domingo, 30 de marzo de 2008

Nothing In My Way: Capítulo 23.

Me levanté de la cama a duras penas. No había dormido en toda la noche y tenía los ojos enrojecidos después de tanto llorar. Me di una ducha sabiendo que no me ayudaría para nada a despejarme y me resigné a ir a trabajar y seguir con mi vida, mientras esperaba a ver qué camino tomaban las cosas.
Lo sucedido la noche anterior en casa de Tim me tenía perturbada, confundida y preocupada. Mis sentimientos parecían divididos entre mi amor por él y mi lealtad hacia Oliver. Extrañaba a mi amigo… ¿ese era el gran crimen que había cometido y me había valido una noche entera de sufrimiento y lágrimas?
Tomé mis cosas y salí. Me asombró ver el sol brillando alegremente, aunque menos cálido que en los últimos tiempos, en el cielo claro y despejado. Según mi estado de ánimo, debería estar lloviendo torrencialmente y lo grisáceo del clima debería mostrar algo de compasión por mi alma. Pero parecía no haber sosiego para mí.
La segunda cosa que noté al mirar en derredor, era el ya más que familiar auto plateado de Tim estacionado frente a la entrada de la casa. Recogí la correspondencia que habían dejado sobre la alfombra bajo la puerta y las arrojé adentro. Ya me ocuparía de ello más tarde.
Decidí que evitar a Tim sería evitar la catástrofe, de modo que, sin decir nada, me encaminé al auto, me subí y me senté. Ni siquiera lo miré. Que buscara su compañía sólo tenía que ver con el hecho de que estaba más sola que nunca, no con que lo había perdonado. No podía creer que me ocultara las noticias sobre Oliver…
Sin decir ni una palabra, se puso en marcha. Mientras conducía, me permití mirarlo de soslayo: se lo veía impactante, como siempre, con su camisa púrpura a rayas y los lentes de sol verdosos. Aún así, su semblante parecía algo tenso.
Tomó la calle principal y fue disminuyendo la velocidad a medida que nos acercábamos a la cafetería. Sólo entonces quebró el silencio, haciéndome dar un respingo cuando su voz profunda pareció invadir el reducido espacio del auto.
- Lo lamento mucho, Summer.
Bajé la cabeza, tragando saliva. Noté su tono de desdicha y me asombró. Tim siempre mostraba fortaleza y autocontrol… ¿tan fácilmente lo había vencido?
Estacionó frente a The 1066, pero yo no me bajé. Algo me mantenía allí. Sentía que quería decirle algo, pero no sabía qué.
- Sé que estás enfadada, pero…- Musitó, y yo lo interrumpí.
- Nada te da derecho a intervenir entre Oliver y yo, Tim. Lo has hecho más de una vez, pero creo que en esta ocasión has traspasado los límites.- Sabía que lo más probable era que con eso empezara una nueva discusión.
Sin embargo y extrañamente, Tim no parecía tener ganas de pelear.
- Lo sé y de verdad lo siento, cariño.- Levantó la mirada hacia mí, detrás de los lentes.- Quizás ahora ya no sirva de nada, pero no era mi intención herirte.
Estaba segura de ello. Me había dicho, no mucho tiempo atrás, que no deseaba lastimarme. Yo le creía y, aún así, no podía cambiar los hechos: había perdido a Oliver.
¿Qué sentido tenía también perder a Tim? Un vacío en mi vida ya era suficiente. No quería que él aumentara mi sufrimiento. No quería quedarme sola. Me había costado muchísimo tenerlo a mi lado… no podía renunciar a él en ese momento.
Suspirando, abatida, le acaricié una mejilla y él esbozó una sonrisa triste. Le quité los lentes y me sorprendió notar las marcas de cansancio alrededor de sus ojos azules, que ese día no brillaban, sino que estaban muy apagados. Aparentemente, no había sido la única con problemas para conciliar el sueño.
