miércoles, 16 de septiembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 12.

El espacio vacío en la cama a su lado representaba todo el dolor que Jayne sentía por dentro. Era lo que había temido durante quince años.
Estiró una mano y acarició la almohada de Tim, que estaba impregnada de su perfume, y sintió deseos de llorar. ¿Cómo había sido posible que todo llegara a aquel punto? En algún momento, había creído que todo había salido perfecto. Que Georgia jamás regresaría. Que Tim la odiaría demasiado para caer rendido ante ella.
Había sido una ingenua, por supuesto. Ahora estaba a punto de pagar por lo que había hecho. Iba a tener que derramar muchas lágrimas, iba a sentir un dolor insoportable, todo porque años antes había hecho lo que había creído necesario para poder estar con el hombre que había amado y codiciado desde el mismísimo segundo en que lo había conocido.
Aun recordaba ese día con tanta claridad, que le parecía que volvía a tener como doce años. Era el primer día de clases. Jayne acababa de mudarse a Battle con su familia y estaba asustada por tener que hacer nuevos amigos. Siempre había sido muy introvertida. Georgia había sido quien le hablara antes que ninguna otra persona, aunque sólo porque se tropezaron en el pasillo y Jayne aprovechó para preguntarle dónde estaba el gimnasio, ya que estaba llegando tarde a su clase. Georgia también tenía que ir y acabaron yendo juntas, sin sospechar las grandes amigas que llegarían a ser poco después. Sin sospechar, claro que está, que una traicionaría a la otra.
Cuando estaban saliendo, descubriendo que no vivían tan lejos una de la otra y decidiendo acompañarse en el camino, se toparon con un chico alto y algo desgarbado, delgado, con unos lentes demasiado grandes y con demasiado aumento. Pero sus ojos eran azules como el mar y su sonrisa algo que causó que Jayne se paralizara. Para su sorpresa, que jamás había sabido cómo relacionarse con los chicos, se acercó a ellas alegremente.
- ¡Hola Tim!- Había saludado Georgia, mientras Jayne aún trataba de discernir si su corazón había dejado de latir.- ¿Qué tal tu verano?
- Nada mal. Empecé a escribir algunas canciones…- Tenía un aire distraído, como si estuviera pensando muchas cosas a la vez.- ¿Y tú?
- Mis padres me llevaron una semana a España. No estuvo mal. Hay unas tiendas estupendas. Me compré estos zapatos…- Se los mostró, pero Tim no se interesó mucho, así que desvió su atención hacia su nueva amiga.- Ah, sí. Ella es Jayne. Es nueva en Battle.
Tim la miró por primera vez y entonces Jayne simplemente lo supo. Era ese amor a primera vista del que hablaban en las películas. Él le sonrió y todo su mundo se derritió por completo.
- Hola, soy Tim.- Dijo. Era probablemente la primera vez que un chico interactuaba verbalmente con ella. Tuvo ganas de salir corriendo, de puros nervios.- ¿Y qué te parece Battle?
- Es… maravilloso.- Balbuceó, a duras penas.
Georgia lanzó un bufido.
- Ya lo odiarás. Es aburrido. No hay nada que hacer aquí.- Protestó, al mismo tiempo que los tres empezaban a andar.- Sólo esa estúpida abadía…
- Deja de quejarte, Georgia.- Tim le dio un codazo.- La idea no es que la espantes.
- Tampoco quiero que se decepcione cuando vea que este pueblo, al fin y al cabo, es un asco.- Se encogió de hombros.- Pero ya no falta tanto. En seis años terminaré la escuela y me iré a Londres…
- Sí, claro.- Se burló Tim, sarcástico.- Me encantaría ver eso…
Tim y Georgia se habían puesto a discutir, aunque de una manera bastante amistosa, como si disfrutaran de tomarse el pelo uno al otro. Acompañaron a Jayne a su casa y la dejaron más desconcertada de lo que había estado en su vida.
Demasiado enamorada y miedosa para hacer algo, Jayne se había limitado a disfrutar de los momentos que Tim pasaba cerca suyo cuando estaba con Georgia. Trataba de hablar con él, de concordar con sus comentarios, de hacer lo que fuese con tal de llamar un poco su atención. Sabía que, si tenía paciencia, tarde o temprano se fijaría en ella y la invitaría a salir.
Pero cuando se enteró que la amistad entre Tim y Georgia había pasado a ser algo más (y había sido la primera en enterarse, considerando su título de confidente y mejor amiga de Georgia), todas sus esperanzas habían sido pisoteadas. Vapuleadas. Asesinadas.
Durante años y años había tenido que estar con ellos y ver cómo se besaban. Había tenido que oír las historias de Georgia de cómo le había dado su primer beso, de cómo le había hecho el amor por primera vez, cómo se habían escabullido de la clase de matemáticas para poder pasear por el parque de la escuela tomados de las manos como dos idiotas. Había tenido que soportarlo todo. Pero cuando unos pocos días antes de la fiesta a la que Georgia nunca asistiría por huir despavorida a Londres había visto a Tim en una joyería, eligiendo un anillo, se había dicho a sí misma que necesitaba hacer algo o lo perdería para siempre.
