sábado, 5 de julio de 2008

Atlantic: Capítulo 21.

El portazo de Jayne hizo temblar el vidrio del imponente ventanal de la sala. Tim tuvo la sensación de que lo hacía temblar también a él…
- Tenemos que hablar.- Dijo, armándose de valor. Ella se dio vuelta para enfrentarlo con un brillo de ferocidad en la mirada.
- ¿Hablar?- Gritó, fuera de sí.- ¡Yo no tengo nada de qué hablar contigo!
Se inclinó a recoger la maleta que estaba apoyada en el suelo cerca de la mesa del comedor.
- Me alegra no haber desempacado…- Comentó con frialdad.
- No seas inmadura. Ven aquí, quiero explicarte lo que…- Tim se acercó a ella y le quitó la maleta de las manos. Durante un momento, estuvo seguro de que iba a darle una buena bofetada, pero sólo se limitó a interrumpirlo.
- No necesito explicaciones. Acabo de ver con mis propios ojos cómo le metías la lengua en la garganta.- Repuso, despectivamente y mirándolo asqueada.- Veo que te has divertido mucho en mi ausencia, cariño.
- Esto no se trata de ti, maldita sea.- No sabía por qué, pero empezaba a enojarse. Quizás había soportado lo suficiente todos esos meses.- No estoy haciendo esto para herirte o humillarte, Jayne.
- ¿Y de qué se trata entonces?- Exclamó elevando aún más la voz.- ¿No te sientes satisfecho conmigo? ¿Dos semanas sin mí fueron demasiado para ti y tuviste que buscar lo que te hacía falta de otra manera? ¿Simplemente se presentó la oportunidad y te tiraste a la puta de tu vecina?
La ira corrió por las venas de Tim como si fuera su mismísima sangre. Levantó un brazo como si fuera a golpearla y ella abrió los ojos, impresionada, aturdida. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se limitó a aferrarla de la muñeca sin demasiada delicadeza.
- No metas a Allison en esto, Jayne. Te lo advierto.- Murmuró entre dientes.
- ¿Me lo adviertes?- Repitió incrédula.- ¿Me lo adviertes? ¿Y qué pasa si la meto de todos modos? ¿Vas a golpearme? ¡Vamos, hazlo! ¡No te tengo miedo! ¡Y si eres capaz de golpear a tu esposa sólo por una mujer que se cruzó en tu camino un par de días, entonces eres peor de lo que creía, Tim!
La soltó y se alejó de ella. Necesitaba controlarse. No era ese el modo en el que quería manejar la situación.
- ¿Por qué regresaste, Jayne?- Preguntó con voz calma, pero por dentro se sentía profundamente perturbado.
- ¿Qué clase de pregunta es esa?- Espetó de mala manera.- Me fui a Battle a hacer cosas pendientes del trabajo. Te llamé esta mañana para decirte…
- No.- Cortó él. De pronto se sentía tan cansado…- Me refiero a por qué regresaste después de que me pidieras el divorcio.
Jayne se quedó callada y mirándolo con rencor unos segundos. Tim no dudó: de alguna manera supo que la escena del beso con Allison se estaba repitiendo en la memoria de su esposa mientras gestaba su respuesta.
- ¿Quieres saber la verdad?- Inquirió con su tono más hiriente.- Perfecto, Timmy, aquí tienes la verdad: no volví porque te extrañara, ni porque no pueda concebir mi vida sin ti. Volví porque extrañaba lo que compartíamos en la cama, quería recordar lo que es vivir una vida de soltera sin tener que sentirme insegura por acostarme con desconocidos…
A Tim le pareció oír un crujido y estuvo seguro de que era su corazón rompiéndose en pedazos. Sí, definitivamente Jayne había cambiado. No reconocía en ella a la mujer con la que se había casado.
- ¿Qué estás diciendo?- Musitó, frunciendo el ceño, lastimado.
- ¡No me interesa seguir atada a ti! ¡Estoy harta de compartirte con tu maldita música, con tu maldita banda! ¿Cómo puedes esperar que siga enamorada de ti cuando me has relegado al último lugar en tus prioridades? ¡Todo lo que he querido es quedarme con lo único bueno que encontré en ti y deshacerme del resto! ¡No quiero un compromiso sólido y la oportunidad de tener nuestra propia familia! ¡Estoy harta de eso! ¡Es lo que hemos tenido desde que éramos unos malditos niños, Tim! ¿Te pensabas que era un juego? ¡Es como si nos hubiéramos casado a los doce años! ¡No hemos podido experimentar ni disfrutar de nuestras vidas!
