Esa tarde fui a trabajar con más ganas que nunca. La nota de Tim estaba doblada en mi bolsillo y, cada tanto, metía la mano y la tocaba. Me encontraba impaciente por verlo de nuevo y no podía dejar de pensar en lo sucedido el día anterior. Estaba segura de que, a partir de ese momento, muchas cosas cambiarían en mi vida.
Oliver apareció bastante temprano y sólo entonces lo recordé: el cumpleaños de su madre, el regalo, haberlo dejado plantado…
¿Qué iba a decirle? ¿Qué excusa le pondría? Si le decía que me había ido con Tim… no me lo perdonaría jamás. Sabía perfectamente que, aunque tratara de no decir nada para no hacerme poner mal, Oliver no sentía precisamente aprecio por Tim.
Me acerqué a él esbozando una sonrisa, que vaciló cuando él se mantuvo serio.
- Hola Oliver. ¿Te avisó tu madre que te llamé ayer?- Pregunté, mientras le plantaba un tierno beso en la mejilla.
- Sí.- Se limitó a decir.- ¿Me traes un vaso de agua? Me duele mucho la cabeza.- Agregó, sacando de su bolsillo algunas aspirinas.
Asentí y me fui a buscarlo. Su actitud me hacía sentir insegura. Era más que evidente que no le había gustado nada mi cancelación.
Afortunadamente, The 1066 estaba bastante calmado esa tarde, en contraste con lo que había sido el día anterior. Le llevé el agua y me senté enfrente suyo, observándolo tragarse dos aspirinas de golpe.
- ¿Compraste el regalo de tu madre?- Quise saber, sintiéndome absurdamente nerviosa.
- No.- No se molestaba para nada en disimular la sequedad en su voz.
- ¿Aún tenemos tiempo de ir?- Miré la hora. La cena en su casa sería alrededor de las ocho. Apenas eran las dos de la tarde.
- Mi padre me llevará a Hastings. Me dijo que me recogería aquí en un rato.- Contestó automáticamente.
- Ah… ya veo…- Lo contemplé, desconfiada.- Estás enojado conmigo, ¿no?
- No.
- No te creo.- Repuse con firmeza.- Lamento haber cancelado ayer, Oliver. Tuve otras cosas que hacer, se me complicó y…
- ¿Qué tuviste que hacer?- Interrumpió con cierta brusquedad.
Abrí la boca. Me había tomado por sorpresa y, de momento, no sabía qué decir.
- Yo…
- Sé que no hiciste horas extras, porque cuando llegué aquí ya no estabas.- Explicó, inclinándose sobre la mesa hacia mí. Se lo veía bastante molesto.- ¿Qué fue eso inesperado que te surgió que hizo que cancelaras conmigo?
- ¿Por qué estás tan enojado?- Dije, sin comprender. Estaba empezando a irritarme su actitud, aunque tuviera bastante razón.
- ¿Y por qué no contestas mi pregunta? No es muy difícil, Summer. Sólo tienes que decirme qué estuviste haciendo. Y no te molestes en ocultarme que te fuiste con ese Tim no se qué, porque los vi.
De repente, sentí que todo el aire de mis pulmones se evaporaba. No era el hecho de que lo supiera que me sorprendía tanto, sino la manera en la que hablaba. Estaba muy lejos de ser ese dulce chico de dieciocho años al que los del equipo de fútbol del colegio golpeaban con frecuencia durante el almuerzo.
- Oliver…- Susurré, buscando una manera de calmarlo.
- ¿No te dijo nada él?- Preguntó, cortándome de pronto.
- ¿De qué?- Lo observé confundida.
- Cuando llegué, él me vio. Se dio cuenta que tenía intenciones de llamarte y entonces te tomó del brazo y te arrastró entre la gente.- Se acercó un poco más a mí.- ¿Desde cuándo cree ser tu dueño, Summer, como para tratarte así?
Sin poder contenerla, una sonrisa apareció en mi rostro. Era pequeña y casi imperceptible, pero puro reflejo de la felicidad que Tim me había causado. Oliver no la pasó por alto y ese diminuto gesto de mi parte pareció ofuscarlo más.
- Lo siento, Oliver.- Me apresuré a decir, dándome cuenta que había cometido un error, pero no del todo arrepentida.- No es mi intención hacerte sentir mal, para nada. Por favor, perdóname.
