martes, 22 de abril de 2008

Atlantic: Capitulo 3

- No creí que fueras a llamarme.
- Tenías razón. Lo único que necesitaba era un par de días… para darme cuenta de que mi vida se acabó.
Tim suspiró y se dejó caer en la cama. Le dolía terriblemente la cabeza y hacía tanto que no dormía que había perdido la cuenta. No había podido dejar de pensar ni un momento y finalmente descubrió que no podía dejarse vencer de ese modo. O al menos, quería intentarlo.
- Tu vida no se acabó, Tim.- Repuso Richard pacientemente.- Sólo dio un giro inesperado. Lo que necesitas es buscar un nuevo comienzo.
Curvó los labios en una triste sonrisa. Ése era su principal problema. No estaba seguro de querer empezar todo de nuevo. Sólo sabía que no quería quedarse tirado en una habitación de hotel mientras Jayne decidía sus destinos.
- Pero… ¿cómo?- No concebía la idea. No veía en su cabeza algo que lo ayudara. ¿Qué se suponía que debía hacer?- No es tan fácil… como Jayne parece creer. A veces creo que me quiere desarraigar de su vida de un tirón.
- No digo que será fácil y no digo que quizás mañana no vuelvan a estar juntos, Tim, si ella te dijo que la posibilidad existía… me alegro por ti, porque sé que eso quieres. Pero tienes que abrirte a la posibilidad de que quizás no lo haga, que no regrese…- Rich tenía miedo de pronunciar esas palabras, pero sabía cuán necesario era que Tim entendiera.- Debes prepararte para ambas cosas.
Tim se quedó callado. Estaba aturdido y a duras penas podía seguir pensando. Ya había pensado demasiado…
- Y lo primero que tienes que hacer es salir de ahí, Tim.- Lo instó su amigo con firmeza.- Deja esa habitación de hotel, busca un lugar donde te encuentres a ti mismo, algo que o te recuerde que estás ahí porque Jayne decidió…
- Entiendo.- No quería escucharlo decir que estaba allí porque Jayne había decidido dejarlo. Que los demás lo dijeran lo hacían parecer más doloroso. Y el tono de lástima que imprimía sus voces al decirlo le destrozaba el alma.- Así que tengo que ir a otro hotel…
- ¿Por qué no un apartamento o una pequeña casa?- Sugirió Rich y Tim frunció el ceño.- Es más personal y podrás buscar algo que sea de tu gusto.
- Richard… tardaría una eternidad en buscar un apartamento.
- Eso te mantendrá ocupado y te hará pensar menos en otras cosas.- Repuso con convicción.
- Pero… no sé. Tengo la esperanza de que Jayne se decida de un momento a otro.- Confesó, apesadumbrado.
- Bueno, si ella decide que quiere volver contigo mientras tanto, sólo habrá sido un pasatiempo. Y si no, estás solucionando un problema que más adelante te agobiaría.
Sabía que Rich estaba siendo sensato y que trataba de infundirle algo de su sensatez, y aún así no podía evitar sentirse terriblemente mal al escuchar sus consejos.
Algo explotó en su pecho. Con un quejido de dolor, aferró el teléfono con ambas manos.
- ¿Qué haré sin ella, Rich?- Le preguntó, al borde de las lágrimas. Sus ojos azules brillaban, inundados por miles de ellas.
- Seguir adelante. No abandonar.- Dijo sin dudarlo.- No vas a abandonar, Tim.- Le aseguró al instante y Tim pensó que jamás lo había escuchado hablar así, como si estuviera dando una orden. Le agradeció en silencio que estuviera haciendo eso por él.- Y empezarás ahora mismo. Date una ducha, cámbiate de ropa y sal a comer algo por ahí. Puedo encontrarme contigo en una hora si quieres.
Quizás sería lo mejor, que no estuviera solo, que alguien le hablara hasta que le quitara a Jayne de la cabeza y lo aturdiera con otras cosas… pero Tim se dio cuenta que necesitaba estar solo y poner sus pensamientos en orden.
- No, estaré bien, sólo necesito estar solo, al menos un poco más.- Contestó.
- Sólo dime que saldrás de ese hotel y me consideraré satisfecho, Tim.- Pidió Richard y Tim no se sorprendió de tener un amigo tan maravilloso como él. Ya lo conocía bien y sabía que Richard era único.
- Gracias, Rich.- Casi sonrió. Eso era más de lo que había hecho en ese último mes… ¡Wow! Ya un mes…
- Descuida.- Tuvo la certeza de que Richard sí estaba sonriendo con autenticidad.- Tom y yo pasaremos a verte mañana. Todo saldrá bien.