Esas palabras fluyeron de la boca de Jayne como una catarata a la que no podía contenerse de ningún modo. Tim la miraba perplejo y a cada segundo se sentía peor.
- ¿Por qué mierda no dijiste nada?- Inquirió dolido.- ¡Jayne, maldita sea! ¿Me estás diciendo que arruiné tu vida? ¿Por qué mierda te casaste conmigo?
- ¡Porque no sabía lo que estaba haciendo!
Se quedó callado, simplemente observándola. ¿Le había arruinado la vida a la mujer que más había amado? Algo bullía en su interior pero no sabía qué.
- ¡Todas mis amigas vivieron tantas cosas maravillosas! Esos rollos ocasionales de fin de semana, las noches interminables en que coqueteaban con quien querían sólo por diversión…- Su voz estaba teñida de reproche como si culpara a Tim por todo.- Y yo no las entendía. Yo les contaba que habíamos cenado con tus padres o que había ido a verte ensayar. ¿Y sabes qué me decían ellas? Que era una estúpida, que no estaba viviendo la vida cuando tenía que hacerlo. Y yo creí que las cosas cambiarían, Tim, pero ya han pasado casi veinte años y todo sigue igual.
- ¡Lo que estoy tratando de entender aquí, Jayne, es porque siempre abres la boca cuando es demasiado tarde!- Farfulló y se dio cuenta que le costaba respirar. Quizás era el miedo. Miedo a no saber qué sucedería…
- ¿Qué sentido tiene? ¡Te importa más tu banda de mierda…!
- ¡Nunca dijiste que la música era un problema! ¡Te dije que dejaría todo por ti, sólo tenías que pedírmelo!- Replicó desesperado. Sabía que su vida estaba yéndose al demonio y no sabía bien cómo enfrentar ese hecho.- ¡Siempre fuiste lo más importante para mí, Jayne, y lo único que he querido es hacerte feliz! ¡Si hubieses dicho algo…!
- Quizás ya no me interesa que hagas algo al respecto.- Cortó secamente.
Tim asintió con la cabeza, pesaroso.
- Ya veo.- Se quedaron contemplándose uno al otro durante unos instantes interminables. Algo se había quebrado entre ellos y en los ojos de Jayne se traslucía un extraño y doloroso odio.- Entonces todo lo que buscabas cuando viniste a verme era un poco de sexo desenfrenado. Todo lo que querías era eso. Y esperabas que yo me limitara a dártelo sin pedir nada a cambio.
- Es obvio que ambos ganamos algo.- ¿Desde cuándo su mujer era egoísta y maliciosa? Sólo mirarla era como recibir una cuchillada en el estómago.- Yo tengo lo que quiero y tú me tienes a mí. Eso es lo que querías, ¿o no?
- No. Yo no quiero un trato, no quiero un intercambio de favores. Quiero estar con alguien a quien ame y que me ame, Jayne.- Repuso con suavidad.
- Entonces eres más idiota de lo que jamás hubiera imaginado.- Le dedicó una mirada de algo que a Tim le pareció una mezcla de repudio y rencor.- Ninguna mujer en su sano juicio podría realmente soportarte. Nadie querría estar contigo más de lo necesario.- Seguramente vio cómo su esposo recibía sus palabras con un dolor inimaginable. Pero eso no la detuvo. Odiaba lo que le había hecho, odiaba no haber aprovechado su vida, odiaba haber regresado a él para que Tim se limitara a reemplazarla por su vecina mientras estaba ausente.- Y más vale que te acostumbres a ello. ¿Crees que esa tonta de Allison va a quererte realmente? Piénsalo de nuevo, cariño. Una mujer como ella no aguantaría tus malditas giras, no aguantaría estar en segundo lugar.
- Allison no es como tú.- Susurró Tim con las únicas fuerzas que le quedaban.
- No, probablemente no sea como yo. Pero eso no cambia el hecho de que no se de cuenta.- Dio un paso hacia él, enfrentándolo.- Ahora te deja que la beses, tal vez que te metas en su cama… pero pronto se dará cuenta que no es vida para nadie estar con un tipo como tú. Tarde o temprano, abrirá los ojos, cariño. A mí me tomó dos décadas. ¿Cuánto crees que le tomará a ella?