Estuve tentada de decirle que, de todos modos, tendría que empezar a acostumbrarse a compartirme con Tim. Estaba convencida de que ahora pasaríamos mucho tiempo juntos, dado que habíamos comenzado una relación. Pero no me pareció que era la ocasión perfecta para hacerlo. Ya de por sí estaba molesto… y querría saber cómo habría surgido todo el asunto. No estaba dispuesta a contarle que me había acostado con él.
Dos mesas se ocuparon en ese momento y tuve excusa para marcharme. Eso me mantuvo de un lado a otro un rato y, para cuando volví con Oliver, se había calmado un poco y se encontraba enfrascado en sus historietas, como de costumbre.
- ¿Se te pasó el dolor de cabeza?- Quise saber, poniendo su vaso vacío en la bandeja.
- Sí, por suerte. Estaba matándome.- Sentimos una bocina y los dos nos volvimos hacia la calle, tratando de ver por la ventana detrás de Oliver. Resultó ser su padre.- Bueno… me voy a Hastings. No llegues tarde esta noche.- Me dio un casi inexistente beso en la mejilla y se fue enseguida.
Con Oliver siempre era difícil saber qué pasaba. Si estaba enojado, le duraba poco y si estaba feliz, también. Terminé por decidir que mi amigo simplemente había intuido que lo de Tim y yo podía ir en serio, y que era mejor que empezara a acostumbrarse.
No hacía ni veinte minutos que Oliver se había marchado, cuando la puerta de The 1066 volvió a abrirse. Como por acto reflejo, eché un vistazo, pero mis ojos se iluminaron en cuanto vi que se trataba de Tim.
Le sonreí, pero él no entró. En cambio, me hizo una seña, indicándome que saliera con él. Mirando a mi alrededor para ver si podían prescindir de mí por unos segundos, salí.
- Hola.- Le dije alegremente. Nos corrimos hacia un pequeño espacio lateral entre la cafetería y el negocio de al lado, donde no estábamos a la vista de la gente que iba de un lado al otro por la calle.
- Hola Summer.- Saludó también esbozando una ligera sonrisa. Pareció dudar, pero finalmente me dio un rápido beso y apoyó sus manos en mi cintura. Sentía que la felicidad me desbordaba por todas partes…
- ¿No vas a entrar hoy?- Pregunté, aunque supuse que no querría que la gente lo viera comportarse así conmigo. Después de todo, era una figura pública y no le gustaba que se supiera de su intimidad.
- Ojalá pudiera.- Dijo con una mueca de disgusto.- Pero tengo que irme. Sólo quise pasar a avisarte que me ausentaré por unos días.
- ¿Te vas?- Exclamé desilusionada. ¿Por qué, justo cuando lo nuestro empezaba?
- Sí. Trataron de localizarme ayer durante toda la tarde y finalmente esta mañana lograron dar conmigo. Tenemos que rodar un video en Londres y podría tomar quizás unos cuantos días.- Apartó la mirada brevemente, antes de volver a posarla en mí.- No quería irme sin que lo supieras.
- Entiendo.- Murmuré, tristemente.- Pero desearía que te quedaras…
- Ya sabes cómo es mi trabajo, Summer.- Repuso con firmeza, como tratando de hacerme ver la realidad.- Paso más tiempo de viaje que en mi propia casa.
- Lo sé.- Suspiré, intentando no parecer tan desanimada.- ¿Así que van a filmar un video?
- Sí.
- Suena divertido.- Comenté, colgándole los brazos alrededor del cuello. Casi me había olvidado que tenía que volver al trabajo.
- No tanto. No es precisamente lo que más disfruto de todo esto.- Respondió, dando un suspiro.- Las cámaras me inhiben.
- Eres bueno en lo que haces. No veo porque deberías inhibirte.- Le dije con dulzura y él me corrió el cabello de la cara. Me miró en silencio, como preocupado, unos segundos.
- ¿Cómo estás, Summer?- Farfulló y sus palabras me llevaron de nuevo a los acontecimientos de la noche anterior, cuando estábamos juntos en la cama, conversando uno en brazos del otro.
- Muy bien.- Le sonreí, como queriendo asegurarle que realmente era así. Por alguna razón, parecía no creerlo del todo.
Volvió a sonreír por un segundo.
Me moví lentamente, con intención de darle un beso, pero él apartó el rostro y miró su reloj. Supuse que no se había dado cuenta de la forma brusca en que se había corrido e impedido que lo besara. Carraspeé, mientras él quitaba sus manos de mi cintura.
- Se me hace tarde. Aún no terminé de armar la maleta y de poner todo en orden antes de marcharme. Me recogerán en menos de dos horas.- Explicó, dando un paso al costado.
