miércoles, 14 de abril de 2010

Leaving So Soon: Capítulo 26.

El silencio que reinaba dentro del auto parecía aplastarlos. Echándole un vistazo a su amigo con un giro rápido de sus ojos verdes, Tom se dijo que no valía la pena preguntarle como estaba, pero que iba a hacerlo de todos modos.
- ¿Estás bien?
Tim parecía absorto en la vista que le ofrecía la ventanilla. Se lo veía incluso peor que antes, si eso era posible. Se demoró en contestar. ¿Estaba bien? Se preguntó a sí mismo, rebuscando en su interior. Y la respuesta era no. No, no estaba bien y no lo estaría hasta estar seguro que la mentira de Jayne no había hecho que perdiera a Georgia para siempre.
Pensar en su esposa hacía que le subiera algo agrio por la garganta, como si su angustia se hubiera tornado líquida. ¿Cómo era posible que ella hubiese manejado su vida como un titiritero que mueve los hilos sin que él fuese consciente de nada? Durante quince años había vivido en la oscuridad de una mentira. Y, de no haber sido por Tom, hubiese seguido consumiéndose en la segunda.
Su amigo seguía aguardando una respuesta, más y más preocupado a cada segundo que Tim seguía callado. Trató de sonreírle, pero lo único que logró fue una triste mueca.
- Voy a estarlo cuando encuentre a Georgia y arregle todo esto…- Dijo, con toda la firmeza que pudo. Porque iba a encontrarla, e iba a arreglarlo todo. Tenía que hacerlo.
- Ah, sí, por eso no te preocupes.- Tom hizo un ademán con la mano, como si eso no fuera algo que debía desanimarlo.- Sé exactamente dónde está. Y por la sensación que me dejó verla, estoy seguro de que saltará a tus brazos antes de que puedas darle explicaciones…
Sonreía ampliamente, convencido de sus palabras.
Y, sin embargo, Tim, superado ya por todo, se sacudió tratando de contener un sollozo y sus ojos azules se llenaron de lágrimas.
Tom se puso nervioso al instante. ¿Qué podía hacer para calmarlo?
- Vamos, Tim…- Murmuró, sintiéndose un inútil.
- No puedo creer que todo esto nos haya pasado, Tom.- Masculló, con la voz quebrada.- Todo lo que creía conocer y amar ha sido una farsa.
- Bueno…- Se removió incómodo en el asiento. Luego se encogió de hombros, buscando la mejor manera de enfocar la situación.- Mira, Tim, piénsalo de éste modo: no está nada mal tener a alguien que te ame tanto. Es bastante halagador, de hecho…
Decidiendo que era mejor mantener la boca cerrada, ya que Tom no tenía la culpa de lo que había pasado, sino que trataba de ayudarlo, y decidido a no descargar su frustración con él, Tim se volvió hacia la ventana y se dejó perder en sus pensamientos nuevamente.
Esos pensamientos, que devolvieron el silencio al ya de por sí tenso ambiente en que estaba sumido el interior del auto, eran muy poco felices. Por un lado, ahora lograba comprender con claridad porque Jayne siempre se había mostrado tan afectada respecto al tema de Georgia: no era por viejos asuntos sin resolver con su amiga, ni por celos, ni nada de eso. Era temor a que se descubriera lo que había hecho lo que le ponía los pelos de punta. Quizás Georgia no se había resistido demasiado a la idea de huir, pero de no haber sido por su esposa, ella jamás se hubiese sentido tan alarmantemente ansiosa de dejar Battle. Y, definitivamente, la última mentira simplemente lo empeoraba todo.
Tim entendía que él no había sido ningún santo al engañar a su mujer de aquel modo, pero inventar un embarazo sólo para deshacerse de la amante de su marido sonaba demasiado a una telenovela barata y llena de clichés. Aun no le entraba en la cabeza que había estado quince años al lado de una persona que prácticamente había construido con él una relación basada en forma casi pura y exclusiva en mentiras.
¿Y qué pasaba si esa última mentira había logrado surtir el efecto deseado y Tim y Georgia no volvían a estar juntos? Ahora que sabía todo el tiempo que habían perdido en vano, Tim ya no podía concebir que las cosas continuaran de ese modo. Si no lograba recuperarla, todo su mundo carecería de importancia, en especial habiendo descubierto que ella había sido lo único real que había conocido. La había perdido demasiado pronto. Solo esperaba que la segunda oportunidad aún no los hubiera abandonado del todo. Esperaba que aún fuera capaz de estirar una mano y retenerla.
Tom observó el semblante de su amigo, sintiéndose más y más preocupado a cada minuto. Su rostro iba adquiriendo un triste tono grisáceo y, desesperado, buscó algo inteligente que decir antes de que Tim se hundiera por completo en la miseria.
