jueves, 31 de enero de 2008

Nothing In My Way: Capítulo 9.

¿Por qué no decía nada? ¿La habría recibido? ¿Y si alguien la había quitado de la entrada de la casa? ¿Y si había sido su esposa? ¿Y si ella había vuelto y había encontrado mi paquete? ¿Habría ella querido deshacerse de ello? Pero… Tim seguía sin usar el anillo. ¿No era eso señal de que su mujer no había regresado?
Toda esta paranoia y aún más me embotaba la mente mientras iba hacia la cocina a buscar el refresco que Tim acababa de pedirme. Habían pasado unos pocos días desde todo el incidente de la camisa, pero él no me había dicho nada de si había encontrado o no en su puerta mi obsequio.
Creía que no había necesidad de firmar la nota: sería bastante obvio, ¿o no? No me había animado a dársela en mano, pero lo cierto era que ahora me arrepentía. Me hubiera encantado ver su expresión mientras la desenvolvía.
No me parecía que Tim fuera la clase de hombre más bien desagradecido, así que terminé por asumir que no la había recibido. Quizás alguien había robado el paquete. Suspirando resignada, fui a llevarle su gaseosa.
Ese día llevaba consigo un manojo de hojas de papel en las que garabateaba un poco, con el ceño fruncido. Llevaba puestos sus lentes de marco negro y una chomba color celeste algo desgastada, sobre unos jeans también desgastados. Amaba su aspecto descuidado.
- ¿Trabajando?- Murmuré mientras dejaba frente a él el vaso. Le eché un vistazo a las hojas llenas de notas musicales por doquier, con tachaduras y correcciones hechas a las apresuradas.
- Un poco, sí.- Respondió distraídamente. Me dedicó una breve sonrisa al mismo tiempo que tomaba su bebida.- Normalmente detesto trabajar en sitios públicos porque no logro concentrarme, pero hoy está todo bastante calmado.
Miré alrededor. Tenía razón. Sólo había una pareja conversando en una mesa de la otra punta de la cafetería.
- ¿Es una canción nueva?- Quise saber, apoyándome levemente en la mesa con los codos.
Pareció sonreír de satisfacción. ¿Satisfacción de que me interesara en lo que él hacía? Sacudí un tanto la cabeza para que no se me llenara de pensamientos tontos.
- Sí.- Contestó, con esa voz profunda que me fascinaba.- O un intento de ello, al menos. Son sólo notas que deben ser ordenadas y que necesitan una letra.
- ¿Te toma mucho tiempo hacer una canción?- Inquirí con curiosidad.
Otra vez sonrió.
- Eso depende.
- ¿De qué?
- De varios factores: mi estado de ánimo, el lugar en que me encuentro, el tiempo del que dispongo…- Explicó pacientemente.
- Debe ser un dolor de cabeza.- Comenté y eso, por alguna razón, lo hizo reír suavemente.
Separó la silla que estaba junto a él y me indicó con una mirada que me sentara. Dubitativa, miré hacia todas partes. Finalmente, decidí que no tenía nada de malo en que me sentara con un cliente un momento.
- A veces llega a ser un trabajo pesado, pero lo disfruto.- Dijo, ordenando las hojas que seguía sosteniendo.
- ¿En qué te basas?- Repuse, interesándome más que nunca por su trabajo.
Tim me miró de reojo, acomodándose los lentes.
- ¿Me estás entrevistando, Summer?- Farfulló y yo me sonrojé en menos de un segundo.
- No… no quise ser molesta, lo lamento, Tim.- Mascullé y me dispuse a levantarme enseguida.
- Estoy bromeando.- Musitó, agarrándome de un brazo.- Y no te dije que te fueras.
- No me di cuenta que te estaba ahogando a preguntas.- Dije, avergonzada.
- No lo estabas haciendo.- Aseguró.- Me han ahogado a preguntas muchas veces, y tú sólo tenías curiosidad. No me molesta.
Le sonreí levemente. Lo cierto era que estaba pasando un lindo momento con él ahí, charlando sobe su trabajo. No quería que eso se convirtiera en un fastidio.
- Supongo que la gente que escribe me intriga. Las cosas que pasan por sus cabezas deben ser geniales.- Comenté, mirándolo fascinada. Con él, sobre todo, era difícil saber qué pensaba.
- Somos tipos aburridos.- Sonrió.- ¿Tú nunca has escrito nada?- Negué con la cabeza enfáticamente.- Algunos la consideran una actividad relajante.
