jueves, 3 de septiembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 9.

Con un lento parpadeo de incredulidad, Tom observó a Tim ir y venir a lo largo y lo ancho del estudio, dejando detrás una estela de furia que hacía años no presenciaba.
- ¿Y a ti qué te importa?- Preguntó, cruzándose de brazos, tratando de descubrir qué demonios le pasaba a su amigo.
- ¿Qué me importa qué?- Bramó Tim con brusquedad, deteniendo su paseo para mirarlo con la intensa mirada azul llameando de enojo.
- Que Georgia vaya a tener una cita.- Contestó, poniendo los ojos en blanco, como si fuera obvio.
Tim pareció molestarse aún más.
- ¿Estás bromeando? ¿Por qué diablos iba a importarme lo que haga o lo que deje de hacer? Puede tener una cita con medio pueblo, me da lo mismo.- Farfulló, dejándose caer finalmente contra un mullido sillón negro que estaba en un rincón.
Tom observó cómo apoyaba los codos en las rodillas y se sostenía la cabeza con las manos. Era increíble cómo con un solo movimiento podía dejar obsoletas todas sus palabras. Tim era un mentiroso.
- Tengo que admitir que me alegra que lo digas.- Masculló, sirviéndose una taza de café. Tim levantó la cabeza para mirarlo.- Porque soy yo quien invitó a Georgia a cenar el sábado.
La reacción de Tim fue inmediata. Se puso de pie de un salto, su rostro se volvió de un color rojizo que Tom jamás había visto ni siquiera en sus propias mejillas y la respiración pareció acelerársele.
- ¿Qué hiciste qué?- Espetó de mala manera y Tom no pudo hacer más que esbozar una sonrisa de satisfacción.
- Sólo estoy probándote, idiota.- Repuso, dejando su taza a un lado.- No me trago eso de que no te afecta lo que Georgia haga. Has estado extraño desde el primer momento en que supiste que estaba de regreso. Te sigue importando tal y como te importaba hace quince años.
Mucho más malhumorado de lo que estaba en un principio, Tim se dio media vuelta y, decidiendo no responder, salió del estudio, atropellando a Richard que entraba en ese mismo momento.
- ¡Hey!- Exclamó éste, parándose a mirarlo.- ¿Y a ti qué te pasa?
Pero Tim ya había salido y pronto escucharon que encendía el motor de su auto y se iba de allí. Richard miró a Tom, en busca de una explicación.
- Una de dos…- Musitó él, sentándose en el sillón que antes había ocupado Tim.- O acaban arrancándose los ojos entre ellos, o arrancándose la ropa.
Rich no necesitó oír más.

