- Mientras tanto, los enanos se quedaron sentados en la oscuridad, y un completo silencio cayó alrededor. Hablaron poco y comieron poco. No se daban mucha cuenta del paso del tiempo, y casi no se atrevían a moverse…- Le dediqué una sonrisa a Tim y él interrumpió la lectura para mirarme con profundidad. Estaba segura que el brillo que aparecía en sus ojos estaba en los míos también. Me sentía espléndidamente bien y cada vez que lo miraba chispeaban en mi mente recuerdos de lo que había sucedido más temprano.
Desde ese momento no nos habíamos separado: era como si no pudiéramos estar lejos uno del otro. Tras descansar un poco abrazados sin levantarnos de la alfombra de la sala, nos vestimos y fuimos a buscar a Noah a casa de su amigo en su auto. Después, él se quedó tocando el piano con el pequeño mientras yo preparaba la cena, asomándome a verlos de tanto en tanto.
- ¿Y qué pasó, Tim?- Masculló Noah, reclamando su atención, rascándole las orejas a Bilbo que estaba junto a ellos.- ¡Los enanos no se atrevían a moverse!
- Ah, sí.- Dijo, distraído, volviendo la vista hacia el libro nuevamente.- Mm… casi no se atrevían a moverse, pues el susurro de las voces resonaba y se repetía en el túnel…- Me dejé caer en el sillón junto a ellos y Noah recostó la cabeza sobre mis piernas.
Era increíblemente agradable estar allí los tres, aunque no fuera la primera vez que lo hiciéramos. Supuse que estaba permitiéndole a mi imaginación que volara más de la cuenta: a pesar de lo sucedido, Tim no era parte de nuestra familia. Tim tenía a Jayne…
Silencié mis pensamientos. No iba a arruinar el instante de calma y dicha. Aún no sabía que pensaba hacer Tim al respecto. No quería ilusionarme demasiado: quizás el desenlace no sería lo que yo esperaba. Pero al menos, me dije con un suspiro, había logrado salir del estado de sopor en que me había sumido la ausencia de Kevin.
Noah se quedó dormido hacia el final del capítulo y Tim detuvo evamente la lectura, esta vez para levantarlo en brazos y llevarlo a su habitación. Yo quise ir con ellos, pero él me pidió que lo esperara allí.
Lo oí cerrar la puerta y regresar lentamente por el pasillo unos minutos después. Me dedicó una amplia sonrisa y se apoyó en el sillón acercándose a mí y besándome cálidamente.
- He tenido que aguantarme durante horas.- Farfulló sin perder la sonrisa. Reí mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
- Espero que Noah se haya dormido bien.- Susurré, tirando de él para que cayera en el sillón. Se sostuvo a tiempo para no aplastarme.- No me gustaría que nos viera.
- ¿Sabes? Noah me llamó “papá” un par de veces, cuando apenas nos conocíamos.- Murmuró, acomodándose con la cabeza sobre mis piernas, tal y como había estado mi hijo un rato antes. Bilbo gimoteó, quejándose, y se bajó del sillón, pasándose al otro, dándose cuenta que no había mucho espacio para él en ese instante.
Le acaricié el cabello distraídamente mientras contestaba.
- Lo sé. Lo cierto es que, a primera vista, tienes un gran parecido con Kevin.- Expliqué quedamente. Por alguna razón extraña, su nombre ya no me provocaba tanto dolor.- A mí me daba bastante impresión verte en un principio.
- Lo siento.- Besó mi mano, y me miró con sinceridad. Le sonreí.
- No es tu culpa. Pero ahora ya casi no logro ver ese parecido.- Lo examiné con atención. Era como si los pocos rasgos que conformaban lo similar entre ellos hubiera desaparecido.- Supongo que veía un poco de él en todo el mundo.- Me encogí de hombros.- Lo que no entiendo es cómo Noah lo notó. Era demasiado pequeño cuando Kevin murió.
- A veces los niños tienen mejor memoria que nosotros.- Jugueteaba distraídamente con su anillo, quizás sin darse cuenta, pero yo lo seguía fijamente. ¿Qué no lo había arrojado al mar? ¿Cuándo había conseguido uno nuevo?- ¿Puedo preguntarte algo?