Me acerqué despacio y le besé los labios brevemente. Le sonreí de manera casi imperceptible, antes de bajarme del auto y entrar a paso rápido a The 1066.

Nada volvió a la normalidad como por arte de magia. Había empezado a creer que las relaciones de ensueño y las vidas perfectas y felices sólo existían en las películas y en los libros. Tal vez Tim y yo estuviéramos juntos, pero parecía que las cosas ya no eran las mismas.
Para empezar, yo sentía un enorme hueco en el corazón, por el que fácilmente se colaba un aire helado, dejándome una gigantesca desazón que me paralizaba de tristeza en las noches, casi induciéndome al llanto una vez que Tim se dormía a mi lado. A cada día que pasaba, las esperanzas de recuperar a mi amigo se hacían más y más remotas y la alegría disminuía en mí como si la ahuyentaran a escopetazos.
Por otro lado, Tim parecía súbitamente amargado. Si bien conmigo trataba de comportarse como siempre, era capaz de leer en sus ojos lo mal que se sentía cuando yo ya no respondía a sus caricias de la misma manera o cuando tenía que repetirme dos veces lo mismo hasta que volvía de mi propio mundo y lograba oírlo. Ya no había reproches, pero definitivamente, nos caíamos a pedazos.
Lo amaba y no deseaba que todo resultara de ese modo. Quería que fuera feliz conmigo y quería reír como antes, cuando pasábamos interminables horas abrazados en la cama, sin importar ni nada ni nadie, hablando tonterías o mirándonos en silencio como si con eso bastara para ser infinitamente dichosos.
Me esforcé por complacerlo, me esforcé por ocultar el vacío en mi mirada. Fingí que todo iba bien e incluso traté de decirme a mí misma que, en cuanto pudiera olvidar a Oliver, todo iría mejor.
Sólo que no quería olvidarlo.

Tim abrió los ojos y trató de enfocar algo en la intensa penumbra de la madrugada. Notó el leve temblor bajo su brazo y no le asombró para nada que Summer estuviera llorando. Otra vez…
Llevaba así unas cuantas noches. En cuanto creía que él dormía, empezaba a sollozar, tratando de contenerse con todas sus fuerzas en su afán por no despertarlo. Pero Tim ya no encontraba descanso, no viéndola sufrir de aquel modo.
Al principio había querido acunarla entre sus brazos y consolarla, susurrándole al oído que la quería, que la cuidaría, que la amaba… y entonces se dio cuenta que de nada serviría. Porque no era él la razón por la que Summer derramaba lágrimas desesperadas sobre la almohada.
Tim oyó un ruido que le pareció ensordecedor y se quedó petrificado, pensando que Summer descubriría que estaba mirándola, que sabía su secreto, que conocía su dolor… pero se percató de que ella no podía oírlo, que era sólo su imaginación aturdiéndolo con el ruido que hacía su corazón al romperse, resquebrajándose en varios pedazos. Agrietándose a medida que entendía que no podía dejar de perderla, por mucho que se esforzara en retenerla.
Apretó los ojos, como si quisiera evadirse de aquella horrible realidad, como si aún le quedara algún tipo de esperanza, de respuesta, de salvación. No podía perderla. No ahora que la había encontrado…
Tim sintió un nudo en la garganta y comprendió que Summer era un sueño. El problema era que él se mantenía despierto y no lograba dormirse para alcanzarla.

El tiempo volaba cuando no tenía sentido alguno. Faltaban sólo dos días para que comenzara la Universidad. A la mañana siguiente, me mudaría a Hastings y una vida nueva se abriría paso frente a mí.
Suspiré desanimada.
