viernes, 28 de marzo de 2008

Nothing In My Way: Capítulo 19.

No soportó un segundo más. Mirando de soslayo el reloj para pensar dónde podía encontrarla a esa hora, se dio cuenta de que aún debía de estar en su casa, quizás a punto de irse a The 1066.
Tomó las llaves del auto y salió de la casa como un rayo, apresurándose con sus largas piernas hacia el vehículo. Tim necesitaba a Summer, más allá de lo mucho que ella hacía por su composición, y era mejor que lo admitiera de una vez por todas.
Muy pronto se encontró frente a la casa de Chain Lane. Veía una luz encendida en el dormitorio, de modo que aún estaba allí. Tim se acomodó en el asiento y decidió esperar a que ella saliera de la casa para detenerla. Además, quería asegurarse de que su indeseable amiguito no estaba con ella.
Tim no fumaba, pero en ese momento de ansiedad, deseó tener un cigarrillo entre sus finos dedos. Algo que lo ayudara a calmarse, a recuperar el sentido común que solía perder al verla. Y tenía la sensación de que había pasado una eternidad desde que la besara por última vez, cuando en realidad no habían sido más que unos pocos días.
Vio que la luz de arriba se apagaba y se dio cuenta que estaba a punto de salir de la casa. Se enderezó en el asiento y esperó, con los músculos tensionados y sin saber muy bien si había perdido la cabeza.

Tomé mis llaves y mi bolso y salí, cerrando la puerta principal. Hacía algo de calor esa mañana, pero decidí culpar de todo a mi cabello que, una vez más, me hacía la vida imposible negándose a ser manejado. Metí las llaves en mi bolso y me volví para ir a buscar mi bicicleta en un recodo de la galería.
Pero me detuve en seco cuando vi que Tim estaba parado al borde de las escaleras, apoyando un hombro contra una columna de madera y mirándome desde detrás de esos lentes verdes que le daban ese aspecto tan espectacular.
- Hola Summer.- Dijo, y esbozó una pequeña sonrisa.
Bajé la cabeza y seguí mi camino. No estaba segura de qué sentía en ese momento, pero ya no quería llorar más. Y Tim tenía toda a pinta de ser un tipo que jamás me dejaría de hacer llorar. Un tipo al que jamás podría resistirme.
- Mira, sé que estás enojada, pero…- Musitó, siguiéndome.
- Tim, se me hace tarde para ir a trabajar.- Interrumpí, con la voz temblorosa que me delató.
- Yo te llevaré, descuida.- Aseguró con dulzura y tranquilidad. Estaba a punto de caer en su trampa.
- Necesitaré la bicicleta cuando salga.
- También planeaba ir a buscarte.- Replicó y, tomándome suavemente por la mano, me hizo volverme hacia él.- Vamos, Summer, sólo quiero que hablemos un segundo.
Sentir su tacto sobre mi piel otra vez fue como una descarga eléctrica. Me hizo recordar que lo extrañaba demasiado…
- Creo que ya dijimos todo lo que…- Empecé a decir, aunque no estaba convencida de ello. Si bien yo lo quería, estaba segura de que era mejor alejarme, o al menos hacerme un poco la difícil. Si me quería de regreso, tendría que esforzarse, porque yo no podía estar tirándome a sus pies cada vez que él lo quisiera…
Traté de seguir la línea de mis pensamientos, pero me fue imposible y, en el ínterin, Tim tomó la palabra.
- Sí, supongo que dije muchas cosas.- Contestó, seriamente.- Y muchas de ellas fueron horribles.- Su otra mano buscó la mía para entrelazar los dedos.- Quisiera poder…- Frunciendo el ceño, bajó la mirada hacia mi mano y la observó entre la suya.
Nerviosa y tensa, noté que examinaba el anillo de Oliver.
- ¿Qué es esto?- Preguntó y la frialdad regresó a su tono. Se quitó los lentes de sol de un manotón. Levantó los ojos azules inquisitivos hacia mí, con las espesas cejas negras enmarcándolos llenas de dudas.- ¿Una vieja reliquia familiar? ¿Algo que encontraste en la cafetería? ¿O acaso en este breve tiempo fuiste a Las Vegas y te casaste con el primer tipo que encontraste?
Retiré la mano de un tirón y la escondí con la otra, avergonzada, sin siquiera tener por qué.
- ¿Summer?- Insistió.
Finalmente, acumulé el valor necesario.