- ¿Qué?- Dije con curiosidad.
- ¿Por qué no te casaste con él?
Me quedé pensativa unos segundos. Me había hecho esa misma pregunta miles de veces en los últimos dos años.
- No creí que necesitáramos los papeles, lo nuestro ya era un matrimonio. Kevin me lo propuso varias veces, pero yo no lo creía importante.- Era muy raro pensar en esos tiempos sin sentir el asfixiante dolor en el pecho.- Además, nunca tuve un gran concepto del matrimonio. Mis padres tuvieron un divorcio espantoso y supongo que me quedó una especie de fobia.- Suspiré. Había sido muy tonta por creer que la historia de mis padres se repetiría conmigo.- Me he arrepentido muchísimas veces después de que Kevin ya no estuviera. Fue el único sueño que no quise cumplirle. A él le hubiese encantado verme ir al altar con el vestido de novia…- Recordé las cartas que había encontrado.- Quizás si el accidente no hubiese sucedido, se hubiera casado con esa tal Claire.
- No te tortures, Allie.- Musitó dulcemente.- Nadie es perfecto. Kevin cometió un error.
- También yo. Quizás nunca supe darle lo que él necesitaba. Siempre se trataba de mí: Allison y la casa de sus sueños, Allison y el bebé que está en camino, Allison y su fobia al matrimonio…- Dejé escapar una mueca de amargura.- Pero cuando me di cuenta de ello ya era tarde. Tal vez por eso desde que murió he usado su apellido, como si nos hubiéramos casado.
- ¿Matthews no es tu apellido?- Inquirió frunciendo el ceño.
- No, sólo Noah es Matthews. Mi apellido es Stuart.- Respondí y sonreí.- Es una tontería, lo sé. Usar el apellido de Kevin no reparará las cosas que he hecho mal. O las que no he hecho.
- El matrimonio no es tan fantástico a veces, no se perdió la gran cosa.- Repuso inexpresivamente y, aunque no me sentía muy cómoda al respecto, decidí sacar el tema de Jayne.
- ¿Qué sucedió con ustedes? ¿Pelearon y por eso se fue a Battle?- Imaginariamente, crucé los dedos en espera de algo de suerte.
- No, todo está… podría decirse que bien, entre Jayne y yo. Sólo que siento que ya no nos comunicamos y que ella ha cambiado mucho.- Se quedó pensativo unos segundos.- No lo sé, no lo entiendo del todo.
Volví a concentrarme en acariciarle el cabello. No sabía que sentir ante aquel tipo de conversación.
- La verdad es que…- Añadió, suspirando como cansado.- Sonará quizás un poco tonto, Allie, pero tengo la sensación de que estoy teniendo una vida más familiar contigo y con Noah que la que estoy teniendo con ella.- Sonreí levemente. Lo que decía era agradable.- Esto es lo que yo siempre quise tener con Jayne: momentos tranquilos y que pudiéramos disfrutar, compartir una charla, una caminata por la playa o lo que fuera. Y Noah… es como el hijo que ella nunca quiso tener conmigo.
- Tim…- Suspiré enternecida.
- Me gusta estar contigo. Más que eso, me encanta…- Se incorporó y me miró a los ojos, corriéndome un mechón de cabello que me caía sobre la frente.- Pero yo…
Le puse un dedo en los labios, callándolo.
- No creo que sea necesario que hablemos tan en serio esta noche.- Sonreí muy a mi pesar. Sabía que si lo dejaba seguir hablando iba a darme excusas para terminar lo que acababa de empezar. Y yo sabía que quizás estaba cometiendo un error, que él tenía a su esposa… pero también sabía que dejarlo ir constituiría un error aún más atroz.- Podemos postergarlo un poco más…
Él suspiró, aparentemente coincidiendo conmigo contra su voluntad.
- Tienes razón. No tenemos por qué arruinar esto, ¿no?- Se estiró unos centímetros para besarme y suspiró otra vez.- ¿Damos un paseo?- Propuso a continuación y yo asentí.
Nos levantamos y salimos a la playa. Comenzamos a caminar en dirección a la orilla, perdiéndonos en la oscuridad con las manos entrelazadas.