Se suponía que mis padres regresarían justo a tiempo para trasladarme a mi nuevo hogar, pero al parecer había un temporal azotando severamente Berlín y su vuelo había sido suspendido, hasta que pudieran reprogramarlo sin inconvenientes ni riesgos. Miré por la ventanilla del auto de Tim. Acababa de recogerme en la cafetería y ahora me acompañaba a casa para ayudarme a terminar de empacar. La noche estaba a punto de caer sobre Battle, pero todo seguía asombrosamente despejado. Era increíble que allí hiciera tan buen tiempo y que, quizás al mismo tiempo, mis padres estuvieran contemplando un cielo ennegrecido, casi apocalíptico…
- Dejé a Jayne porque era demasiado feliz.- Dijo de pronto y sus palabras me tomaron desprevenida. Lo miré extrañada.
- ¿Qué?- Pregunté, sintiendo algo de confusión. ¿Por qué me lo decía, así, sin ninguna razón? Y, sobre todo… ¿de qué estaba hablando?
- Llámame egoísta si quieres.- Su tono sonaba tan abatido como lucían sus ojos.- Pero de repente me vi acorralado por tanta felicidad.
Me quedé boquiabierta, buscando algo que sonara medianamente adecuado para decir.
No encontré nada y el cambio de rumbo atrajo mi atención.
- ¿A dónde…? ¿A dónde vamos?- Tim se había desviado, alejándose de mi casa en vez de ir hacia ella.
- A dar un paseo.- Respondió solamente.
Nos sumimos en un profundo silencio. No podía dejar de mirarlo. Siempre me había parecido un hombre muy complejo y misterioso… y de repente parecía dispuesto a darme todas las explicaciones que me había negado desde un principio.
- No entiendo.- Musité y él esbozó una sonrisa amarga.
- Jayne tampoco lo entendía. Sucedió de un día para el otro.- Tuve la sensación de que se perdía en los recuerdos, de que estaba presente y ausente al mismo tiempo.- De repente me di cuenta que necesitaba dejarla, que no podía convivir con esa inmensa felicidad que me hinchaba el pecho, que me hacía sonreír de alegría al verla…
Si esa era su explicación, entonces necesitaba aclararla. ¿De qué me estaba hablando? ¿Había dejado a su esposa porque lo hacía excesivamente feliz?
- Fui cruel y desalmado. La extirpé de mi vida como si de un tumor maligno se tratara, sin importarme que se derrumbara frente a mis ojos, sin importarme… que yo también me desmoronaba por perderla.- Aferró con fuerza el volante con ambas manos, hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
- Pero… ¿por qué lo hiciste, Tim?- Inquirí, comprendiendo cada vez menos.
Siguió dando vueltas por las calles de Battle, casi inconscientemente.
- Porque no quería sentirme feliz, Summer, porque no me servía.- Su voz sonó ahogada.- Porque no era capaz de interpretar ni una sola nota si seguía viviendo de ese modo, si seguía amándola, teniéndola como hasta ese momento.
Contuve la respiración.
- ¿La dejaste por…?- Articulé, también algo ahogadamente.
- Me suplicó que no lo hiciera. Me suplicó que no la dejara, que no fuera un estúpido…- Empezó a respirar con dificultad.- Y yo no le hice caso. Le mentí, diciéndole que no era feliz, cuando era exactamente lo contrario por lo que la estaba dejando.- Se llevó una mano a la frente y se secó el sudor que empezaba a aparecer en ella.- Aún… aún veo como se desvaneció su sonrisa cuando se lo dije. Aún la escucho llorar, aún siento sus lágrimas mojándome los hombros…
Lo miraba, incrédula, sin llegar a ser capaz de tomar en serio esas palabras. Si estaba tan herido, si tanto lo había afectado… ¿por qué no había hecho algo para impedirlo?
- Aún escucho lo que me dijo, sílaba por sílaba, como si volviera a bañarme de toda esa odiosa realidad: Siempre estás deshaciéndote de todo lo que te hace bien.- Suspiró con tristeza.- Y tenía razón. Siempre he estado buscando algo que me mantenga infeliz o deprimido, algo que me sirviera para componer canciones nuevas, algo que despertara en mí las emociones necesarias…
Negó con la cabeza, como reprobándose.