Sin embargo, antes de dar con el consuelo adecuado, advirtió como le temblaba todo el cuerpo y decidió establecer prioridades.
- Timmy,- le dijo suavemente, para no sobresaltarlo.- Estas muy pálido. Voy a detener el auto para que tomes un poco de aire...
- No.- Protestó él, débilmente.- No. Tenemos que llegar cuanto antes.
- No seas idiota, necesitas...
- A Georgia.- Interrumpió, posando en él sus desanimados ojos azules.- Necesito ver a Georgia, Tom, sólo...
Pero las palabras se perdieron antes de tocar sus labios. Tom lo vio llevarse una mano a la boca y decidió mandar al demonio los deseos de su amigo y velar por su maldito bienestar, cosa que todos parecían haber olvidado durante muchos años.
Detuvo el auto a un costado del camino, haciendo oídos sordos a los gestos que Tim hacía para llamar su atención e indicarle que siguiera conduciendo. Abrió la puerta, bajó, rodeó el auto y le abrió a su amigo, a quien estuvo a punto de arrastrar fuera del vehículo tomándolo por un brazo para que obedeciera.
Las rodillas de Tim flaquearon y por poco lo dejan caer de bruces al suelo. Sus ojos llenos de angustia eran una súplica constante.
- ¡Si no manejamos las cosas a mi manera, suspenderemos éste maldito viaje!- Exclamó Tom, exasperado.- De nada te sirve llegar a Londres si sufres un paro cardíaco en el camino. Así que más te vale calmarte, porque no pienso seguir conduciendo hasta que dejes de ser tan testarudo.
- Sólo quiero encontrarla...- Musitó Tim, medio a modo de disculpa.
- Y yo estoy llevándote a que lo hagas.- Repuso con firmeza.- Ya te lo dije, Tim: sé exactamente dónde esta. No dejaré que la pierdas.
Tim lo miró, conmovido, tratando de recuperar el aire que le faltaba al mismo tiempo. Vio frente a él a una persona que conocía desde que usara panales, desde antes de que aprendiera a hablar... Y se dio cuenta que no todo habían sido engaños y mentiras en su vida. También había tenido a su lado gente maravillosa y desinteresada que lo cuidaban y lo apoyaban. Había tenido a sus amigos. Eso era suficiente para sentirse inmensamente dichoso.
- Gracias, Tom.- Dijo, tratando de sonreírle. Dio dos pasos hacia él y le dio un abrazo, que el otro respondió de inmediato.
Cuando se apartó, advirtió que Tom sonreía ampliamente, haciendo que sus rosadas mejillas se le abultaran en torno a los labios extendidos. Realmente no distaba nada de aquel niño al que había visto decir sus primeras palabras...
- Ahora sí podemos irnos.- Consintió éste, con renovado entusiasmo.- ¿Ya tomaste suficiente aire? Bueno, entonces métete al auto y vámonos de una vez.
Tom no había hecho más que pisar el acelerador cuando el teléfono de Tim comenzó a sonar ruidosamente desde el bolsillo de su jean. Lo buscó rápidamente, con la esperanza de que Georgia tuviese un presentimiento, que supiera que estaba yendo por ella, que quisiera asegurarle que allí estaría esperándolo…
Pero en la luminosa pantalla de su celular mostraba en letras blancas un nombre distinto: Jayne.
Se quedó mirando ese nombre, furioso, deseoso de poder borrar todo lo que había pasado, deseoso de hacer de cuenta que ése período de su vida jamás había existido.
Tom arqueó una ceja.
- ¿No vas a contestar?- Preguntó, extrañado.- ¿Quién es?
- Es Jayne.- Contestó, sintiendo la amargura en lo profundo de su ser.
- Vaya que es persistente.- Farfulló Tom por lo bajo.- ¿Qué haces?
Tim bajó la ventanilla y arrojó el aparato, que no dejaba de reclamar su atención, hacia fuera. Lo oyó estrellarse contra el pavimento y observó por el espejo retrovisor cómo sus restos destruidos eran aplastados por un camión que iba detrás de ellos.
- Ése teléfono era bastante costoso…- Comentó Tom, con una sonrisa. Era la primera vez en su vida que veía a Tim liberarse de algo que le resultara una carga sin importar nada. Normalmente, solía soportar el peso hasta el final, por mucho que no le gustara, sólo por cumplir con lo que se esperaba de él.
- No me importa.- Respondió, suspirando.- Sólo quiero que me deje en paz.
Y, tras decir eso, se quitó la alianza de oro que llevaba en el dedo y la arrojó también, sólo que ésta vez, tal y como había hecho cuando saliera de la casa, dejando a Jayne hecha un manojo de nervios, no miró atrás.
Volvieron a quedarse callados. Tom estaba tan emocionado que casi no podía contenerse. Se sentía parte de una de esas películas de Hollywood, el amigo que ayuda al protagonista a conseguir a la chica de sus sueños, llevándolo a toda velocidad hasta el aeropuerto para que pudiera alcanzarla y decirle que la amaba antes de que abordara a su vuelo, alejándola así de las frías garras de un amante indeseado que…