Conocía los puntos débiles de ambos. Había pasado mucho tiempo con ellos. Sabía cuánto deseaba Georgia irse de allí. Sabía que él la seguiría a cualquier parte con tal de tener la certeza de que lo amaba… así que sólo tenía que convencerlo de lo contrario.
Le había dolido hacerle algo así a Georgia, pero sabía que en algún momento, eventualmente, su relación con Tim llegaría a un callejón sin salida. Había tenido que tomar una decisión y, por una vez, había decidido ser feliz ella, sin pensar qué le sucedería a los demás.
Había sido tonta, joven e impulsiva, pero le había salido bien y no podía arrepentirse. Georgia jamás había amado a Tim como ella. Estaba segura. Le importaban más los zapatos y las carteras que formar una familia con ese hombre. Jayne, en cambio, sólo soñaba con eso.
Se acomodó en la cama, aún sin sentir un ápice de remordimiento, pero sí sabiendo que ahora le estaban devolviendo el dolor causado. No se creía eso de que Georgia estaba allí por que sí. Estaba allí por Tim. Ahora era un hombre que estaba a su altura. Había dejado de ser el chico alto, desgarbado y nerd para convertirse en alguien atractivo, brillante y exitoso. Tenía todo lo que Georgia podía buscar y, después de todo, sólo tenía que reclamar lo que le pertenecía para arrebatárselo.
La luz del amanecer se colaba por la ventana. Parecía ser un día cálido, pero a Jayne la recorrió un escalofrío. Tim no había regresado y no estaba segura si lo haría. Quizás lo había empujado directo a los brazos de Georgia por no saber controlarse. Se quedó muy quieta, reviviendo la noche anterior una y otra vez. Viéndolo con ella. El fuego que había visto en Tim mientras los veía discutir no tenía nada que ver con el enojo. Y no era tan estúpida como él parecía creer: sabía que no había sido una casualidad que acabaran en el mismo restaurante. Sabía que él había ido tras ella y eso era lo peor de todo…
Cerró los ojos, herida, implorando por su regreso. Estaba dispuesta a olvidar todo lo sucedido, a perdonarlo, a arrastrarse hacia él si era necesario. Le había costado mucho lograr estar a su lado. No podía renunciar a Tim tan fácilmente. Por duro que fuera estar casada con alguien que en el fondo podía seguir amando a alguien más, Jayne no podía vivir sin él.
Trató de espantar de su cabeza las voces que le decían que él ya había hecho su elección. Que había una razón por la que no estaba con ella. Que había una razón por la que no había dormido en su cama. Que lo más probable era que hubiese pasado la noche entera haciéndole el amor a Georgia…
- ¿Jayne?
Abrió los ojos de repente, preguntándose si era su imaginación o si realmente había oído la voz de su esposo. Con un rápido vistazo al reloj, se dio cuenta que se había quedado dormida y habían pasado un par de horas. Supuso que todo era un sueño mal afortunado.
Pero volvió a oírlo y, con el corazón latiendo temeroso, miró por sobre el hombro. Tim había apoyado una rodilla en la cama y se había inclinado hacia ella para ver si estaba despierta. Lucía cansado y, curiosamente, algo mojado.
Llevaba un ramo de flores gigantesco en una mano y Jayne tuvo ganas de llorar. Se reincorporó levemente y lo miró a los ojos.
- Me comporté como un estúpido, cariño, lo lamento.- Musitó y ella ya no pudo soportar un segundo más apartada de él. Se lanzó a sus brazos y lo abrazó con fuerza, sollozando un poco.- Te amo. Te juro que ya he acabado con esta locura…
- Tim… creí que no volverías…- Lo llenó de besos desesperadamente, como si estuviera asegurándose de marcarlo como suyo.- Tuve tanto miedo…
- Bueno…- Tim sonrió.- No me parecía una ocasión para venir con las manos vacías, así que tuve que esperar que abriera la florería…
Jayne rió entre las lágrimas. Su corazón seguía roto y sabía que Tim no sólo había estado dando vueltas toda la noche buscando flores para ella. Estaba segura de que había visto a Georgia, pero tenía que olvidarlo. Y tenía que hacer que él la olvidara de una vez.
- ¿Quieres que traiga el desayuno a la cama?- Preguntó él suavemente. Pero Jayne tiró de su camisa húmeda y lo recostó con ella.
- No. Te quiero a ti.- Respondió.
Comenzaron a besarse frenéticamente y a quitarse la ropa sin muchos miramientos. Pocos minutos después estaban haciendo el amor sonoramente y Jayne se aseguró de que, si quedaba algún vestigio de Georgia en su piel, fuera borrado por completo.