Frunciendo los labios con inseguridad, Georgia se miró en el espejo y se dijo que, aunque el entallado y elegante vestidito negro (ese que toda mujer debe tener en su armario) le quedaba de maravillas, quizás desentonaría por completo con el tipo de cita que Eddie podía llegar a tener en mente. Se lo imaginaba llegando en pantalones de gimnasia y llevándola a una hamburguesería.
Algo deprimida por la desafortunada cita a la que ni siquiera tenía ganas de asistir, se volvió hacia el revoltijo de ropa colgando de cada uno de los aparatos de ejercicio que había en su habitación para hacer un repaso rápido, por si deseaba cambiar de opinión…
Bueno, por supuesto que deseaba cambiar de opinión. Quería decir que no podía ir. Que no le parecía buena idea, que tenía algo mucho más importante que hacer… a pesar de que eso no fuera cierto. A menos que mirar alguna lacrimógena comedia romántica acurrucada en el sillón más sola que una larva, consumiendo masivas cantidades de chocolate pudiese contar como un plan decente. Con la poca lógica que le quedaba, se respondió a sí misma que no.
Antes de cambiarse (la cómoda imagen de su pijama se colaba en su mente con increíble calidez), bajó hasta la cocina para verificar que esas masivas cantidades de chocolate realmente existieran. Cuando entró su madre la miró de arriba abajo con una ceja arqueada, mientras acarreaba un cesto con ropa limpia al cuarto de planchado.
- ¿Vas a salir?
- En realidad…- Musitó, metiendo la cabeza dentro del refrigerador con curiosidad. Pero no pudo llegar a concluir la frase. Una voz familiar la interrumpió y Georgia se irguió bruscamente, sin poder creer que el muy descarado hubiese sido capaz de regresar a su casa nuevamente…
- Probablemente hacia fin de año.- Estaba diciendo, lo cual no tenía ningún tipo de sentido. Hasta que encontró que la voz de Tim Rice-Oxley provenía de la televisión. Un primer plano de su rostro la tomó por sorpresa. Lo único visible del resto de su cuerpo era el inicio de su pecho, enfundado en una remera fucsia escote en V. Georgia siempre había admirado a los tipos capaces de vestir una prenda de colores identificados más bien como femeninos. Pero de Tim sólo significaba una cosa: era un marica.- Nuestra idea es tomarnos todo con calma, descansar a la vez que trabajamos. Ya hay bastante tiempo para estresarnos cuando estamos de gira.- Y lanzó una breve risa algo nerviosa.
Cerrando la puerta del refrigerador de un golpe brusco, Georgia se volvió hacia su madre, decidida a quitarle la vista de encima a ese idiota. Ese idiota creído, manipulador, malvado, sexy…
¡Hasta malvado era suficiente!
- Sí.- Murmuró de mala manera.- Sí, voy a salir.
Y corrió hacia las escaleras para buscar los tacones más altos que tuviera en su colección.

