lunes, 30 de junio de 2008

Atlantic: Capítulo 19.

Para cuando amaneció al día siguiente, Bilbo ya había destrozado una zapatilla de Noah y había aprendido a saltar hasta el sillón de la sala donde se encontraba durmiendo plácidamente mientras yo lo observaba con una taza de café entre mis manos. Era absolutamente adorable, es cierto… pero empezaba a tener la sensación de que Noah no iba a cumplir con la promesa que le diera a Tim de cuidarlo…
Tim. Una vez más retornaba a mis pensamientos y el sonido de su nombre me provocaba un cosquilleo que me causaba ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Besarlo se sentía excepcionalmente bien. Estar entre sus brazos se sentía excepcionalmente bien. Cada segundo a su lado se sentía excepcionalmente bien. Saber que todo eso ocurría mientras estaba más que casado con Jayne se sentía excepcionalmente mal.
¿Pero qué pretendía yo? ¿Qué se separara? Ni siquiera estaba segura de lo que sentía por él. Volver a amar a un hombre me daba tanto miedo que trataba de disminuir las posibilidades de que volviera a suceder. Sólo que cuando los labios de Tim se apoderaban de los míos ya no era capaz de pensar en nada más que en eso.
Las cicatrices que Kevin dejara en mí estaban ardiendo en ese preciso instante, como recordándome su existencia. Las cicatrices de haberlo perdido mucho antes de que muriera, sin haber sido consciente de ello. Quizás era mejor así: que estuviera sola. Si Kevin, a quien había dado toda mi vida y todo lo que tenía, no había sido capaz de ser feliz a mi lado y había necesitado buscar a otra mujer… ¿qué podía entonces ofrecerle a Tim? Él tenía, definitivamente, una vida plena con Jayne. Ella lo satisfacía emocional y físicamente. Y yo estaba agotada por dentro. Estaba cansada de la vida, de los golpes, del llanto. Las pocas fuerzas que me quedaban eran de Noah y sólo en él debía concentrarlas…
Sacudí la cabeza al darme cuenta qué tipo de cosas estaban azotando mi mente. Era una locura considerar que entre Tim y yo pudiera suceder algo. Era evidente que los acontecimientos recientes me estaban trastornando. Tenía que evitar el contacto físico con él, tenía que mantener la cordura. Y, antes que nada, tenía que dejar de buscar razones por las que él me había besado. Dos veces.
Bufé de irritación y me dejé caer en el sillón junto al cachorro, que abrió un ojo perezosamente y meneó la colita a modo de saludo.
- Sí… te ves adorable ahora, pero si te veo mordisquear otra zapatilla te irás a dormir con Tim.- Amenacé suavemente, rascándole las orejas. No pareció asustarse mucho por la advertencia: se limitó a estirar la cabeza y apoyar el hocico sobre mi rodilla.

Los días estaban poniéndose paulatinamente más cálidos con el comienzo de la primavera. Al menos el viento helado del invierno ya no me golpeaba las mejillas y los paseos junto al mar se hacían más llevaderos.
Caminé un par de kilómetros y regresé, todo esto con la sola compañía de Bilbo, que se sentía muy a gusto con el ejercicio que le proporcionaba. Noah apenas sí lo sacaba un rato y luego se tiraban en el piso de la sala a jugar con una pelota y otras chucherías que Tim había llevado para ellos. Había provisto al perro de una correa, una medalla con identificación y una canasta bastante grande en la que podría dormir cómodamente aún cuando hubiera alcanzado el tamaño normal de un perro adulto.
Había tratado de esquivarlo lo más posible, sabiendo que no era capaz de resistirme una vez que estaba en sus brazos. Tim tenía un efecto muy fuerte en mí y era imposible rechazarlo. Había sido difícil, pero tener a Noah cerca la mayor parte del tiempo lo había facilitado bastante. Y, cuando Noah no estaba, simplemente me escapaba al trabajo.