Las conversaciones serias se aplazaron más de la cuenta. Lo que habíamos pensado que había comenzado como un desliz de un día, se extendió a lo largo del fin de semana y de principios de la semana siguiente. Lo cierto era que Tim y yo nos sentíamos tan a gusto juntos que no teníamos ni la menos gana de preocuparnos por lo que estaba bien o mal.
Una vez que Tim se dormía a mi lado en la cama, yo me quedaba pensando. Y las cosas que asomaban poco a poco en mi trastornada cabecita no eran alentadoras, pero yo trataba de espantarlas cuanto antes. Sentía que llevaba demasiado sin vivir la vida como debía… y ahora Tim me ayudaba a recuperar el tiempo perdido.
Sin embargo, no podía evitar, por mucho que quisiera, que en momentos me comparara con aquella mujer con la que Kevin había estado. ¿Qué había de diferente entre Claire Applegate y yo? Ambas intercediendo en la vida de hombres con una vida formada y en pareja. Terminaba sacudiendo la cabeza y ahuyentando esa idea, que me hacía llevar un peso enorme en el corazón y de a ratos me desanimaba.
Y así y todo, no lograba deshacerme de lo que Tim me ofrecía. Tenía miedo, porque estaba segura de que acabaría lastimada… pero al menos me sentía viva. Y era hora de sentirme viva de nuevo.
- ¡Allison!- Escuché y me volví de golpe para ver qué sucedía.
- ¿Qué pasa, Annie?- Le pregunté alarmada por su tono de premura.
- ¡Estás en las nubes! Hace diez minutos que te estoy hablando y tú no das señales de estar en este mundo. ¿Sucede algo?- Quiso saber, algo preocupada. Pero la sonrisa que le dediqué pareció desconcertarla aún más.
- Todo va bien. ¿Qué me decías?- Murmuré y retomé mi tarea de ordenar los últimos catálogos que nos habían llegado.
- Que parece que hoy a todo el mundo se le dio por decorar sus casas.- Farfulló, señalando la boutique, que estaba atestada.- Y que si no ponemos manos a la obra, vamos a perder muchos clientes.
- Tienes razón.- Mascullé, asombrada de que no me diera cuenta de que toda esa gente había entrado a la tienda mientras estaba distraída.
Ambas dejamos lo que estábamos haciendo y nos pusimos a atender a cada una de las personas que estaban deambulando entre muebles, estanterías y cuadros. Tuvimos que saltearnos la hora del almuerzo porque parecía que no dábamos abasto.
Le eché el vistazo al reloj poco después de que cerrara una venta con una señora que me había tenido cincuenta y tres minutos recorriendo toda la tienda de arriba abajo sin decidirse por ningún artículo que le diera el toque final a la decoración de su nuevo apartamento. Finalmente, logré adosarle un cuadro en vivos tonos anaranjados que parecía ser perfecto para el espacio sobre el sillón de la sala.
Había quedado con Greta en que iría yo misma a recoger a Noah, pero me parecía injusto dejar sola a Annie con tanto movimiento. Sabiendo que ya era tarde para echarme atrás y que de seguro Greta ya estaba de regreso en su propia casa, marqué el número de Tim y aguardé a que me atendiera.
- ¿Hola?- Musitó su voz distraída pero profunda tras u par de timbrazos.
- Tim, soy yo, Allison.- Repuse, sintiéndome inusitadamente feliz de oírlo.- ¿Estás ocupado?
- Estaba trabajando un poco, ¿por qué? ¿Necesitas algo?- Quiso saber de inmediato.
- Mm… en realidad quería saber si puedes ir por Noah a la escuela. Creí que yo haría a tiempo, pero la tienda es un caos…- Escuché el ruido de la caja registradora a pocos pasos de distancia y supuse que Annie acababa de vender algo.- Pero si estás ocupado tal vez Greta aún pueda…
- Claro que no, yo iré.- Interrumpió.- Puedo seguir con esto después, estaba bastante bloqueado de todos modos.
- ¿Bloqueado?- Repetí.
- Ya sabes… no puedo dejar de pensar en ti.- Susurró y un escalofrío me recorrió la espalda.
- No seas tonto.- Dije riendo.- Tienes que dejar ese bloqueo o Richard y Tom te matarán cuando no tengas ninguna canción.- Él también rió suavemente del otro lado.- Cuando llegue a casa te haré una taza de té y te ayudará a concentrarte.
