domingo, 20 de diciembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 21.

Cuando cayó la noche en Battle, Jayne llevaba bastante rato sentada pensando que estaba sumida en la más impenetrable oscuridad. Se hubiese sentido de ese modo aún recostada en el césped bajo los rayos ardientes del sol en una tarde calurosa de agosto. Se hubiese sentido así aún teniendo un millón de reflectores apuntándole directo al rostro.
Tener la certeza de que, mientras ella estaba sola en su casa creyendo que moriría de tristeza, Tim estaba revolcándose con Georgia en The Barn era simplemente espantoso. Y había sido todavía más horrible descubrir que muchas de las veces que había creído que su esposo estaba trabajando o divirtiéndose con sus amigos, había estado con ella. Y había bastado una sola llamada a Tom para confirmarlo.
- ¡Hola, Jayne! ¿Cómo estás?- Había saludado él alegremente, al ver que se trataba de ella.
- Bien, Tom, gracias. Pero no sé qué pasa con el celular de Tim últimamente. Siempre está apagado. Creo que no está funcionando bien. ¿Está ahí contigo?- Había dicho, logrando a duras penas fingir un tono despreocupado.
- Sí, sí, estamos en The Barn. Pero… eh… me parece que comió algo que no le hizo bien, porque está en el baño hace media hora.- Murmuró Tom.- ¿Quieres que le pida que te llame cuando salga?
- No. Sólo quería asegurarme de que todo estuviera bien. Lo veré cuando venga a casa. Adiós Tom.- Y cortó de inmediato, sin darle tiempo a decir nada más.
Arrojando el teléfono muy lejos de ella, se abandonó a un llanto amargo que la carcomía por dentro. ¿Cómo había sido tan estúpida para no darse cuenta? Tim la había engañado deliberadamente. Había organizado a sus amigos para que lo cubrieran. Había mentido sin importarle nada…
Una parte de ella quería arrodillarse en el suelo y gritar hasta que no le quedara voz y la otra sólo quería acurrucarse en silencio y decirse a sí misma que pronto despertaría de aquella pesadilla. Pero lo que había visto era desgraciadamente verdad y temía que nunca pudiera deshacerse del sonido de los jadeos que parecían reproducirse en su cabeza sin cesar.
No saber qué era lo que iba a suceder a continuación era tan terrible como la situación en sí. Por dignidad, por orgullo, por alguna mínima razón ligada a su amor propio tenía que pensar en dejarlo. En echarle en cara lo que había visto, en gritarle, en decirle que lo odiaba por lo que le había hecho y en escupirle en la cara que no quería volver a verlo en su vida…
Escuchó la puerta de entrada y supo que Tim había regresado, antes de que pudiera finalizar la línea de sus pensamientos. Se quedó estática, sintiendo que la recorría un frío tan inclemente que no habría fuego capaz de devolverle el calor.
Tim entró en la sala y le sonrió al verla sentada allí. Se acercó a darle un beso, que Jayne ni siquiera pudo responder.
- ¿Sucede algo, cariño? Estás muy pálida.- Frunció el ceño, preocupado.
