jueves, 24 de septiembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 14.

Durante la hora siguiente Tim actuó como si estuviera programado en piloto automático: pasó por la casa de sus padres, se quedó unos momentos hablando con su madre y luego saludó a algunos antiguos colegas de su padre que habían pasado a cenar. Tras excusarse repetidas veces para poder irse, regresó a su auto, lo puso en marcha, pisó el acelerador y golpeó contra la realidad.
Detuvo el vehículo en seco, rechinando los neumáticos contra el pavimento, con las manos crispadas en el volante, los ojos azules fijos en el camino frente a él, pero sin ver nada con claridad.
Estaba extrañamente consciente de sus propios labios y sabía que se debía a que aún sentía el sabor de Georgia impregnado en ellos. Sentía la cercanía de su cuerpo. El roce de su cabello en los dedos. El calor de su aliento en la piel.
Un escalofrío le recorrió la columna, un escalofrío de puro deseo a medio saciar que logró aterrarlo más que nada en toda su vida. Había creído que después del rechazo que Georgia le había prodigado, cualquier posible reacción o sensación habrían sido destruidas para siempre. Pero Tim estaba aprendiendo que la expresión para siempre usualmente no significa nada.
Había sentido la misma calidez, la misma satisfacción, la misma paz que solía sentir quince años antes cuando tenía a Georgia en sus brazos. Como si nada hubiese cambiado. Como si nadie hubiese dejado a nadie. Como si todo ese dolor y toda esa decepción no hubiesen existido.
¿Por qué había tenido que sucumbir a la tentación? ¿Para qué demonios había subido a ese maldito techo? ¿No podía dejarla revolverse en su dolor que, después de todo, era lo que se merecía?
Sin embargo, le había bastado verla allí sentada, abrazándose a sí misma para sentir un impulso demasiado fuerte para ignorarlo y había tenido que bajar del auto y acercarse a ella para al menos averiguar qué era lo que le sucedía. Había caído como un estúpido y odiaba haber sido tan débil.
La había visto como si fuera la primera vez en esos quince años. Había logrado ver que debajo de esa superficie ficticia, la Georgia que él había amado seguía existiendo. La había sentido luchar para poder librarse de las ataduras que la reprimían. La había visto desatarse y volar a sus brazos para replegarse de nuevo, tímidamente, y volver a alzar vuelo. La había visto tal y como era y, durante un instante mínimo, Tim olvidó por completo su enojo, sus resentimientos, sus reproches. Era ella. Sólo eso importaba…
Sacudió la cabeza, intentando desesperadamente poder salir de esa especie de estupor en que había caído, pero simplemente no lo lograba. Una parte suya sólo deseaba pisar el acelerador y regresar en busca de Georgia. Sabía que si iba a buscarla, ella respondería exactamente como él lo deseaba. Sabía que la encontraría aguardándolo ansiosa. Sabía que no sería necesario decir una palabra, que los besos y el roce de las sábanas se encargarían de llenar el silencio…
Pero otra parte suya, dominada por la racionalidad, le decía que estaba completamente loco. Que no tenía razón alguna para ir detrás de una mujer como ella. Que su vida era lo suficientemente plena y que Jayne era todo lo que necesitaba para vivir…
No sabía a qué atribuirle la voz de la primera parte, pero ciertamente, no era lógico o racional. Parecía brotar del lado izquierdo de su cabeza. Comenzaba hablando muy despacio, en un susurro que quería sonar convincente, hasta que, pocos segundos después, todo su cuerpo gritaba que obedeciera.
Dejó escapar un suspiro, cansado. Todo aquello no tenía sentido alguno. Era un idiota por pensar siquiera en defraudar y poner en duda el amor que sentía por Georgia… ¡por Jayne! ¡Por Jayne! ¡El amor que sentía por Jayne!
- Mierda.- Musitó, dándole un puñetazo al volante. Eran errores como ese el que hacía peligrar la vida que había construido con su esposa.
El teléfono celular comenzó a sonar en algún bolsillo y Tim lo buscó rápidamente. Atendió sin mirar la pantalla. Estaba demasiado distraído convenciéndose a sí mismo que el nombre correcto por decir no era Georgia.
- ¿Hola?- Dijo, en una especie de murmullo difícil de entender.
- Hola.- La respuesta fue un mero susurro. Incitador, cálido, sexy. Tim se quedó petrificado. ¿Acaso Georgia…?- ¿Cuándo regresas a casa?
Tim decidió no adjudicar la puntada en su pecho a la decepción. No era decepción lo que sentía al darse cuenta que era la voz de Jayne la que sonaba del otro lado. No era decepción. Era alivio. El más gigantesco de los alivios…
- En unos minutos.- Contestó con cierta dificultad.- Estuve charlando con mi padre más de la cuenta.
- Date prisa, ¿quieres? Preparé algo especial de cenar… y algo aún más especial para el postre.
Tim cerró los ojos y se obligó a concentrarse en lo que le decía.
- Estoy pisando el acelerador ahora mismo.- Farfulló, en un intento de seguirle el juego, aunque lo cierto era que había disminuido un poco la velocidad.- Vigila que no se enfríe nada. No tardaré mucho.
Jayne rió de manera sensual y cortó la comunicación sin agregar nada más. Tim dejó el teléfono a un lado lentamente, sabiendo que, según lo mucho que conocía a su esposa, lo esperaba una noche memorable.
Pero muy a su pesar, no fue una sonrisa de felicidad lo que se extendió en su rostro, sino algo mucho más parecido a una mueca de resignación.