- Suena bien.- Tuve la certeza de que sonreía y eso, a su vez, me hizo sonreír a mí.- ¿A qué hora quieres que pase por Noah, Allie?
- En… media hora.- Contesté, consultando el reloj nuevamente. Una pareja acababa de entrar a la tienda y me distraje observándolos.- Te lo agradezco, amor. Pensé que llegaría a ir yo misma, pero…
- No tienes que decir nada más.- Cortó con un tono aún más dulce.- Creo que acabas de decirlo todo, Allie…
- ¿Qué?- Dije confundida.
- Nada.- Volvió a reír. ¡Dios mío, la risa de ese hombre era como un dardo de dicha directo al alma!- Te llamaré cuando hayamos llegado.
- Genial. Ahora tengo que colgar, acaba de entrar gente.- Farfullé con prisa.- Gracias de nuevo.
- Descuida, me gusta hacerlo.
Cortamos y me di vuelta con la intención de salir de detrás del mostrador. Me topé con Annie que me miraba boquiabierta.
- ¿Qué pasa?- Inquirí extrañada.
- ¿Con quién hablabas?
- Con Tim.- Respondí con naturalidad y ella pareció asombrarse más.- ¿Qué?
- ¿Qué está pasando entre ustedes?- Preguntó atónita.
Arqueé una ceja. ¿Cómo lo sabía?
- ¿Qué quieres decir?- Murmuré, simulando no entender.
- ¡Ay, Allison, no soy sorda! ¡Acabas de decirle amor a Tim!- Exclamó y creo que hasta los clientes de la boutique se voltearon a verla de lo escandalosa que sonó.
- ¡Annie!- La reprendí con severidad.- ¿De dónde sacas esas ideas ridículas? Dices que no estás sorda, pero si fuera tú…
- Ah, no, no me vengas con esa.- Cortó con impaciencia.- Tampoco estoy loca, ni imagino cosas.
- No parece.- ¿Había dicho algo semejante? Diablos, no estaba segura…- Y ahora, si no te importa, preferiría que te pusieras a trabajar.
- Ya, ya. Pero esto no se queda así.- Advirtió con picardía, señalándome amenazadoramente con un dedo y apresurándose a auxiliar a la pareja de recién llegados.
Yo me quedé unos segundos contra el mostrador, pensativa, hasta que también reclamaron mi atención y no tuve más remedio que regresar al trabajo.
- Creo que Tim y Allison están teniendo una aventura.- Comentó Annie esa noche, mientras se acurrucaba entre los brazos de Richard después de haber hecho el amor. Él la miró incrédulo.
- ¿Cómo lo sabes?
- Los escuché hablar por teléfono.- Explicó ella y acarició la espesa barba castaña de Richard con un dedo.- Pero no pude sacarle nada. Es peor de lo que creía. Una obstinada.
- Pero… Tim volvió con Jayne.- Replicó Rich, tratando de entender.- Estuvo meses llorando por ella, no creo que ahora que volvió…
- Yo no los veo muy felices juntos, ¿no crees?- Interrumpió Annie intencionadamente y él cerró la boca.- Y yo sospecho de Allison desde hace bastante.
- Tengo que admitir que preferiría que Tim estuviera con Allison en lugar de con Jayne. Todo terminó entre ellos y la razón por la que su esposa volvió, sea cual sea, no puede ser buena.- Musitó, perdido en sus pensamientos. Estaba tratando de atar cabos sueltos.- Y creo que él también está interesado en Allison…
Se quedaron un rato callados, en la oscuridad de la habitación. Lo único que se oía era la respiración de ambos acoplándose pausadamente.
- No la veo como la clase de mujer que tiene “aventuras”.- Dijo Richard tras unos minutos.- No después de todo lo que vivió.
- ¡Con más razón! Quizás quiere embarcarse en una aventura en vez de en algo serio, porque lo que sufrió con Kevin la llenó de miedo.- Annie apoyó la cabeza en su hombro.- No sé. Pareciera ser lo correcto: es como si Tim y Allison tuvieran que estar juntos, así como tú y yo lo estamos.- Richard le dedicó una sonrisa llena de calidez. Ella vaciló unos segundos y luego volvió a hablar, con tono inocente.- ¿Estaría mal si nosotros… nos entrometemos?