El sonido y el vapor de la ducha lo inundaban todo. Tim cerró los ojos y dejó que el agua tibia le diera de lleno en la cara. Últimamente se sentía inusualmente tenso y esas duchas largas y relajantes eran lo único que lograban calmarlo. Quizás necesitaba tomarse un poco más de tiempo libre, pasar menos horas en el estudio…
Pasándose el dorso de la mano por los ojos para quitarse el excedente de agua, se dijo que era mejor no ponerse a escarbar en la razón de su tensión.
Escuchó un golpecito suave en la puerta del baño. Asomó la cabeza por una rendija de la mampara de vidrio que rodeaba la ducha para espiar, en el preciso momento en que Jayne asomaba la suya.
- ¿Cariño? Me preguntaba si querías algo en especial para cenar.- Dijo, entrando y dejando la puerta abierta para que se fuera un poco el vapor.- O tal vez prefieras salir. La noche está muy bonita.
Tim la miró fijamente, como sopesando sus posibilidades unos segundos y decidió que lo que necesitaba era estar en casa con su esposa, por algún motivo que realmente no acababa de entender. Era una necesidad muy fuerte. Habían estado allí todo el día, sin hacer mucho, pero de todos modos le parecía mejor que esa noche se quedaran de puertas para adentro.
- La verdad estoy un poco cansado.- Respondió, haciendo una mueca de disculpas bastante tierna.- ¿Te molestaría quedarte en casa hoy? Podemos dar una vuelta por ahí mañana…
Jayne sonrió.
- Claro. Cocinaré algo delicioso y si quieres después podemos ver alguna película.- Limpió el espejo empañado mientras hablaba.- Ayer compré esa que nos recomendó tu hermano.
- Suena perfecto.- Tim le devolvió la sonrisa y Jayne no pudo evitar acercarse a besarlo.- Pero no hagas planes para el postre…- Agregó en una especie de gruñido.- Porque ya tengo algo en mente…
Su esposa rió por lo bajo y salió del baño, dejándolo solo, para ir a preparar la cena. Tim perdió la sonrisa de inmediato y se preguntó por qué aquella escena, aunque ya muy familiar, se le había antojado tan incómoda y antinatural.
Unos pocos minutos después, cerró el agua de la ducha y se envolvió en una toalla. Se quitó el pelo mojado de la frente y se miró en el espejo, indeciso respecto a si quería o no afeitarse. Tenía ya una sombra de barba de un par de días que, si bien no le daba un aspecto de desaseado, tampoco lo hacía parecer el tipo más pulcro del mundo. Se rascó la barbilla y acabó por optar afeitarse al día siguiente antes de salir.
Estaba ya buscando algo de ropa cómoda en su habitación cuando su teléfono celular empezó a sonar en el bolsillo del jean que se había quitado antes de ir a bañarse. Lo buscó rápidamente y echó un vistazo al identificador de llamadas: era Tom. Atendió distraídamente.
- Hola Tom.
- ¡Hola! ¿Estás ocupado?- Preguntó su amigo del otro lado. De fondo se oía ruido de calle. Quizás lo llamaba para ver si quería salir o acompañarlo a alguna parte.
- De hecho, no. Acabo de salir de la ducha y estaba vistiéndome. ¿Qué estás haciendo?
- Fui a comprar algo de comer. Nat tiene un dolor de cabeza terrible, así que le prohibí cocinar esta noche y me ofrecí a encargarme de la cena.- Carraspeó.- De modo que me di una vuelta por The Fat Duck.
- Es un buen restaurante.- Comentó Tim. Había ido un par de veces y la comida le parecía excelente.- Jayne y yo vamos a quedarnos en casa esta noche, también.
- Ah…- Tom empezó a sonar sospechoso. Tim frunció el ceño.- Bueno, genial. Espero que lo pasen bien.
- ¿Llamaste sólo para decirme que a Nat le duele la cabeza y que tú fuiste a comprar algo de cenar?- Inquirió.