Para Georgia fue una noche interminable. Cuando cerraba los ojos tratando de conciliar el sueño, no hacía más que reencontrarse con los húmedos recuerdos de lo que acababa de suceder con Tim. No hacía más que sentir cómo en lo profundo de su alma millones se sentimientos olvidados borboteaban, tratando de salir a la superficie, abriéndose paso, destrozando sus recuerdos, volviéndola vulnerable, sacándola de quicio, calmándola con un dulce roce de labios que se anhelaban. Para cuando el amanecer comenzó a rayar el horizonte no sólo estaba cansada, sino que tenía la firme creencia de que estaba al borde de la locura.
No podía darse el lujo de recaer en el viejo amor que había sentido por Tim. Al menos no después de haberlo destrozado en mil pedazos, causándole un dolor imperdonable, abandonándolo. No podía darse el lujo de enamorarse otra vez de él, porque sacárselo del corazón ya había sido suficientemente difícil para pasar por ello de nuevo.
Y así y todo… había tanto en él que parecía indicarle que el mismo fuego que ella había sentido, estaba dentro suyo también… la ansiedad en el beso. Lo profundo de su mirada. La preocupación oculta en sus palabras.
Sin embargo, Georgia tenía motivos para pensar que Tim se lo hiciera apropósito. Quizás su modo de vengarse por lo que le había hecho quince años atrás fuera hacerla caer en sus redes para ser él quien le rompiera el corazón. Pagarle con la misma moneda. Hacérselo sufrir en carne propia.
Escondió la cabeza bajo la almohada. No podía pensar en Tim como en alguien que causaba sufrimiento por placer. Aunque la verdad era que después de todo ese tiempo, no podía estar segura de conocerlo del todo. Es decir… se había casado con Jayne, ¿o no? Eso prácticamente demostraba que era capaz de cualquier cosa.
Desde que se había dado media vuelta y se había marchado a Londres borrando el pasado con su huida, Georgia había pensado en Tim con pena, como algo valioso e irrecuperable. Había imaginado mil reencuentros diferentes, pero todos desde el mismo punto de vista: lo que habían tenido ya no existía y volver a verse no despertaba emoción alguna. Se había equivocado tanto que sentía el estómago revuelto. Lo que había sentido quince años antes no tenía comparación con lo que había sentido esa noche. Antes había sentido como una niña, ahora lo sentía como una mujer. Ese ardor en las entrañas, la ansiedad casi dolorosa, el deseo que la ahogaba… ningún otro hombre la había hecho pasar por algo así.
Lo peor era que no se trataba de una reacción meramente física. Georgia había estado muy consciente de cómo su corazón se agitaba en lo profundo de su pecho a medida que Tim la apretaba contra su cuerpo. La electricidad vibrante que la recorría desde las puntas de los pies, subiendo por su columna como un escalofrío, haciéndole que se le erizara la piel…
Estaba cayendo estúpidamente en una espiral de la que no podría escapar más tarde. Si volvía a enamorarse de Tim no sería capaz de olvidarlo. Si volvía a enamorarse de Tim iba a sufrir de tal manera que su única escapatoria sería implorar por una muerte rápida y piadosa.
Sabía exactamente de qué se trataba todo aquello. Estaba recibiendo su merecido. Algún tipo de poder divino estaba haciéndola pagar por sus errores, haciéndola ver que no podía volver el tiempo atrás y enmendarlo todo. Haciéndola ver que no podía recuperar lo perdido, porque alguien más había sabido valorarlo cuando era debido. Y era demasiado tarde para arrebatárselo a Jayne…
El verdadero error, en realidad, había sido besarlo. Si no hubiese caído en la tentación, la confusión jamás la hubiese embargado de ese modo. Hubiese seguido con su vida (patética, fallida, decaída, vacía), sin tener que lidiar además con todo el hecho de que sus sentimientos por Tim estaban alborotándola por dentro. Ya tenía suficientes problemas, ¿o no?
No. Aparentemente no los tenía porque, de repente, una imperiosa necesidad se adueñó de ella. Pero no la necesidad de volver a besarlo, o de abrazarlo o de hacer el amor con él. Si no más bien, la de saber si, en algún nivel abismal e inalcanzable, Tim habría sentido lo mismo que ella.