Frunciendo el ceño nuevamente, Tom decidió que tenía que empezar a prohibirle a Nat que escogiera las películas que veían los fines de semana.
Alrededor de media hora más tarde, mientras el atardecer iba oscureciendo paulatinamente los alrededores, vieron asomar la silueta de Londres, apenas enmarcada por la última luz del día.
- Ya casi llegamos.- Murmuró Tom, para ayudar a mantener la calma. Tim asintió sin decir nada, pero se enderezó en su asiento, como si así fuera a acelerar las cosas.
- ¿Dónde dices que estaba?- Preguntó, ansioso.
- Entró en ese hotel que está frente al Támesis, ése elegante y pequeño, el de la fachada blanca y dorada… ¿recuerdas? Nos quedamos allí en el 2005, cuando vinimos a Londres para estar en el programa de…
- Sí, Tom, lo recuerdo.- Cortó, tratando de no sonar brusco. No estaba de humor para recordar cosas de trabajo en ese momento.- ¿Y ella…? ¿Ella dijo algo sobre…?
- No hablamos demasiado.- Explicó Tom, despreocupadamente. Tenía una corazonada respecto a aquello. ¿Qué podía salir mal?- Se notaba que no estaba bien. Parecía tan frágil como si…- Miró a Tim otra vez y cerró la boca.- ¿Quieres que yo hable con ella? Tengo la sensación de que te vas a desplomar en cualquier momento…
- Sólo estoy nervioso.- Admitió, y luego soltó una risa amarga.- ¡Nervioso! ¿No es ridículo? La conozco prácticamente de toda la vida. Hemos pasado tantas cosas, hemos estado juntos casi toda nuestra adolescencia y…
- No pasa nada, Timmy.- Lo tranquilizó el otro.- Te apuesto cincuenta libras a que no tienes ni que abrir la boca. En cuanto te vea, saltará a tus brazos.
- No estaría tan seguro. Va a necesitar que le explique muchas cosas…- Frunciendo los labios, sin poder calmarse del todo, empezó a mirar compulsivamente hacia todas partes, casi esperando verla en alguna de esas cafeterías, de esas tiendas, de esas veredas que se extendían del otro lado de la ventanilla.
- Cincuenta libras.- Canturreó Tom, tratando de animarlo.- Acuérdate. Maldito tráfico. Ahora recuerdo porque vivo en un pueblo con menos de diez mil habitantes…
- ¿Por qué no estacionas ahí?- Tim señaló un punto libre a su izquierda.- Me bajaré e iré corriendo. Será mucho más rápido.
- Claro que no. Mírate cómo estás. Aún faltan como treinta calles. Si te dejo correr todo eso, para cuando llegues con Georgia habrá que hospitalizarte.- Lo regañó, severamente.- Voy a conducir hasta allí y tú vas a quedarte quieto. No me fastidies.
Refunfuñando por lo bajo, Tim se dejó caer contra el asiento nuevamente. No aguantaba un solo segundo más allí sentado, sintiéndose impotente.
Les tomó otros diez minutos salir del embrollo de tránsito y acercarse a la calle que lindaba con el río. Una vez allí, sólo había diez calles entre ellos y el hotel donde Georgia seguramente esperaba que Tim fuera a rescatarla de su miseria. Tom pensó, apenado, que deberían haberse detenido a comprar flores en alguna parte…
Otra vez. De verdad iba a tener que hablar con Nat sobre esas películas.
- ¡Ahí!- Exclamó Tim, haciéndolo sobresaltar.- ¡Ahí está el hotel! Es ése, ¿verdad?
- Sí, es ese. Vi a Georgia justo allí, donde está ese banco de madera…- Tom le indicó con una seña el lugar al que se refería.
Detuvo el auto en el primer espacio disponible que encontró, bajaron y apretaron el paso (o más bien, Tom tuvo que apretar el paso para que Tim no lo dejara atrás) para ir hacia la entrada del hotel.
Atravesaron las puertas dobles doradas, sin siquiera detenerse a agradecerle al trajeado empleado que les abrió. Tim llegó tan pronto al mostrador al final del vestíbulo que parecía que en vez de zapatillas llevaba patines.
- Buenas noches.- Saludó Tom, tratando de censurar al otro con la mirada, que parecía la mismísima imagen de la desesperación.- Estamos buscando a…
- Georgia Atwood.- Interrumpió Tim con brusquedad.- ¿Cuál es su número de habitación?
La recepcionista, no muy contenta con la descortesía, se tomó su tiempo para buscar la información en la computadora frente a ella. Compuso una sonrisa automática en sus labios pintados de rojo.
- Habitación quinientos dos.- Musitó.- Los anunciaré con…
- ¡Gracias!- Gritó Tom, echando a correr detrás de Tim, que ya estaba casi junto a la puerta del elevador.- ¿Quieres aguardar un minuto? Van a echarnos a patadas si no te comportas.