- No exactamente.- Contestó Tom y el otro empezó a sentir que perdía la paciencia.
- ¿Qué pasa? Dímelo de una vez.
- Bueno…- Tom vaciló. Ahora que tenía que decírselo, no estaba seguro de que fuera una buena idea.- La cosa es que estaba esperando lo que había ordenado cuando vi que Georgia entraba.
Tim había empezado a creer que la llamada iba a ir por esos lados. Cerró los ojos y contó por dentro hasta tres, para no ponerse más histérico.
- Encontrarse a Georgia en un pueblo tan pequeño no es ninguna gran hazaña, así que imagino que todo este chisme viene a que es justamente la noche de su cita y tú fuiste testigo de ello, ¿verdad?- Apoyó el hombro desnudo contra la puerta del baño.
- Bueno…- Repitió y Tim sintió ganas de cortarle.
- Mierda, Tom, ya te dije mil veces que no me interesa.
- Si no te interesa, ¿por qué estás tan pendiente de ello?
- ¡No estoy pendiente de nada!
- ¡Claro que sí! ¡Supiste al instante a qué me refería! Quiere decir que no te has olvidado en toda la semana que Georgia iba a tener una cita hoy.
- ¿Te piensas que no tengo nada mejor que hacer que llevar su agenda social?
- Vas a tener que admitir tarde o temprano que esto te está afectando demasiado…
- Por supuesto que no, no seas ridículo. No me importa. Para nada.
- No te creo una sola palabra. El otro día en el estudio parecía que ibas a echar fuego por la boca.
- Dios. Juro que estoy a punto de colgarte.
- ¿Y por qué no lo haces?
- No me provoques.
- Bien, bien. Como quieras. Hablemos de otra cosa. Iba a llamarte esta tarde para decirte…
- Mierda. Cierra la boca, Tom. ¿Con quién está?
De un lado de la comunicación, Tom no pudo evitar esbozar una sonrisa de lo más amplia. Del otro, Tim sentía que toda la tensión regresaba a cada músculo de su cuerpo.
- No me lo vas a creer…
- ¿Lo conozco?- Tim se enderezó, pensativo.
- Sí. Es de la escuela. Quizás te acuerdes de él.- Respondió con calma.- Creo que estaba en la misma clase que ustedes. Recuerdo que tú lo odiabas… te ponías de todos los colores cada vez que se acercaba a Georgia.- Tom murmuró por lo bajo, como si estuviera tratando de dar con el nombre correcto.- ¿Era Eric? ¿Eric Green?
Tim rechinó los dientes.
- ¿Georgia salió con Eddie Green?
- ¡Eso es! Eddie. Sabía que tú ibas a acordarte…
- ¡¿Georgia salió con Eddie Green?!- Repitió, sintiendo de repente que tenía ganas de pegarle un puñetazo a algo.
Tom no se esperaba una reacción tan exagerada.
- Sí…
Pero Tim ni siquiera aguardó a ver qué más le decía. Cortó el teléfono, lo arrojó sobre la cama y salió disparado hacia la cocina, donde Jayne estaba metiendo algo al horno.
- ¡Ah, cariño!- Farfulló distraída.- ¿Qué dices si…?
- ¿Sabes, cielo?- Interrumpió Tim, suavizando instantáneamente su tono.- Creo que cambié de opinión.- Le dedicó una sonrisa y le envolvió la cintura con los brazos.- Deberíamos salir a cenar. Podemos descansar mañana.
- ¿Seguro? Pensé que preferías…
- Estaba pensando que…- Cortó, dándole un beso lento en el inicio del cuello.- No somos dos viejos aburridos.- Sonrió contra su piel.- Aún podemos salir a divertirnos por ahí…
Jayne levantó los brazos y lo abrazó despacio.
- Como quieras. Déjame sacar esto del horno y cambiarme…
- Genial.- La soltó enseguida y regresó a su habitación a toda velocidad, aún con la toalla envuelta en la cintura.
Dentro de él algo hervía con fuerza, como aguas turbulentas. No estaba actuando con mucha claridad, excepto por una certeza que no podía ser más clara para Tim: iba a arruinarle la noche a Georgia Atwood, fuera como fuera.