Regresé lentamente hacia la casa, tratando de pensar en otra cosa nuevamente. Tim estaba volviéndome loca. Era todo en lo que podía pensar últimamente y no creía que nada bueno fuera a salir de allí.

Bilbo tiró de la correa y se detuvo a olisquear un par de caracoles que estaban prácticamente enterrados en la arena. Les ladró un rato y luego me instó a seguir el camino. Se lo veía feliz con su nueva vida. Qué fácil es para los perros, pensé, empezar una nueva vida. Te recogen de la perrera, de la tienda de animales o de donde sea que estés, te llevan a un nuevo hogar y lo único de lo que tienes que preocuparte es que te den comida y una que otra palmadita de vez en cuando. Y no tienes que hacer demasiado para que te quieran: meneas la cola, gimoteas cuando lo crees necesario y tienes a todo el mundo rascándote las orejas.
- Y así es como voy perdiendo la razón, ¿ves?- Le dije en voz baja y él se limitó a saltarme repetidamente, llenándome el pantalón de arena.
Levanté la mirada y la enfoqué distraídamente en el ventanal de la casa de Tim. Sus ojos azules se cruzaron con los míos al instante: estaba parado detrás del vidrio, con una taza entre manos y observando la playa. Lo vi esbozar una sonrisa al verme y salir a mi encuentro, dejando la taza sobre el piano.
- Maldición.- Mascullé, sin tener más remedio que detenerme junto a la orilla.

Bilbo tiró hasta zafarse de mí y corrió hacia Tim arrastrando la correa. En cuanto llegó a él comenzó a saltar y mover la cola en señal de saludo. Tim se inclinó y lo levantó.
- Hola, amigo.- Saludó al tiempo que le agarraba una pata. Me dedicó una sonrisa.- Hola, Allie.
- Hola, Tim.- Contesté a regañadientes.
- ¿Dónde está Noah?- Preguntó, mirando alrededor, en su búsqueda.
- Era el cumpleaños de un amigo de la escuela, así que lo llevé a su casa. Tengo que ir por él en un par de horas.- Respondí distraídamente y me acerqué más a la orilla, deseando alejarme un poco de él. Bilbo me siguió y se puso a ladrarle a las olas que amenazaban con mojarme los pies. Sentí que Tim daba unos pasos hacia mí a mis espaldas y una alarma se encendió en mi interior. Me puse tensa.- ¿Y Jayne?- Solté, quizás con demasiada brusquedad.
- Sigue en Battle.- Dijo lentamente.- No tengo idea cuándo regresará.
El silencio nos envolvió unos segundos. Me pareció que mi pregunta sobre su esposa quizás había sonado como una advertencia de que no se acercara más. Una estúpida e ilógica desilusión brotó dentro de mí.
Pero entonces sus brazos envolvieron mi cintura y sentí que se apoyaba contra mí de una forma tierna y descuidada. Su barbilla descansó en mi hombro y noté lo agradable que era ser abrazada de ese modo. Lo había extrañado tanto…
- Me encanta que estemos solos. Es tan tranquilo…- Susurró suspirando y sentí la confusión subiendo por mi garganta como si fuera líquida.
- Tim…- Comencé, aunque no sabía bien qué más decir a continuación. Muy a mi pesar me desenvolví de su abrazo y lo miré a los ojos. Quería decirle algo que detuviera esas muestras de extraño afecto o lo que fueran. Quería decirle algo que tuviera sentido, sólo que no estaba segura qué.
Besó mis labios brevemente y eso bastó para que los pensamientos se descolocaran aún más. Lo observé, nula, unos segundos.
- Tengo… tengo que ir a… a buscar a Noah.- Musité, aturdida y me separé como si me hubiera dado una descarga eléctrica.
Frunció el ceño.
- Creí que tenías que ir por él en un par de horas.- Repuso.