Se acercó lentamente, aprovechando que estaba aturdido e incapaz de reaccionar gracias a lo doloroso de sus palabras. Le dio un beso en la mejilla con toda la delicadeza del mundo y le sonrió como si todas esas cosas desagradables jamás hubieran sido pronunciadas.
- Adiós, Timmy. Fue bueno mientras duró.
Tim se quedó estático, viéndola irse. Simplemente tomó su maleta y sin mirar atrás se encaminó a la salida. La puerta se cerró tras ella y él siguió quieto en su sitio, con los reproches de su esposa resonando en su cabeza, sintiendo que algo se desmoronaba.
Pronto se dará cuenta que no es vida para nadie estar con un tipo como tú. Sin siquiera notarlo, cayó de espaldas en el sillón y empezó a repasar inconscientemente cada segundo de su vida, visto desde la perspectiva de Jayne.

¿Cómo se deja de pensar? Eso de dejar la mente en blanco no es más que una frase que dice la gente sin saber lo imposible que es hacerlo. Tim titilaba en mis pensamientos. Tim yéndose detrás de Jayne, como algún tipo de decisión tácita.
¿Realmente había creído que me preferiría a mí en vez de a ella? ¿Qué tenía yo para ofrecerle? Absolutamente nada. Era obvio que con Jayne podía tener una vida más feliz, más plena, más satisfecha…
- ¿Puede venir Tom a jugar hoy, mami?- Preguntó Noah desde el asiento trasero, sacándome de mi ensimismamiento con un respingo.
- Eh… yo… no sé, cariño.- Farfullé, confusa. Casi había olvidado que íbamos de regreso a casa desde la escuela.- Quizás mañana. No he hablado con él hoy.
- ¿Y si lo llamo por teléfono?- Insistió.
- No tienes que molestarlo.
- ¿Puedo pedirle a Tim que lo haga?- Masculló y contuve un grito de desesperación.
- No. Tim estará ocupado hoy. No creo que podamos verlo.
- ¿Irá a cenar?- Las preguntas de Noah me estaban enloqueciendo. Nunca me había irritado así.
- No, cariño.
- ¿Por qué?
Decidí no responder. Ya no podía seguir así. ¿Qué iba a decirle? Yo misma me estaba preguntando por qué. Por qué Tim tenía que desaparecer de mi vida. Por qué Tim no prefería quedarse conmigo…
Llegamos a la casa en menos de cinco minutos. Estaba segura de que en cuanto entráramos a la sala nos encontraríamos oyéndolos hacer el amor. Un perfecto sexo para reconciliarse. Algo en lo que Jayne parecía tener mucha experiencia…
Sin embargo, no habíamos hecho más que bajar del auto para encaminarnos a la puerta cuando la vimos salir con su maleta firmemente agarrada de una mano. Me dedicó una mirada de lo más desagradable y con lo vulnerable que me sentía en ese instante, tuve ganas de encogerme en mi sitio y ponerme a lloriquear.
Se subió a su auto sin decir una palabra y puso el motor en marcha violentamente. Desapareció de nuestra vista en un segundo, a toda velocidad.
- ¿A dónde va Jayne, mami?- Quiso saber Noah, tirando de la manga de mi sweater.
- No lo sé, cariño.- Musité con suavidad, sin dejar de mirar el camino desierto. Ésa era otra pregunta que me hubiese gustado responder.- No lo sé…

Georgia pegó un salto y se subió al regazo de Richard, donde se acomodó sin importar nada más, ronroneando. Él le rascó las orejas mientras bostezaba sonoramente y Annie le puso una taza de café delante suyo en la mesa de la colorida cocina.
La lluvia azotaba las ventanas. Una de las primeras tormentas de la primavera, que traía consigo también algo de calor. El clima estaba realmente extraño: casi toda la tarde había estado despejado, pero ahora que acababan de llegar a casa de Annie, la lluvia había desatado con todas sus fuerzas.
Miró cariñosamente a Rich. Esas últimas noches no habían estado durmiendo mucho y a él le costaba bastante mantenerse en pie ese día. Quizás la tormenta atribuía a que se sintiera somnoliento y a Annie se le ocurrió un buen programa para esa noche: alguna película que pusiera a Richard a dormir y una buena sopa de verduras que ayudara un poco también.