Jayne se preguntó si también llamaría así a Georgia. Se preguntó si ella lo llamaría así también a él. Y luego se dio cuenta que no toleraría conocer la respuesta.
- Me duele mucho la cabeza…- Contestó en un susurro. Tim se sentó a su lado, apenado
- ¿Quieres que te traiga algo? ¿Una aspirina?
Jayne negó lentamente, tratando de conectar sus ideas entre sí. Tenía que empezar a gritar. Era el momento. Era el momento de decirle lo que pensaba, lo que era, lo mucho que detestaba que…
Pero no fue capaz de encontrar algo que detestara de él. Lo amaba, y amaba incluso sus defectos. Dejarlo no podía entrar en sus planes ni en sus más locos delirios.
Ya no se trataba de retenerlo por el mero deseo de hacerlo feliz como nadie jamás podría hacerlo, porque sabía sin lugar a dudas que no había brazos en los que Tim podría ser más feliz que en los de Georgia. Ahora se trataba de ella. Se trataba de ser feliz ella. Y necesitaba a Tim para tener esa felicidad, porque de otro modo no encontraba sentido a su existencia. Había basado sus sueños sólo en él y sabía que sin eso, estaba vacía y rota.
Se obligó a rebuscar cualquier dejo de voluntad que pudiera quedar en su ser y esbozar una sonrisa, por leve que ésta pudiera ser, que reflejara en su rostro algo más que la desesperada amargura que las imágenes de esa tarde habían impreso en su mente.
- Sería mejor que te metieras en la cama, vamos.- La tomó de la mano y tiró de ella para hacer que se pusiera de pie.- No te pongas testaruda.
Jayne se dejó conducir, sólo porque estaba sumida en un sopor terrible que hacía que se le nublara la vista y los sentidos, y apenas entendía lo que sucedía a su alrededor. Lo único que sentía era el cálido y vago tacto de los dedos de Tim enredados en los suyos y eso parecía suficiente para disipar, al menos en una forma leve y vaga, la oscuridad que la rodeaba desde hacía un par de horas.
Y aún así, viendo cómo su esposo se preocupaba por ella y demostraba que al menos le importaba un poco como para dedicarle un minuto de su atención, Jayne sabía que estaba perdiéndolo inexorablemente. Tim la ayudó a meterse en la cama y la cubrió con las mantas, pero no se recostó junto a ella, ni la rodeó con los brazos, ni volvió a besarla.
- Descansa, cariño. Te traeré un té más tarde.- Le dijo, yendo hacia la puerta, para dejarla entornada detrás de sí, y apagando todas las luces de la habitación. Pero aún de ese modo no consiguió envolverla en una penumbra mayor que la que Jayne sentía oprimiendo su corazón. Lo vio salir de ese cuarto como si estuviese saliendo de su mismísima vida, lo vio salir como si fuese la premonición de algo terrible a punto de suceder. Lo vio salir como si estuviera corriendo a los brazos de Georgia, pero esta vez de una forma definitiva. Jayne sabía, muy a su pesar, que una vez que consiguieran estar juntos, ya nunca nada más lograría separarlos.
Lo vio salir, pero también se vio a sí misma, capaz de todo, desesperada, y con un corazón roto que imploraba a gritos que no dejara ir tan fácilmente a la única razón de sus latidos.