- Sí, es que… queda lejos de aquí.- Meneé la cabeza, desaprobándome a mí misma por mi idiotez y me alejé hacia la casa. Bilbo corrió detrás de mí moviendo la cola con entusiasmo.
- ¿Qué sucede, Allison?- Quiso saber él, siguiéndome y tomándome por un brazo para detenerme.
Me estaba dando la oportunidad perfecta de que le dijera lo que llevaba pensando desde que me besara la última vez. Pero… ¿qué era? Teniéndolo tan cerca no logaba recordarlo.
- Nada.- Murmuré, esforzándome para que esa palabra saliera de mi boca. Lo único que tenía en la cabeza era una voz que gritaba “¡Bésalo!”.
Me acarició la mejilla con un dedo y me sonrió con calidez.
- Puedes confiar en mí, ¿sabes?- Replicó comenzando a inclinarse otra vez. Maldita sea.- Sólo dímelo, Allie…- La frase quedó suspendida en el aire cuando me besó nuevamente, esta vez hundiéndose en el beso como si quisiera descubrir las mismísimas profundidades de mi ser. Nunca nadie me había besado como él. Los besos de Tim eran como las canciones que en ocasiones le oía interpretar desde el silencio de la casa: intensos, de la duración exacta, con la fuerza aumentando y disminuyendo justo cuando así debía ser.
Su mano se acomodó en mi espalda, presionándome contra él. Que fuera así sólo hacía que me metiera en más problemas. Besaba como los dioses y por lo que había logrado escuchar de su mujer (que no era poco, en absoluto) era bueno en todos los aspectos íntimos…
Ese pequeño pensamiento me dio la voluntad necesaria para apartarme, despegándome de él con rapidez. Antes de darme cuenta de lo que hacía, levanté la mano y le di una bofetada que resonó contra su mejilla. Él dio un paso atrás, sorprendido.
- Allison, ¿qué demonios…?- Farfulló, pero increíblemente yo acababa de recordar todo lo que quería decirle.
- ¿Quieres dejar de hacer eso?- Estallé, molesta. O al menos una parte de mí estaba molesta. La otra, mucho más grande, demandaba que cerrara el pico y lo besara otra vez.- ¿Quién te crees que eres, Tim, para besarme cada vez que te da la gana de hacerlo? ¡No estoy dispuesta a dejar que juegues conmigo cuando estés aburrido!
- No estoy jugando contigo, Allison.- Repuso de inmediato y yo dejé escapar un bufido de indignación. Entré en la casa y él me siguió.- ¡Vamos! ¿Qué pasa? ¿Por qué reaccionas así?
- ¿Y todavía me lo preguntas?- Exclamé, enfrentándolo incrédula.- No soy estúpida, Tim. No voy a participar de esta idiotez. Búscate a otra con la que divertirte mientras Jayne está de viaje.- La idea de que estuviera con otra mujer me hizo saltar el estómago. ¿Qué diablos sucedía conmigo?
- ¿Eso es lo que crees de mí? ¿Qué todo esto se trata de que estoy aburrido y de que quiero engañar a mi esposa?- Dijo, frunciendo el ceño con gravedad.- Estás muy equivocada.
- Oh, lo siento.- Murmuré con ironía.- Había olvidado de que no tienes necesidad de buscarte otra mujer. Jayne llena absolutamente todas tus expectativas, ¿no es cierto?
- ¿De qué estás hablando?- Espetó, sin entender.