- ¿Necesitas ayuda? No creo que a Peter le importe que me vaya un poco antes. Puedo recuperar el tiempo mañana.- Su casa me daba mucha curiosidad y, además, si no íbamos a vernos en varios días, quería aprovechar cada minuto junto a él.
- No, descuida. Me pongo bastante malhumorado antes de un viaje.- Me dedicó otra imperceptible sonrisa.
- ¿Crees… crees que puedas llamarme uno de estos días para saber cómo te está yendo?- Inquirí con timidez. Tim me acarició una mejilla calidamente.
- Lo intentaré. Normalmente estas cosas son un verdadero caos.- Me dio un beso fugaz.- Cuídate, Summer.
- Tú también.- Lo observé alejarse y ya estaba imaginándome su regreso, el reencuentro. Tim abriendo los brazos para que corriera a abrazarlo, hundiendo sus labios en los míos y diciéndome cuánto me había extrañado…
Estaba tan impaciente por verlo de nuevo que apenas podía contenerme.
Tim Rice-Oxley entró a su casa y cerró la puerta de un furioso golpe. Se sentía lo peor del mundo por haberle mentido así a Summer: no se iba a ninguna parte, sólo quería buscar una manera de alejarse de ella y no tener que decirle que la había utilizado. Sabía que le dolería, porque todas las soluciones con las que Tim había dado la lastimarían… pero no tenía más opción. Summer debía desaparecer de su vida, cuanto antes.
Como un tonto había flaqueado más de la cuenta, había tenido que tomarla entre sus brazos y besarla. No podía evitarlo, la chica era un imán para él. Pero eso sólo le había dado más confianza a Summer de que algo pasaba entre ellos. Y no era así, ni nunca sería así.
- Mierda.- Dijo entre dientes, dejándose caer en un sillón de la sala. Ahora tendría que mantenerse fuera de la vista por unos cuantos días, al menos lo suficiente hasta pensar qué pasaría si se cruzaban de nuevo. Qué excusa pondría… cómo hacerle entender a Summer que ella no era la mujer para él… que no era más que una niña con la que se había equivocado.
Se sentía frustrado y molesto y decidió aprovechar su inminente encierro y desaparición para ponerse a trabajar. Sabía que Summer no lo olvidaría con facilidad, que era el primer hombre en su vida… y, aunque le repugnara, eso lo llenaba de una titánica inspiración.
Se levantó de mala gana y se encaminó a su estudio, decidido a hacer uso de ello, aún odiándose por lo sucedido y pensando que quizás no había tomado el mejor camino. Pero Tim vivía equivocándose. Era humano y cometía errores. Como dejar a Jayne nada más que para poder tocar un par de notas nuevas en el piano…
Dando un grito de desesperación, trató de apartar esas ideas de su mente. Volver a pensar en Jayne no lo ayudaría en lo más mínimo y, ahora que ya había hecho de las suyas con Summer, más le valía aprovechar los últimos vestigios del asunto y terminar de una vez por todas.
Estaba tan impaciente por deshacerse de ella que apenas podía contenerse.
Detestaba salir de casa. Odiaba no estar todo el día junto al teléfono, esperando que Tim me llamara desde Londres. Más de una vez me acostaba pasadas las cinco, pensando que quizás no lo oiría sonar si me dormía. Constantemente chequeaba que la línea funcionara bien y me desilusionaba atender y que se tratara de otra persona. Cada vez que mis padres me llamaban para ver cómo iba todo, les cortaba antes de que pudieran contarme qué tal marchaban sus viajes.
Mi cabeza vivía en Londres. Desde que Tim se fuera, sólo pensaba en ese sitio. Me fijaba en el periódico cómo estaba el clima e imaginaba qué vestiría Tim acorde a ello. Quizás estaba enloqueciendo, pero lo extrañaba tanto que pensaba que iba a volverme loca. Ir a The 1066 no era lo mismo, porque sabía que no lo encontraría allí, sentado en su mesa favorita esperando a que fuera hacia él. Extrañaba sus ojos azules escrutándome mientras servía otras mesas y hasta sus comentarios celosos en cuanto a Oliver.
Cada vez que la puerta se abría yo volvía la mirada, esperanzada que fuera él, regresando. Esperaba verlo aún con las maletas a cuestas, que las arrojara al suelo y corriera a besarme y decirme que no había podido esperar un segundo más sin verme…
- Hey, Summer. ¿En qué piensas?- Musitó Oliver, sacándome de mi ensimismamiento.
