domingo, 15 de junio de 2008

Atlantic: Capitulo 18.

- Bueno, eso fue bastante aburrido, ¿no crees?- Jayne se quitó los zapatos y los dejó caer al piso, mientras Tim se desabrochaba la camisa, tratando de no arrancar los botones.

No, no había sido aburrido. Simplemente había sido intolerable. Estar allí, pretendiendo que todo estaba bien, que su vida estaba en orden, que no le afectaba ver a Allison tan…

Cortó sus pensamientos respondiendo con un gruñido.

- Los cumpleaños de Tom ya no son lo que eran. Antes lo pasábamos mejor.- Comentó su esposa, quitándose toda la ropa y metiéndose en la cama.- Supongo que tu amiguito ya no es tan divertido.

- Tampoco somos tan jóvenes. Y tampoco podemos festejar del mismo modo, sobre todo él.- Masculló, saltando en defensa de su amigo, aunque lo cierto era que experimentaba un extraño deseo de estrangularlo.

- Y esa chica que estaba con Richard… por Dios, ¿de dónde saca esa ropa tan colorida? Creí que me iba a dejar ciega.- Se puso de costado para contemplar a Tim mientras se desvestía. Él arrojó los pantalones sobre el respaldo de un sillón que estaba frente a él y buscó sus lentes en la mesita de luz.- Aunque quizás Richard no nota la diferencia…

- Annie es muy agradable.- Interrumpió irritado.- Y Rich está feliz con ella. No creo que la ropa que usa sea tan importante.

- Bueno, cariño, tú también tienes esos buzos inmundos y coloridos que nadie más se pondría.- Repuso con algo que soñó cariñoso pero a Tim no se lo pareció. Se hizo el silencio y él se recostó, suspirando.- ¿Qué pasa con esa mujer, Allison?

Tim le lanzó una mirada que pudo ser tanto de fastidio como de advertencia.

- ¿Qué hay con ella, Jayne?

- No sé. Parece… seca o algo así. Era evidente que no estaba muy a gusto.- Tim cerró los ojos y apretó los labios, como para reprimirse a sí mismo.- Y no creo que deba permitir que el niño esté en las cenas de adultos. Tienes que medirte en todo lo que dices y llega un momento en que resulta fastidioso.

- Noah es un niño maravilloso, Jayne y todos nos sentimos a gusto con él.- Replicó, en un susurro cortante. Bueno… quizás él no se había sentido muy a gusto en esta ocasión, pero cuando su esposa no estaba en medio se sentía feliz en compañía de todas aquellas personas.- Me gusta estar con él.

- Y yo no lo considero apropiado. Tienes treinta y un años, Tim, no puedes estar jugando con un chiquillo que no tiene nada que ver contigo.- Lo observó con severidad.- No me agrada.

- No seas ridícula.- Pidió con impaciencia.- No tiene nada de malo.

- Además, no creo que a él le gustes. Claramente, está encantado con Tom, pero no contigo.

Tim se volteó hacia ella y se contuvo a tiempo para no empezar a gritar.

- Eso es porque está enfadado conmigo porque ya no le presto la misma atención que antes.- Explicó.- Y ya que tienes tantas ganas de hablar, concentrémonos en lo importante: nosotros.

- Estoy exhausta, Tim, quiero dormir.- Respondió, dándole la espalda. Él la tomó por un brazo para retenerla.

- No pareces muy cansada para criticar a Allison y a Annie.- Ella enarcó una ceja.- Así que dime: ¿qué pasa con nosotros? ¿Qué vamos a hacer?

- Nosotros estamos perfectamente, como puedes ver.- La mordacidad de su voz lo hizo fruncir el ceño.- Y en cuanto a lo que vamos a hacer…- Se puso pensativa unos segundos.- Bueno, me gusta estar aquí, así que quizás podemos quedarnos un poco más. Pero tendré que ir a Battle a resolver algunas cosas en el trabajo. Y luego vendré y seguiremos como hasta ahora.