Para cuando transcurrió una semana del incidente con Tim en el restaurante, Georgia se encontraba absolutamente aburrida. Ahora que no lo tenía revoloteando a su alrededor para fastidiarla, tenía que admitir que le hacía falta algo con qué entretenerse… por no mencionar lo deprimente que resulta que alguien que alguna vez te amó con locura te pida que te mantengas lejos de él. Definitivamente, Georgia había sabido jugar sus cartas…
Tras haber leído Cumbres Borrascosas no menos de diez veces en esos pocos días, decidió que era hora de hacer algo más de su tiempo y admitir que ya no podía evadir el hecho de que necesitaba construirse una vida en lugar de la que se le había derrumbado.
Con un aire algo sombrío, que no lograba quitarse de encima por más que lo intentara sin cesar, echó a andar por las calles de Battle, bajo el sol radiante de una mañana de domingo. No tenía un rumbo en mente, sólo necesitaba aclarar algunas ideas y, dado que Tim le había cerrado las vías laborales en aquel pueblo del demonio, buscar la manera de abrir otras.
Sabía que volver a Londres era lo más sensato. O probar suerte en París. O en New York. O donde fuera que un avión pudiera dejarla. Pero de pronto sentía como si sus pies se hubiesen transformado en raíces. Raíces profundas y fuertes que se habían ido afianzando en aquel sitio que jamás le había gustado. Y aunque sabía que la verdadera razón por la que quería quedarse no le servía de nada, Georgia no conseguía alejarse de allí. No lo suficiente al menos.
Se quitó el montón de cabello castaño que le caía sobre sus costosos lentes de sol Givenchy y suspiró. No había podido dejar de pensar en Tim en toda la semana y estaba comenzando a afectarla severamente. No hacía más que repetirse que antes de que su madre los interrumpiera en la ducha, él había tenido tantas ganas de besarla como ella a él. No estaba loca. El fuego aún existía. Realmente había una razón por la que Tim la había perseguido hasta The Fat Duck en medio de su psicótico ataque de celos.
Estaba segura de que sólo se trataba de un asunto pendiente entre ellos. El amor había muerto muchos años atrás, pero al no haber encontrado un final concreto, muchas cosas habían quedado sin decir y sin hacer. No habían tenido una despedida, no habían podido saciar el deseo que les carcomía por dentro…
Diciéndose que estaba empezando a caer en la incoherencia, apartó a Tim de sus pensamientos y se metió en una tienda de ropa sólo para poder pensar en otra cosa.
Empezó a pasar las prendas en un perchero sin prestar demasiada atención. Se acercó a un probador con la intención de probarse unos pantalones que no le parecían tan horribles cuando oyó que la puerta de entrada se abría y una voz familiar exclamaba:
- ¡Claro que sí! No seas tonta, cariño, al menos dame el gusto, ¿quieres?- Georgia se refugió de inmediato dentro del diminuto cubículo y espió por una rendija. Tim y Jayne acababan de irrumpir en la tienda, los dos sonrientes y al parecer disfrutando de algún tipo de broma entre ellos.
- Tim, por Dios, tengo muchísimos vestidos. Nunca tengo ocasión de ponérmelos todos…- Rió ella, que empujada por su esposo sacaba un vestido verde de un perchero.
- Cómpratelo y te prometo que esta noche te llevo a cenar.- Tim le plantó un beso dulcemente en la mejilla.- Vamos, es mi color favorito. Se te verá de maravillas…
- Está bien, está bien.- Accedió ella, dirigiéndose al mostrador con el vestido colgado del brazo. Tim se apresuró a sacar su tarjeta de crédito y dársela a la vendedora.
Georgia podía sentir el claro sonido de su corazón latiendo, como si lo tuviera justo al lado de los oídos. Había dejado de respirar y había algo en aquella escena tan simple y perfecta que se le hacía devastadora…
- ¿Va a llevar los pantalones, señorita?- Otra de las vendedoras se le puso enfrente, tapándole la visión.
- No, no…- Georgia intentó apartarla.- Sólo quiero ver…
- Tendré que pedirle que salga del probador, señorita.- Continuó la mujer y Georgia la miró con odio.- Está perturbando a los otros clientes.
- Escucha, ese de ahí es mi ex novio con su esposa.- Hizo una seña con la cabeza hacia Tim y Jayne.- Y no quiero toparme con ellos.- Le alcanzó los pantalones que no había llegado a probar.- Cuando salgan de la tienda, me iré.
La vendedora bajó la voz, tratando de ser discreta.