Levanté la vista hacia él. Habían pasado exactamente nueve días y seis horas desde que Tim se fuera. Ah, y cincuenta y tres minutos. Estábamos tirados en mi casa, tras mi turno en la cafetería, comiendo helado y jugando videojuegos. O más bien Oliver comía helado y jugaba a los videos. Yo me limitaba a fingir que lo veía matar un monstruo detrás del otro y a dejar que mi helado se volviera prácticamente acuoso.
- Nada, sólo estoy cansada.- Respondí y si bien él no pareció creerme, no insistió. De seguro sabía que se trataba de Tim y prefería no oír nada al respecto.
Le eché un vistazo al teléfono. Había revisado cuando menos, diez veces la contestadora después de llegar, pero seguía sin haber rastros de Tim. Sabía que estaría muy ocupado como para tomar el teléfono y comunicarse… y así y todo, tenía la esperanza de tomar el auricular y oír su voz del otro lado.
Me regañé a mí misma por no haberle pedido el número de su celular, aunque eso me hubiese parecido absolutamente fuera de lugar. Era él el que tenía que dármelo y pedirme que lo llamara. No podía exigírselo. Después de todo, lo nuestro recién comenzaba. Y eso era lo único que me consolaba en esa horrenda soledad: saber que aún teníamos muchísimo tiempo para estar juntos por delante.
Dos semanas era excesivo. ¿Dónde estaba Tim? ¿Qué estaba pasando? No era una completa idiota y sabía que no podían tardar tanto en filmar un maldito video. Tenía que haber algo más. ¿Le habría salido otro proyecto estando en Londres y había tenido que prolongar su estadía o simplemente había algo más?
Y ya no me convencía a mí misma diciendo que quizás estaba muy ocupado para comunicarse conmigo. Cinco minutos en el teléfono no son una locura. No creía que los tuvieran esclavizados, todo el tiempo siendo seguidos por una cámara. Algo no estaba bien y comenzaba a preocuparme.
La angustia se apoderaba de mí y la necesidad de verlo hacía que en mi cabeza aparecieran cien teorías diferentes de por qué Tim no parecía interesado en hablarme o verme. ¿Acaso habría sido un juego para él? ¿Acaso no había sabido cómo sacarse de encima a una niña tonta y enamorada después de haberla metido en la cama? No. No creía que fuera eso. Él me había demostrado que no era así.
Pero entonces… ¿qué?
Salí de la cocina de The 1066 con una bandeja con dos hamburguesas y lo vi. La alegría que me embargó en ese instante no tenía explicación alguna. Me daba la espalda y caminaba directo al fondo del local. Parecía haber subido algo de peso en esos días, pero no me importaba.
Se acercó a una mesa, se inclinó y besó a la mujer que estaba sentada allí. Tuve que sostener la bandeja con todas mis fuerzas para que no se me cayera.
Sólo en ese momento me di cuenta que, en mi desesperada ilusión por verlo de nuevo, empezaba a confundir gente con él. Viéndolo de cerca, ese hombre no se le parecía en nada.
Apretando los dientes para contener la tristeza, fui a entregar las hamburguesas y luego me acerqué a Oliver y me senté frente a él. Tardó en notar que estaba a su lado, porque estaba enfrascado en el final de una de sus historietas. Sólo cuando no pude aguantar un segundo más y un frágil sollozo se escapó de mis labios, me miró asombrado.
- ¿Qué pasa, Summ?- Preguntó de inmediato, olvidándose de sus superhéroes y sus cualidades extraordinarias producidas por accidentes radioactivos. No contesté, porque sólo hubiese logrado sollozar una vez más. Su mano tomó la mía en señal de apoyo y sentí que no aguantaba más.- Hey, Summ… vamos, dímelo. ¿Qué te pasa?
- Quiero irme a casa, Oliver.- Articulé, estallando en llanto. Él empezó a mirar desesperado hacia los lados, hasta que su mirada se cruzó con la de Peter, que pasaba por allí cerca. Oliver me señaló con la cabeza y Peter frunció el ceño. Tras un par de miradas significativas, mi amigo me tomó del brazo suavemente y me condujo hacia la calle. Buscó mi bicicleta en el callejón lateral, donde me había despedido de Tim…
- Vámonos, Summer.- Dijo, tomándola del manubrio y colgándose su mochila al hombro. Se ajustó la patineta debajo del brazo y yo, por pura necesidad de sentir el cariño de alguien, me abracé a él y lo seguí, sin ser muy consciente del rumbo.