- Y ahora mismo… eres tú la que me hace bien, Summer.- Murmuró.
Abrí los ojos como platos. No podía ser… ¿a eso había querido llegar? ¿Toda esa explicación sobre Jayne llevaba al inminente desenlace de nuestra relación?
Sentí que me faltaba el aire.
- Pero me doy cuenta que jamás te cambiaría por algo tan simple como un puñado de canciones.- Continuó y levanté la mirada hacia él, sin saber qué sentir.- No podría herirte… no podría repetir lo que le hice a Jayne…
Creí que Tim se iba a derrumbar sobre el volante. Nunca lo había visto al borde de las lágrimas y eso me impactó. Sin embargo, era demasiado orgulloso para llorar.
- Y aún así… lo estoy haciendo, cariño. Te estoy haciendo daño…- Agregó, con los ojos brillosos muy fijos en mí.
Puse una mano sobre la suya, buscando reconfortarlo.
- No, Tim, no. Tú…
- No estás enamorada de mí, Summer.- Dijo y lo escuché como si fuera una sentencia.
Traté de esbozar una sonrisa, para que viera que era imposible que me tomara en serio aquella acusación…
- No seas ridículo, sabes perfectamente…
- Sé perfectamente…- Me interrumpió, entrelazando sus dedos con los míos y deteniendo el auto, cosa que yo a duras penas noté.-… que estás enamorada de Oliver.
Quise que mi sonrisa se ensanchara más, pero la mera mención de mi amigo perdido lo hacía todo más difícil.
- Pero… ¿qué dices?- Exclamé, frunciendo el ceño.- Yo…
No hizo falta que me interrumpiera para que dejara de hablar. No tenía medios para justificar mi negativa… y de pronto me di cuenta que tal cosa no existía. Claro que estaba enamorada de Oliver… sólo que era muy idiota y muy ciega para verlo.
Durante lo que pareció una eternidad, me quedé callada, con la mirada perdida en algún punto del auto, luchando con mis pensamientos y mis sentimientos encontrados… intentando entender.
- ¿Cómo…?- Articulé, sin saber cómo completar la pregunta.
- No fue muy difícil dar con la verdad, Summer.- Para Tim, parecía asombrosamente sencillo explicarlo todo, encontrar las causas de todo. Aún así, yo sabía que no lo era.- En cuanto él desapareció de tu vida… fue como si te hubiese arrancado parte de tu alma. Tus ojos estaban tristes todo el tiempo, cada vez que salíamos a alguna parte parecías buscarlo…- Pasó un dedo suavemente por mi mejilla, acompañado de una sonrisa algo abatida.- Llorabas. Cada noche te escucho llorar, cariño.
Vacilé.
- Pensé… pensé que dormías.- Sentí que me ruborizaba.
- No puedo dormir desde que sé que sufres.- Contestó con una mueca.- He tratado de buscar una solución, de encontrar el modo de que todo vuelva a ser lo que era y que sonrías…- Su dedo pasó esta vez por mis labios. Un par de lágrimas se escaparon hacia mis mejillas y él las atrapó enseguida.- Pero no hay nada que pueda hacer.
Me esforcé por contener un sollozo. No entendía a dónde iría todo aquello y me sentía asustada.
- ¿Estás enfadado?- Inquirí tímidamente.
Tim sonrió.
- No, cariño. Al menos no contigo.- Sus ojos azules relampaguearon con un brillo que no supe reconocer.- Estoy enfadado conmigo mismo, por haber sido un estúpido que no supo valorarte hasta que fue demasiado tarde…
Ahora sí sentía pánico.
- ¿Demasiado tarde?- Repetí y me tembló el labio inferior.- ¿Qué quieres decir?