Éste no le hizo caso. Seguía murmurando para sí mismo el número de la habitación, como si tuviese miedo de olvidarla en el camino. Cuando las puertas del elevador más próximo se abrieron, casi atropellaron a las personas que intentaban salir de él. Tim oprimió el botón a toda prisa y aguardó, impaciente, a que el maldito aparato se moviera.
O estaban demasiado ansiosos, o jamás habían utilizado un ascensor más lento que aquel. Incluso Tom se sentía frustrado y ansioso cuando llegaron al piso que buscaban.
- Ahí está la habitación.- Masculló, señalándole a su amigo los números de bronce que relucían en la puerta de madera oscura.
Tim se lanzó contra la puerta y empezó a aporrearla, casi histéricamente. Una pareja de ancianos que salía de la habitación contigua los miró escandalizados.
- ¡Georgia!- Gritó, sin dejar de golpear.- ¡Georgia, soy Tim, ábreme, por favor!
No había respuesta alguna del otro lado. Tim fue poniéndose un poco más pálido.
- ¡Georgia!- Repitió. Un millón de ideas inundaron de pronto su dolorido cerebro: que ella se hubiese ido, que no quisiera abrirle, que le hubiese sucedido algo y no pudiera responderle…- Al demonio.- Farfulló, harto, y dándole un empujón a la puerta, logró hacerla ceder.
La habitación estaba casi completamente oscura. La única luz provenía de la luna que había hecho su aparición en el cielo no muchos minutos antes. Tim miró alrededor y Tom, que lo había seguido, se apresuró a accionar el primer interruptor de luz que encontró en su camino y una lámpara de pie se encendió de inmediato.
- ¿Georgia?- Volvió a llamar Tim, pero ésta vez su voz sonó mucho más débil.
Al mirar alrededor, la única palabra que les venía a la mente era desastre. Las mantas de la cama estaban revueltas y arrugadas, como si hiciera semanas que nadie se molestaba en armarla como se debía. Había restos de comida por todas partes: era obvio que Georgia había pedido servicio al cuarto varias veces, pero que simplemente no se había comido nada de lo que había pedido. Las puertas de uno de los armarios estaban abiertas y había un montón de ropa caída en el suelo, como si se hubiese salido de su sitio. Los rollos de tela que Georgia había comprado para hacer la ropa de su boutique estaban apoyados contra una de las paredes, sin utilizar, olvidados.
Tim sintió que se le oprimía el corazón. ¿Dónde se había metido Georgia?
- El baño está vacío.- Dijo Tom, regresándolo a la realidad. Se volvió y vio que salía de una puerta a la derecha y la cerraba detrás suyo.- Debe haber salido.
Suspirando, sintiéndose abatido y súbitamente cansado, Tim se sentó en el borde de la cama. Todo aquel desorden no parecía tener nada que ver con la mujer que él había conocido. Definitivamente, la Georgia que él siempre había amado no hubiese permitido que la ropa se amontonara en una pila en el suelo. Si no estaba cada prenda en su sitio, adecuadamente planchada, limpia y colgada, solía enloquecer.
- ¿Y si le pasó algo?- Preguntó Tim, sin muchas fuerzas, sin dejar de mirar alrededor, como si esperara que Georgia fuera a salir de debajo de la cama.
- No lo creo. Esto luce mal, pero no creo que sea para tanto: si está deprimida, no va a molestarse en mantener el orden…- Observó a Tim que levantaba una hoja de papel del suelo.- ¿Qué es eso?
Se acercó a él. Los ojos azules de Tim se estaban llenando rápidamente de lágrimas.
- Uno de los dibujos de Georgia.- Contestó, disimulando un sollozo.
Se trataba de un vestido blanco, con perlas blancas y negras en la cintura. Tom frunció el ceño.
- Creí que tenía mejor gusto. Es bastante feo.
- Es bastante viejo.- Corrigió Tim, sin poder evitar que se le escapara una sonrisita.- Es el primer vestido de novia que diseñó. Esto…- Pasó un dedo por las perlas.- Simboliza el teclado de un piano. Me simboliza a mí.
- Vaya.- Susurró Tom.- Si aún lo tiene es porque significa algo para ella, Tim.
- Sí, eso creo…
- ¿Y qué quieres que hagamos?- Inquirió su amigo, deseoso de nuevas instrucciones.
Tim se puso de pie y empezó a pasear por la habitación.
- Lo mejor que podemos hacer es esperarla aquí. Tiene que regresar eventualmente, ¿no te parece?- Se detuvo para escrutar por la ventana, exhalando aire ruidosamente. Luego frunció el ceño y entrecerró los ojos.- Es… ¿Es esa Georgia?- Levantó un brazo para señalársela a Tom. Éste dirigió la mirada a la figura recortada contra el río cinco pisos más abajo y pensó que era raramente familiar.- ¡Es Georgia, Tom!- Exclamó Tim, sin esperar a que éste se lo confirmara.- ¡Es ella!- Se dio media vuelta y echó a correr nuevamente hacia la salida.