- Me lo dio Oliver.- Respondí y no supe si decirlo como un desafío, con timidez o como quien no quiere la cosa.
Tim me sostuvo la mirada sin siquiera parpadear.
- Oliver…- Repitió.
Asentí brevemente con la cabeza y bajé la mirada al piso.
- Oliver.
Me ponía nerviosa que siguiera susurrando su nombre de ese modo y busqué algo que decir.
- Sí, bueno…
- Así que ahora estás con Oliver.- Dedujo en voz baja y visiblemente enojada.
- No, claro que no.- Me apresuré a aclarar.- Este anillo…
- Ahora soy yo el que exige la verdad, Summer. ¿No me habías dicho que me amabas? ¿Y a la primera oportunidad que tienes te vas con otro… con ese chico?- Exclamó y noté que se enfadaba cada vez más.
- Tim, déjame hablar y…
- ¿Qué tienes que decir? ¿Crees que lo que sea que puedas decirme sobre él me interesa?- Me acorraló contra la pared del pórtico.- ¡Maldita sea, Summer, en este momento creo que ni tú me importas!
- Por favor, Tim, déjame…
- No quiero tus explicaciones.- Me clavó la mirada que tenía el mismo filo que un cuchillo y dolía de la misma manera. O quizás más.- ¿Encontraste en él lo que estabas buscando? No lo creo, ¿sabes? Soy el único que sabe lo que quieres, soy el único que te entiende. Oliver es sólo un niño.
- Basta, Tim, me pones nerviosa.- Murmuré, tratando de apartarme de él.- Si sólo me dejarás explicarte, yo…
- No vales lo suficiente para que me des explicaciones.- Por primera vez, vi dolor reflejado en sus ojos azules y supe que no quería realmente decir esas cosas.- Así que no te molestes. Y espero que seas feliz con él.
Se dio media vuelta y se alejó a pasos largos, hasta que llegó a su coche. Yo me había quedado sin aire y muy impresionada por la manera en que me había apretado contra la pared y no fui capaz de ir tras él. Pero, aún así, supe que no todo estaba perdido. Tim había ido por mí. Tim me había tomado las manos con dulzura. Tim me había demostrado que estaba celoso y que, a pesar de lo que decía, sí le importaba.

Tim regresó furioso a su casa. No había esperado ese giro en los acontecimientos y jamás había imaginado que la vería con una alianza de oro en su delicada mano.
Arrojó las llaves del auto contra la mesita del vestíbulo y se encerró en su estudio, pensativo. ¿Qué mierda se suponía que debía hacer? ¿Permitir que le ganara Oliver? Esa idea le parecía inconcebible, pero el anillo lo frenaba. Había algo en él que lo frustraba por completo y lo hacía sentirse miserable y vencido.
Con una punzada de dolor en el pecho, pensó que quizás era así como se sentía Summer cuando era él quien llevaba la alianza, cuando era él quien se convertía en algo inalcanzable y prohibido…
- Me estoy volviendo loco.- Musitó de golpe, poniéndose de pie y yendo a la ventana. Había una sustancial diferencia en esos casos: Summer estaba enamorada de él y por eso sufría por las ataduras de Tim y Jayne. En cambio, Tim no estaba enamorado de ella y, además, Oliver no se había salido con la suya. Simplemente le había dado un insignificante anillito, como dos niños en el jardín de infantes que se juran amor eterno y se olvidan al día siguiente.
Pero aún así lo fastidiaba, lo irritaba saber que ella lo había aceptado y lo llevaba puesto. No podía imaginar cómo Oliver se había atrevido a dárselo, sabiendo que había algo entre ellos…
Sin embargo, si Summer lo había aceptado debía haber algo más. ¿Sentiría algo por ese chico que había estado a su lado toda la vida? ¿Sería para ella algo más que el hermano que siempre había asegurado que era?
Tim apenas podía respirar de lo molesto que se encontraba y tuvo ganas de golpear al chico, no por primera vez. Pero… ¿qué sentido tenía? ¿Iba a luchar por una chica que desde el principio el había catalogado como descartable?
¿O acaso había algo más?

No podía faltar de nuevo al trabajo, por lo que me mantuve impaciente durante toda la jornada. Sólo deseaba ir en busca de Tim y tratar de hablar con él, pero el tiempo se negaba a cooperar, sucediéndose cada vez más lento. Quizás no ayudaba el hecho de que mirara el reloj cada dos minutos. Las agujas parecían estar burlándose de mí, riendo burlonas y sin prisa.