- No es la primera vez que tenemos inconvenientes cuando el señor Rice-Oxley viene a la tienda. Hemos oído muchas excusas como esa.- Masculló y Georgia deseó estrangularla, pero supuso que eso iba a llamar la atención de los demás.- Así que voy a pedirle que se retire.
Dedicándole una mirada de odio, salió del probador. Acomodándose los lentes de sol caminó con orgullo hacia la salida, sin volverse a mirar a nadie, pero sintiendo cómo las miradas de Tim y Jayne se posaban en ella. De repente el aire parecía haberse vuelto sólido y se sentía presa en una burbuja de presión, de la que sólo se liberó cuando estuvo de regreso en la calle. Tropezó con varias personas en su prisa por alejarse un poco. Cruzó hacia la otra acera y, disimuladamente, echó un vistazo otra vez hacia la tienda. Jayne recibía la bolsa de la vendedora con una sonrisa algo tensa, mientras Tim escrutaba la calle con tanto disimulo como ella.
Se dio media vuelta y empezó a caminar antes de que pudiera verla. Había algo en ver a Tim y Jayne juntos que parecía torturarla a latigazos. Quizás porque no terminaba de acostumbrarse a Tim tratando con esa increíble dulzura a ninguna otra mujer.
Estaba extrañamente desconcertada y sus piernas amenazaban con no sostenerla mucho tiempo más, de modo que entró en el primer negocio con el que se topó, con la sola intención de hallar un sitio donde pasara desapercibida y pudiera tranquilizarse. Resultó ser el supermercado del pueblo, así que deambuló por las góndolas, buscando el lugar más solitario posible y se sostuvo de una estantería. Se quitó los lentes y cerró los ojos y se quedó allí un largo rato.
Una vez más, como si fuera una broma del destino, la voz de Tim se coló en su sistema. Abrió los ojos, desorientada, mirando a los lados, tratando de averiguar de donde provenía.
- Sólo un segundo, mi padre tiene una cena importante y me pidió que le comprara el vino que llevé la última vez que cenamos en casa…- Parecía acercarse y, sólo al echar un vistazo en derredor, Georgia vio que se encontraba en la sección de la bodega. Bingo.- ¿Recuerdas si era tinto o blanco?
Antes de que Georgia tuviera tiempo de salir de allí, Tim y Jayne giraron desde el pasillo detrás de las estanterías y quedaron frente a frente, con sólo unos metros de distancia entre ellos.
Maldita sea. ¿Cuáles eran las probabilidades de un segundo encuentro? Por eso odiaba ese pueblo asqueroso. Era un condenado pañuelo.
Le pareció que Jayne susurraba un tienes que estar bromeando fastidioso. Tim la tomó del brazo y se apresuró a sacarla de allí, diciendo algo de que podían comprar el vino en otro momento.
¿Así que las cosas iban a ser de esa manera? ¿Iban a evitarse como si fuesen una enfermedad infecciosa? ¿Esa era la clase de vida que iban a llevar ahora si todos vivían en el mismo lugar? ¿Tendría que esperar con ansias a que Tim se fuera de gira por ahí con su banda para respirar un poco de tranquilidad y, aún así, cuidarse de no cruzarse con Jayne? ¿Realmente estaba en Battle para eso?
La furia reemplazó cualquier otro sentimiento que pudiera estar embargándola. No era ella la que tenía que huir avergonzada. Era Jayne. Jayne la había pisoteado y le había arrebatado a su hombre. Era ella la que debería andar de la mano con Tim por todo el pueblo, la que debería recibir las invitaciones a cenar, la que debería irse a casa con él al final del día…
Negó con la cabeza. Aunque no quisiera admitirlo, estaba volviéndose loca. Era la furia que la traición de Jayne le causaba lo que provocaba esos pensamientos. No era que siguiera sintiendo algo por él. Tim y ella habían terminado para siempre.
Caminó durante al menos una hora por todo Battle, a paso rápido, como si quisiera dejar algo atrás. A Jayne. A Tim. A todos. Por segunda vez.
Hacia el mediodía entró en Café Belge, sobre High Street, para almorzar algo. No tenía muchas ganas de ir a su casa. Aún necesitaba sentarse y pensar qué hacer con su vida, aunque todo se le antojaba cada vez peor y Londres parecía abrir los brazos para recibirla. Tal vez lo mejor era olvidarse de lo que fuera que la retenía allí y largarse. Parecía la decisión más sabia.
Ordenó una porción de salmón y una copa del mejor vino que tenían. Precisaba tanto mimarse un poco a sí misma que estaba considerando seriamente conducir hasta Hastings y ver si aún existía ese pequeño spa que recordaba de años antes. Si ya no se encontraba allí, quizás podía hacer algunas compras. Un par de zapatos nuevos siempre lograba animarla, pasara lo que pasara.
