamente, se decidió y empezó a tirar del brazo de Tim para meterlo en el baño.- ¿Quieres colaborar un poco?
- ¿Por qué lo haría? Yo quiero hablar y tú no me haces caso.- Repuso, resistiéndose.
- Hablaremos después. Te lo prometo. Métete en el baño.- Logró moverlo y Tim entró, accediendo. Pero antes de que Georgia cerrara la puerta, la tomó por el brazo y la metió con él.
- Hablaremos ahora. No confío en ti.- Le dio un empujón a la puerta al mismo tiempo que se abría la de la habitación y Molly Atwood entraba buscando a su hija.
- ¿Georgia? ¿Dónde estás?- Preguntó, subiendo la voz.
Georgia miró a Tim con intensos deseos de ahorcarlo.
- En el baño, mamá, voy a darme un ducha.- Respondió, siendo lo primero que se le ocurrió.
- Perfecto. Dame la ropa sucia, estoy por poner la lavadora.- Giró el picaporte mientras hablaba.
Esta vez fue Tim el que reaccionó. Puso la mano sobre la blanca madera de la puerta y evitó que abriera.
- Por Dios, mamá, ¿tiene que ser ahora? No soy una niña. No vas a entrar así como así.- Masculló ella, cruzando los dedos e implorando que se fuera de una vez.
- Métete en la ducha así puedo entrar.- Repuso Molly, testaruda.- Esto no es una lavandería, Georgia. No voy a lavar veinte veces al día ajustándome a tus horarios.
Georgia miró alrededor. No tenía muchas opciones.
- Siempre supe que habías heredado el encanto de tu madre.- Le susurró Tim al oído, haciendo que un escalofrío le recorriera la columna.
- Cállate.- Espetó, moviendo los labios apenas. Divisó una remera colgada junto a la toalla al lado del lavamanos. Se la había quitado la noche anterior antes de su cita y la había olvidado ahí. Con eso iba a tener que ser suficiente.
Empezó a empujar a Tim nuevamente, esta vez en dirección a la ducha. Él comenzó a quejarse, poco complacido, pero también al tanto de lo rápido que corrían los rumores en aquel pueblo. Si lo encontraban en el baño con Georgia, en menos de media hora llegaría a oídos de Jayne.
Tim accedió. Entró a la ducha y Georgia lo siguió. Lo hizo quedarse bien lejos de ella, casi haciendo que se clavara las canillas en la espalda, mientras se cubría nuevamente el pecho con los brazos cruzados.
- ¿Puedo entrar o no?- Insistió su madre del otro lado.
- Sí, puedes entrar.- Respondió ella y escucharon la puerta abriéndose inmediatamente.- Llévate lo que está con la toalla. Buscaré el resto más tarde.
- ¿Has visto el desorden que tienes en ese cuarto?- Refunfuñó Molly.- ¿Cómo puedes saber qué está limpio y qué no? Me pregunto cómo te habrás arreglado viviendo sola tanto tiempo…
Georgia se quedó callada. Tim estaba tratando de decirle algo sin hablar y no lograba entender qué era.
- ¿Qué pasa con el agua?- Inquirió su madre, atrayendo nuevamente su atención. Los labios de Tim formaron la palabra bingo.
- Es que…- Farfulló Georgia. Él le hacía señas, como queriendo ayudarla a buscar una respuesta.- Está… atorada. La canilla está atorada.- Tim se llevó una mano a la frente, frustrado.
- No puede ser.- Murmuró Molly.- Ésta siempre ha sido la ducha que mejor ha funcionado en toda la casa. Déjame ver.
- Mamá, no…- Georgia intentó detenerla, pero no hizo tiempo a completar siquiera la frase. Corriendo apenas un resquicio la cortina plástica, su madre metió la mano y la acercó a la canilla. Tim se apartó en seguida, antes de que lo tocara y arrinconó a Georgia contra la pared opuesta.
La canilla giró y el agua comenzó a caer velozmente. Georgia cerró los ojos.
- ¿Ves? Eso es porque no comes nada de carne. Te falta hierro.- Molly sacó la mano y volvió a alejarse.- Vegetariana… ¿sabes lo débil que vas a ponerte?- Y sin esperar respuesta alguna, cerró la puerta y los dejó solos.