- ¿Todo va bien, Summer?- Preguntó Peter, que me había estado observando mucho últimamente.- Llevas varios días algo extraña.
- Estoy bien, estoy bien.- Aseguré, aunque no parecí convencerlo. Me marché de allí lo antes posible, porque no deseaba someterme a un interrogatorio. Además, Peter conocía a mis padres y no quería que les dijera nada sobre mí.
Oliver no apareció ese día y yo ya sabía que sería así, porque antes de irse de mi casa, donde había pasado unos días, me comentó que sus padres y él viajarían a Oxford, donde cabía la posibilidad de que un amigo de su abuelo lo hiciera entrar en la Universidad. Eso me entristeció en su momento, porque se suponía que iríamos juntos a Hastings, pero si era lo mejor para él, entonces yo sería feliz. Lo que más lamentaba, en ese preciso instante, era no tenerlo a mi lado para que me calmara y me dijera qué hacer. Si bien su experiencia era más que escasa, me hacía sentir bien con sólo hablarme y decirme que todo saldría perfectamente.
Faltaban cinco minutos para las cinco de la tarde. Me quité el delantal y, estrujándome las manos, aguardé a que el tiempo se mostrara benévolo conmigo finalmente y me dejara marchar. Mi cabeza trabajaba a mil por hora, tratando de discernir cuáles serían las mejores palabras para hablar con Tim…
Si me recibía.
¿Y si se negaba a verme? Eso definitivamente no podría soportarlo. Necesitaba aclarar las cosas y tenía que ser cuanto antes, o sería demasiado tarde.
Me subí a la bicicleta tras salir de The 1066 sin siquiera despedirme de nadie. Pedaleé a toda velocidad hacia North Trade Road, hasta que las piernas me ardieron por el esfuerzo. Al llegar, me bajé de la bicicleta aún en movimiento, dejándola caer en la acera frente a la casa y corrí hasta la entrada. Empecé a golpear con un puño.
- ¡Tim!- Grité impaciente.- ¡Tim, soy Summer!
No podía dejar de golpear porque necesitaba descargar las tensiones y porque además estaba segura de que no querría verme. Le ganaría al menos por cansancio y tendría que abrirme la condenada puerta.
Pero, para mi sorpresa, la imponente puerta de madera y vidrio se abrió más pronto de lo que pensé y Tim apareció tras ella, inexpresivo, con los ojos azules ocultos detrás de sus lentes de marco negro y vistiendo la misma camiseta blanca y los jeans de esa mañana.
- ¿Qué quieres, Summer?- Preguntó de mala gana.
- Hablar. Quiero que hablemos.- Contesté, casi sin aire y tratando de recuperarlo. De recuperar el aire, quiero decir. Bueno… y a Tim también.
- Creo que te dije hoy en la mañana que no me apetecía hablar.- Replicó, sin inmutarse en lo más mínimo.
- Tim, te lo ruego. Déjame decirte lo que vengo a decirte y luego si no te importa, no volveré aquí, no me meteré más en tu vida y puedes olvidarte que alguna vez existí.- Me expliqué a las apuradas, creyendo que me cerraría la puerta en la cara. Pero no lo hizo.
- Estoy esperando a Tom, tenemos que trabajar.- Parecía indiferente, pero en el fondo le importaba. Tenía que importarle…
- No te quitaré demasiado tiempo.- Lo miré a los ojos, esperanzada de que viera en los míos lo mal que me sentía y la falta que me hacía.
Aparentemente, lo notó, porque se hizo a un lado sin decir nada y me indicó con un movimiento de cabeza que entrara en la casa.
- Gracias.- Susurré y entré en el agradable vestíbulo. Él se encaminó a la sala y se quedó parado en el medio de la misma, dando a entender que no pensaba sentarse y que más me valía ser breve. Parecía incluso malhumorado.
Traté de recuperar el aire lo más rápido posible, porque de ese modo no podía hablar. Él esperó sin hacer nada.
- Me puse paranoica.- Empecé al fin. Levanté la mirada hacia él, buscando de a poco señales que me indicaran qué le causaban mis palabras.- Me puse paranoica porque nunca antes me había visto envuelta en una relación con nadie y porque no sabía cómo debía manejarme. Tuve miedo de que todo fuera un juego para ti, que sólo estuvieras divirtiéndote conmigo.- Avergonzada, bajé la cabeza por un par de segundos, pero Tim seguía sin moverse.- Tenía la sensación de que para ti nuestra relación era… era meramente física y me di cuenta que jamás hablábamos, que jamás hacíamos nada fuera de la cama. Me di cuenta que tú jamás me cuentas nada sobre ti y yo, por mi parte, apenas tengo tiempo de abrir la boca para hablar, cuando estoy contigo.