Georgia era feliz. Era como si en lugar de caminar se la pasara flotando de un lado a otro dando saltitos con sus tacos de diez centímetros. El mismo aire parecía alzarla en toda su gloria y depositarla en el paso siguiente con un suave aterrizaje, sólo para repetir el procedimiento docenas de veces más.
Tim estaba enamorado de ella. Se lo había estado repitiendo una y otra vez dentro de su cabeza interminablemente, constantemente, alegremente. Sus palabras y el recuerdo de sus besos y el aliento sobre su piel repiqueteaban en su memoria mientras iba y venía entusiasmada, preparándose para armar su taller en su nuevo local: ¿Me creerías si te digo que te amo aún más de lo que te amaba hace quince años?
Georgia nunca había sido amante de las apuestas, pero en ese preciso instante era capaz de apostar incluso su propia vida a que más pronto de lo que imaginaba, su vida iba a alcanzar al fin una perfección tan maravillosa que distaba mucho de lo que se había atrevido a soñar.
Su primer negocio independiente estaba saliendo bien, había firmado un contrato de alquiler para el local más increíble que había visto en Battle y el hombre que había amado desde que tenía memoria estaba enamorado de ella. Una vez que Tim se decidiera a hacerle caso a sus sentimientos, todo iría bien. Sólo faltaba que acabara de decidirse a decirle la verdad a Jayne…
Por alguna razón, Georgia no dudaba de ello. Si la amaba, iba a estar con ella. Enamorarse de alguien acarrea tantas otras pequeñas cosas que no puede tomarse verdaderamente a la ligera: amar a alguien significa estar ahí para esa persona, sin condiciones, sin obstáculos. Amar a alguien, según Georgia, era tener las agallas para arriesgarlo todo y vivir ese amor, por complicado que pudiera llegar a ser.
Y Georgia sabía, sin pararse un solo segundo a pensarlo, que Tim tenía la valentía suficiente para hacerlo. Era cuestión de tiempo para que pudieran dejar de esconderse, de tener miedo de ser vistos.
Sumida en felices pensamientos de ese hombre que le quitaba la respiración, bajó la última caja llena de telas de su auto y la llevó dificultosamente hasta la entrada del local. La balanceó precariamente en un brazo mientras sacaba la llave de su bolso y abría la puerta para poder entrar.
Todo estaba aún a medio hacer. Tenía que instalar algunas luces nuevas en puntos estratégicos del escaparate y buscar el lugar ideal para los probadores y el mostrador. Pero eso aún podía esperar: lo que más le atraía, lo que más necesitaba era el amplio espacio que estaba en la parte trasera, donde muy poco a poco, Georgia había estado ubicando todas las cosas que precisaba para convertirlo en un taller.
Las máquinas de coser estaban aún embaladas y las cajas con materiales y prendas ya terminadas abundaban por doquier. Tenía que ponerse a organizar todo de inmediato y tenía tantas ganas de comenzar que parecía que le cosquilleaban los dedos de la ansiedad.
Se quitó los lentes de sol y los dejó sobre la larga mesa de madera que iba a utilizar para trabajar. Se recogió el pelo para que no le estorbara en lo alto de la cabeza y se quitó los zapatos. Miró a su alrededor, tratando de decidir qué era lo que debía hacer primero.
Diez minutos más tarde estaba envuelta en un frenesí de polvo y cajas que iban y venían de un sitio al otro. Lo único que logró distraerla fue oír un golpecito que parecía llegarle desde la entrada de la tienda. Apoyó la escoba contra una de las paredes y subió los escalones que llevaban hacia el frente. Esbozó la más gigantesca sonrisa al ver que era Tim el que estaba del otro lado del vidrio.
- ¡Hola!- Saludó alegremente, apresurándose a abrirle la puerta.- ¿Qué estás haciendo aquí?
Pero en vez de responder enseguida, Tim le puso un enorme ramo de flores delante del rostro.
- Sólo quería desearte un feliz comienzo.- Dijo, inclinándose a darle un beso.
Georgia suspiró de emoción.
- Cariño… qué hermosa sorpresa.- Le devolvió el beso con pasión, rodeándole el cuello con los brazos y tratando de sostener las flores al mismo tiempo.- Gracias.
- ¿Necesitas algo de ayuda por aquí? Tengo un poco de tiempo, tengo que estar en casa de Rich en una hora.- Masculló, entrando para echar un vistazo curioso alrededor.
- Sólo estoy haciendo algo de limpieza antes de poner todo en su lugar.- Respondió Georgia, encogiéndose de hombros. Miró sonriente la tarjeta sujeta al ramo: Te dije que podías conseguir lo que te propusieras. Buena suerte. Te amo, Tim.
- Bueno, avísame cuando necesites un par de hombres que hagan el trabajo pesado.- Tim la rodeó con los brazos, mientras le guiñaba un ojo juguetonamente.- Creo que puedo convencer a Tom de que me de una mano.
- Dudo que Tom se sienta entusiasmado al respecto, pero de acuerdo. Sé que me hará falta más adelante. Aunque quizás deba contratar a alguien, me gustaría hacer algunas instalaciones eléctricas y quizás pintar un poco…
- Puedo darte el número de teléfono del que hizo las reparaciones en casa la última vez que a Jayne se le ocurrió redecorar la cocina.- Comentó distraídamente, caminando por el espacioso taller.
Georgia desvió la mirada, sin saber por qué de pronto se sentía tan incómoda. No era raro que Tim mencionara a su esposa. Ambos sabían en qué estaban metidos. Y, eventualmente, la conversación sobre ella se volvería más profunda.
- Me vendría genial, gracias, cariño.- Lo rodeó con los brazos por atrás y apoyó la cabeza en su espalda.- ¿Y qué te parece?
- Es un sitio ideal, Georgia.- Estrechó sus manos suavemente.- Estoy seguro de que va a irte muy bien aquí…
Ella sonrió mientras dejaba escapar un suspiro. Por supuesto que iba a irle bien. En ese mismísimo momento en que abrazaba al hombre que amaba en el lugar donde su vida profesional iba a cobrar sentido, sentía que no había nada en el mundo que pudiera derrumbarla.