Rich tuvo que disimular una sonrisa. Su voz también quiso sonar inocente.
- ¿Qué clase de intromisión?
- Ya sabes… darles un empujoncito en la dirección correcta.- Contestó haciéndose la distraída.
Sin poder evitar una pequeña carcajada, le acarició la mejilla con la punta de los dedos. Annie también rió, pícaramente.
- Nada me gustaría más que ver a Tim feliz, lo sabes. Y a Allison.- Le dijo con suavidad.- Pero tengo la sensación de que si nos metemos en el medio estaremos forzando la situación, Annie. Si tiene que pasar algo entre ellos, sería mejor que fuera natural.
- Es que…- Se sentó en la cama y se cubrió cuidadosamente con las mantas.- Quiero verla bien. Y estoy segura de que, en el fondo y aunque no quiera admitirlo, siente algo por Tim. Algo muy fuerte.
- Entonces es cuestión de tiempo, cariño.- Richard también se sentó y le besó el inicio de la espalda.- Dejémoslos solos, sabrán que hacer en su momento.- Volvió a besarla y Annie se relajó en sus brazos.- Y si son lo suficientemente estúpidos para no darse cuenta sin ayuda… entonces será hora de que empecemos a repartir patadas.
Sonriendo ampliamente se acomodaron en la cama y Richard estiró una mano para apagar a luz. Sin embargo, tardó un rato en dormirse. Allison y Tim no habían desaparecido de su mente del todo, pero Annie la invadía con rapidez, apropiándose de cada rincón de ella. Y su último pensamiento antes de caer en un sueño profundo fue que ojalá las cosas pudieran resultar tan fáciles para su amigo como habían resultado para él: había encontrado a la mujer perfecta y amaba su vida tal y como estaba en ese instante.
La calidez de la primavera no lograba mitigar la fuerza del viento que acompañaba la marea y que me revolvía el cabello violentamente. Cerré los ojos para que no me entrara arena y disfruté del silencio sólo quebrado por el arrullo de las olas contra la orilla.
Abracé mis rodillas y apoyé en ellas mi barbilla. Hacía mucho que no me sentía así de bien pero, al mismo tiempo, había algo tratando de arruinar esa paz interior que Tim me estaba provocando.
Kevin regresó a mi mente y todo lo sucedido desde que muriera se repitió como una película. Las cartas de su amante…
¿Qué diferencia podía haber entre esa mujer y yo? De estar Kevin con vida, estaría metiéndose entre nosotros, tratando de separarnos, tratando de deshacer la familia que habíamos constituido juntos. ¿Y qué estaba haciendo yo con Tim? Estaba casado. Me gustara o no, Jayne lo amaba y él también a ella. ¿No me lo había dicho hacía unos pocos días acaso?
Quizás estaba buscando la fuente de felicidad equivocada. ¿No podía ser feliz sin arruinar la felicidad de otros? Me hubiese gustado que Claire Applegate pensara en eso cuando empezó su relación con Kevin. Me hubiese gustado que alguien recordara que, tarde o temprano, alguien saldría lastimado con todo ese asunto. Las relaciones se forman a partir de dos personas, pero aparentemente en mi caso, siempre se formarían de tres. Y ahora era yo la que ocupaba el papel que odiaba.
- Dios…- Susurré, enterrando aún más el rostro entre mis brazos. Estaba empezando a darme náuseas.
Entonces noté que alguien se acercaba. Sentía su presencia. Levanté la mirada a regañadientes y espié, para encontrarme a Tim a pocos pasos de distancia, yendo hacia mí, vistiendo jean, remera de manga corta con un dibujo de un personaje de una película de ciencia ficción y los lentes de marco negro. El pelo le revoloteaba suavemente a causa del viento.
Volví a meter la cabeza en el hueco entre mis piernas y mis brazos, haciendo caso omiso de él.
- ¿Qué estás haciendo aquí?- Preguntó con dulzura, dejándose caer a mi lado. Acercó el rostro como si esperara que yo levantara el mío para darle un beso.- ¿Qué sucede?- Agregó tras unos segundos en que me quedé nula en mi lugar.