Al franquear la puerta de The Fat Duck, Georgia no pudo más que sentir un intenso alivio. Eddie no sólo no se había puesto un pantalón de gimnasia (tenía que admitir que estaba bastante bien vestido), sino que también había escogido un restaurante ciertamente bonito para llevarla a cenar.
Debía de ser relativamente nuevo, porque no tenía recuerdos de aquel sitio y estaba segura de que se acordaría de uno de los pocos lugares de Battle que le habían parecido agradables. Eddie había hecho una reservación y su mesa los estaba aguardando, detrás de una especie de separación hecha en madera rústica que dividía el restaurante en dos, que llegaba a la altura de la mesa y estaba cubierto de flores encima.
- Excelente elección.- Musitó Georgia mientras tomaba asiento, y le dedicó la primera sonrisa auténtica desde que pasara a recogerla.
- Gracias.- Eddie también sonrió. Tenía ojos claros que no dejaban de mirarla, cosa que a veces podía llegar a asustarla, pero supuso que no había de qué preocuparse.- Pensé que estarías acostumbrada a restaurantes importantes allí en la ciudad. Quise estar a tu altura.
- No debiste tomarte la molestia.- Una segunda sonrisa mientras aceptaban la carta de vinos.
Eddie pareció cobrar algo de confianza. Observó al camarero con aire conocedor.
- Beberemos un Pinot Noir, blanco.- Georgia frunció levemente la nariz, de modo que todo el aplomo de Eddie se vino al piso.- ¿Prefieres otro vino?
- De hecho…- Georgia carraspeó, incómoda.- Pinot Noir es un tipo de champagne.- Levantó la mirada hacia el camarero, dispuesta a evitar que Eddie metiera la pata de nuevo. Se había puesto rojo de la vergüenza.- Si tiene algún Cabernet Sauvignon, cosecha del setenta y tres, estará bien.
- Por supuesto, señorita.- El camarero hizo un asentimiento hacia ella y se retiró rápidamente.
Eddie se removió incómodo en su asiento.
- Bueno… ya descubriste que no sé de vinos.- Se encogió de hombros, tratando de salvar la situación.- Pero al menos ya sé que champagne pedir.
Georgia sonrió. El camarero regresó y les sirvió a ambos sus copas. Esperó a que ella probara y aprobara el vino.
- ¿Sabes…?- Masculló y le pareció que estaba algo inquieto.- He querido salir contigo desde que teníamos doce años.
- Eres muy tierno, Eddie.
- Si no hubiese sido por Rice-Oxley te lo hubiese pedido antes. Quizás todo hubiese sido diferente.- Georgia desvió los ojos hacia su inmaculado plato, incómoda.- Lamento que por su culpa hayas tenido que irte del pueblo.
- Yo no me fui por culpa de Tim.- Dijo ella, sorprendida.
- ¿Ah no? Eso era lo que se decía. Que habían discutido.- Eddie empezó a estudiar el menú.- Después empezó a salir con Jayne y todos supusieron que te había engañado con tu mejor amiga…
- Por Dios…- Georgia se llevó una mano al pecho.- ¿Estás bromeando? ¿Todo el pueblo piensa que eso es lo que sucedió?
- Al menos lo pensaban en ese momento.- Volvió a encogerse de hombros.- Ahora nadie lo recuerda. Todos los ven como una pareja de lo más natural…
Georgia se dio cuenta que estaba apretándose los dedos con más fuerza de la necesaria y aflojó el apretón. Trató de vaciar sus ojos de enojo alguno y sonrió con amabilidad.
- ¿Te importaría hablar de otra cosa? No pensé que tu idea de una cita era que habláramos de Tim y Jayne.- Sonó cortés pero tajante y Eddie entendió de inmediato.
- Claro que no. ¿Por qué no me cuentas que has estado haciendo todos estos años?
Georgia se embarcó en la misma vieja historia de cómo había conseguido una vida fabulosa en Londres, pensando que el relato se volvía más y más insulso cada vez que lo contaba. Eddie, sin embargo, la escuchó con atención, o al menos eso le pareció a ella. Era agradable que un tipo no estuviera escrutando su escote mientras ella hablaba.
Entremedio, ordenaron los respectivos platos y Georgia decidió ir a chequear su maquillaje antes de que trajeran la comida. Se levantó lentamente, excusándose y le pidió indicaciones al camarero.
Se dirigió hacia un pasillo y entró en el tocador de damas. Se miró en el espejo y le pareció que todo estaba en orden, pero se aseguró, retocándose un poco el lápiz labial. Se lavó las manos y volvió a salir.
El pasillo era largo y estaba iluminado tenuemente por unos elegantes apliques en las paredes con forma de candelabros. Escuchó que otra puerta se movía y unos pasos detrás de ella, pero supuso que alguien acababa de salir también del baño y no se volvió.
Pero cuando sintió la presión en su brazo, se dio vuelta con brusquedad. Sobresaltada, más no asustada porque no creía que alguien fuera a atacarla dentro de un restaurante repleto de gente, su primer pensamiento fue que Eddie no era tan caballero después de todo.