Dejó escapar un suspiro trémulo. Supuse que había llegado la parte más difícil de todo su discurso.
- No puedo impedirte que busques tu felicidad, ya no quiero seguir destrozando vidas…- La angustia le teñía el tono y tuve ganas de abrazarlo y decirle que todo estaría bien… sólo que no estaba segura de ello.
- No tengo a dónde ir a buscar mi felicidad, Tim.- Dije.- Y, aunque no lo creas, de verdad te quiero…
- Hay una gran diferencia entre decir que me quieres y decir que me amas, Summer.- Su sonrisa fue más inexpresiva que nunca.- Y ahora hasta tú eres consciente de ella.
Escuchaba sus palabras como si me llegaran de lejos, como si me las estuviera gritando desde la orilla opuesta del río, mientras las aguas me tragaban.
Caí en la cuenta de que, después de todo, tenía razón. Tal vez Tim había sido mi primer gran amor… pero buena parte de lo que había sentido por él se había desgastado las últimas semanas, al ser al fin consciente de que no era con Tim con quien debía estar…
Un par de lágrimas más rodaron desde mis ojos.
- Pero lo perdí, Tim… Oliver se fue y ya no volveré a verlo.- Escondí el rostro entre las manos.- Tardé más de lo que debí en escucharme a mí misma…
- No todo está perdido, cariño.- El tono de su voz me hizo levantar la cabeza. Vi que sus ojos estaban fijos en algo que aparecía por detrás de mí, a través de la ventana.
Me volví. Sólo entonces noté que Tim había conducido hasta mi casa y se había detenido frente a la entrada. Me sequé las lágrimas para enfocar mejor la vista y entonces discerní la figura que se encontraba sentada en las escaleras del pórtico, expectante.
El corazón me dio un brinco. Era Oliver.
Me quedé boquiabierta, mirándolo, como si fuera un sueño. Aún así, lucía tan real…
- Fue bastante complicado convencerlo de que regresara, así que no lo eches a perder, Summer.- Advirtió simulando severidad. Cuando lo miré, estupefacta, rió sin mucha alegría.- Vamos, ve con él.
Creí que estaba imaginando sus palabras. Mi estupefacción sólo aumentó al oírlo.
- ¿Me estás dejando ir, Tim?- Pregunté, sin creérmelo.
La fingida alegría que había querido demostrar se esfumó en un instante.
- Sí, Summer.- Suspiró.- Pero al menos renuncio a ti sabiendo que fui el primer hombre en tu vida y que no estoy alejándote por la necesidad de no tener nada en mi camino, sino por la necesidad de verte feliz con quien realmente amas.
Me quedé paralizada en el asiento. Después de haber sido testigo de sus muchos ataques de celos, aquello sonaba retorcido y totalmente carente de sentido. Y, aún así, sabía que Tim estaba abriéndome las puertas a una nueva vida en la que ya no tendría que llorar por las noches a aquel al que amaba y no podía tener.
Le acaricié la mejilla, instintivamente, teniendo la horrible certeza de que estaba sufriendo por mi culpa.
- ¿Y qué hay de ti?- Quise saber, frunciendo el ceño preocupada.
Sonrió muy a su pesar.
- Yo estaré bien, descuida.- Su mano tomó la mía, sin quitarla de su rostro. Miró por sobre mi hombro y yo lo imité. Oliver se ponía de pie, visiblemente nervioso.- Ya no hagas esperar al pobre chico, se está muriendo de la ansiedad ahí afuera.
Dejé escapar una risita entre las lágrimas y él soltó mi mano.
Lo vi salir del auto y darle la vuelta para abrirme la puerta. Con las piernas algo temblorosas, bajé.
Oliver se cruzó de brazos para disimular su nerviosismo y yo me volví hacia Tim para decirle adiós. Vi la inmensa tristeza en su mirada y me sentí culpable… pero él estaba eligiendo ese rumbo para ambos. Y, después de todo, era el correcto.