Le concedí unos segundos para que dijera algo, pero no lo hizo.
Mierda, iba a ser peor de lo que había creído.
- Creí que todo podía estar basado en nada, que quizás esto no era sólido y que podía perderte sin que me diera cuenta siquiera.- Una lágrima se escapó de mis ojos y quise secarla antes de que la viera, pero fue inútil.- No quiero perderte, Tim. Pero necesitaba saber que realmente estaba con alguien que me quiere, por más que yo pueda aportar el amor por los dos. No quiero que…
Traté de tragarme un sollozo estúpido.
- ¿Y qué hay de lo de Oliver?- Inquirió, hablando al fin. Parecía que lo demás que había dicho ni siquiera tenía importancia para él.
Me sentí desanimada.
- Oliver es un buen amigo que cuando éramos pequeños me hizo una promesa: que no dejaría que estuviera sola. Y… cuando discutimos creí que todo había terminado y pensé que acababa de perder a la persona que más he amado en mi vida. Y Oliver decidió cumplir su promesa y me dio este anillo que la simboliza.- Noté que me temblaba el labio inferior, pero no podía detenerme. Estaba angustiada, nerviosa y desesperada. No sabía qué hacer.
- ¿O sea que no es una propuesta de matrimonio?- Preguntó, haciéndose el desinteresado.
- No. No a menos que yo esté segura que he perdido al hombre de mi vida y que ya nada queda para mí. En ese caso… Oliver había prometido casarse conmigo y ayudarme a cumplir mis sueños.- Expliqué.- Pero todo eso sucedió cuando éramos pequeños y yo ni siquiera lo recordaba.
- ¿Quieres decir que no te importa?- Dio un paso hacia mí.
- Oliver me importa, es mi amigo.- Aclaré, porque eso era de vital importancia para mí.- Pero no sé si podría casarme con él, por más desesperada que me encontrara. Es como mi…
- Como tu hermano.
- Exacto.
Nos quedamos en silencio. Yo no sabía qué hacer. Quizás debería darme la vuelta e irme, ahora que había dicho todo lo necesario.
- Bueno…- Mascullé, obligándome a mí misma a girar hacia la salida.
- No quiero hacerte daño, Summer.- Soltó entonces y yo lo contemplé intensamente, con los ojos bien abiertos.
- Lo sé.- Tristemente, suspiré.
Su mano subió hasta mi mejilla y la acarició tiernamente.
- Y me temo que no soy lo más comunicativo que existe.- Agregó, esbozando una pequeña sonrisa.- Especialmente… especialmente después de lo de Jayne.- Lo observé, expectante.- He vivido en mi propio mundo desde entonces y he cambiado mucho.
- Te hizo mucho daño, ¿verdad?- Me animé a preguntarle, suavemente.
Pero él negó con la cabeza.
- No. Yo le hice mucho daño a ella.- Una mueca de imperceptible dolor cruzó su rostro.- Y no quiero que pase lo mismo contigo.
Me dio un beso pequeño y dulce, rozando apenas sus labios en los míos.
- Summer…- Suspiró, apartándose apenas de mí.- Summer… no dejes que te haga daño.
Sus palabras me estrujaron el corazón, pero no me dio tiempo a responder. Su boca volvió a posarse sobre la mía y durante un rato sólo me preocupó que ese beso no terminara, asegurarme que fortificaba lo que parecía ser un nuevo comienzo.
- Tim…- Mascullé, agitada, cuando se apartó por un momento. Me aferré a su camisa, buscando la manera de decirle que, a veces y sólo a veces, con tal de estar a su lado no me importaba si me hacía daño.
Pero él pareció perder el control y me estrechó con fuerza, sus labios besando los míos con tal desesperación que parecía que habíamos estado separados durante años interminables.
Me encontré deseando que me hiciera el amor cuanto antes, para poder dejar ese amargo episodio atrás. Quería recuperarlo como fuera, sin importar nada.
La pasión fluyó entre nosotros como una ráfaga de viento que se cuela por la ventana abierta. Giró hacia la pared para aprisionarme contra ella y sentí la calidez de su cuerpo aplastándome contra el frío revestimiento de la sala. Le puse los brazos al cuello y decidí liberarme a las maravillosas sensaciones que Tim provocaba en mí. Estaba harta de los miedos y las dudas. No volvería a sentirme así.