Sin embargo, no planeaba mandarlo a dormir de momento. Lo quería lo más despierto posible y por eso le alcanzaba el café.
- Gracias, cariño.- Murmuró él, bostezando nuevamente.
- De nada.- Le sonrió con un brillo muy especial en los ojos.
- ¿Qué tal el día en la tienda?- Preguntó Richard, dándole un sorbo a la taza.
- Bastante tranquilo. Allison se tomó el día. Me hubiese vuelto loca si tenía que hacerme cargo de todo y además recibir una avalancha de clientes.- Contestó distraídamente.
- ¿Pasó algo? ¿Por qué no fue a trabajar?- Quiso saber, frunciendo el ceño.
- No lo sé, quizás tenía cosas que hacer en su casa.- De pronto estaba increíblemente interesada en el techo de la cocina.- Rich… ¿vas a irte de gira en algún momento por estos meses?
- Todavía no lo sé.- Respondió él con calma. Le sonrió con dulzura.- ¿Estás esperando que te lleve a conocer algún otro lugar bonito?
- No, en realidad estaba más interesada en saber si estaríamos aquí en unos… no sé, ocho meses.- Explicó como restándole importancia.- Ya sabes, para tener una idea de dónde va a nacer el bebé.
Richard se llevó la taza a los labios y volvió a rascarle las orejas a Georgia.
- ¿Qué bebé?- Inquirió y bebió un trago de café. Vio la sonrisa deslumbrante y significativa de Annie y escupió toda la bebida, atragantándose.- ¿Qué? ¿Estás hablando en serio, Annie? ¿Estás…?
Ella asintió enérgicamente, sin decir nada y sin perder la sonrisa.
Rich parpadeó varias veces, sin dejar de mirarla. Su expresión era de absoluta incredulidad, pero fuera de eso, totalmente indescifrable.
Annie empezó a preocuparse.
- ¿Qué dices? ¿Qué piensas?- Instó, algo impaciente. ¿Qué pasaba si él no estaba listo para algo así? Había supuesto que su relación era lo suficientemente seria, pero quizás no tanto como había creído…
- ¿Cuándo…? ¿Cuándo lo supiste?- Balbuceó atónito.
- Esta mañana.- Contestó con algo de nerviosismo.- Escucha, Rich, sé que quizás sea repentino, pero sucedió y…
Richard se puso de pie, sin recordar a Georgia que cayó al suelo de la cocina, refunfuñando. Se inclinó frente a ella y tomó sus manos, sin dejar de mirarla a los ojos.
- Te amo, Annie. Jamás he querido a nadie como te quiero a ti.- Dijo con una expresión muy seria. Entonces sus ojos celestes se llenaron de lágrimas.- ¿Te das cuenta de lo que esto significa?
- ¿Que me pondré muy gorda y me vería mejor si me vistiera íntegramente de negro?- Farfulló, burlona y sus ojos también brillaban por las lágrimas.
- Que no podrás librarte de mí por el resto de tu vida.- Repuso y Annie no aguantó más y le echó los brazos al cuello, riendo con alegría.
Las cosas parecían ser tan fáciles para ellos… nada de complicaciones, nada de malos entendidos, nada de reproches, culpas o discusiones. Simplemente sus vidas se habían cruzado y se limitaban a llevarlas juntas y con tranquilidad por el camino correcto. Sin dudas ni miedos. Sólo el inmenso amor que se tenían, a prueba de todo.
Qué ironía que a otros les costara tanto…

Cuando acosté a Noah esa noche, fue inevitable que la soledad y el silencio me llevaran nuevamente a pensar en lo sucedido ese día. Algo había sucedido después de que yo me fuera que había provocado que Jayne tomara su maleta y se largara de allí. Estaba absolutamente segura de que había habido una fuerte discusión, yo había llegado a escuchar parte de ella. ¿Pero qué había pasado luego? Evidentemente, Jayne estaba muy molesta por habernos encontrado besándonos en la playa y las excusas de Tim no habían servido para nada: se había ido.