- Gracias, Tim.- Musité, escrutándolo como si quisiera recordarlo por el resto de mi vida.
- No tienes que agradecerme nada, cariño.- Seguía intentando infligirme ánimo mediante sonrisas, a pesar de que parecía costarle mucho. Me tomó una mano entre las suyas y la apretó, como había hecho muchas veces… sólo que esta vez era la última.
Me di media vuelta para irme, pero Tim no me soltó. Lo miré nuevamente y leí la ansiedad en su rostro, la pena y lo difícil que estaba siendo para él… tanto como para mí.
Me retuvo unos segundos, como dudando.
- ¿Puedo pedirte… sólo una cosa más?- Preguntó y fue la primera vez desde que lo conocía que lo veía dudar y parecer acobardado.
- ¿Qué cosa?- Inquirí con dulzura.
Inspiró con fuerza y miró a Oliver, como tanteando el terreno.
- Un beso de despedida, Summer.- Dijo.
Me rompió el corazón que me pidiera eso. Lo hacía parecer vulnerable y realmente herido y tuve ganas de sostenerlo entre mis brazos y asegurarle que todo estaría bien…
No respondí. Me limité a dar un paso hacia él y alzar la cabeza, acercando mis labios a los suyos. Tim bajó el rostro y hundió su boca en la mía con una necesidad desesperada, aferrando mi cintura y siendo más tierno de lo que jamás había sido.
Me aparté casi enseguida, consciente de que Oliver estaba allí. Me atreví a lanzarle una fugaz mirada, pero se mantenía impasible, como si ya hubiese pasado por pruebas mucho más duras que aquel simple beso.
Me volví hacia Tim de nuevo, pero en ese breve lapso en que me había decidido a mirar a Oliver, él había subido al auto y estaba ahora poniéndolo en marcha, como si todo lo que necesitara fuera alejarse de allí.
Con un suave sonido, Tim Rice-Oxley aceleró, sin mirar atrás ni una sola vez, aunque el dolor lo tentara irremediablemente y se alejó por Chain Lane, por donde no puedo volver a pasar en mucho tiempo sin sentir un hormigueo entre sus dedos, como rizos sedosos que se enredaban en torno a ellos, así como un dulce sabor en los labios, que se volvía amargo en la añoranza. Pero se alejaba. Y se alejaba con la certeza de haber hecho las cosas bien, casi reparando los errores del pasado.
Me quedé observando como el automóvil se perdía muy pronto en la curva de la calle y entonces me volví hacia Oliver, que seguía en su sitio en lo alto del pórtico.
Le dediqué una tímida sonrisa mientras me acercaba a él.
- Eres más difícil de encontrar que Wally.- Dije burlonamente, aunque con cierta cautela.
- Eso es porque no sabes cómo buscar.- Respondió él de la misma manera y sentí que volvíamos de un golpe a los viejos tiempos, pero mejorados.- Tim sí que sabe cuáles son las técnicas eficaces.
- ¿Ah, sí?- Mascullé, subiendo los escalones uno por uno.
- Aporrear la puerta de mi casa y exigirle a mi madre que me contactara le funcionó bastante bien.- Hizo una mueca pensativa, mientras extendía los brazos, como ofreciéndome refugio. Corrí a ellos inmediatamente, rodeándole el cuello con los míos. Había olvidado lo alto que era…- Parece que tiene un gran poder de convencimiento. Me pregunto qué más le habrá dicho…
- Quizás la verdad.- Farfullé, con la leve sensación de que me encontraba en mi hogar tras una larga ausencia.- Que soy muy tonta y que he tardado más de la cuenta en darme cuenta lo que siento por ti.
- Ah, no, no. Quiero las palabras correctas, Summer.- Me regañó, aunque a duras penas podía contener la risa. No servía para fingir severidad.- No hice todo el camino desde Oxford para que me vengas con rodeos…
Reí, dejando que la felicidad me invadiera todos los recovecos del corazón.