Tim tuvo la impresión de que Jayne remarcaba el “como hasta ahora”. Pero era más de lo que le había dicho en esas semanas y le parecía que al menos podía conformarse por esa noche.

- Bien.- Se recostó y se pasó una mano inconscientemente por el cabello.- ¿Y cuándo quieres que vayamos a Battle?

- Ah, no, no tienes que ir.- Se apresuró a aclarar ella.- Tú quédate aquí, trabajando y yo iré a casa, haré mis cosas y regresaré.- Le besó el cuello.- Y puedes prepararme algo lindo para cuando vuelva. Tal vez un picnic en la playa…- Le mordió el lóbulo de la oreja.- Y asegúrate de que la manta sea mullida y la casa de al lado esté vacía…

Tim la apartó con suavidad y apagó la luz, dejando sus lentes sobre la mesita de luz nuevamente. Se sentía molesto y malhumorado. La cena de esa noche había sido una mierda, Tom y Allison juntos lo ponían nervioso y ahora, para colmo, Jayne quería irse a Battle sola. ¿Y si no regresaba?

Tim se preguntó a sí mismo, mientras caía en la inconsciencia del sueño, hasta qué punto lo afectaría.

Annie apareció bostezando a la mañana siguiente y le arrojó un beso a Richard, que la miraba desde su auto entrar a la boutique. Una vez que ella estuvo dentro, se puso en marcha y desapareció.

- Buenos días.- Saludé, cuando ella se acercó al mostrador.

- Buenos…- Bostezó otra vez.-… días.

- ¿Cansada? La cena no duró hasta tan tarde ayer.- Comenté, frunciendo el ceño.

- Es que después me quedé con Richard despierta en casa.- Le dio un trago a mi café y se quitó el abrigo.- Tengo la sensación de que no lo pasaste bien anoche.

Suspiré. Sabía que no podría evitar hablar del asunto.

- No, no lo pasé bien.- Decidí ser sincera. Así Annie no insistiría tanta hasta sacarme la verdad.- Quise hacerle un favor a Tom, pero no tenía ganas de estar allí.

- Sin la parejita feliz hubiese sido mucho mejor.- Dijo ella.- Aunque la verdad es que no sé qué hacen Jayne y Tim juntos. No se los ve bien en lo más mínimo.

- Yo no diría eso.- Recordé los ruidos que proferían constantemente y que ahora ya no se oían tanto. De seguro Tom había hecho algo al respecto.- Seguramente tenían un mal día.

- Seguramente Tim sí.- Repuso Annie, distraídamente.- No hablaba, se fue solo a la playa, apenas sí comió…

Volví a suspirar. Eso era exactamente lo que quería evitar en nuestra conversación.

- ¿Qué te parece si el próximo cumpleaños lo hacemos en tu casa?- Propuse, mirándola burlona.

- Imposible. Mi casa es como una caja de zapatos. Y Georgia se pone incómoda con las multitudes.- Me dedicó una sonrisa de complicidad.

- Quizás debería conseguirme un gato y usar la misma excusa.- Farfullé, cansinamente y fui a atender a un hombre que acababa de entrar.

Tim llevó la maleta hasta el auto de Jayne, la puso en el asiento de atrás y cerró la puerta de un golpe. Se sentía dividido entre el malhumor y el alivio de tener unos días de paz mientras su esposa se ocupaba de sus cosas en Battle. Pero no podía evitar pensar que ella lo estaba excluyendo un poco al no permitirle acompañarla.

Él le había sugerido varias veces que al menos lo dejara llevarla y traerla, pero Jayne se opuso rotundamente. Le dijo que no necesitaba un chofer y que, además, Tim podía aprovechar el tiempo a solas para trabajar. Era cierto: apenas sí había tocado los teclados desde que su mujer regresara a él.