Ya ni siquiera se fijó si Tom iba detrás de él. Todo lo que quería era alcanzarla antes de que se desvaneciera como una ilusión. Incluso aguardar el elevador le parecía una tortura. ¿Y si mientras él se quedaba ahí esperando, ella se iba a otra parte? ¿Y si la perdía de vista?
Buscó las escaleras y empezó a bajar escalones de dos en dos. Sentía su corazón golpeando violentamente contra su pecho, pero hizo caso omiso de él. ¿De qué otra forma podía latir teniendo a Georgia tan cerca?
Todas las personas que estaban en el vestíbulo lo miraron alarmadas cuando cruzó como un rayo hacia la salida. El chico de la puerta ni siquiera tuvo tiempo de abrírsela para que pasara, sino que él mismo la empujó con fuerza al alcanzarla. Sólo se detuvo cuando el aire nocturno le dio de lleno en el rostro y miró alrededor para volver a localizar a Georgia.
Seguía no muy lejos de allí. Estaba apoyada contra la baranda que separaba la calle del borde del río. Mientras volvía a emprender la carrera hacia ella, Tim no vio nada más. La gente a su alrededor no existía, no había vehículos circulando por las calles y daba lo mismo si los árboles se mecían con el viento o no.
- ¡Georgia!- Exclamó, sin poder contenerse más.
Ella se volvió enseguida, sorprendida, como si la hubiese arrancado bruscamente de un sueño. Lo miró con los ojos bien abiertos, como si no les diera crédito, como si verlo allí, corriendo desesperadamente hacia ella, fuera algo absolutamente imposible.
- Tim…- Susurró, justo cuando él se detenía frente a ella, tratando de recobrar el aliento. Lo dijo casi con miedo, como temiendo que al decir su nombre, él fuera a desaparecer o ella despertara del todo.- ¿Qué…?
- Creí que jamás volvería a verte…- Farfulló él, repentinamente aliviado. El peso que llevaba sobre sus hombros se aligeró tanto que pensó que iba a desplomarse en el suelo.
Georgia parpadeó muy lentamente, aún confusa.
- No entiendo. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en Battle, con Jayne?- Preguntó, frunciendo el ceño. Y sólo entonces Tim se tomó el tiempo necesario para mirarla realmente y se asombró tanto como ella al verlo a él.
De no ser porque conocía su rostro a la perfección, Tim hubiese dicho que esa no era la misma mujer que él había amado siempre. La ausencia de los altos tacos hacía que fuera varios centímetros más baja de lo que solía ser. Su ropa inmaculada y totalmente acorde a las últimas tendencias había desaparecido por completo, dejando lugar a un pantalón de gimnasia azul y un buzo gris de las épocas de la escuela. Su cabello, que siempre iba brillante y suave, estaba recogido en un desprolijo moño en lo alto de la cabeza y algunos mechones le caían descuidadamente sobre el rostro. Además, no había una sola gota de maquillaje sobre su piel.
Sin poder evitarlo, esbozó una amplia sonrisa.
- Dios, estás hermosa…- Murmuró, conmovido, haciendo que ella se sonrojara un poco.
- ¿Estás bromeando?- Repuso ella, cruzándose de brazos, como si intentara taparse.- Soy un desastre.
- No, no lo eres.- Aseguró él con firmeza.- Siempre me has gustado así, al natural. Los mejores recuerdos que tengo de ti son de cuando no llevabas zapatos, estabas despeinada y sin maquillaje.
- Entonces tienes muy pocos recuerdos.
Georgia también sonrió, pero enseguida bajó el rostro y la expresión triste regresó a sus ojos. Cuando volvió a mirarlo, parecía al borde del llanto.
- ¿Vas a decirme qué haces aquí?
- Estoy aquí porque tú estás aquí, Georgia.- Respondió suavemente.- Porque me estaba muriendo sin ti, porque estos días han sido una pesadilla, porque te amo y si tú no estás no estoy seguro de a dónde pertenezco. Estoy aquí porque donde tú estés me siento en casa y porque ya no quiero perderte otra vez.
Las lágrimas acabaron por ganar y comenzaron a deslizarse por las mejillas de Georgia.
- Debes estar enfadado porque volví a desaparecer sin darte una explicación.- Dijo, evitando cuidadosamente mirarlo.- Lo siento, Tim. Creí que sería lo mejor para ti.
- A partir de ahora déjame decidir eso a mí.- Dio un paso hacia ella, pero Georgia retrocedió, casi como si le tuviera miedo.- ¿Por qué te alejas de mí?
- No hay un a partir de ahora para nosotros, Tim. No sé qué planes tienes…- Murmuró entre sollozos.- Pero me ha costado mucho mantenerme alejada de ti y estoy empezando a sobrellevarlo justo ahora. Así que, por favor, no lo hagas más difícil…