- No tengo nada que decir.
- Estoy seguro de que debe haber algo.
De pronto, sus palabras me perturbaron. ¿Sabría o sospecharía al menos lo que sentía por él? ¿Sería consciente del profundo y desesperado amor que le profesaba?
Abrí la boca para responder, aunque aún sin tener idea de lo que iba a decir.
- ¡Summer!- Se oyó desde la cocina.- ¿Puedes venir, por favor?
Suspiré. Siempre parecían arruinar los mejores momentos… sin embargo, quizás era mejor huir antes de decir algo que me delatara frente a él.
- Tengo que irme.- Dije, como disculpándome.
- De hecho, yo también.- Se puso de pie, al mismo tiempo que yo lo hacía.- Ahora tengo que ir a casa y terminar de poner orden a todo esto con el piano.- Agitó las hojas de papel en su mano y luego rebuscó en su bolsillo.- Avísame cuando publicas la entrevista, Summer.- Bromeó, guiñándome un ojo y dejando el dinero sobre la mesa. Yo reí y él me miró unos segundos, con una hermosa sonrisa en el rostro.- Adiós.
- Adiós, Tim. Nos vemos.
Lo vi salir de The 1066 y alejarse caminando por High Street. Mientras iba hacia la cocina, me olvidé de la bendita camisa. Las pequeñas cosas que iban pasando entre Tim y yo opacaban absolutamente todo lo demás.

Oliver llegó muy alegre al jueves siguiente. Hacía sólo unos minutos que Tim se había ido y yo estaba refunfuñando porque, por la cantidad de gente que había concurrido a la cafetería, no había podido prestarle la atención que hubiera querido.
- ¡Hola, Summ!- Exclamó, dándome un rápido beso en la mejilla.
- Hola.- Dije solamente.
- Hey, ¿qué pasa?- Quiso saber, algo extrañado.- ¿Todo está bien?
- No, sólo estoy cansada.- Respondí, decidida a nombrarle a Tim lo menos posible.
- Entonces tengo excelentes noticias para ti.- Esbozó una enorme sonrisa.- Mis padres y yo iremos a pasar el fin de semana a Bexhill, en la casa que pertenecía a mi abuela.
- Qué bien.- Murmuré, sin ver por qué eso tenía que ser una buena noticia para mí.
- Estás invitada.- Agregó entusiasmado.
Negué con la cabeza de inmediato.
- Tengo que trabajar, Oliver.- Mascullé, cansada.
- ¡Trabajas demasiado! Tienes un solo día en la semana para ti y, para colmo, en unos meses comenzarás la Universidad y se acabará la diversión.- Explicó, tratando de sonar convincente.- Así que no seas tonta y aprovecha la oportunidad cuando se te presenta.
Fruncí el ceño. La verdad era que tenía razón y, además, me encantaba ir a Bexhill-on-Sea. Me parecía que ir un poco al mar y disfrutar de la calma del lugar me haría muy bien.
- Mm, no lo sé.- Aún dudaba.- Tendría que pedir permiso. Y sabes que los fines de semana esto se llena de gente.
- No pierdes nada con preguntar.- Instó, encogiéndose de hombros.
De modo que me convenció. Fui en ese mismo instante a consultar a Peter, que me concedió los días de buena manera y sin siquiera pensarlo. Regresé junto a Oliver sintiéndome de mejor humor y él festejó sentándose a tomar un refresco allí, y a hojear algunas historietas.
Más tarde fuimos a casa y me ayudó a empacar. Mientras, no podía más que pensar en avisarle a Tim que me ausentaría unos días… pero luego me di cuenta que no le interesaría en lo más mínimo. Probablemente lo notaría… pero iba a sobrevivir perfectamente sin mí. En cambio, yo difícilmente podría pensar en otra cosa.

Como si el clima estuviera adivinando nuestras intenciones, ese viernes amaneció soleado y caluroso. Oliver y sus padres pasaron a buscarme muy temprano y los cuatro emprendimos el camino a Bexhill en su auto. Nosotros dos íbamos en el asiento trasero: Oliver con sus ya acostumbradas historietas y yo con un libro que Tim había mencionado de pasada cierta ocasión y que yo había corrido a comprar, Any Human Heart de William Boyd. Era una lectura compleja, pero placentera y Oliver le echó un vistazo desdeñoso a la tapa para saber que no era de su interés.