- De que esa mujer es una arpía, pero parece que te complace en todo y entonces tú lo olvidas, ¿verdad? Te tuvo arrastrándote por el piso durante meses, te dijo las cosas más horribles y de repente es bienvenida de nuevo en tu vida y, por supuesto, en tu cama.- No tenía ni la más mínima idea de lo que estaba diciendo y a cada segundo me daba cuenta de que debía sonar como una imbécil, pero no podía detenerme.- Bien, entonces vete con ella a Battle, no regreses y sigan siendo tan escandalosos como hasta ahora…
- Tendré que preguntártelo de nuevo, Allison, porque sigo sin comprender nada de lo que estás diciendo. ¿De qué demonios estás hablando?- Dio un paso hacia mí y yo dejé escapar un gruñido de frustración. Bilbo se subió al sillón y nos miró desinteresadamente.- ¿Por qué siempre terminamos hablando de Jayne? ¿Qué es lo que te molesta de ella?- La respuesta no salía de mis labios, así que él insistió.- Dímelo de una vez, quiero entender qué está sucediendo aquí.- Esperó unos segundos, escrutándome con atención. Entonces pareció bajar la guardia un instante y mirarme con una expresión extraña en el rostro.- ¿Estás…? ¿Estás celosa de mi relación con Jayne, Allison?
- ¡Déjate de estupideces! - Grité, demasiado pronto.- ¡Lo único que quiero es hacerte entender que yo no soy lo que tú crees! ¡Si estás aburrido no vengas a descargarte conmigo! ¿Qué es lo que te crees, Tim? ¿Que porque hace dos años que estoy sola voy a saltar a los brazos del primer tipo que se me aparezca?
- Maldita sea, Allison, ¿de dónde sacas esas ideas?- Musitó, negando con la cabeza.
- ¡No lo sé! ¡No sé de donde saco estas ideas!- Mi exaltación estaba llegando ya a un límite.- ¡Quizás porque desde que sabes lo de Kevin me has tratado como si fuera la mujer más fácil del mundo!
La expresión de Tim se endureció.
- Creo que necesitas enfriar tus ideas.- Farfulló por lo bajo y se dirigió hacia el pasillo que conectaba su casa con la mía.
- ¿Y de dónde sacas tú la absurda idea de que estoy celosa de Jayne?- Espeté, decidida a no dejarlo ir. Fui tras él.
- ¡De que no dejas de recordarme que nos oyes hacer el amor!- Se volvió hacia mí, irritado.- ¡Me
remarcas cada segundo lo que…!
- Esos no son celos.- Interrumpí, furiosa, aunque por dentro no pensaba lo mismo.- Eso es repugnancia, Tim.
Se quedó mirándome con una expresión helada en el rostro.
- Bien, bien. Perfecto.- Masculló, mordaz.- Pero no vas a convencerme con tu discurso barato, Allison. Son celos. ¿Cuántas veces nos has oído a través de las paredes, deseando que fueras tú y no ella la que…?
Le di una segunda bofetada. Me estaba lastimando. Me estaba haciendo doler de una manera que nunca antes había conocido.
- Eres un idiota, Tim.- Espeté enojada.
- Quizás sí lo sea. Porque yo sí lo he deseado.
Abrí los ojos desmesuradamente. ¿Qué acababa de decir?
Me di cuenta que estaba parada justo al borde de un abismo. Si seguía allí dos segundos más, podían pasar dos cosas: o bien volvía a golpearlo hasta dejarlo inconsciente… o me arrojaba en sus brazos y dejaba que sus deseos se hicieran realidad.
No podía permitirme ninguna de las dos.
Le sostuve la mirada un solo instante más, luchando conmigo misma interiormente. Luego me di media vuelta y me fui de allí, dando un portazo al salir.
Me apoyé contra la puerta cerrada, respirando con dificultad. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Cómo era que, de llevarnos tan bien, habíamos terminado con toda esa tensión entre nosotros, con todas las discusiones? ¿Cómo era que había terminado besándolo hasta que me había dado cuenta del error que había cometido?
¿Y por qué tenía ese intenso deseo de correr de regreso hacia él? El tipo no hacía más que utilizarme. ¡Como si no le alcanzara con la puta de su mujer que…!
Corté la frase de inmediato. ¿Y si tenía razón? ¿Y si no quería admitir lo celosa que me sentía de Jayne? ¿Por qué ella podía tenerlo todo y desaprovecharlo así?