Se quedaron inmóviles unos segundos por si regresaba. Tim ni siquiera se apartó. Tenía a Georgia pegada contra su pecho y los dos recuperaban el aliento agitadamente después de haber estado conteniendo la respiración por el miedo a ser descubiertos.
Georgia se atrevió a levantar la cabeza apenas y a mirarlo a los ojos. Tim tenía la mirada clavada en ella con una intensidad que la abrumaba y la hacía sentir que no quería apartarse nunca. El agua caía sobre ellos, empapándolos, pero ninguno parecía notarlo.
Era como si repentinamente se olvidaran de la discusión que habían estado manteniendo cinco minutos antes. Georgia se olvidó cuánto la había molestado la mención de Jayne. Tim olvidó el verdadero propósito por el que había ido a verla. Todo lo que sabían era que estaban apretados en un espacio reducido y que con un solo movimiento podían hacer que sus bocas se reencontraran después de años y años de extrañarse en silencio. Tim casi volvió a sentir el sabor de los besos de Georgia, anticipándose.
Ella parpadeó para quitarse el agua que se le acumulaba en las pestañas, nublándole la vista.
- ¿Quieres decirme por qué diablos siempre acabo mojada cuando estoy contigo?- Susurró, haciendo que Tim sintiera la calidez de su aliento en el cuello. Un hormigueo inesperado le recorrió todas las terminaciones nerviosas.
- ¿Realmente necesitas que te responda eso, cariño?- Dijo él, en una especie de gruñido que transportó a Georgia a recuerdos tan húmedos como ese momento. Maldijo por dentro.
Cualquier posible razonamiento murió de inmediato. Tim deslizó sus manos hacia la cintura de ella, donde el camisón empapado se le ceñía a la figura. La apretó contra él con firmeza y Georgia lo recorrió con los ávidos ojos verdes. Levantó apenas la cabeza y esperó. Sabía que a Tim le gustaba tomar la iniciativa. Siempre había sido así.
Tim empezó a bajar despacio, pasándose la lengua por los labios. La camisa mojada parecía derretirse bajo las manos de Georgia, que casi no podía contener las ganas de arrancársela y volver a sentir su piel…
La puerta del baño se abrió nuevamente, sin mucha ceremonia.
- Lo siento, olvidé dejarte toallas limpias.- Dijo Molly, que un segundo más tarde volvía a salir, llevándose la magia del momento con ella.
Tim y Georgia estaban petrificados y la interrupción les devolvió el juicio. Él se apartó primero, con brusquedad. ¿Qué no había metido la pata lo suficiente la noche anterior? ¿Qué demonios le sucedía?
Georgia carraspeó y observó como Tim se apresuraba a cerrar el agua de la ducha y corría la cortina de un manotón para salir. Ella lo siguió y se envolvió enseguida en una toalla. Tim tomó la otra.
- No podemos volver a vernos.- Dijo él, entonces. Georgia lo miró de soslayo.- Tenemos que mantenernos lo más lejos uno del otro que podamos.- Los ojos azules de Tim volaron hacia ella. No le costó mucho ver el fuego que se escondía en ellos.- Si alguna vez te sentiste mal por lo que sucedió hace quince años, Georgia, vas a concederme eso.
Sintió que se quedaba sin aire. De todas las cosas que podía pedirle en recompensa, lo único que Tim quería era no volver a verla.
- Claro.- Musitó suavemente.- Es lo mejor…
Él asintió con lentitud, pero ya no volvió a mirarla. Dio unos pasos hacia atrás para alejarse de ella, hasta que finalmente regresó a la habitación. Georgia no lo siguió y ni siquiera se preocupó por ver por donde salía o si alguien lo veía allí. Simplemente se quedó parada, con el cabello chorreándole sobre la espalda, hasta que sus piernas acabaron por llevarla a su cuarto.
La ventana estaba abierta y sobre el alfeizar había quedado la toalla con la que Tim se había secado un poco. Georgia la tomó delicadamente y acabó por abrazarla con todas sus fuerzas, deseando poder aferrarse a algo más.
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7 comentarios:

Lali dijo...

aiiiii dios!! maldita mamá de georgia arruinadora de momentos!!!!! kdgfjkd NECESITO LEER MAS, esto se está poniendo cada vez mejor!!

Maggie dijo...

muy bueno!! me gustó mucho!

ojalá pudiéramos leerlos más seguido! por favor! no nos dejes esperando tanto!! ahh qué bien se está poniendo!!

todavía está la llama muy presente!

qué lindo!!

saludos!

sam_mccartney dijo...

Aaaah la mama lo arruinoooo!! ajaj..
uuuy pero se ve que donde fuego hubo, cenizas quedan!
Gracias por actualizar
:D

karidiva dijo...

Jane!! la muy bruja ... tenia todo planeado cuando fueron a Manchester....igual fue triste, penso en Georgia mientras estaba con ella... en todo caso, se lo merece

queremos un capítulo donde no aparezca la mamá!! jaja

esta muy bueno!!

Actualiza pronto please!!!!

Anónimo dijo...

waaaa!! :O otro capitulo mas porfis, esta demasiado bueno!
yo creo q tim no va a aguantar una semana sin ver denuevo a georgia :D

Tina dijo...

Mi nombre es Jennifer Martins, de España nunca creí en hechizos de amor o magia hasta que conocí a este hechicero una vez cuando fui a África en noviembre de 2016 en una cumbre de negocios. Me refiero a un hombre que se llama Dr. Iyere es realmente poderoso y podría ayudar a lanzar hechizos para traer de vuelta a su ido, perdidos, misbehaving amante y magia dinero hechizo o hechizo para un buen trabajo o hechizo de suerte. Ahora estoy feliz y un Testimonio vivo porque el hombre que había querido casarse me dejó 3 semanas antes de nuestra boda y mi vida estaba al revés porque nuestra relación ha estado encendida por 6 años. Realmente lo amaba, pero su madre estaba en contra de nosotros y no tenía ningún trabajo bien pagado. Así que cuando conocí a este hechicero, le dije lo que pasó y le expliqué la situación de las cosas. Al principio estaba indeciso, escéptico y dudoso, pero lo intenté. Y en 7 días cuando volví a Estados Unidos, mi novio (ahora marido) me llamó por sí mismo y vino a mí pidiendo disculpas que todo había sido resuelto con su mamá y familia y él consiguió una nueva entrevista de trabajo así que debemos casarnos. No lo creí porque el conjurador de hechizos sólo me pidió mi nombre y el nombre de mis novios y todo lo que quería que hiciera. Bueno, estamos felices ahora y estamos esperando nuestro hijo pequeño, y mi marido también consiguió el nuevo trabajo y nuestras vidas se hizo mucho mejor. Su correo electrónico es (ukuseborspellcaster@gmail.com)

Unknown dijo...

I shouted on my Husband and had a fight. The truth is

I was into crack cocain and meth. We have a 6 years

old daughter, I kept ego with him and had anger issues

occasionally.He left me and waited for my call in

station ,i didnt call that was last straw for him, he

went to his hometown and blocked mine and my family

members phone.He mailed for divorce and when i finally

met him He said He will not come at any cost.He will

raise our child at his own with his lone father (mom

dead).I have cried for past 5 months realising my

stupid nature.He has joined back his spiritual group

and is searching for his job.this is the only setback

i have got in my life which has shaken me to the

core.He has left Facebook,his father tried to

convince him but he is not listening.But i know i can

do anything for him now,I got counselling from friend

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