Estaba en medio de su almuerzo, sumergiéndose seriamente en aspectos más profesionales, tratando de dar con esa salida que tanto necesitaba, cuando, como no podía ser de otra manera, Tim y Jayne entraron al restaurante, tomados de la mano. Ella tenía una expresión poco feliz en el rostro y él le susurraba en el oído, como intentando levantarle el ánimo. Ésta vez fue Georgia la que pensó que era una verdadera broma.
Estuvo a punto de ponerse de pie y largarse de allí antes de que la vieran, pero la parecía injusto tener que estar esquivándolos. Además, ella había llegado primero. Y si iban a vivir todos tan cerca uno de los otros, iban a tener que aguantarse.
Le dio un sorbo a su copa, inmutable. Ellos escogieron una mesa más apartada y se sentaron, tranquilamente, sumidos en alguna conversación. Georgia se obligó a seguir comiendo y a ignorarlos.
Tras unos pocos minutos, Tim se puso de pie y se dirigió hacia la escalera que llevaba a los tocadores. Jayne se quedó sola, estudiando el menú, hasta que un camarero fue a tomarle la orden, que aparentemente ella decidió aplazar hasta que regresara su marido. Pero cuando levantó la cabeza para hablar con el hombre, sus ojos se fijaron en Georgia.
Se levantó casi de un salto. En lo que parecieron sólo dos zancadas, había llegado a su mesa. Georgia subió los ojos hacia ella, sorprendida.
- ¿Qué mierda quieres de nosotros, Georgia?- Espetó Jayne sin delicadeza alguna, logrando que arqueara una ceja.
- ¿Me estás hablando a mí?- Musitó, haciéndose la desentendida.
- ¿A quién más?- Contestó de mala manera.- Nos has estado siguiendo todo el día.
- ¿Te crees que no tengo nada mejor que hacer, querida?- Preguntó, poniendo su aire de superada. Normalmente lo reservaba para asuntos de negocios, pero Jayne se lo merecía.- Te recomiendo que regreses a tu mesa.
- Y yo te recomiendo que no te acerques a mi esposo.- Farfulló Jayne, con los dientes apretados, como si estuviera conteniéndose.
- Te has puesto posesiva con los años, ¿eh?- Georgia se sentía furiosa y todo lo que deseaba era sacar un poco a Jayne de sus casillas.- Conviene que te calmes, Jay.- Esbozó una sonrisa de lo más falsa.- Si te comportas como una psicópata sólo vas a lograr que Timmy se te escape. Imagino que no querrás que se entere de tu sucio secreto, ¿verdad?
Jayne apretó el respaldo de la silla contraria hasta que los nudillos le quedaron blancos. Tim eligió ese preciso momento para volver y, al ver que su mesa estaba vacía empezó a buscar a su esposa con la mirada. Al verla junto a Georgia se puso un poco pálido.
- Te lo advierto, Georgia…- Jayne tembló de ira, inclinándose un poco hacia ella.
- ¿Advertirme? Jay, tú no puedes amenazarme.- No perdía la sonrisa y eso sólo conseguía irritarla más.- No hay nada que puedas hacerme. Pero yo… yo podría hundirte en menos de dos segundos.
Algo explotó dentro de Jayne y abrió la boca, ya sin importarle si hacía una escena que todos los presentes dentro del restaurante jamás olvidarían. Pero Tim llegó justo a tiempo, y le puso una mano en el hombro para detenerla.
- Vámonos, cariño.- Murmuró, mirando a Georgia firmemente y ella sintió que sus ojos azules la quemaban por dentro.- No vale la pena.
Ambas mujeres se quedaron estáticas, observándose con un odio de lo más profundo. Tim tiró suavemente de su esposa para moverla y Jayne finalmente accedió, prácticamente corriendo hacia la puerta del lugar.
Tim demoró un poco más. Le echó un último vistazo a Georgia que parecía atravesarle la piel. Ninguno de los dos dijo absolutamente nada, pero a ella le resonaban sus recientes palabras: no vale la pena.
Muy lentamente, Tim se volvió y siguió a Jayne hacia la calle. Georgia bajó la mirada hacia el plato y acabó por empujarlo lejos de ella. Había perdido el apetito, el ánimo y las ganas de continuar sentada allí. Todo lo que deseaba era ir a su casa y que nadie volviera a mirarla como Tim acababa de hacerlo. Se sentía desnuda y desprotegida, desvalorada y olvidada. Se sentía la peor escoria de Battle y, para las dos personas que habían atravesado la puerta sólo unos segundos antes, eso era exactamente lo que era.
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10 comentarios:

Anónimo dijo...

pobre Georgia :( se le aparecen hasta en la sopa xD
esta muy bueno, más más!! :D

karidiva dijo...

esta muy bueno!!!

Gracias por actualizar

please otro pronto!!!!!

sufrimos cuando no subes :'-(

Lali dijo...

Pobre Georgia :( pero mencionó algo sobre 'un secreto sucio' sobre Jayne!! :O que será? ojala sea algo realmente qe la pueda hundir, sin dudas Georgia tiene qe hacerlo! Esa maldita Jayne se lo mereceeee, cada vez la odio más! jajaj por favor subí otro capitulo pronto, qeremos leer mas!!! esto se pone bueno! Ojalá el reencuentro entre Tim y Georgia sea pronto, se lo merecen♥

pili dijo...

Pero Lali...si el secreto es que Jayne le mintiò a Tim para quedarse con èl!...està hace 2 capìtulos...o no?... hahah...me encantan las escenas de tensiòn...pero estas ya me tienen MUY tensa...escribes muy bien! màs,màs!

Anónimo dijo...

Mas!!!
la situacion se esta poniendo mas interesante
Maldita Jayne le va a reclamar a Georgia como si ella fuera la culpable, espero que pronto se entere Tim del secreto de su esposas

Lali dijo...

Ahh sí, pero lo dijo por ese secreto? Pensé que todavía Georgia no se dió cuenta de que Jayne INTENCIONALMENTE la incitó a dejar Battle... pensé qe hablaba de otro secreto sucio.. oh:( yo qeria qe tenga muchos mas fundamentos para hundirla a Jayne! jaja aunqe bueno, ya con el hecho de haber incitado a georgia a abandonar a tim sin avisarle tiene bastante para qe nuestro qerido rice-oxley la deje apenas se entere, y qe finalmente georg y tim puedan ser felices♥

Anónimo dijo...

aaaaa la pobre georgia como sufre!!! tim tiene que volver a quererla por favor!!! ella sigue enamorada, no se merece lo que le está pasando

karidiva dijo...

como no entienden a Jayne!!!.....
es TIM!!!!!!

Nuestro Tim

Lali dijo...

por ESO no la comprendemos... porque es JAYNE... y se trata de TIM ajajja :P si fuera otra quizás abalaríamos lo que hizo.. pero viniendo de jayne... mmm el prejuicio se agranda :P

karidiva dijo...

jejeje

puede ser....



OTRO PLEASE!!!!