Me sentía frustrada conmigo misma. La clase de vida que me había impuesto dos años antes estaba fallando, ya no era tan tolerable como solía serlo. Ya no se trataba de soportarla hasta que Noah fuera mayor y entonces dejarme vencer por el dolor. Muchas cosas habían cambiado desde que tomara esa decisión y la aparición de Tim en mi vida parecía ser la principal.
- Tú también eres una idiota, Allison.- Me dije a mí misma, dándome cuenta que el enfado que venía guardándome desde la muerte de Kevin estaba estallando al fin. Estaba enojada conmigo porque me había impuesto esa existencia vacía por un hombre que pensaba abandonarme de todos modos, vivo o no.
Antes de darme cuenta de lo que hacía, me aparté de la puerta y la abrí nuevamente de un tirón. Tim seguía exactamente donde lo había dejado, pero se había apoyado con ambos brazos sobre el piano, en señal de frustración, tal vez.
Levantó la mirada hacia mí cuando entré, asombrado, irguiéndose con cierto orgullo.
Avancé hacia él sin vacilar. Estaba cansada de las dudas y de creer estar haciendo lo correcto cuando sólo estaba empeorando la situación. Había manejado las cosas mal desde un principio.
Abrió la boca con la intención de decir algo, pero la cubrí con la mía antes de darle tiempo de hacerlo, silenciándolo. La sorpresa apareció en sus ojos azules y tardó unos segundos en responder. Cuando al fin reaccionó, yo me aparté.
- De acuerdo, sí, quizás sean celos. Quizás sí me moleste que estés con alguien que no te valora, quizás sí me moleste que te acuestes con ella y confieso que más de una vez me han sacado de quicio.- Hablaba apresuradamente. Quería largarlo todo antes de arrepentirme. Tim esbozó una casi imperceptible sonrisa.- Pero mantengo que no soy la mujer fácil que tú pareces creer que soy. No dejo que se me acerque cualquier tipo y me bese así sin más.
- Me alegra oír eso.- Susurró, mirándome de reojo.
Recapacité sobre lo que acababa de decir y me sonrojé un poco.
- Y no estoy celosa porque… bueno, tú sabes.- Susurré, de repente muy interesada en el piano detrás de él.- Simplemente me parece injusto que Jayne pueda tenerte cuando quiera y yo…
- Tú también puedes tenerme cuando quieras, Allison.- Interrumpió, en un murmullo que me erizó la piel.- Estoy aquí para ti.
- Yo… me refería…- Mascullé, descolocada por sus palabras.- A que… bueno, Jayne tiene a su esposo cuando se le antoja, aún cuando te trató como basura. Y yo perdí a Kevin, no puedo recuperarlo. Le di todo lo que tenía, cada centímetro de mi ser, Tim.- Se me llenaron los ojos de lágrimas.- Pensé que lo hacía feliz. Y de un día para el otro, él…
- Ssh…- Me corrió un mechón de cabello del rostro.- No vale la pena revolver el pasado, Allie.
Bajé la cabeza y asentí quedamente. En eso tenía razón. No había nada en el pasado que me retuviera. Ni siquiera el amor que había creído que Kevin tenía por mí.
Me hizo mirarlo, levantándome el rostro con un dedo en mi barbilla.
- No vas a golpearme si te beso ahora, ¿verdad?- Masculló, su boca muy cerca de la mía.
Sentí que había otras mil cosas que quería decirle.
- Tim, yo…
- No digas nada.- Se acercó más a mí, rodeándome la cintura con los brazos y apretándome contra su cuerpo.- Te lo ruego. Me muero de ganas de…- Se pasó la lengua por los labios, impaciente, empezando a respirar con dificultad.
Y sólo con verlo decidí que todas esas cosas que quería decir podían irse al demonio. Estaba harta de pensar en todo. Estaba harta de ser siempre tan consciente de todo lo que hacía. Por una vez, todo lo que quería estaba al alcance de la mano y no iba a desaprovecharlo.