- Georgia, tú me dejaste porque…
Sin embargo, ella no quiso oírlo. Se llevó las manos a los oídos y cerró los ojos.
- Por favor, Tim. Por favor, sólo déjame sola, sólo…- Se vio obligada a abrir los ojos nuevamente cuando él la tomó por los brazos y la hizo escucharlo.
- Jayne no está embarazada.- Soltó de pronto, haciendo que ella se quedara petrificada.- Nunca lo estuvo.
Se quedaron en silencio. Ella aún trataba de asimilar si lo que acababa de oír lo había imaginado o realmente había salido de los labios de Tim.
- ¿A qué te refieres con que nunca estuvo embarazada?- Inquirió, en un tono de voz mucho más chillón, totalmente incrédula.- ¡Ella fue a verme justo cuando tú te fuiste y me dijo que iba a tener un hijo tuyo!
- ¡Jayne te mintió, Georgia! Se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y de seguro habrá intuido que era cuestión de tiempo que yo la dejara para poder estar contigo.- La punzada de frustración volvió a atenazar su pecho. Ciego. Completamente ciego durante años enteros de su vida.- Y no es la primera vez que miente para separarnos.
- Pero…
- Escúchame, Georgia. Te prometo que te lo explicaré todo, pero primero necesito decirte que al fin veo todo con claridad. Hoy me he dado cuenta que absolutamente todo lo que soy, todo lo que tengo es una mentira, excepto tú. El amor que siento por ti no ha cambiado, sigue siendo el mismo que hace casi veinte años. Incluso cuando te habías marchado… no hubo un solo día que no pensara en ti, una sola noche en que no soñara con encontrarte. Eres lo único que he querido.
Georgia sonrió entre las lágrimas y se armó de valor para poder hablar, aunque tenía la sensación de que no había nada más difícil que ello. Las palabras parecían estar aferrándose a su garganta, deseando quedarse allí en lugar de salir al mundo real.
- Nunca… nunca debí haberte…- Masculló, atragantándose con un sollozo.
- No, cariño, no estoy aquí para pedirte explicaciones o para hacerte reproches…- Interrumpió él, poniendo un dedo sobre sus labios para calmarla.- Estoy aquí porque ya no voy a vivir en una farsa. Toda mi vida he querido estar contigo y de una vez por todas pienso hacerlo.- Le acarició una mejilla y sintió que se perdía en sus ojos.- Sólo dime una cosa, Georgia. ¿Me amas?
Georgia no pudo más que reír. ¡Aquella pregunta le parecía absurda, estúpida incluso, innecesaria! Nunca había logrado amar a nadie porque el recuerdo de Tim le empañaba el corazón. Había regresado a Battle con la excusa de reestablecerse, pero la realidad era que, muy en el fondo, sólo deseaba cruzarse con él, convencerse de que el amor que había sentido por él podía dejar de existir… o al menos volver a sentir la dicha de hundirse en sus ojos azules, aunque no fuera más que por sentir el desprecio que Tim pudiera profesarle después de haberlo abandonado.
- ¿Amarte, Tim?- Repitió, como si no comprendiera.- ¿Amarte, dices? ¡Decirte que te amo no me resulta suficiente! He tratado de encontrar algo que lo describiera mejor, porque ni siquiera la palabra amor puede realmente hacerle justicia a esto que siento por ti!
Entonces Tim también rió, porque por un momento todos sus miedos se habían materializado frente a él. Que no lo amara siempre podía ser una posibilidad, pero él no había querido considerarla. Y, sin embargo, lo que Georgia acababa de decirle era todo lo que había ansiado oír durante noches y noches de dolorosa vigilia, de insoportable nostalgia.
Tim se dio cuenta que ya no podía contenerse más. Llevaba más de quince años ansiando hacerlo y decidió dejar de condicionarse tanto y dejarse llevar más. Dejarse llevar por el amor que tenía por Georgia y ser feliz de una vez por todas.
Cuando apoyó una rodilla en el suelo, Georgia dio un paso hacia atrás, llevándose una mano al pecho, absolutamente aturdida, y algunas personas que pasaban por allí lanzaron una exclamación, mezcla de ternura y asombro, y se pararon a curiosear. Entre ellos, estaba Tom, que se había quedado algo apartado, pero había observado toda la escena y no podía dejar de sonreír.
Tim levantó la cabeza y vio a Georgia recortada contra el luminoso fondo del Puente de Londres y el cielo estrellado. Su corazón latió aún más deprisa y estiró una mano para tomar la suya.
- Tim…- Musitó ella, sin poder evitar el temblor de su voz.
- Georgia,- dijo él en cambio.- Te amo. Eres mi única verdad y ya no quiero seguir sin tenerte en mi vida.