Se despidieron y cortaron. Tim seguía sintiéndose como los mil demonios, pero al menos tenía por seguro que necesitaba empezar a hacer algo o pronto estaría tan muerto como su matrimonio…
De acuerdo, esa había sido una mala comparación.

Tim le dio un largo trago a su copa de vino y sintió un calor recorriéndolo desde la punta de los dedos hasta llegar al resto del cuerpo. Se había sentido frío por demasiado tiempo y ahora comenzaba a sentir el calor de nuevo. Quizás aún quedaba algo de vida dentro suyo, después de todo…
Tom se sirvió una porción de pizza y Richard se encargó de servirle una a Tim, como si necesitara obligarlo a alimentarse. Éste le agradeció con un asentimiento de cabeza. No sabía que haría sin sus amigos.
- Vi dos apartamentos hoy.- Comentó, para romper el silencio que había en la mesa. Había algo de música dentro del restaurante pero ellos habían estado bastante callados desde que llegaran.
- ¿Y qué tal?- Se interesó Richard enseguida.
- No me convencieron demasiado.- Frunció el ceño, pensativo.- El primero era demasiado pequeño, no me imagino poniendo todos mis teclados allí dentro.- Tom le sonrió a Richard, pensando que eso era buen augurio.- Y el otro es sobre una cafetería de Battle, es espacioso y agradable… pero es demasiado cerca de…
Carraspeó y se llevó un trozo de pizza a la boca. Los otros dos entendieron al instante.
- Sólo debes seguir mirando.- Aseguró Tom con entusiasmo.- Ya encontrarás algo.
- Supongo.- Murmuró y siguió masticando, distraídamente. A veces no podía evitar que su mente vagara y regresara a lo que parecía el punto de partida y recordara a Jayne. Le parecía que hacía siglos que no la tenía entre sus brazos…
- Tal vez deberías ver a algún agente inmobiliario, en vez de buscar por tu cuenta.- Masculló Rich, cortando la pizza sin prestar mucha atención, ya que había clavado los ojos en Tim y notaba que se estaba hundiendo otra vez.
- Quizás sí…
La comida transcurrió con bastante tranquilidad y Tom hizo unas cuantas bromas con la intención de que Tim se riera.
No lo logró pero al menos le arrancó una fugaz sonrisa cuando se volcó una copa llena de Coca-Cola en el pantalón.

Tenía que admitir que Richard había tenido razón: buscar apartamento lo mantenía tan ocupado que no pensaba en sus problemas en gran parte del día. Ahora, su mente la ocupaba principalmente la frustración de no encontrar lo que quería.
El gran conflicto eran las noches por supuesto, cuando se acostaba en la oscuridad y trataba de conciliar el sueño. Entonces sí que no tenía escapatoria alguna para el tormento de esa enorme cama vacía y fría.
A la semana siguiente, decidió llamar a un agente inmobiliario, como su amigo le había recomendado. Le explicó sus necesidades y planearon dos o tres recorridos para ver si encontraban juntos lo que Tim necesitaba.
La primera salida fue un fiasco. El único apartamento que le había agradado seguía estando demasiado cerca de la casa de Jayne… mierda, cuánto le costaba pensar que quizás no volvería a ser su casa…
Para el segundo día, decidió descartar cualquier sitio que se encontrara en Battle, lo cual supuso un gran dolor para él. Battle era su hogar, siempre lo había sido… pero ahora también debía perder ese adorable pueblo que amaba, porque los recuerdos eran demasiado dolorosos.
- ¿Nada en Battle?- Dijo la agente inmobiliaria, una mujer alta y rubia de aspecto profesional.- Mm… bueno, eso nos deja otras posibilidades, porque ahora puedo buscar con más intensidad en otras localidades. Veré qué puedo encontrar.
Tim empezó a desesperarse. Si no podía hacer algo tan sencillo como encontrar un lugar para vivir… entonces su vida estaba destinada a ser un desastre absoluto. Quizás Jayne le había hecho aún más daño del que había creído. Quizás lo había roto en todos los aspectos posibles y ya ni siquiera era capaz de valerse por sí mismo para algo tan simple como aquello…
- Ya no tengo mucho más que mostrarle, señor Rice-Oxley.- Dijo la mujer al cuarto día.- Le he mostrado todas las propiedades que tengo en mi zona, cada apartamento, hasta los que estaba segura de que rechazaría.
Tim miró por la ventanilla de su auto, abatido.
- ¿Segura que ya no tiene nada?- Preguntó, sin albergar ninguna esperanza.
- No, ni un solo departamento más…- Masculló ella.- Excepto una casa de alquiler.