Nos tomó menos de una hora en llegar a la casa. Ayudé a bajar bolsos y demás y luego Oliver y yo subimos al segundo piso, a la habitación que compartiríamos. Dejé mis cosas rápidamente sobre la cama junto a la ventana, antes de que lo hiciera él.
- ¡No es justo!- Exclamó frunciendo el ceño.- Te dije que quería la cama de la ventana, Summer.
- Sí y yo te dije que te la quedarías si eras más rápido que yo.- Repuse riendo, de muy buen humor.
- Terminarás durmiendo afuera, te lo advierto.- Masculló, apuntándome con un dedo amenazador.
- Ya basta los dos y bajen.- Gritó su madre desde el rellano de la escalera.
Tomé el teléfono un momento para avisarle a mis padres que ya habíamos llegado y luego salimos bajo el intenso sol que precede el mediodía. Terminamos de sacar las cosas del auto y luego ordenamos todo mientras su madre preparaba el almuerzo. Una vez que comimos, tomamos nuestras cosas y nos fuimos caminando hasta la playa, que quedaba a pocas calles de allí.
Oliver extendió torpemente una toalla para que nos sentáramos y nos quedamos tomando sol unos minutos, viendo como sus padres se alejaban bordeando la orilla.
Las olas estaban calmas ese día y alguna que otra persona nadaba por ahí. Oliver y yo nos limitamos a quedarnos sentados un rato, con la vista perdida en lo bello del lugar, hasta que él buscó las historietas en su mochila.
- ¡Oliver, por favor! ¡Un día! ¡Sólo un día sin Batman!- Exclamé, llevándome las manos a la cabeza.
- No es Batman, Summer.- Respondió, entrecerrando los ojos.- ¿Qué crees que tengo? ¿Diez años?
- No sé, es lo mismo para mí.- Me encogí de hombros, buscando otra vez el libro.- No me voy a cansar de decirte que ya estás grande para eso.
- ¿Y tú creciste de repente?- Bromeó, quitándome el libro de las manos.- No es la clase de cosas que sueles leer. ¿Dónde está Mujercitas?
- Estás muy gracioso hoy.- Mascullé, arrojándole un poco de arena en el brazo.- Y esto es un libro. Lo tuyo son historietas.
- ¡No son historietas! ¡Se llaman novelas gráficas!- Farfulló y yo sabía que con eso iba a lograr fastidiarlo.- Odio que las llamen así…
Yo me puse a reír y lo rodeé con los brazos mientras le besaba una mejilla.
- Ya, tonto. Sólo quiero molestarte.
- Lo sé. ¿Y si en vez de leer vamos a nadar?- Propuso y yo no tuve ningún tipo de objeción.
Hicimos una carrera hasta la orilla que por supuesto gané yo. Luego nos zambullimos y nos alejamos un poco hacia la parte más profunda, siempre arrojándonos agua entre nosotros o tratando de hundirnos el uno al otro.
Bajé hasta el fondo y volví a subir, disfrutando de la sensación del agua en un día tan caluroso. Una vez que rompí la superficie con la cabeza nuevamente, sentí que Oliver me tomaba por la cintura y durante un momento me gustó imaginarme que Tim estaba allí conmigo, estrechándome, mojado, con el traje de baño pegado al cuerpo tanto como lo estaba el mío…
Pero en seguida Oliver me sacudió a un costado como para iniciar una lucha en el agua, riendo. Eso hizo que mi fantasía se desvaneciera al instante.
Durante un buen rato, Oliver me mantuvo entretenida. Pero, esa noche, cuando caí rendida en la cama de cansancio después de tanta actividad y escuché cómo su respiración se volvía más pausada, dejando caer una historieta al suelo… todo lo que ocupaba mi mente era Tim y las ganas de tenerlo cerca que me carcomían por dentro.

El viernes en la tarde, como todos los días, Tim llegó a The 1066 y se ubicó en una mesa del fondo. Miró alrededor con esos brillantes ojos azules, buscando a Summer, pero no la encontró. Un segundo después, una camarera distinta se interponía en su campo visual.
- Buenas tardes, señor. ¿Qué puedo…?
- Espero a Summer.- Cortó de inmediato. Esa chica debía saber ya que a él le gustaba ser atendido sólo por ella. No era la primera vez que se lo tenía que decir.
- Me temo que Summer no está disponible hoy, señor.- Respondió y Tim levantó la mirada hacia ella, confundido pero sin demostrarlo.
- ¿Qué quiere decir eso?- Preguntó inexpresivamente.
- Se tomó unos días de vacaciones.- Dijo la camarera.