Con los dedos crispados en el volante, obligándose a no salir del auto y hacer una locura, Jayne se dijo que debía respirar profundamente y mantener la calma lo más posible.
Tim estaba saliendo de un local oscuro y vacío, tomando a Georgia de la mano y volviéndose rápidamente para despedirse de ella con un beso. Luego miró a los lados para ver que nadie lo estuviera mirando, se puso los lentes de sol y se subió a su auto, para alejarse enseguida de allí, como si no hubiese pasado nada.
Jayne no había podido controlar el impulso de seguirlo al verlo que salía de la casa. Simplemente lo había hecho. Durante un momento, cuando lo vio detenerse en la florería y comprar un ramo gigante de flores, creyó que su esposo iba a tener un gesto tierno con ella, teniendo en cuenta que los últimos dos o tres días se había sentido mal. O al menos eso creía Tim: que había estado enferma, que quizás había comido algo en mal estado, que le dolía la cabeza. Lo que no imaginaba era que lo que la enfermaba era el miedo, los celos, la certeza de que su marido se acostaba con la única mujer en el mundo que era capaz de arrebatárselo para siempre.
Pero entones Tim volvió a subirse a su auto y cuando se detuvo nuevamente, bajó en aquel lugar que parecía desocupado. Y a Jayne no le sorprendió para nada que Georgia apareciera para abrirle la puerta y que él le entregara las flores. No le sorprendió nada confirmar que aquello no era un simple affaire, no era algo casual, no eran solo dos personas que satisfacían un deseo sexual. Eran dos personas enamoradas que compartían instantes de sus vidas. Vidas en las que Jayne ni siquiera parecía existir.
Al ver que Tim se alejaba por High Street inhaló una gran bocanada de aire y se armó del valor suficiente para bajar del auto y acercarse al lugar del que su esposo acababa de salir. Apretó con fuerza el bolso que llevaba colgado del hombro, como si de allí fuera a sacar algo que le diera fortaleza.
Golpeó los nudillos contra el vidrio. Sus labios estaban casi blancos de lo tensos que estaban y su cuerpo entero parecía hecho de piedra. Escuchó a Georgia antes de verla.
- ¿Te olvidaste de algo, cariño?- Gritaba, mientras subía unos escalones a los saltitos. Pero la sonrisa de su rostro se borró al instante, en cuando vio que era Jayne la que estaba parada en la entrada. Se había puesto lívida y se había quedado mortalmente quieta. Se miraban la una a la otra, ambas sabiendo lo que estaban pensando y por qué Jayne estaba allí.
Muy lentamente, como si dar cada paso fuera algo que requiriera de una voluntad de hierro, Georgia caminó hacia la puerta, giró la llave que estaba puesta en la cerradura y le abrió. Los ojos de Jayne cayeron sobre los de ella y pareció que pasaba una verdadera eternidad hasta que una de ellas abrió la boca al fin.
- Jayne, ¿qué…?- Farfulló Georgia, tratando de disimular el pequeño temblor que se percibía en su voz. Pero Jayne no la dejó terminar de hablar.
- Sabes perfectamente lo que estoy haciendo aquí.- Interrumpió duramente.- Déjame entrar.
Georgia obedeció de inmediato, haciéndose a un lado. En los años que hacía que la conocía nunca había visto a Jayne de ese modo, y si bien era obvio que en algún momento iba a saber la verdad, no era aquel el modo en que quería que las cosas se manejaran. Y no quería perjudicar a Tim de ninguna manera…
Cerró la puerta, aunque sus dedos difícilmente lograban manejar las llaves. Jayne se volvió hacia ella en esa leve penumbra, y la única luz parecía provenir de la furia que brillaba en sus ojos.