Llegamos a casa enseguida y lo primero que hice fue mirar el teléfono. Por supuesto que no había llamado, por supuesto que no había mensajes… empezaba a creer que no significaba nada para Tim Rice-Oxley.
Oliver me hizo un té mientras yo llegaba a esa conclusión y las lágrimas se me apretujaban en los ojos. ¿Por qué me hacía eso, sabiendo que lo amaba tanto?
- Dime que pasó.- Me instó mi amigo, sentándose a mi lado en el sillón. No hablé ni di muestras de querer hacerlo.- Anda, Summer, no seas tonta. Estás llorando y tú raramente lloras, a menos que sea por algo que valga la pena.
Me soné la nariz ruidosamente en un pañuelo que él me alcanzó y traté de tragarme los sollozos.
- Es… es Tim.- Logré decir, con voz de niña pequeña.
Oliver pareció irritado, pero no dijo nada.
- Yo… él… no sé que pasa.- Continué.- Se fue a… Londres y no me ha… no me ha llamado.
- Summer… me asustaste.- Replicó él con suavidad.- Creí que te había sucedido algo grave.- Lo miré como si quisiera matarlo.- ¿Por qué habría de llamarte Tim?
Decidí no responder eso. No sabía cómo explicarlo. Oliver jamás lo entendería.
- Lo verás cuando regrese. No dejes que ese tipo te afecte tanto.- Agregó, dándome un beso en la frente.
- ¿Y qué hay si no… si no me quiere, Oliver?- Solté, sin poder soportarlo más.- ¿Y si… y si esto no significa nada para él? Me hizo pensar que… que sí. No esperé que lo… que lo dijera. No es un hombre… que exprese sus sentimientos tan… tan abiertamente.- Era insoportable hablar tan cortado y Oliver apenas lograba entender algo.
- ¿De qué estás hablando, Summer?- Quiso saber, confundido.- ¿Cómo es que te hizo pensar que sentía algo por ti?
Me ruboricé entre las lágrimas y me cubrí el rostro con el pañuelo.
- Summer…- Susurró, sintiendo de pronto una leve sospecha.- ¿Tim te hizo algo? ¿Tim te besó, Summer?
Tras unos segundos de profundos sollozos, logré responder.
- Sí.
- ¿Dejaste que te besara, Summer?- Gritó enloquecido.- ¿Estás loca?
- Lo… lo dejé ir más lejos que un beso, Oliver.- Expliqué, horriblemente avergonzada.
Mi amigo abrió los ojos de par en par, sin poder creer lo que oía.
- ¿Te…? ¿Te acostaste con él, Summer?- Preguntó, con un temor reverencial.
Sólo atiné a asentir tontamente con la cabeza y entonces me hundí de nuevo en el llanto.
- ¿Cómo pudiste hacer algo así?- Parecía enojado y de no haber estado tan angustiada hubiese encontrado su reacción severamente particular.
- Lo amo, Oliver.- Respondí, tratando de defenderme.
- ¡Maldita sea, Summer, no te sirve de nada amarlo! ¿No te das cuenta de lo que pasa aquí?- Gritó, fuera de sus casillas.- Hizo lo que quería contigo y luego se borró de la historia. Jugó contigo y tú se lo permitiste porque lo amas. Eres una estúpida. ¿No te das cuenta de lo mucho que puedes arruinar tu vida siendo tan inconsciente? ¿Qué pasaría si quedaras embarazada? ¿Qué les dirías a tus padres?
- ¿Embarazada?- Repetí, presa del pánico.
- ¡No puedo creer que no hayas pensado en nada y lo hayas dejado que te metiera en la cama! ¿En qué estabas pensando?- Estaba alterado como nunca antes. No recordaba haberlo visto así en mi vida…
- No pensé que era nada malo. Sólo me dejé llevar… y creí que él me amaba también.- Me puse a llorar histéricamente. Luego lo miré, casi implorante.- No va a volver, ¿verdad, Oliver? Sólo quería deshacerse de mí…
Se quedó mirándome con una expresión tan seria que hasta me asustaba. Cuando me vio romper en llanto, se acercó a mí, sonriendo tristemente y me abrazó con todas sus fuerzas.
- Tranquila, todo estará bien.- Susurró en mi oído y yo me refugié en sus brazos.
No quería que esa fuera mi realidad, pero quizás era hora de dejar de esperar algo que jamás llegaría. Era hora de dejar de engañarme a mí misma y de desprenderme de esas ensoñaciones infantiles. Era hora de entender que para Tim Rice-Oxley yo no tenía importancia alguna…
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