Suspiró y levantó la mirada al cielo claro. La lluvia de unos días antes se había disipado por completo y ahora el clima se volvía más y más primaveral, poco a poco. Últimamente no se entendía a sí mismo. Había momentos en que Jayne lo irritaba como nunca antes y momentos en que no podía soltarla y lo único que quería era estrecharla en sus brazos, temeroso de que lo dejara de nuevo. Y se dio cuenta que en esos días la primera opción se estaba imponiendo sobre la segunda. Y se dio cuenta que probablemente Allison tuviera algo que ver.

Le sorprendió ese descubrimiento. Descubrir que la extrañaba. Cuando estaba dolido por el abandono de Jayne, ella había estado para él. Habían pasado largas noches haciéndose mutua compañía, riendo, consolándose sin ser conscientes de ello. Y ahora… todo parecía haberse acabado, justo cuando Tim moría de ganas de verla al menos un segundo más.

Ese beso lo había dejado deseoso de más, tenía que admitirlo. Había algo en Allison que lo atraía inexorablemente, como por fuerza magnética, tan fuerte que no podía rechazarlo…

- ¿Pusiste la maleta en el auto?- Preguntó Jayne, saliendo de la casa y sacándolo de su ensimismamiento. Él asintió y le echó un vistazo. Llevaba un hermoso abrigo azul marino sobre una vestimenta íntegramente negra, absolutamente elegante, y sus lentes de sol. Estaba preciosa y Tim sonrió. Tenía suerte de tener una esposa como ella… pero sabía que el exterior no lo era todo. Estaba ansioso por su regreso. Quizás entonces podrían sentarse y tener una conversación verdadera, de una vez por todas.

- Sí, cariño.- Musitó, dando unos pasos hacia ella. Ahora que se iba, tenía la sensación de que las noches se harían mucho más largas hasta que la viera otra vez. Le tomó la cintura con las manos.- ¿Segura de que no olvidas nada?

- No, ya guardé todo.- La puerta de la casa de al lado se abrió mientras ella respondía y Tim no pudo evitar mirar en esa dirección, con algo muy parecido a la esperanza latiendo en su pecho. Noah salió al trote y detrás de él, Greta. Tim se desilusionó. Durante un segundo había esperado ver a Allison, pero quizás ella ya se había ido a la tienda.

- Buenos días.- Saludó Greta con cortesía.

- Buenos días.- Contestó Jayne, para volverse de nuevo a su esposo y preguntarle sin hablar quién era esa mujer.

- Buenos días, Greta.- Dijo éste, sin hacerle caso. Se alejó de Jayne y caminó hacia ellos.- Hola, Noah.

- Hola.- Masculló el niño. Era obvio que seguía molesto.

- ¿Cómo está, señor Rice-Oxley?- Preguntó Greta con su amabilidad habitual.- Hace mucho tiempo que no aparece para cenar.

- Extraño tu comida, Greta, te lo aseguro.- Le sonrió a la mujer.- ¿Dónde está Allison?

- Fue temprano a la boutique, tenía cosas que hacer, así que llevaré a Noah a la escuela.- Explicó ésta.

- Cariño, tengo que irme.- Interrumpió Jayne, tratando de llamarle la atención, evidentemente fastidiada.

- Dame un segundo, Greta, por favor.- Retrocedió rápidamente hacia el auto de su mujer. La besó dulcemente y la vio subirse en el asiento del conductor.- Conduce con cuidado, cariño. Llámame en cuanto llegues a Battle.

- Claro.- Musitó ella, distraídamente, poniendo el auto en marcha. Cerró la puerta y Tim la despidió con una mano mientras ella se alejaba por el camino.

Greta estaba subiendo a Noah a su propio auto cuando Tim se volvió a verlos nuevamente.

- ¿Te molesta que lo lleve yo mismo a la escuela, Greta?- Inquirió él, sonriéndole.