Apenas me daba tiempo de respirar entre beso y beso y esa asfixia me causaba una inmensa alegría. Estaba donde tenía que estar: entre sus brazos.
Necesitaba sentir su piel, era una imperiosa necesidad que ya no lograba soportar. Acerqué las manos al borde de su remera y metí las manos debajo, acariciándole el abdomen. Con eso me alcanzaba, de momento…
Tim llevó sus labios a mi cuello y sentí que sus pestañas rozaban el lóbulo de mi oreja. Cerré los ojos y disfruté de ello, esbozando una pequeña sonrisa de alivio: perderlo ya no era una posibilidad.
Se detuvo y me tomó por la cintura, con delicadeza. Sus ojos azules brillaban al posarse en los míos.
- Bésame, Summer.- Pidió dulcemente y yo me acerqué despacio a él. Tomé sus labios entre los míos y hundí mis dedos en su cabello para atraerlo a mí. Lo sentí relajarse contra mi cuerpo, como si esa fuera alguna prueba que yo debía pasar para demostrarle que ya todo había pasado. En cuanto esa idea apareció en mi cabeza, me pareció absurda, pero estaba ocupada rozando el labio inferior de Tim con los míos.
Fuimos lentamente a su habitación, sin detenernos. Él me guiaba, llevándome de espaldas y mirando de reojo sobre mi hombro. Yo me limitaba a sostenerme de sus brazos y a dejar que siguiera besándome distraídamente.
Al llegar al borde de la cama, me apartó un segundo para quitarse la remera por encima de la cabeza y luego, tirando de mi cintura, me atrajo hacia él con una sonrisa. Yo apoyé las manos en su pecho desnudo y le besé el cuello, dejando que, mientras tanto, desprendiera el broche de mi falda y fuera tirándola hacia abajo.
Delicadamente, me recostó en la cama y, tras quitarse los pantalones y dejarlos por ahí, él se recostó sobre mí.
- Me siento bien contigo, Summer.- Susurró, mientras me sacaba la camisa lentamente, como si necesitara mucha concentración para ello.- Aunque no lo demuestre. O lo eche a perder.
Le acaricié la mejilla, donde empezaba a crecerle algo de barba.
- Jamás puedes echarlo a perder, Tim.- Le besé la barbilla suavemente e inspiré profundo cuando llegó a desabrochar el último botón.- Te tengo bastante paciencia, ¿sabías?- Bromeé, aunque mi voz empezaba a afectarse por el maravilloso contacto de Tim.
Él sonrió, con los ojos clavados en la camisa que estaba tirando al suelo.
- Te dije que eras perfecta.- Musitó en un susurro sibilante. Tomando el borde de mi braga, la deslizó hacia abajo.
Enredé los dedos en el vello de su pecho y durante un rato me costó pensar con claridad. Tim siempre sabía despertar en mí las más agónicas sensaciones.
Me obsequió una seguidilla de besos en distintos puntos de mi piel. A duras penas podía ya controlarme y mi respiración se volvía irregular a toda velocidad.
Su mano alcanzó la mía y la estrechó. La miró fijamente, mientras la otra jugueteaba deliciosamente entre mis muslos. Parecía no inmutarse por nada, pero no quitaba esos ojos azules fríos, que un segundo antes parecían tan cálidos, del anillo de Oliver que aún se encontraba en mi dedo.
- Ya no necesitas esto, Summer.- Murmuró en voz baja y me lo quitó delicadamente con la boca. Lo tomó entre sus dedos y lo observó, al mismo tiempo que su otra mano seguía imperturbable y yo creí que iba a explotar en cualquier momento.
Enseguida perdí la noción de los acontecimientos y ya no supe a dónde iba a parar mi alianza. Tim se quitó la ropa interior, besándome nuevamente como si estuviera muriendo de hambre y yo fuera lo único que pudiera satisfacer su apetito.
Sentí su cuerpo fundirse en el mío con intensidad y me aferré a él con más fuerza. Lo quería lo más cerca que fuera posible.
La forma en que Tim hacía el amor era indescriptible. La profundidad del momento, lo cálido y delicado, entremezclado con cierta brusquedad y desesperación… tenía ganas, como siempre, de que jamás se terminara.