- Nada.- Refunfuñé, sin mirarlo.
- Allie…- Murmuró insistente.- Vamos, no seas terca. ¿Qué pasa?
Suspirando, elevé mi mirada hacia el mar. Cada vez me sentía peor.
- Nada, Tim.- Repetí.
Se inclinó hacia mí y frunció el ceño con preocupación.
- ¿Estás llorando?- Me sequé rápidamente las silenciosas lágrimas que invadían mis ojos.- Allison, ya déjate de tonterías y dime qué te pasa.
Me encogí de hombros y Tim me atrajo hacia él con delicadeza, haciéndome apoyar contra su hombro.
- Sólo… me siento mal.- Mascullé. ¿Cómo podía explicarle todo eso a él? No quería ponerlo incómodo. Tim nunca me había dicho que dejaría a Jayne por mí. ¿En qué posición lo pondría aquella conversación?
- ¿Por qué?- Quiso saber, besando mi frente. Lo dejé abrazarme un rato. Estaba segura de que eso curaría cualquier mal, cualquier enfermedad.
No dijimos nada por unos minutos. Él me acariciaba el brazo distraídamente y esperaba con toda la paciencia del mundo a que yo hablara. La angustia en mi pecho disminuía de a poco, pero entonces mi cabeza parecía hacerme recordar por qué me sentía así y todo volvía a empezar. Era como un extraño ciclo de remordimiento.
- ¿Recuerdas…?- Dije al fin y sus ojos azules se clavaron en mí, atentos.- ¿Recuerdas aquellas cartas que hallé en el sótano? ¿Las de la amante de Kevin?
Asintió quedamente.
- Bueno…- Carraspeé y me alejé un poco.- Cuando lo descubrí fue como si me clavaran algo filoso muy profundamente en todo el cuerpo. Un dolor que nunca creí que experimentaría…- Tim se mantenía callado, escuchando lo que le decía como si en ese momento no pudiese haber nada más importante.- Y… yo…
¿Cómo se suponía que debía decirlo? Estaba empezando a dolerme la cabeza.
- Odio lo que esa mujer representa, Tim. Detesto la idea de que haya alguien que quería verme lejos de Kevin. Detesto la idea de que haya gente dispuesta a separar a aquellos que se aman, a destruir las vidas de esas personas…
- No creo que debas preocuparte por esa mujer, Allie. Ya está, ya pasó. Trata de conservar los mejores recuerdos de Kevin como…- Farfulló, en un tierno intento de consolarme, pero yo negué con la cabeza y lo interrumpí.
- No es eso.
- ¿Qué es, entonces?- Inquirió confundido.
- Que me estoy convirtiendo precisamente en aquello que odio, Tim.- Levanté la mano y acaricié su mejilla. Me daba cuenta de cuánto lo necesitaba en mi vida…- No hay muchas diferencias entre lo que esa mujer me hizo a mí y lo que yo estoy haciéndole a… a Jayne.
Su expresión se volvió seria, pero tomó mi mano entre las suyas.
- En nada te pareces a ella, Allison. Quiero que entiendas eso.- Dijo con severidad.- Ni una sola vez me has dicho algo que te acerque levemente a lo que esa mujer era, jamás me pediste que abandonara a Jayne… jamás…- Se quedó callado de repente y bajó la mirada, como si no supiera cómo continuar.- Sé que yo debería… debería ser claro contigo. Te mereces saber que… que pasará con nosotros y…
- No. No quiero explicaciones.- ¿Para qué? Sabía que fuera lo que fuera que me dijera no podía ser bueno. Cuando Tim tuviera que elegir entre ella o yo, era más que obvio quién perdería.- Escúchame. Tú me has hecho sentir viva de nuevo, Tim. Pero…
- Por favor, amor, no digas más nada.- Puso un dedo en mis labios. Sus ojos me observaban suplicantes.- No tienes idea lo feliz que he sido contigo estas últimas dos semanas…- Me acarició una mejilla y yo no pude evitar sonreír muy a mi pesar.- Quisiera que fueran eternas…
- Pero estás casado. Pero tienes a tu esposa.- Musité, casi segura de que eso era lo que seguía.- Y lo entiendo, Tim. Tú nunca… nunca prometiste nada. No tienes obligaciones conmigo. Sólo… son cosas que pasaron sin que nos diéramos cuenta.