Del otro lado de la ventana, el cielo de Battle parecía devolverle el reflejo de cómo se sentía por dentro: varias nubes grises se acumulaban en lo alto, anunciando prontas lluvias. Tim le dedicó una sonrisa amarga al aciago clima.
Jayne revoloteaba por la cocina, terminando de preparar el desayuno. Estaba de un humor increíblemente bueno. Quizás se debía a que había pasado una noche magnífica con su esposo, aunque no parecía notar que él no se encontraba igualmente satisfecho y feliz. Había estado demasiado ocupada experimentando un placer extraordinario para notar que Tim no mostraba respuesta alguna. Y estaba demasiado ocupada haciendo tostadas y buscando tazas en la alacena para notar el aspecto sombrío con que Tim escrutaba el exterior.
Sirvió café y lo dejó sobre la mesa de la cocina. Al ver que su marido estaba tan absorto observando el grisáceo paisaje del otro lado, se acercó sigilosamente y lo abrazó por detrás, apoyando la cabeza en su hombro.
- ¿En qué piensas?- Susurró, dándole un pequeño beso en la mandíbula. Tim no se movió.
- En nada.- Contestó con voz grave. Se acomodó los lentes y cerró los ojos un segundo. Tenía la sensación de que estaba alucinando. Le parecía ver a Georgia acercándose por North Trade Road.
- Entonces ven a sentarte antes de que se enfríe.- Volvió a besarlo y lo soltó. Se acercó a la mesa y tomó asiento.- ¿Quieres mermelada?
Negó con la cabeza en silencio y se sentó frente a ella, aún con la mirada perdida en algún punto fuera de la casa. Su alucinación de Georgia seguía caminando, aproximándose cada vez más. Llevaba un sobretodo beige ceñido a la cintura y el cabello castaño le revoloteaba alrededor del rostro.
Bebió un sorbo de café. Jayne parloteaba sobre ir al supermercado y comprar algunas cosas que hacían falta. Su Georgia imaginaria clavaba un alto tacón negro en un montoncito de lodo y se detenía a examinar el zapato, indignada. El vecino de enfrente sacaba el auto de la cochera y se detenía brevemente antes de avanzar para dejarla pasar. Georgia esbozó una pequeña sonrisa y saludó con la mano, en agradecimiento.
Tim se enderezó en su silla. ¿Entonces no estaba alucinando? La vio apurar el paso y cruzar casi corriendo hacia el pórtico de la casa.
Se puso de pie casi de un salto.
- ¿Qué pasa, Timmy?- Inquirió Jayne, frunciendo el ceño.
- Acabo de recordar que tenía que… hacer una llamada. Ahora vengo, cariño.
No esperó siquiera para ver si su mentira era aceptada o no. Salió disparado fuera de la cocina y caminó con largas zancadas hacia el vestíbulo. Abrió la puerta de un tirón para encontrar a Georgia husmeando disimuladamente en una de las ventanas.
Se volvió cuando oyó que salía. Su rostro reflejó cierto alivio al ver que se trataba de Tim y no de Jayne.
- ¿Qué estás haciendo?- Espetó él en un murmullo bajo.
- Necesito hablar contigo.- Respondió ella, también susurrando.
- ¿Y vienes a buscarme aquí? ¿Estás loca?- Fue hacia Georgia y la tomó de un brazo. Rodeó la casa hacia la parte más alejada de la cocina, arrastrándola con él.
- Bueno, sé que quizás no es la mejor idea pero no tengo tu número de teléfono y no sabía dónde más encontrarte.- Dijo, intentando seguirle el paso.
Tim la empujó contra una pared y miró alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie que los estuviera escuchando.
- Habla, rápido.- Musitó, en una especie de orden.
Georgia se cruzó de brazos, algo disgustada.
- ¿Sabes? No creo que te interese demasiado lo que tengo para decir. Es evidente que sólo quieres sacarme de en medio.- Farfulló, enfurruñada.
- Georgia, por amor de Dios, no tengo tiempo para tus jueguitos.- La contempló con impaciencia.- Mi esposa está ahí dentro, por si no lo sabías. Y no es estúpida.
- Quiero hablarte de lo que pasó anoche.- Exclamó, yendo directo al grano.
Tim se removió algo incómodo.
- No me parece necesario que hablemos de ello. Y tampoco es tan urgente para que vengas a buscarme aquí. ¿Por qué no esperas a que…?
- No pude dormir en toda la noche.- Interrumpió ella. Estaba a punto de explotar.
Él se quedó en silencio, observándola fijamente. Sus ojos azules la traspasaban, la quemaban, la intimidaban.
- Naturalmente.- Contestó, aparentando desinterés.- Tienes demasiadas cosas en la cabeza, Georgia. Ya te dije que te despreocupes un poco.