- Ah, no lo sé, señor Rice-Oxley. La señora Matthews no me ha dejado indicaciones de que…

- Ya lo sé.- Cortó, al ver que ella dudaba.- Pero no creo que ella tenga inconvenientes y, además, hace mucho que no puedo estar con Noah…

- Voy a llegar tarde.- Farfulló el pequeño, que no parecía muy interesado en pasar tiempo con Tim.

- Tendré que llamar a la señora Matthews y…

- Tengo una solución mejor.- Tim señaló su propio auto, estacionado junto al espacio vacío del de Jayne.- Los llevaré a ambos, ¿qué dices, Greta? Vamos, sé buena.

Greta rió y asintió con la cabeza. Encontraba muy agradable y atractivo al señor Rice-Oxley y más de una vez había deseado tener veinte años menos al tenerlo en frente.

De modo que los tres fueron hacia su automóvil. Noah se deslizó en el asiento de atrás, refunfuñando y Tim se inclinó hacia él para ponerle el cinturón de seguridad y plantarle un beso en la cabeza que pareció suavizar un poco al chico, aunque éste no quisiera admitirlo.

- Sé que estás enojado conmigo, Noah.- Le dijo, ya estando en camino.- Sé que me porté mal al no ir más a verte, pero he estado ocupado. Tenía cosas que hacer.

- Y los adultos a veces necesitan estar solos.- Masculló Noah, jugueteando con los cordones de sus zapatillas.- Mami me lo dijo.

- Exacto.- Susurró, preguntándose si Allison había tenido que explicarle a Noah algo referente a su relación con su esposa…- Y Jayne y yo teníamos mucho de qué hablar…- Continuó, tratando de ignorar la vocecita en su interior que bufaba en señal de burla.- No te culpo si estás enfadado.

- Me aburrí mucho, Tim.- Protestó, al parecer decidido a sincerar las razones de su enojo.- Y mami también se aburrió. Y, ¿sabes qué? Te perdiste muchos capítulos de El Hobbit. Mamá está leyéndomelo.

- Lo siento.- Se apresuró a decir.- Me pondré al día, ¿está bien?

- Y ya no juegas conmigo.- Frunció el ceño y a Tim le pareció adorable cuando lo miró por el espejo retrovisor.- Por suerte Tom vino a casa y armamos rompecabezas y jugamos al fútbol y todo eso.

- Pero ahora jugaré contigo de nuevo.- Repuso Tim, tratando de idear una manera de compensar su ausencia.- Lo prometo.

- ¿Y seguirás enseñándome a tocar el piano?- Preguntó, desconfiado.

- Claro que sí. Hoy mismo seguiremos con eso, cuando regreses después de clases.- Respondió enseguida. Quería recuperar al niño. Sentía demasiado cariño por él como para perderlo…- ¿Me perdonas?- Inquirió con cierta timidez.

- No sé…

- ¿Por favor?

Estacionó frente a la escuela y se volvió a mirarlo suplicante mientras los niños a su alrededor que corrían bulliciosamente se dirigían a la entrada. Noah suspiró, simulando rendirse.

- Sí, está bien.

- Gracias, Noah. Ahora, ven aquí y dame un abrazo.- Noah se paró sobre el asiento y se lanzó hacia él para colarse entre sus brazos. Tim lo estrechó sintiendo una extraña y purificante felicidad. El pequeño se separó y lo miró sonriente.- ¿Quieres que te acompañe a la entrada?

- No, no hace falta. Allí están mis amigos.- Señaló a dos niños que lo saludaban desde debajo de un árbol, instándolo a que se uniera a ellos.- Entonces… ¿hoy después de clases…?

- Seguiré enseñándote, sí.- Aseguró con algo de solemnidad para que él le creyera.

- ¿Y vendrás a cenar esta noche?- Insistió Noah, evidentemente ansioso de que todo volviera a ser como antes.

Tim dudó.