Dejé que me besara hasta que se me acabara el aliento. Dejé que me apretara contra su cuerpo como si de ello dependiera mi vida y dejé que mis manos aferraran su camisa con desesperación.
Sentí su lengua acariciando la mía y perdí la cordura. Un deseo irrefrenable creció en mi interior, haciendo arder cada rincón de mi ser. O quizás era el cuerpo de Tim que ardía contra el mío.
Bajó la cabeza paulatinamente y empezó a besarme el cuello de la manera más deliciosa. Me relajé entre sus brazos y traté de espantar todos mis temores.
Hundí los dedos entre su sedoso cabello oscuro y dejé mi otra mano sobre su pecho, rindiéndome a lo bien que se sentían sus besos en mi piel.
- Allison…- Exhaló ruidosamente y sus ojos brillaban de un modo que nunca antes había visto.
Le sonreí levemente. Era extraño volver a tener intimidad con un hombre y me sentía algo insegura, pero quería que él me hiciera sentir confiada y protegida. Quería estar entre sus brazos y sentir que no había un lugar mejor en todo el mundo.
Me besó nuevamente y sus besos se volvían cada vez más húmedos. Respondí con avidez, encendida como una llama a la que han reavivado justo cuando estaba por apagarse.
Deslizó sus manos muy despacio por debajo de mi sweater, acariciando mi espalda con firmeza y transmitiéndome su calor. Besé el hoyuelo de su barbilla, la comisura de sus labios, la mandíbula rasposa por la inminente barba que crecía en ella, el inicio del cuello justo debajo de su oreja izquierda… Tim se estremeció bajo mi boca.
- Me vuelves loco, Allie…- Musitó con la voz ronca.
- ¿Y qué me haces tú a mí?- Repuse en un susurro. Clavé mis ojos en los de él, con ardorosa gravedad.- Llevo mucho tiempo sin hacer esto, Tim…
Rozó la punta de su nariz en mi cuello.
- No te preocupes.- Masculló dulcemente.- Lo haré despacio, Allison…
Me estremecí ante sus palabras, que fueron acompañadas de unas delicadas caricias en mi espalda, mientras Tim deslizaba hacia arriba mi sweater con la intención de quitármelo.
El cabello me cayó alborotado sobre la espalda desnuda y Tim besó cada centímetro de ella, corriéndolo a medida que se interponía en su camino y encargándose de quitarme el sostén al mismo tiempo. Cerré los ojos, disfrutando de su contacto.
Volví a abrirlos cuando dejé de sentirlo y lo encontré frente a mí, observándome con una sonrisa cálida. Yo había cruzado los brazos contra el pecho desnudo, pero los aparté cuando me abrazó y se los eché al cuello. Sentía el roce de su camisa sobre mi piel y deseé quitársela de inmediato para que no se interpusiera entre nosotros.
Bajó lentamente y me quitó el jean. Cuando subía nuevamente, sentí su aliento en cada centímetro de mi cuerpo. Me estremecí otra vez. Era increíble lo que causaba en mí.
No le di tiempo a más. Volví a arrinconarme en sus brazos y lo besé mientras mis manos recorrían los botones de su camisa. Se la bajé por los hombros de un tirón y me pegué a su piel. Allí era donde quería estar, hundiendo el rostro entre su cuello y su pecho, aspirando lo maravilloso de su perfume, sintiendo su respiración…
Dio unos pasos hacia atrás sin soltarme, arrastrándome gentilmente con él. Me besó otra vez, en esta ocasión con una voracidad que me hizo temblar. Arrojó descuidadamente un almohadón del sillón sobre la alfombra frente a la chimenea apagada y me ayudó a recostarme, inclinándose sobre mí a medida que lo hacía. Se puso de pie unos segundos para quitarse el jean y arrojarlo junto al resto de la ropa que había quedado junto al piano.