Buscó rápidamente en su bolsillo y sacó una desgastada cajita, que abrió frente a Georgia.
- Oh, Dios mío…- Exclamó ella, sin poder creérselo.- Tim… ¿es ese…?
- Sí, es el mismo anillo que encontraste hace quince años.- Explicó él, sin poder dejar de sonreír.
- Creí que se lo habías dado a Jayne.- Confesó ella, algo avergonzada.
- No. Siempre ha sido tuyo. Solamente estaba esperando que finalmente pudiese preguntarte lo que siempre he querido que me respondieras…- Sus ojos azules brillaban con tal intensidad que las piernas de Georgia empezaron a flaquear, de modo que ella también se agachó junto a él.
- ¿Vas a preguntarte lo que creo que vas a preguntarme?- Inquirió atolondradamente, presa de un súbito nerviosismo.
- Sí.
- Ay, por Dios, Tim…- La sonrisa de Georgia fue gigantesca.- ¡Por supuesto que sí!
- Todavía no te he preguntado nada.- La regañó él, riendo.
Georgia trató de recuperar la compostura.
- Lo lamento.- Carraspeó.
Tim se tomó su tiempo. Había soñado tantas veces con ese momento… y aunque llegaba con retraso y bajo circunstancias inesperadas, no podía creer que finalmente estaba haciéndolo. Sintió que la voz le temblaba de emoción pero juntó fuerzas en lo más profundo de su alma y simplemente lo dijo:
- Cásate conmigo, Georgia.
Ésta vez fue ella quien no logró contenerse. Se arrojó a sus brazos y lo abrazó con fuerza, ansiosa por hundir sus labios con los de él. Ella sabía a lágrimas, él no podía dejar de devorarla como si jamás pudiese satisfacer su apetito de ella. Tim se obligó a separarse, sólo porque necesitaba que Georgia le confirmara lo que en el fondo de su corazón ya sabía.
- Imagino que eso fue un sí.- Le sonrió.
- Sí.- Asintió ella y Tim se apresuró a deslizarle el antiguo anillo en el dedo.- Es perfecto, Tim.
- Tú eres perfecta.- Repuso él, dulcemente.- Sólo dime qué quieres, Georgia, y yo lo haré para ti. Si deseas quedarte en Londres, podemos…
- Quiero vivir en Battle, contigo. Quiero vivir una vida simple y feliz, usar zapatillas en lugar zapatos y ponerme vestidos sólo cuando salgamos a cenar. Quiero dejar de concentrarme en estupideces cuando lo que en realidad me importa es levantarme a tu lado cada mañana.- Dijo Georgia, dándose cuenta de que todo era más fácil de lo que ella había creído.
La vida no se trataba de copiar los atuendos de las páginas de las revistas de moda, ni de tener las cosas más exclusivas, ni de vivir en el lugar más caro de todo Londres. Sólo mirar a Tim a los ojos le enseñaba que había estado equivocada muchas veces y que lo único que quería poseer era el corazón del hombre arrodillado a su lado, lo único que quería vestir era la piel de él contra la suya y el único maquillaje que necesitaba era la esencia de los labios de Tim en los de ella.
Se abrazaron, allí en el suelo, durante un largo rato. El río pasaba ruidosamente junto a ellos, las luces de los autos tintineaban constantemente desde el Puente no muy lejos y los curiosos comenzaron a retirarse, incluido Tom, que decidió que era mejor dejarlos solos. Georgia no podía dejar de sonreír, consciente al fin de lo que significaba todo aquello. Iba a casarse con Tim. Nada podía ir mal.
- Será mejor que empieces a pensar en un vestido de novia…- Le susurró Tim al oído.- ¿Qué quieres? ¿Algún diseñador en especial? ¿Era Vera Wang la que tiene tantos vestidos de novia?
- No me importa.- Susurró ella, a su vez.- Siempre y cuando seas tú el que me espere en el altar.
Tim volvió a sonreír.
- Eso, cariño, puedes apostarlo.
La levantó en brazos, provocándole un ataque de risa, y la llevó de regreso al hotel. De pronto se le había ocurrido que quizás podían ensayar un poco lo que sería la noche de bodas.
Georgia y Tim se perdieron en las profundidades de la noche londinense, se perdieron uno en el otro, una y otra vez, hasta que cualquier vestigio de dolor, de separación, de confusión, se disipó entre las sábanas, y lo único que quedó flotando en el aire era esa certeza de que, de ahora en más, no existirían si no estaban juntos.
Para cuando llegó el nuevo día, Georgia poseía el corazón del hombre que dormitaba a su lado, lo único que vestía era su piel contra la suya y todo el maquillaje que llevaba era el del más reciente beso de Tim en los labios.
Era hora de cambiar las páginas de todas las revistas: una mujer podía ser perfectamente feliz sin un bolso de Prada. Y la inamovible sonrisa de Georgia cuando finalmente se quedó dormida sobre el pecho de Tim, era toda la prueba que se pudiera necesitar.
***