Entre mi aturdimiento, me pareció oír un ruido. Quise decírselo a Tim, pero me costaba articular las palabras de forma coherente. Hundí la cabeza en su cuello sin poder contener un jadeo que me nacía desde lo más recóndito de mí ser y me olvidé de ello.
Pero entonces me pareció oír otra cosa y abrí los ojos, tratando de prestar atención.
- Tim… creo… creo que…
Su boca silenció la mía y volví a perderme en él.
- ¡Tim! ¿Dónde estás?- Oímos y él dejó de besarme.
- Es Tom.- Masculló, disgustado, aunque no daba señales de querer detenerse. Su cuerpo seguía arremetiendo contra el mío y yo ya no podía contener los guturales sonidos que querían escaparse de mí.
- Deberías…- Farfullé, dificultosamente.- Deberías… ir a ver…- Sugerí, aunque no me agradaba para nada que Tom nos cortara la emoción.
Pero Tim no me hizo caso. Siguió como si nada le importara unos cuántos segundos más, mientras la voz de Tom iba acercándose y yo sentía que se me ponían los nervios de punta.
- Tim… espera un momento…- Dije, sin reconocer mi propia voz.
- No. No… un poco más…- Gimió él, dejando caer la cabeza en el hueco de mi hombro. Luego, volvió a hablar, más fuerte y absolutamente controlado.- ¡Ya voy, Tom! ¡Espérame en el estudio!
No podía creer que, mientras me hacía el amor de esa manera tan increíble, fuera capaz de hacer uso de su asombroso autocontrol y hablar como si estuviera tirado en la cama mirando la televisión.
- ¿Todo está bien?- Preguntó Tom, algo preocupado, desde el otro lado, ya mucho más cerca.
- Tim…- Jadeé, sin poder contenerme y él me puso la mano en la boca.
- Sí, sólo dame un minuto.
- ¿Quieres…?
- ¡En el estudio, Tom!- Exclamó y se dejó caer con más fuerza sobre mí, como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrenatural. Dejó escapar una fuerte bocanada de aire, algo agitadamente.
No retiró su mano de mi boca y le agradecí en silencio por ello, porque a duras penas hubiese podido controlarme y Tom hubiese oído todo.
Me besó nuevamente, con más fuerza de la necesaria, quizás porque él también necesitaba censurarse de alguna manera y pude contener algunos jadeos en mi boca, así como él contuvo los míos. Su cuerpo se agitó sobre el mío y yo clavé mis dedos en su espalda, buscando una manera de controlarme, aunque a duras penas podía hacerlo.
- Summer…- Se le escapó, en un susurro increíblemente ronco. Yo gemí incoherentemente, mordiéndome el labio para no gritar.
Empezamos a temblar y sentí que Tim le daba un puñetazo a la cama, como queriendo descargarse de alguna manera, condicionado por la presencia de Tom en la casa.
Sentí que esta vez era aún mejor que todas las otras, quizás por el hecho de que estaba recuperándolo o quizás por el hecho de que el miedo a ser descubiertos hacía que en la habitación subieran varios grados de la temperatura.
Todo acabó con explosiones, como fuegos artificiales que estallaban intermitentemente dentro de ambos. Tim respiraba con dificultad y yo no me quedaba atrás. Él se dejó caer con todo su peso sobre mí, exhausto y yo lo recibí entre mis brazos.
Nos quedamos así unos segundos, recuperándonos. Miré a Tim y pasé una mano por su frente para quitarle el sudor que la mojaba. Jamás lo había visto tan atractivo como en ese momento.
- No tardaré mucho.- Musitó, poniéndose de pie de mala gana. Yo protesté por lo bajo, aún incapaz de poner juntas dos palabras para intentar formar una frase. Él sonrió y se acercó a mí.- Quiero que te quedes conmigo, Summer. Dime que pasarás la noche conmigo.
Sonreí cansinamente y me acurruqué contra las almohadas, asintiendo con la cabeza. Él me cubrió con una camisa suya que encontró por ahí y me besó.
Se vistió rápidamente y salió de la habitación. Me quedé remoloneando en la cama, con la felicidad escapándoseme por cada poro de mi cuerpo. Había olvidado el anillo por completo, pero Tim no. Antes de ir al encuentro de Tom, lo tiró a la basura y procuró olvidarse él también.
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2 comentarios:

karidiva dijo...

adoro este capitulo

I love TIM!!

PrinzezzChapliin♥ dijo...

oiee y el capitulo 14?????????
donde estaa necesito seguir la historiaa es hermosaa!!!