- No fueron mis problemas los que no me dejaron dormir, y lo sabes.- Sin poder evitarlo, estiró las manos y lo agarró por la remera azul. Quería sacudirlo para que reaccionara. O quizás acercarlo y besarlo de nuevo.
La mirada de Tim se llenó de cautela, como interpretando sus intenciones ocultas. Bajó aún más la voz.
- Por favor, Georgia, no es el momento.- Parecía tan fácil inclinarse unos centímetros y tocar sus labios con los suyos. Volver a hundirse en ese sabor que lo embriagaba. Borrar ese nefasto estado de ánimo en que se encontraba con sólo probarla nuevamente.- Lo de anoche nunca debió suceder.
- Pero sucedió.- Repuso, testaruda, aferrándose con más fuerza.- Y tiene que haber una razón.
- Si es lo que viniste a buscar, lamento decirte que no la tengo.- Le tomó las manos y se las apartó.- Vete a tu casa, Georgia, y olvídate de lo que pasó.
Se quedó muy quieta, mirándolo con intensidad. ¿Cómo podía decirle que se olvidara?
- ¿Olvidarme?- Repitió incrédula.- ¿Te crees que no intenté olvidarme? ¿Te crees que no intenté pensar en otra cosa mientras daba vueltas y vueltas en la cama sin poder hacer otra cosa que…?
A Tim pareció ganarlo la curiosidad cuando la interrumpió.
- ¿Por qué te importa tanto?
Georgia decidió sincerarse aunque no fuera una idea muy brillante.
- Quizás porque no esperaba sentir lo que sentí.
Tim fue envuelto en un manto de perplejidad. ¿Qué era lo que Georgia quería decir? Le daba incluso miedo preguntárselo.
Al ver que dudaba, Georgia volvió a hundir las manos en la ropa y acercarlo a ella. Tenía que saber qué sentía.
- Me besaste, Tim. Tiene que significar algo. Fuiste a buscarme.
- No fui a buscarte.- Replicó enseguida.- Estaba de paso y te vi. Ya te lo dije.
- ¿Importa eso en realidad?- Georgia sintió que la respiración empezaba a fallarle.- ¿No subiste y te quedaste conmigo? ¿No me tomaste la mano? ¿No me besaste como si tu vida dependiera de ello?
Vio cómo Tim iba desmoronándose de a poco y supo que estaba a punto de lograr que hablara.
- Por favor, Georgia.- Volvió a decir.- Lo último que quiero es que se repita la historia de hace quince años.
- Tampoco yo lo quiero.- Levantó las manos hacia su rostro, obligándolo a mirarla. Moría de ganas de besarlo y estaba empezando a decidirse a hacerlo, para ver si con eso lograba ablandarlo del todo.- Hice muchas estupideces. Creí que no podría afectarme de nuevo. Pero lo que pasó anoche, Tim… me descolocó por completo.
- No puedo.- Musitó, apelando a toda su fuerza de voluntad para decir esas palabras.- Georgia, no puedo.
- Pero quieres, ¿verdad?- Se pasó la lengua por los labios, ansiosa.
Tim se quebró. Se inclinó lentamente, luchando contra la última resistencia que le quedaba. Sus labios se tocaron apenas, haciendo que Georgia temblara y lanzara un jadeo que parecía consumirla por dentro.
- Vas a volverme loco.- Susurró, abriendo apenas la boca, tentadoramente.
Un ruido provino desde el interior de la casa, haciendo que Tim se apartara y mirara a los lados, sintiéndose algo afiebrado. Georgia se quedó estática, aún esperando el beso.
Pero cuando él la soltó, regresó a la realidad.
- Será mejor que te vayas.- Le dijo.
- Tim…- Lo miró, abatida.
- Si realmente necesitas que hablemos al respecto, te buscaré más tarde.- Le dedicó una mirada significativa, pero que no parecía del todo fuerte.- Hablar, Georgia. ¿Entendiste?
Asintió muy despacio, enderezándose un poco, sin dejar de mirarlo. Ahora se sentía todavía más confundida.
Tim dio algunos pasos hacia atrás para darle espacio y dar a entender que quería que se fuera de inmediato. Georgia sólo se quedó allí parada dos segundos más. Entonces sus piernas decidieron responderle y comenzó a alejarse por la galería, camino a las escalinatas que daban a la calle. Se volvió únicamente una vez para verlo y Tim ya había desaparecido.
Un trueno resonó en el cielo grisáceo y Georgia se apretó el sobretodo con más firmeza sobre el cuerpo. Sin embargo, la tormenta que se avecinaba no tenía comparación alguna con la que estaba a punto de estallar dentro de la casa de North Trade Road.
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10 comentarios:

Maggie dijo...

ahhh lo has subido!! qué linda!! nos has calmado las ansias! imagínate que mis hermanas y yo todos los días revisamos el blog para leer más!
tienes un talento impresionante para escribir...
qué imaginación!
qué interesantes escenas se forman en la mente...

bravo!!!

karidiva dijo...

gracias por subirlo!!!

habia revisado todo el dia para ver si ya lo habias subido.

Magnifico talento niña, felicitaciones!!

L.- dijo...

Gracias de nuevo por los comentarios! Es el tipo de cosas que a uno lo inspira a seguir! Besotes a las dos, em alegra que les guste!

Laura.

Unknown dijo...

seguí todas tus historias!.. y me parecieron geniales! pero esta historia en particular mujer.. sí que es excelente! que talento que tenes! la verdad te felicito!! y espero el próximo capítulo a ver el lío que se arma! :P
saludos!

asdasdasd_ dijo...

aww... creo que mori !! el prox. capitulo my god !!!!!!!!!

por fis oru no te demores en actualizar porque cada vez se pone mas interesante !!
besitos !

Lali dijo...

OMG! La qe se le viene a Tim con la zorra, digo, con Jayne!! Espero qe finalmente se rinda y se de cuenta qe no puede contra el amor qe siente por Georgia u.u
me mori con lo de... 'me vas a volver loco'
jajaja dios mio u.u Please, subi el capi 15 prrrrronto, esto se pone cada vez mejor. Y, nuevamente, te felicito! no me canso de halagarte, porqe realmente escribís excelente! Seguí así :)

pili dijo...

*THUD*

Anónimo dijo...

sii!!! q bueno q actualizaste :D
esta demasiado entrete!! q deparará el futuro? :O omgshh, mueroooo x_x

sam_mccartney dijo...

ooooh a ver como viene la "tormenta" !!
Gracias por actualizar!
Saludos!

Anónimo dijo...

el "me vuelves loco" lo dice todo
aaaaaaaaaaaaaaaaa que pasará en la junta que tendrán en la noche para "hablar"
necesito leer más por favor!!!
me he imaginado todos los encuentros de tim y georgia escondidos arrancando de jayne xd, que desaparezca pronto de la historia, en esta ha durado mucho.