- No. He sido más consciente de ti en estos días de lo que he sido del resto de los aspectos de mi vida desde hace años.- ¿Por qué todo aquello sonaba a desenlace? ¿Por qué tenía la sensación de que estábamos llegando al final? Mi corazón empezaba a desgarrarse en lo que parecía ser una apresurada despedida.- Me has abierto los ojos.
Volví a sonreírle. Le había abierto los ojos. ¿Respecto a qué? Me hubiese gustado preguntar, pero tenía demasiado miedo para hacerlo. Me limité a apretar su mano en la mía.
- Esta mañana me llamó Jayne desde Battle.- Dijo entonces y me di cuenta que el final era más inminente de lo que había creído.- Y me dijo que…
No quise soportar un segundo más. Si así iban a terminar esos maravillosos y breves días juntos, primero quería que me besara. Quería llevar el recuerdo de sus labios en los míos para poder aguantar lo que viniera después.
Me aferré a él, haciéndolo callar. Sus ojos me recorrieron, brillosos. Deseaba tanto como yo ese beso. Estaba segura.
Nos acercamos muy despacio, como si quisiéramos que fuera perfecto. Debía ser perfecto la última vez…
Su boca se apoderó de la mía, que le obedecía en cada movimiento, en cada demanda. Puso su mano detrás de mi cabeza para sostenerme contra él. Tuve la sensación de que jamás me había besado de aquel modo, pero supuse que debíamos aprovecharlo. Era todo lo que nos quedaba…
Me dejó sin aliento demasiado pronto y mientras nos separábamos me di cuenta cuán vacía iba a estar mi cama cada noche. Me había acostumbrado a él, había hecho que Tim fuera parte primordial de mi vida, como si hubiese pertenecido a ella desde siempre. Tuve ganas de llorar, pero me contuve.
- Tim…- Suspiré resignada, aunque me moría de ganas de gritar e implorar.
- Allie…- Susurró con toda dulzura y una pequeña sonrisa en los labios. Me besó brevemente otra vez.- Allie, yo…
- ¿Qué diablos es esto?- Bramó una voz detrás de nosotros y ambos nos volvimos alarmados, Tim aún con sus brazos alrededor de mí y yo aferrándome inconscientemente de su ropa.
Jayne nos observaba desde el balcón con una expresión anonadada y furiosa en partes iguales. Me apresuré a empujar a Tim para que me soltara y él pareció recobrar la compostura.
Se puso de pie, sin siquiera darle tiempo a Jayne a cambiar de expresión o a mover un músculo.
- Jayne, puedo explicarlo…- Murmuró y descubrí que, irremediablemente, allí era donde lo perdía.
- ¡No puedo creerlo!- Gritó ella, fuera de control.- ¿Este es tu modo de mostrarme cuánto me amas, idiota? ¿Para esto me imploraste durante meses que volviera a tu lado?
- Cálmate, por favor…- Pero su esposa desapareció en el interior de la casa, con la fuerza de un huracán.
Tim me miró fugazmente.
- Ve tras ella.- Farfullé con voz débil y él no esperó a que dijera nada más para correr detrás de Jayne.
No me había equivocado. Acababa de hacer su elección, quizás sin darse cuenta, pero era más que evidente para mí.
Sabía que estaba a punto de largarme a llorar, así que me puse de pie y fui con tranquilidad hacia la casa. Afortunadamente Noah aún estaba en la escuela y no tenía que ir por él hasta un rato después.
Entré a la sala y miré alrededor. Del otro lado del pasillo me llegaban gritos amortiguados de discusión. Me tapé los oídos con las manos, desesperada. No podía estar allí, no podía escucharlo suplicar su perdón. No podía quedarme escuchando cómo lo que había sucedido entre nosotros se deshacía en forma de excusas y súplicas. Había sido mucho más que eso para mí…
Tomé las llaves del auto y corrí apresuradamente hasta él. Sólo quería huir sin dirección para acostumbrarme a la idea de que, siendo la victima o el victimario, siempre sería yo quien perdería.
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