- Eso tenemos que hablarlo con tu madre.- Contestó, abriéndole la puerta del auto.- Ahora, vete. Llegarás tarde.

Noah salió corriendo a reunirse con sus amigos y luego entraron juntos por la arcada de entrada a la escuela. Tim se había quedado mirándolo con una sonrisa y Greta abrió la boca por primera vez desde que se subieran al auto.

- Es usted muy dulce con él, señor Rice-Oxley. A Noah le hacía falta una figura paterna, un hombre cercano.- Comentó, observándolo satisfecha.- Y lo quiere mucho.

- Fui un tonto al portarme mal con él.- Tim suspiró y puso el auto en marcha para emprender el camino de regreso.- Ahora pienso compensarlo.

- ¿Y qué es lo que va a hacer?- Quiso saber ella, con curiosidad.

Tim sonrió, enigmático, pero no le respondió.

Salí temprano de la tienda en la tarde, dejando a Annie a cargo. Estaba cansada porque me había levantado más temprano de lo habitual y tenía pensado ir a buscar a Noah a la escuela y después quizás tomar una pequeña siesta. Con suerte Tom iría a buscarlo para entretenerlo un poco y yo podría dormir sin preocuparme de que mi hijo quedara sin supervisión.

Estacioné el auto frente a la escuela y, en menos de cinco minutos, Noah se acercaba corriendo hacia mí. Le abrí la puerta trasera y entró de un salto.

- Cariño, ya te he dicho mil veces que no corras así, te vas a caer.- Lo reprendí, pero él ni siquiera me hizo caso, se lo veía bastante feliz.

- Mami, mami… Tim me trajo a la escuela hoy y…- Empezó a decir, emocionado, pero lo interrumpí.

- ¿Qué quieres decir? ¿Y Greta?

- Ella vino con nosotros. Y Tim me prometió que ya no me va a dejar solo y que seguiremos tocando el piano y jugando.- Hablaba apresuradamente y no lo veía tan contento en varios días.- Y esa señora que está con él se fue hoy en su auto y llevaba una maleta grande.

- ¿Jayne se fue?- Mascullé, sorprendida y el corazón me dio un salto.- ¿Estás seguro?

- Sí, mami, Tim la saludó justo enfrente de mí.- Asintió enérgicamente con la cabeza.

Puse el auto en marcha para disimular el temblequeo de mis manos. ¿Qué me sucedía? ¿Por qué me afectaba así la noticia de que la mujer de Tim se había ido? ¿Se habrían separado nuevamente?

Noah no paró de hablar en todo el camino y sentí que me empezaba a doler la cabeza, taladrada por su constante verborrea.

- Entonces, ¿puedo? ¿Puedo, mami?- Dijo cuando llegamos a casa y yo traté de retomar el hilo de la conversación.

- ¿Si puedes qué, cariño?- Inquirí, distraída, bajando del auto y ayudándolo a él a bajar después de mí.

- ¡Ir a casa de Tim! Me debe estar esperando íbamos a…

- No creo que debas molestarlo.- Murmuré, buscando la llave en mi cartera, pero cuando estaba a punto de ponerla en la cerradura, la puerta se abrió y Tim nos recibió sonriente. Sin embargo, su sonrisa pareció vacilar un poco al mirarme a mí.

- ¡Hola, Tim! ¿Qué estás haciendo ahí?- Exclamó Noah, corriendo hacia él.

- Esperándote, por supuesto. Estoy listo para las lecciones de piano… y además tengo una sorpresa.- Lo levantó en brazos y me miró de soslayo.- Para ambos, en realidad.

- ¿Qué es?- Farfulló el pequeño, ansioso y yo los seguí al interior de la casa, tratando de armarme de paciencia.

Tim nos condujo hacia la sala.

- Averígualo tú mismo.- Repuso, de buen humor. No se parecía en nada al Tim fastidioso del jueves en la noche.