Me imaginé que Tim no se encontraría muy bien después de aquello. Se rehusaría a perder a su esposa de nuevo y…
Mis razonamientos se detuvieron. Mis ojos se clavaron en la playa a través del ventanal, el mar azotado por la lluvia, lo embravecido de las olas…. ¿Rehusarse? ¿Por qué cuando Jayne saliera de la casa lista para meterse en su auto y largarse de inmediato Tim no había corrido detrás de ella para detenerla? ¿Por qué no había dado la más mínima señal de lamentar la partida de su mujer? ¿Qué cosas se habían dicho allí dentro durante mi ausencia que justificaran el hecho de que él no se moviera en lo más mínimo para retenerla?
Una leve luz de esperanza se encendió en mi corazón. ¿Y si Tim…? ¿Y si de alguna manera él…? Me temblaron las manos por la ansiedad. ¿Y si le había dicho a Jayne que lo de ellos había terminado para siempre? ¿Y si le había dicho que lo que en realidad quería era estar conmigo?
Me puse de pie de un salto, como si estuviera impulsada por un resorte. ¡Necesitaba averiguarlo! Saber hasta que punto mis sospechas podían ser verdad. Y, si era así… ¿qué haría? Si Tim me amaba, ¿qué haría?
Sonreí sin poder evitarlo. La pregunta era qué haría si no me amaba.
Miré a mi alrededor no muy segura de lo que debía hacer a continuación. ¿Ir a buscarlo? Sí, definitivamente, era lo primero que tenía que hacer. ¿Preguntarle por lo sucedido con Jayne? Bueno, quizás eso no sería lo mejor en un principio. ¿Entonces era mejor que dejara que sacara él sólo el tema? Sí, probablemente. ¿Y si en vez de hablar lo besaba directamente, demostrándole que estaba allí para él? Mm, no, sería demasiado brusco…
Me di cuenta de que estaba dando vueltas por la sala sin parar y que estaba tan nerviosa que no podía pensar con claridad. Mil cosas estúpidas habían pasado por mi cabeza en menos de un minuto.
Fui hacia el pasillo. Cuanto menos tiempo tuviera de analizarlo, mejor. Estaba volviéndome loca rebuscando entre mis posibilidades.
Abrí lentamente la puerta y me asomé al interior. Mi primera impresión fue que ya se había ido a dormir, porque la casa estaba sumida en la más profunda penumbra. Pero entonces noté que el reflejo de la venta recaía justo sobre una figura inclinada en el sillón. Tenía la mirada perdida en algún punto cercano a la chimenea, los codos apoyados en las rodillas y una expresión indescifrable…
- ¿Tim?- Susurré y él ni siquiera dio señales de haberse inmutado por mi presencia.
Caminé despacio hacia el sillón y me paré a espaldas de Tim. Tal vez necesitaba su propio espacio, se sentiría invadido si me acercaba demasiado… pero ahora que lo veía necesitaba saber que estuviera bien.
- ¿Cómo estás?- Pregunté en voz muy baja. No había razón para no subir el volumen, pero tuve la sensación de que eso lo alarmaría.
El silencio siguió envolviéndonos durante lo que pareció una eternidad.
- Jayne se fue.- Dijo al fin y su voz sonó extraña, como si hiciera siglos que no abría la boca y hubiese perdido la costumbre de hablar.
- Lo sé.- Murmuré, tratando de sonar comprensiva. Lo cierto era que tenía algo de miedo. Todo lo que había estado imaginándome hacía sólo unos minutos parecía de repente imposible: estaba destrozado por la partida de su esposa…- La vi irse cuando regresé con Noah del colegio.
Otra vez el insondable silencio. Era como si me separara de Tim una barrera invisible constituida por su dolor. No podía acercarme, aunque me moría de ganas de rodearlo con los brazos…
- Tim, yo…- Musité, sólo porque no aguantaba más. Tenía que decir algo, tenía que consolarlo de algún modo…
- No.- Cortó y pareció que no era más que un mero sollozo.- No digas nada, Allison, te lo suplico.- Agregó lastimeramente.- Sólo… sólo déjame en paz.
Lo miré incrédula unos segundos.
- ¿Qué?
- Vete de aquí, déjame en paz.- Volvió a pedir y a continuación se puso de pie y se alejó en dirección a su habitación, dejándome sola en la penumbra de la sala, sin saber bien qué estaba sucediendo.
Y quizás era hora de que empezara a pensar qué haría ahora que tenía la certeza de que Tim no estaba enamorado de mí.
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