- ¿Vacaciones?- Tim no recordaba que ella se lo mencionara, en especial cuando se había despedido de él el día anterior con un “nos vemos mañana”.- No sabía que le tocaban sus vacaciones.
- Fue imprevisto.- La chica empezaba a cansarse, pero él no pensaba dejarla ir hasta no saber más. ¿Cuántos días se tomaría? ¿Estaría Summer sola, en su casa? ¿Se había ido a alguna parte? Quizás podía ir a verla. La necesitaba.
- ¿Le sucedió algo?- Quiso saber. Tal vez había tenido una emergencia y había pedido unos días. Un dejo de preocupación lo embargó, sabiendo que la chica estaba sola en la ciudad, con sus padres de viaje.
- No, no. Solamente se fue imprevistamente de viaje, con un amigo.- Masculló la chica.- Volverá el lunes.- Y se fue antes de que Tim pudiera decir algo más, visiblemente irritada.
- Un amigo…- Repitió él para sí mismo en un susurro. Eso no le gustaba nada.
¿Iba a pasar un fin de semana de viaje con ese tonto Oliver? Tim no lo toleraba y no le agradaba la idea de ellos juntos en algún lindo lugar, con la emoción adolescente de las vacaciones y las alteraciones hormonales de la edad. El chico no le inspiraba confianza en lo más mínimo.
Enojado, se puso de pie y salió del lugar. Fue directo a su casa, decidido a regresar el lunes y ver qué había sucedido.
Su furia arremetió contra el piano ni bien entró a su estudio. Golpeaba las teclas como si estuviera golpeando al chico. Y cada vez que imaginaba que la besaba con sus torpes e inexpertos labios, sentía que le hervía la sangre.

Hacía mucho que no me divertía tanto y lamenté tener que dejar Bexhill el lunes en la mañana. No habíamos hecho más que caminar por ahí e ir a la playa, pero haberme alejado un poco de la rutina me había hecho bien. Ahora estaba ansiosa por ir a trabajar… bueno, estaba ansiosa por ver a Tim, en realidad.
Me dejaron en casa después de las once de la mañana y, tirando todas mis cosas en la sala, corrí a darme una ducha o llegaría tarde. Nos habíamos dado un chapuzón en el mar antes de emprender el regreso y tenía el pelo lleno de sal y arena, absolutamente arruinado.
Finalmente, me vestí con una falda blanca, unas zapatillas y una musculosa verde que me quedaba algo corta, pero no tenía demasiado tiempo de ponerme a buscar más ropa.
Tomé la bicicleta y pedaleé rápidamente hacia The 1066, pasando a toda velocidad por North Trade Road sin tener ni una pista sobre Tim.
Afortunadamente, las cosas estaban calmadas en la pequeña cafetería y tuve tiempo de contarle a Peter lo bien que la había pasado. Estuvimos conversando hasta que se ocuparon un par de mesas a la hora del almuerzo y ya no pude distraerme tanto.
Esperaba ansiosa a Tim. Llevaba unos días sin verlo y me había acostumbrado a tenerlo cerca a diario. Sin embargo, se hizo rogar bastante. Entró después de las cuatro y, sin mirar a nadie ni a nada, se dirigió a la mesa del fondo que tanto parecía gustarle.
Lo miré mientras hacía el pequeño recorrido, vestido con jeans y una remera roja. Llevaba los lentes y unas zapatillas blancas con rayas rojas. Siempre se veía atractivo, vistiera lo que vistiera.
Me acerqué sonriéndole. Pero mi sonrisa se borró cuando me paré frente a él y vi que no había rastros de amabilidad en sus ojos azules. Me observaba bastante fríamente y logró hacerme sentir incómoda al instante.
- Hola.- Saludé dubitativa. Él me contempló atentamente, recorriéndome con la mirada.
- Buenas tardes, Summer.- Dijo inexpresivamente.- Veo que regresaste.
- Sí. Me tomé unos días de descanso.- Expliqué, incrédula. ¿Qué pasaba con él?
- Eso oí. Con Oliver.- Agregó y su tono se volvió tan frío que hasta me hizo estremecer.
- Sí…- Balbuceé, dubitativa.
- Y veo que has tomado sol.- Masculló, observando mi piel dorada por el sol.- Así que asumo que has ido a la playa.
- Sí, fuimos a Bexhill.- Contesté, poniéndome cada vez más nerviosa y sin entender nada.