- Con que Oxford, ¿eh?- Musité, arqueando una ceja.- ¿Y en qué viniste? ¿En patineta?
Puso cara de ofendido.
- Muy graciosa.
- Te amo, Oliver.- Dije, sin poder contenerlo más. Me sentí algo angustiada al recordar cómo había transcurrido todo.- Y lo siento muchísimo. Nunca quise lastimarte, he sido…
Me puso un dedo en los labios.
- No lo arruines, Summ.- Bajó lentamente la cabeza, como si aún dudara y me besó. Fue un beso tierno, largo, desesperado. Un beso maravilloso que descargó electricidad en cada centímetro de mi ser.- Y ahora dilo de nuevo, hasta que me lo crea.- Agregó con picardía, separándose brevemente.
Volví a reír.
- Te amo.
- No te escucho.
- Te am…
- Me pregunto dónde estará el volumen.- Bromeó, dando vueltas a mi alrededor, como si me revisara.
- ¡Te amo!- Grité, antes de dejar que mi voz se partiera en mil partículas, riendo a más no poder, mientras me levantaba por la cintura y me echaba sobre su hombro para bajar con dificultad el pórtico y dejarnos caer en la suave hierba.
Me hizo cosquillas, haciéndome retorcer y luego me aplastó bajo su peso, poniéndose súbitamente serio.
- Quizás no estuvo tan mal que Tim se metiera en nuestras vidas, ¿sabes?- Musitó, apoyándose sobre los codos para no quitarme el aire.- De no haber sido porque me sentía amenazado por él, jamás me hubiese vuelto lo suficientemente loco para decirte la verdad.
- Me alegra que lo hicieras.- Susurré. Él arrancó una flor de los canteros de mi madre y la enredó en mis ya enredados rizos. Por una vez, no me importó mi cabello en lo absoluto.- Así que te irás a Oxford, ¿eh?
- No, qué va. Ni que una educación de primera pudiera ser tan importante.- Dijo, desechando la idea con una mano sin dejar de sonreír. Besó la comisura de mis labios y centró sus ojos en los míos.- Me iré a Hastings contigo.
- A tus padres les dará un ataque.- Repuse, sin poder dejar de reír. Me sentía más feliz de lo que me había sentido en semanas.
- Especialmente cuando les diga que me voy a mudar de nuevo. Ya tuvieron una crisis nerviosa la primera vez.- Sus ojos brillaron divertidos.
- ¿Quieres que te acompañe a decírselos?- Pregunté, y rocé su mejilla con un dedo. Era real… estaba allí conmigo y nunca habíamos estado tan juntos.
- Claro que sí. Quiero tener a alguien a quien echarle la culpa cuando quieran matarme.- Se puso de pie y, tomándome de una mano, me ayudó a seguirlo, sin parar de reír ninguno de los dos.
Echamos a andar por el camino, con la noche cerniéndose sobre Battle cada vez más. De pronto todo parecía nuevo y maravilloso y estábamos felices. Nada se interponía en nuestro camino y al fin lo veíamos todo con claridad.
El último rayo de sol se desvaneció en el horizonte y la oscuridad nos acogió con una suave e imperceptible brisa, mientras Oliver y yo nos perdíamos entre sus sombras.
**

Fin.

1 comentario:

PrinzezzChapliin♥ dijo...

Después de casi 10 años de haber leído una parte de esta novela (por que cuando la leí en 2008 o 2009 estaba incompleta) la volví a encontrar! Debo decir que es mi favorita la ame, reí,llore,me emocioné fue genial volver a encontrarla después de tantos años .no se si llegaras a leer este comentario pero gracias por escribirla ha y también quiero saber si me podría facilitar los dos primeros capítulos jeje ya que no está completa