- Estás acostándote con mi esposo.- Dijo fríamente, y Georgia supo que era una afirmación y no una pregunta. Jayne lo sabía todo.
¿Qué se suponía que debía decir? Decirle que no era cierto no servía de nada. Y decirle la verdad… tampoco parecía una buena idea.
- Sé lo que estás pensando, Jayne, pero escúchame…- Musitó, intentando ocultar los nervios que la invadían.
- No, tú vas a escucharme a mí, porque no hay nada que puedas decirme para justificar lo que has hecho, Georgia.- Cortó bruscamente.- Te crees que puedes regresar después de todos estos años y reclamar a Tim como si fuese tuyo. Te crees que puedes venir y hacer lo que quieras in consecuencias.
- Por supuesto que no.- Protestó Georgia, en un intento de defenderse y tratar de explicarse con más sinceridad.- No fue mi intención que esto pasara. Tim y yo…
- Tim y tú no existen. Empieza a aceptarlo, porque dejaron de existir hace ya mucho tiempo.- Dio un paso hacia ella, haciendo que Georgia se sintiera algo amedrentada.- Yo me casé con él, Georgia. Tim construyó su vida conmigo y es a mí a quien quiere. Si se está acostando contigo es sólo para terminar algo que tiene pendiente.
Por más que mereciera el enojo de Jayne, Georgia no podía permitir que le hablara de aquella manera. Podría soportar cualquier insulto… pero que le dijeran que Tim realmente no la quería…
- No quiero ser yo quien te rompa el corazón, Jayne, pero estás muy equivocada.- Masculló, poniéndose firme.- Tim no es la clase de hombre que se acuesta con alguien por el mero hecho de revolcarse, y lo sabes tan bien como yo. Será hora de que empieces…
- Es hora de que empieces a alejarte de mi esposo.- Cortó, y su rostro estaba crispado de odio.- Esta estupidez que tienen no va a durar.
Georgia se puso a respirar entrecortadamente, enfadada.
- ¿Y qué sabes tú? No es ninguna estupidez, Jayne. Tim me ama.
- Es una estupidez comparada con un hijo.- Repuso, haciendo que Georgia cerrara la boca de inmediato.- Y Tim tampoco es la clase de hombre que abandona a una familia que lo necesita.
Aunque tenía terror de preguntar, Georgia no pudo evitarlo. Con la voz temblando y la vacilación cerrándole la garganta, tuvo que averiguar la verdad.
- ¿De qué estás hablando?
- Estoy diciendo que estoy embarazada, Georgia.- Jayne sonrió, viendo cómo el rostro de la otra se volvía pálido, como sus ojos se llenaban de un dolor demasiado fuerte para ocultarlo.
El aire había abandonado por completo los pulmones de Georgia, pero no tenía mucha importancia porque de todos modos ella había olvidado respirar. Todo lo que había creído tener asegurado estaba derrumbándose como un castillo de naipes bajo una tormenta eléctrica.
- ¿No vas a felicitarme?- Preguntó Jayne, sonriendo aún más, pero la otra ni siquiera la oyó.
De repente había olvidado el significado de esa palabra que había tenido en mente durante varios días, y se le antojaba de lo más ajena, como si nunca la hubiese probado. De repente, cualquier vestigio de felicidad que pudiera quedar en ella, se evaporó por completo, y la dejó congelada y vacía y supo que había sido una ingenua por haber creído que la vida iba a darle la oportunidad de conservarla.
Jayne la dejó en ese estado de estupefacción y se encaminó a la puerta, sin perder la sonrisa, y sin perder nada más.
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13 comentarios:

L.- dijo...

Hola a todas =)
Tarde, pero les prometí que iba a postear y acá estoy! Hoy logré tomarme un rato y terminar el capítulo, así que vine corriendo a subirlo y a pedirles disculpas por la tardanza.
Espero que les guste y también espero volver muy pronto con más!

Las quiero, besos gigantes!

L.

karidiva dijo...

esta muuuy bueno!!!

Gracias por hacerte el tiempito para actualizar!!

Saludos

Anónimo dijo...

morí! simplemente morí! jayne maldita yeeeeguaa :@ aaaahhh!
quiero mas xD gracias por subir el capitulo :D esta genial.

Maggie dijo...

Sí!! gracias Lau!! super el capítulo, como siempre!!!
oh, por cierto, Muchas felicidades a todas!! les deseo muy bonita navidad y felia año nuevo, o viejo (según el lugar donde estén)

besos!!!!!

Anónimo dijo...

queeeeeeeeee!!!!!! como que està embarazada!!!! pucha georgia nunca logra ser feliz de verdad T_T y si es mentira jayne es una yegua bien yegua manipuladora!!!!

no pude controlar las ganas de leer varios capitulos juntos para que esto tenga màs sentido, que lindo seria que esto pasara en la vida real!!! quiero un tim asi para mi!!!

que pasen lindas fiestas chicas y que el otro año nos traiga màs keane fics!!! muchos saludos a todas.
p.d.: coni sunshine pensè que habias muerto! xd que bueno verte por aqui de nuevo.

Lali dijo...

nooooooooooooooooooooo
jayne es uan maldita bastarda! no puede ser tan zorra mentirosa ! es obvio q no esta embarazada ¬ lo bueno q todo esto es q tarde o temprano la verdad saldrá a la luz, pero mientras es una tristeza para la pobre georgiaa! y para tim tambien, va a qerer morirse cuando se entere q espera un hijo con jayne T_T bueno gracias por subir nuevo capitulo lau, me estoy por ir a trabajar, pero justo vi q subiste y no podia no leerlo. Genial :D
felices fiestas para todas!!!

sam_mccartney dijo...

Aaaaahh apenas me entero que actualizaste...e igual, me tuve que leer un capitulo antes para recordar donde me habiaquedado jejej..
OMG, un hijo con Jayne!!..pobre Georgia,vaya noticia..a ver como les va ahora..
Me muero de ganas por saber que sigue...
Felices fiestas a todas!!
xxxx

L.- dijo...

Me alegra que les haya gustado!
Estoy muy entusiasmada con lo que se viene, pero cada vez tengo menos tiempo para escribir! (Al trabajo de ya por sí demandante y al novio que ocupa el tiempo libre, súmenle un segundo trabajo temporal y van a entender de que hablo xD!).

De todos modos, voy a empezar a hacerme huecos para la escritura. Tengo un montón de ideas, ojalá pueda llevarlas a cabo!

Beso gigante, muy feliz año nuevo para todas!

pili dijo...

Feliz año nuevo para tí y una lluvia de bendiciones.
Excelente, como siempre.
más, más , más!!!

karidiva dijo...

Saludos a todas y a Lau un año lleno de inspiración para que nos siga deleitando con sus historias ;-)

Cariños

Kari

Anónimo dijo...

jajja Rocio, no estaba muerta, andaba de parranda jajajaj XD

saludos!

karidiva dijo...

otro, otro, otro!!!!

Capitulo 22!!!!!

;-)

L.- dijo...

Holaaa!
Paso muy rapidamente porque estoy "trabajando" =P
Les cuento que anoche, me quede levantada casi hasta la una para poder terminar el capitulo 22, pero no hice a tiempo a postearlo, asi que esta noche se los prometo si o si!

Besos enormes, gracias por estar siempre!