- ¿Bexhill? No me digas. ¿Te llevó en su patineta o tuviste que remolcarlo en tu bicicleta?- Preguntó sarcásticamente pero sin un solo dejo de buen humor y me pareció que estaba celoso… otra vez.
¡Por Dios! Si seguía haciéndome eso iba a matarme de amor…
- De hecho, fuimos con sus padres. En el auto.- Farfullé, decidiendo hacer como que no me importaba su reacción.- Era una salida familiar y simplemente me sumé.
- Ah, ya veo…- Me observó largo rato, en silencio.
- ¿Quieres tomar algo?- Inquirí, tras concederle unos segundos.
- Una Coca-Cola.- Dijo y tuve la sensación de que lo dijo porque fue lo primero que se le ocurrió.
- Bien. La traeré enseguida.
Me alejé sonriendo más que antes. Estaba celoso. La satisfacción que eso me producía no tenía explicación.
Se la llevé a los pocos minutos y la deposité en la mesa sin decir nada. Luego me volví para retirarme. Tim me tomó rápidamente del brazo.
- ¿A dónde vas?- Preguntó.
- Tengo que atender otras mesas.- Musité. Una cosa era hacerme la desentendida mientras hablábamos. Pero cuando su piel entraba en contacto con la mía… era otra historia.
- Hay otras camareras.- Dijo de mala manera.
- No sabía que eras consciente de la existencia de las otras camareras porque siempre tengo que atenderte yo.- Bromeé, sin poder evitarlo.
- Pero el viernes pasado no me quedó más remedio.- Repuso con frialdad.- ¿La pasaste bien?- Quiso saber, pronunciando las palabras con cierta brusquedad.
- Muy bien.- Corregí.- Me gusta mucho ir al mar.
- Ahora conoces otro lugar que no sea Battle o Londres con tu madre.- Gruñó, arqueando una ceja y mirándome molesto.
Le sonreí, porque se acordaba de lo que le había dicho.
- Exacto.
Pero su actitud empezaba a perturbarme. ¿Podía estar realmente tan enojado? ¿Cuál era la razón? ¿Qué era lo que quería de mí?
Moría por preguntarle todo eso… pero no me atrevía. Estaba segura de que se reiría de mí. De una niña tonta que se sonrojaba cada vez que hablaba con él.
- Me alegro por ti, entonces, Summer.- Dijo, pero su tono demostraba absolutamente lo contrario.
- ¿Pasa algo?- Me animé a decir, tímidamente.
Tim posó los ojos azules encendidos en mí.
- ¿Qué crees tú?- Replicó secamente.
- No sé…- Me sentía avergonzada de nuevo, como siempre que me miraba de ese modo.- Pareces enojado, molesto…
- No. Sólo tenía curiosidad por lo que hiciste con tu amiguito.- Se llevó la bebida a los labios y verlo tomarla me secó la boca y embotó los pensamientos.
- No pasó nada entre Oliver y yo, Tim.- Aclaré antes de darme cuenta. Él dejó el vaso y yo abrí los ojos desmesuradamente, horrorizada de mí misma.- Es decir…
- ¿Y por qué piensas que eso me interesa, Summer?- Interrumpió sin inmutarse.
- No quise decir que te interesara… yo… sólo fue un comentario y…- Mierda, no sabía qué decir.
- ¿O acaso me lo dices porque estás desilusionada de que no haya pasado nada entre ustedes y necesitas desahogarte con alguien?- Arqueó una ceja, esperando mi respuesta y yo me horroricé más.
- ¡No, claro que no! Ya te he dicho que Oliver es como mi hermano, yo jamás querría…
- Genial.- Se puso de pie.- Me voy. Tengo cosas que hacer.- Dejó la gaseosa casi sin tocar y un billete sobre la mesa. Me miró con intensidad.- Me alegra que la hayas pasado bien.
- Gra… gracias.- Logré decir.
- Te veré mañana, supongo.
- Sí.
Asintió con la cabeza y salió, sin mirar atrás. ¡Ese tipo era increíble! Lograba crear una atmósfera de tensión a mi alrededor y volverme loca por completo, dejándome aturdida y estúpida. En cualquier momento iba a terminar poniéndome tan nerviosa que empezaría a decir idioteces y acabaría admitiendo que estaba enamorada de él. Ese día me ruborizaría tanto que mis mejillas explotarían.
No estaba segura en qué iba a terminar todo eso entre nosotros, pero sí sabía que sus celos provocaban en mí un cosquilleo demasiado delicioso para pasarlo por alto.
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