Bajó a Noah y él corrió hacia una caja bastante grande que estaba en el piso, justo delante del ventanal cerrado. Fui tras él, curiosa.

- ¿Puedo abrirlo, mami?- Me preguntó, excitado, mirando la caja que llevaba un gran moño rojo.

- Claro, Noah, es un obsequio.- Susurré yo.

Noté que Tim se paraba detrás de mí, expectante.

Noah se dejó caer junto a la caja y levantó la tapa de un tirón. Profirió un grito emocionado y empezó a saltar, aunque no había sacado nada del interior. Pero entonces se agachó y abrazó algo peludo y gordo.

- ¡Es un perro, mami, es un perro!- Gritaba, mientras el pequeño animal trataba de zafarse de sus bracitos a toda costa.

Tim rió con alegría y se acercó a rescatarlo.

- Tienes que tratarlo con cuidado, apenas es un bebé.- Explicó, tomando al perrito en sus brazos.- Y antes de que sea tuyo por completo, tienes que prometer algo.

- Lo que sea, Tim, lo que sea…- Masculló, desesperado por tener el perro de nuevo.

- Vas a ocuparte de él y ayudarás a tu madre a cuidarlo.- Le dijo seriamente y el animal se acurrucó en sus brazos, evidentemente contento de que lo trataran más amablemente.

- Sí, sí, te lo prometo. Le daré de comer y lo sacaré a pasear y jugaré con él y… ¿me lo das, Tim?- Extendió las manitos hacia él y Tim ya no pudo contener la sonrisa.

- Es tuyo. Pero vamos a presentárselo a tu madre primero, ¿de acuerdo?- Se puso de pie sin esperar respuesta y se acercó a mí, mostrándome al cachorrito. Era un golden retriever de lo más tierno y esponjoso y no pude evitar sonreír yo también.- ¿Qué dices, Allison? ¿Puede quedarse?

Acaricié la cabeza suave del perro y le eché un vistazo a Noah, cada vez más ansioso.

- Sí, puede quedarse.

- ¡Gracias, mami! ¡Gracias, Tim!- Gritó y empezó a saltar para que le entregaran a su mascota. Tim lo dejó en el suelo y Noah se sentó a su lado para jugar.

- Sabes tan bien como yo que ibas a tener que conseguirle un perro tarde o temprano.- Musitó Tim, mirando a Noah con dulzura. Luego levantó la vista hacia mí.- Espero que no te moleste que yo…

- No, está bien.- Murmuré. Mi hijo estaba exorbitantemente feliz y eso era todo lo que me importaba.- Gracias. Sabes que es importante para él.

- Me comporté como un tonto estas últimas semanas.- Su tono de voz era bajo, como si no quisiera que el pequeño lo oyera.- Y lo lamento. No quise dejar de lado a Noah… o a ti.

- Descuida. Tenías cosas que hacer.- Mi tono se volvió un poco cortante al recordar todas las veces que lo había escuchado hacer el amor con Jayne.

Noah se puso de pie, con el perrito abrazado cuidadosamente.

- ¡Vamos, Bilbo, te mostraré mi habitación! - Exclamó alegremente y se alejó en dirección al pasillo que conducía a los dormitorios.

Di un paso para seguirlo, pero Tim me puso una mano en el brazo para retenerme.

- Lo siento, Allison.- Susurró.- Lo siento mucho.

- No tienes por qué disculparte.- Repuse, encogiéndome de hombros.- Tenías que arreglar tus asuntos con Jayne.- Dudé, pero al final me decidí a preguntarlo:- ¿Cómo quedó todo entre ustedes?

- Se fue a Battle unos días. Tenía que ocuparse de un par de cosas en su oficina.- Explicó, evadiéndome un poco.- Y sí tengo que disculparme, Allie. La última vez que hablamos yo…

- Prefiero no recordar lo que pasó la última vez que hablamos, Tim.- Corté, antes de que fuera tarde.- Dejémoslo así.