Se olvidó por completo de Eddie cuando vio que quien acababa de detenerla era Tim. Acercó su rostro hacia ella y en sus ojos azules había un brillo de ferocidad. Tenía los labios tensionados, tanto como los músculos de los hombros.
- ¿Qué…?- Balbució Georgia, confundida y asombrada en partes iguales. Pero Tim la encasilló contra la pared sin delicadeza alguna y puso los brazos a sus costados para evitar que se escapara.
- ¿Qué mierda estás haciendo aquí con él?
- ¿Qué haces aquí?- Espetó ella, mirando a los lados para ver si alguien llegaba en ese momento,
- Vine a cenar con mi esposa.
- Qué casualidad.- Suspiró con fastidio.- De todos los lugares, ¿tenías que venir justo a…?
- No me has respondido.- Cortó impaciente.- ¿Qué haces en una cita con Eddie Green?
- No es asunto tuyo.- Puso los brazos en jarra.
- No puedes salir con él.- Murmuró, autoritario.
Georgia arqueó una ceja.
- ¿De verdad?- Se hizo la sorprendida.- Vaya, creí que ahora que te has casado podía empezar a ver a otras personas.
- No te hagas la lista conmigo, Georgia. Ese tipo es un idiota y lo sabes muy bien.- Hablaba apenas en un susurro pero parecía que sus palabras tenían filo.
- No más idiota que tú, lo que ya es decir mucho.- Le dio un empujón pero no pudo moverlo ni un centímetro.- ¿Me dejas ir, por favor?
- No voy a irme hasta que te deshagas de él. No confío en que…- Exclamó, acalorándose de repente.
Georgia abrió los ojos de par en par.
- No puedo creerlo. ¿Acaso me estás cuidando, Timmy?
Tim se enfureció aún más al ver que se estaba burlando de él. Golpeó la pared con el puño, haciendo que Georgia se achicara un poco en su lugar.
- Ridícula.- Masculló, furioso, casi escupiéndole su enojo.- ¿Crees que por salir con un hombre como ese vas a lograr que yo te preste atención?
- Tu atención es lo último que quiero.- Volvió a empujarlo, nuevamente sin éxito.- Egocéntrico. El mundo no gira a tu alrededor. Y yo tampoco. Así que suéltame para que pueda ir a continuar con…
- Con tu farsa.- Completó Tim, apretándola aún más contra la pared para seguir reteniéndola.- Nunca te interesó Eddie. Y ahora es aún más estúpido de lo que era en la escuela. No me creo eso de que sales con él porque quieres…
- Te dije que me sueltes.- Lo miró, ya demasiado enojada. Todo aquello era una verdadera idiotez.- Vete a comer con tu mujer.
- Y tú vete a casa.
Georgia esbozó una sonrisa, decidiendo hacerlo explotar de una vez por todas para que la dejara en paz.
- No tengo la intención de pasar la noche en casa.- Puso un dedo en el pecho de Tim y empezó a empujarlo.- Pensaba que quizás Eddie pudiera darme un lugarcito un poco más acogedor que el que tengo en casa de mis padres…
El fuego en los ojos de Tim fue tan visible que casi la asustó. La mandíbula se le petrificó y se preguntó si sería capaz de darle una bofetada por haber dicho algo así.
La tomó por los hombros con fuerza, casi haciéndole daño y se abalanzó sobre ella violentamente. Sus labios se tocaron apenas y Georgia anticipó un beso de lo más salvaje…
- ¿Todo está en orden?- Tim movió la cabeza para ver de donde provenía la interrupción. Georgia vio que se trataba del camarero que estaba atendiéndola a ella y a Eddie. Dio un paso hacia ellos, extrañado ante la inusual escena.
- Sí, claro.- Con total calma, Tim se hizo levemente a un lado para que Georgia no pareciera tan acorralada.- Somos viejos amigos. Sólo estábamos hablando.
- De acuerdo.- El camarero echó un último vistazo.- Su mesa está ya servida, señorita.
- Gracias.- Georgia sonrió, aún algo confundida y esperó a que estuvieran solos de nuevos. Tim la miró sin inmutarse y ella medio aguardó a que retomara donde los habían interrumpido…
- Tu amigo debe estar preguntándose dónde estás…- Le dedicó una mirada de desprecio.- No querrás hacer nada que te haga perder la oportunidad de acabar en la cama con él…
Y se marchó tranquilamente, como si no acabara de perturbar todo el sistema nervioso de Georgia con el roce de sus labios y sus celos incontrolables y sin explicación.
Tambaleándose, ella también regresó a su mesa, pero comenzó a pensar que esa iba a ser una noche muy larga.
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4 comentarios:

pili dijo...

me dejas sin palabras!!!

Lali dijo...

dioooooos
NECESITO LEER MAS!!!!!! esto se pone cada vez mejor!

Anónimo dijo...

OMG!!!! :O :O

Afterglow dijo...

wooow!!! que bien escribis! me encanto! :D
Me encontre con el capitulo 9 de tu fic por casualidad, y me enganche despues de leer el primer renglon! moooy buena!