Fin.

12 comentarios:

L.- dijo...

Hola chicas!
Van a pensar que me volví completamente loca: un día les digo que me tengan paciencia, que no sé cuándo voy a poder volver con la historia, y al otro les traigo un capítulo larguísimo xD!
Pero bueno, la verdad es que entre los mensajes que me dejaron ustedes en el último capítulo, la lluvia que nos azotó el día de hoy (L) y algunos otros factores externos que contribuyeron, cuando me senté frente al teclado, todo empezó a fluir solo como en los viejos tiempos.
Soy absolutamente feliz (no porque crea que el capítulo es perfecto o bueno, o lo que sea, eso dejo que lo juzgue ustedes) porque pude volver a ser quien era, incluso después de meses y meses de sentir que era otra persona. Meses y meses de haber perdido las cosas que amaba para reemplazarlas por otras que en el fondo sabía que no.
Así que acá está lo prometido: el final de Leaving So Soon. Espero con ansias lo que tengan que decir al respecto y, en cuanto pueda, vuelvo con novedades, a ver si se viene un fic nuevo o no.

Besos enormes y gracias, como siempre.

L.-

Anónimo dijo...

wow maravilloso, excelente, perfecto me encanto mucho el final me alegro que al fin Tim y Georgia pudieran estar juntos y q Jayne pagara todo lo que habia hecho
gracias x tus excelentes fics =)

karidiva dijo...

Gracias!!!! me encanto!! tan lindo, tan lleno de emociones!!!, todo lo q esperaba está en ese capitulo, Tim y Georgia por fin juntos.

Gracias y ojalá puedas seguir con tus keanefics, los estare esperando.

Una keanefics adicta.

Kari

Oli Oli dijo...

Querida Oruguisima, me encanta que hayas podido volver a ser esa JOruga que solias ser, siempre y cuando seas fiel a tu persona vas a ser feliz. Yo te quieroooooo y me hace feliz que vos estes feliz.
Acerca del fic, amé a Tim, tene cuidado que en cualquier momento me voy a Battle y lo violo :P

Maggie dijo...

Oh!! qué capítulo tan bueno! y qué talento para describir las emociones y las escenas! Oru ha regresado! Me alegra que hayas tenido un ratito para ti y poder explayarte en lo que tanto te gusta y qué lindo que hayas pensado en nosotras tus keaneficadictas :P

un abrazo! y ojalá pronto podamos leerte otra vez!! Me encantó LSS

Ta dijo...

Hermoso el Final Lauu!! amé la historia!! ojalá sigas escribiendo este tipo de historias xq tenes muchisimo talento!! Besos..

sam_mccartney dijo...

OMG!! Excelente Laura!
Por fiin!! Tim y Georgia juntos!! awww fue ganial la propuesta aaahhh me encanto todooo
Jaja que risa con Tom recordando lo de las peliculas que Nat lo hace ver, jajajajaja
Me alegro que te sientas muuucho mejor ahora y pues ojala que pronto nos deleites con alguna otra fic..
Saludoos!!
:D

L.- dijo...

Hola chicas!
Muchas gracias por los hermooooosos comentarios que han estado haciendo hasta el momento. Me alegro muchísimo que les haya gustado, yo quedé bastante conforme y eso es decir bastante porque suelo ser muy crítica conmigo misma.
Tan pronto como lo decida, les diré cuál va a ser el destino de Keane Fics. Las últimas novedades, mientras tanto, las estoy posteando en http://betweenliveblogsandlifedoubts.blogspot.com/ mi blog personal. Los últimos dos posteos tienen que ver con los fics, así que es probable que ahí se enteren antes que en ninguna parte si voy a poner algo nuevo o no xD

Y si no, me van leyendo otro poquito jaja!

Bueno, besos enormes y gracias, de nuevo y como siempre!

L.-

pili dijo...

eres fantástica, Lau y nos haces falta!!! quédate de este lado de la realidad, el que no es real siempre, el que existe cuando tú existes. No es necesario estar cuerda o ser coherente.Somos necesarios para que todo se equilibre así, tal cual somos, tal cual TU ERES. Madurar y encajar es un ejercicio social muy feo, necesario , tal vez, pero feo por definición.¿qué sería del mudo sin poetas , sin sentimientos como los que plasmas en tus fics? No te vayas de acá Lau, déja esta ventanita abierta....Y además : GRAN FINAL!!! Un abrazo. Pili

Lali dijo...

aaaaaaaw, nos hiciste esperar bastante pero definitivamente valió la pena! Hermoso capitulo, muy emocionante y debo admitir que casi me pongo a lagrimear de la emoción... Quien de nosotras no moriria por una propuesta como esa? tan romantica... *.* Lau, te pasaste! Me alegra qe te hayas tomado tiempo para terminar de escribir esta hisotria qe tan intrigadas nos tenia a todas! Y tambien me alegra qe hayas vuelto a ser la persona qe eras.. A veces uno se ve frente a situaciones qe, queramos o no, nos hacen cambiar y alejarnos de la personas eq somos... cito algo qe encaja perfecto para este momento (mmm no sé de donde lo habré escuchado... :P ja)
"you've wandered so far from the person you are..."
eso es algo qe a todos nos pasa, en algun momentos de neustras vidas.. lo qe importa es que al final de cuentas siempre volvamos a ser quienes eramos desde un principio, y si cambiamos, qe sea para mejor! Pero siempre manteniendo nuestra escencia... Bueno, vuelvo a agradecerte por subir nuevo capitulo, y estate segura qe vas a tenernos a todas esperando tu proxima fic.. Besos!!

pd: yo tambien mori de risa con el comentario de Tom respecto a las peliculas de fin de semana jajaja (L)

Anónimo dijo...

awwwww
lindo lindo lindisimo el capitulo, valiò con creces la espera!!!
100% romántico que te pidan matrimonio en londres de esa forma al lado del támesis...
voy a esperar con ansias un nuevo fic, porque los tuyos son los mejores, mucha suerte, saludos a todas las keaneras que leen los keane fics!!!

Anónimo dijo...

Simplemente ame este keanefic, de inicio a fin!! Te felicito, me encanto el final, hasta llore *o* es q fue tan romántico (L) como me hubiera gustado estar en el lugar de Georgia! Muchos saludos! Q estés bien!