- ¿Una casa?- Repitió Tim. No le convencía adquirir una casa. No para él sólo. Eso haría que todo fuera más deprimente, tener tanto espacio que no podría llenar…
- No es demasiado grande, aunque sí me han dicho que es grandiosa. Acabo de adquirir el derecho de mostrarla, uno de mis compañeros se retiró y estaba entre las propiedades de su zona.- Explicó, en un intento por salvar su negocio.- Es en Bexhill-On-Sea, por lo que ya cumple con al menos una de sus condiciones, señor Rice-Oxley.
Tim miró la hora. Apenas era el mediodía. Tenía dos opciones: o ir a ver esa casa y distraerse un rato más o regresar al hotel y a los inevitables pensamientos lúgubres que lo acometían al encerrarse de nuevo en esa deprimente habitación.
No tuvo que pensarlo dos veces. En menos de cinco minutos estaba dirigiéndose a Bexhill.
La mujer le indicó el camino para llegar a la casa. Le explicó que quedaba en la playa, cosa que le agradó a Tim y luego empezó a hablarle de los propietarios, pero él ya no la escuchaba. Pensaba en cuánto le hubiera gustado a Jayne vivir en una casa frente al mar. Habían soñado eso para cuando ya fueran mayores y ambos estuvieran retirados…
Antes de lo que pensaba, la mujer le indicó que doblara en una curva y le dijo que quedaba a pocos metros. Tim regresó a la realidad y observó la frondosidad de los árboles y la quietud del lugar. Era un pequeño bosque y, al doblar, Tim escuchó el sonido del mar. Y también vio la casa.
Se enamoró de ella al instante. Era realmente hermosa, con una entrada circular para el auto cuyo centro era un inmenso cantero de flores de todos los colores. Cada detalle de la entrada estaba hecho en piedra y la hierba crecía verde y prolija en los límites. La casa era muy grande, impactante, con unos techos de madera con intrincados diseños y detalles. Las tejas negras contrastaban con el color crema amarillento de las paredes y pudo apreciar enseguida que sólo contaba con planta baja, pero que seguramente sería espaciosa y cómoda.
Bajó del auto, maravillado ante lo que veía. La construcción era de un gusto impecable. Había dos entradas principales, lo cual le llamó brevemente la atención, ambas con trabajadas puertas de roble con ventanas de vidrio esmerilado a los lados. Los ventanales eran increíbles y le hubiese encantado poder espiar entre las ventanas.
- Sígame, señor Rice-Oxley.- Pidió la mujer, tratando de llamar su atención, ya que Tim se había perdido en el escrutinio de cada detalle.- Le mostraré el interior.
Él la siguió dando un par de zancadas con sus largas piernas para ponerse a su altura, mientras la agente inmobiliaria sacaba un manojo de llaves de su bolsillo y buscaba la que estaba identificada con la dirección de esta.
Entrar le quitó la respiración. Cuando ella abrió la puerta, Tim dio un paso hacia delante y se encontró en una magnífica sala. No le costó para nada imaginar unos confortables y mullidos sillones de cuero frente a esa fabulosa chimenea de piedra y el piano de cola justo delante del impresionante ventanal que conformaba la pared trasera. Parecía hecha meramente de vidrio y era como tener la playa dentro de la misma casa. Tim vio cómo las olas golpeaban embravecidas la orilla y se imaginó a sí mismo trabajando allí, con esa magnífica vista contribuyendo sin lugar a dudas a su inspiración. Y Jayne adoraría el lugar. Era lo que siempre habían querido. Una vez que recapacitara y volviera a su lado, se sentiría muy feliz viviendo en una casa como aquella…
Caminó a través de la estancia, sin dejar de mirar para todas partes. Luego abrió la puerta corrediza lateral que daba a la playa y salió a un perfecto balcón de madera. El viento le azotó el rostro con fuerza y Tim sintió que lo despertaba de golpe.
- ¿Qué le parece si le muestro la habitación principal?- Propuso la mujer, sujetándose el cabello, evidentemente disgustada por el viento que desarreglaba su inmaculado aspecto.
Tim sonrió y negó con la cabeza.
- No necesito ver nada más.
La mujer suspiró, resignada.
- Sabía que no sería de su agrado, señor Rice-Oxley… hay que buscar algo…
- No quiero buscar más nada. Este sitio es perfecto.- Interrumpió, sintiendo algo de entusiasmo después de muchos días.- Sólo dígame qué debo firmar.
La agente inmobiliaria sonrió ampliamente. Rice-Oxley era un cliente difícil, pero había logrado complacerlo, finalmente.
Tim bajó a la playa, olvidándose momentáneamente de ella y tomó una bocanada de aire. Casi se sentía vivo de nuevo.
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