- No debí entrometerme en tu vida, ni suponer que tenías la obligación de contarme lo de Kevin sólo porque yo te dije lo que había pasado con Jayne.- Dijo de todos modos. Su mano seguía en mi brazo y yo era más que consciente de la calidez que emanaba sobre mi piel.- Me arrepiento de eso. Y si algún día quieres hablar, sólo dímelo. Estoy dispuesto a oír.

Se hizo una pausa. Asentí con la cabeza, sin saber qué decir. No estaba segura de que quisiera volver a hablar con Tim sobre el tema de Kevin. No estaba segura de poder hacerlo.

- Pero no me arrepiento de haberte besado, Allison.- Farfulló entonces y lo miré con los ojos abiertos de sorpresa. Quizás me sorprendía que no se arrepintiera… o que se atreviera a mencionarlo.- Jamás me arrepentiré de eso.

Lo contemplé en silencio. Nunca hubiera creído que Tim me hablaría de ello y ahora que lo hacía era como si ese beso dejara de ser un recuerdo para convertirse en un hecho. Que Tim hablara de él lo hacía real.

Y también hacía real mi deseo de que se repitiera. Quería que me besara, lo ansiaba con todas mis fuerzas, pero sabía que no podíamos, que no debíamos. Él tenía a Jayne, era un hombre casado. Y yo simplemente tenía demasiado miedo para atreverme.

Sus ojos azules estudiaron los míos con intensidad y durante un momento temí que todo mi deseo quedara evidenciado en ellos. Temí que se diera cuenta de cuánto quería que me estrechara entre sus brazos, de cuánta falta me hacía un beso, una caricia…

Pasó sus brazos alrededor de mi cintura, estrechándome contra su cuerpo. Puse las manos entre nosotros, sobre su pecho, lista para rechazarlo en caso de que fuera necesario… en caso de que fuera lo suficientemente fuerte para hacerlo.

- Tú tampoco te arrepientes.- Susurró y estaba tan cerca que sentía la calidez de su aliento en mi mejilla.- Sé que no, Allison…

Levanté la mirada hacia él y Tim aprovechó mi movimiento para bajar su cabeza y devorar mis labios con los suyos. Me quedé sin aire en cuanto se tocaron unos a los otros. Mi cuerpo se aflojó contra el de él y me olvidé de que aquello estaba mal. Mis manos quedaron, inútiles, sobre su pecho.

Era maravilloso estar así, sin pensar, sin sentir nada más que la forma en que Tim me besaba. La olvidada necesidad de mi ser parecía erupcionar hacia la superficie, haciendo que le respondiera, que lo rodeara con los brazos, que acortara las distancias…

Se escuchó un ladrido y una risa y Tim se separó, echando un vistazo hacia la habitación de Noah.

Yo me quedé estática, aferrada a él y con la sensación de que mis labios latían, hinchados por la intensidad del beso de Tim. El perfume que emanaba su piel, con su cuello tan cerca de mi nariz, me embriagaba… estaba perdida sin entender qué estaba sucediendo.

Me besó la frente para devolverme a la realidad y yo lo miré, algo aturdida.

- Será mejor que vayamos a vigilar que Bilbo no empiece a comerse las medias.- Murmuró, sonriente y yo me esforcé por devolverle el gesto. Luego me tomó por la cintura con un solo brazo y me llevo hacia la habitación de Noah, donde nos quedamos parados observando como el pequeño le lanzaba una pelota a su nueva mascota, aunque en realidad yo ni siquiera me daba cuenta de que estaba allí.

Una parte de mí sólo lograba concentrarse en lo maravilloso que era volver a sentir todas aquellas sensaciones después de haber estado privándome de ellas por dos largos años. Pero la otra me decía que había algo ahí que no andaba bien y yo sabía exactamente a qué se refería.

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