Se acostó a mi lado y volvió la atención a mi cuello, mientras una de sus manos trazaba círculos sobre mi piel. Ya no podía soportar la tensión que desataba la excitación dentro de mí. Estaba a punto de suplicarle que no me hiciera esperar ni un minuto más…
Con toda la tranquilidad del mundo, se dio vuelta hasta quedar sobre mí. Besándome, se acomodó, mientras yo saboreaba la anticipación. Le rodeé la cintura con los brazos y él se apoyó en los suyos, a ambos lados de mí, para no aplastarme.
La forma en que Tim Rice-Oxley hacía el amor era absolutamente increíble y tuve que obligarme a mí misma a no pensar que Jayne tenía toda la razón al hacer tal escándalo. No era en eso en lo que quería pensar. Miré a Tim a los ojos, que me observaba fijamente y se inclinaba cada tanto a besarme de una manera tan apasionada como el resto de sus acciones. Tenía la frente perlada de sudor y supuse que estaba haciendo un gran esfuerzo para ir despacio y tomárselo con calma. Le corrí el cabello húmedo y lo aferré con más fuerza contra mí, tratando de no deshacerme entre sus brazos.
El autocontrol de Tim alcanzó su límite y se olvidó de cualquier tipo de delicadeza tras un par de minutos. Los jadeos que escapaban intermitentemente de entre mis labios parecían haberlo hecho flaquear y ahora su respiración irregular resonaba furiosamente en mi oído, mientras hundía la cabeza en el hueco de mi cuello.
Temblamos uno en brazos del otro y, aunque sentí que me perdía en la inconsciencia durante unos breves instantes, estoy segura de que repetí su nombre sin darme cuenta entre los gemidos finales, mi boca abierta contra la suya.
Tim se relajó sobre mí, dejando que todo su peso cayera sobre mi cuerpo. No me sentí asfixiada, sino reconfortada. Era agradable tenerlo tan cerca, era agradable compartir ese breve instante de silencio y de intimidad mientras nos recuperábamos.
Giró el rostro y me besó la comisura de los labios. Me acurruqué contra él, perdiendo el calor, aunque no del todo. Estaba segura de que estando a su lado no volvería a conocer el concepto del frío.
Tim suspiró y enredó sus dedos en mi largo cabello oscuro.
- ¿Sabes qué me gustaría hacer ahora?- Preguntó en un susurro.
Sonreí, sintiéndome inesperadamente feliz.
- ¿Qué?
- Hacerte el amor de nuevo.- Contestó, y noté que me era imposible no estremecerme.- Una y otra vez, Allison. Hasta que me supliques que me detenga.
Me di vuelta hacia él y lo miré a los ojos, dejando caer mi mano sobre el espeso vello de su pecho.
- No me imagino pidiéndote tal cosa.- La sinceridad afloró en mi rostro.- Hacía mucho tiempo que no me sentía así… quizás nunca me sentí así, Tim.
Acarició mi mejilla con la más absoluta dulzura.
- Yo tampoco.- Confesó en voz baja. Su expresión se volvió más grave.- Lamento si dije algo que te lastimó. Me importas, Allie, pero a veces no sé qué hacer contigo.
- Hay veces en que ni yo sé bien qué hacer conmigo.- Murmuré, perdida en mis pensamientos.
- Descuida, ya pensaremos en algo.- Me sonrió ampliamente. Cerré los ojos y lo abracé, aunque no me sentía cansada ni somnolienta. Disfrutaba tanto de estar entre sus brazos que parecía que el tiempo no existía entre nosotros. Ni siquiera el mundo exterior existía en ese instante y, por una vez en mi vida, decidí dejar de preocuparme por los demás y pensar un poco en lo que yo necesitaba. Y en ese momento preciso, lo único que anhelaba era seguir sintiendo la piel de Tim contra la mía.

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