Al día siguiente, decidí dejar que Annie se hiciera cargo sola de la boutique. ¿Qué ayuda podía ofrecerle con lo miserable que me sentía? Sentir tanta lástima por mí misma me provocaba repugnancia.
Le di el día libre a Greta y disfruté la casa sola para mí toda la mañana. Me hice una taza de té y ordené un poco la sala y la cocina. Fui al supermercado y a la tienda de libros y compré algunas cosas que necesitaba Noah para el jardín de infantes. Me sentía normal, pero totalmente desanimada. Lo único que quería era un poco de tranquilidad.
Hacia el mediodía me hice un sándwich y me lo llevé a la sala. Me puse a cambiar los canales de la televisión y vi que estaban repitiendo “Top Hat”. Me sentí absolutamente deprimida y, para colmo, como si lo hubiera invocado de alguna manera, empecé a oír nuevamente los gritos de la mujer de Tim. ¿Acaso nunca salían de la cama?
Dejé mi sándwich a un lado, presa de pronto de un profundo asco y me dejé caer en el sillón, tapándome la cabeza con un mullido almohadón, desesperada por amortiguar el sonido.
No recordaba lo que se sentía eso. La pasión en la pareja, el deseo de estar constantemente acariciándose, besándose… había pasado mucho tiempo. Suspiré, algo ahogada y decidí que no era momento de lamentarse. Nadie moría por falta de contacto físico, ¿o sí? se podía vivir perfectamente sin besar a nadie o sin volver a hacer el amor. Después de todo, la finalidad de esas cosas es tener hijos. Y yo tenía a Noah. Estaba realizada.
Refunfuñando malhumoradamente me puse de pie y fui a darme una ducha, esperando que el ruido del agua cayendo pesadamente sobre mí hiciera que cualquier otra cosa fuera inaudible. Eso mataría los pensamientos idiotas que la vida sexual de Tim y su maldita esposa despertaban en mí.
Era espantoso estar constantemente a merced de los pensamientos y las reflexiones. Pensaba tanto que muchas veces me sentía a punto de explotar. Quería tener la mente en blanco por una sola vez y entender cómo era no tener preocupaciones. Kevin, Noah, Tim, su esposa, el sexo, lo acabada o no que pudiera estar mi vida… ¿qué podía tener de bueno el estar incesantemente cavilando sobre todo aquello?
- Seguro Tim tiene la cabeza bien vacía en este momento…- Farfullé, quitándome el shampoo del cabello y maldiciendo al instante al darme cuenta de que estaba haciéndolo de nuevo.
Terminé de ducharme y cerré el agua con furia. Estar así no podía ser sano…
Me vestí distraídamente en mi habitación y luego oí que golpeaban a la puerta. Mirando la hora, extrañada, me pregunté quién podría ser. Tenía que ir a buscar a Noah en poco más de una hora y no tenía tiempo para visitas…
Secándome el cabello con una toalla, abrí la puerta y me sorprendió encontrarme con Tom. Me miró sonriente.
- ¡Hola Allison! – Exclamó con amabilidad y yo le sonreí un poco también.
- Hola, Tom. ¿Qué estás haciendo aquí?- Pregunté con curiosidad. Quizás había ido con la intención de ver a Tim, pero su amigo estaba ocupado. Demasiado ocupado para escuchar que golpeaban a la puerta. Con lo que gritaba su mujer no me asombraba en lo más mínimo…
Maldición.
- Sólo pasaba a ver cómo se encuentra Noah.- Contestó, mientras yo me hacía a un lado para dejarlo entrar.
- ¡Ah!- Musité, sorprendida. Me pareció muy dulce que fuera hasta allí por ver a mi hijo.- Es muy tierno de tu parte, Tom, pero Noah todavía está en la escuela. Iré a buscarlo en una hora.
- Ah, está bien, no hay problema. Vendré a verlo más tarde, si no te molesta.- Repuso, sin perder el buen ánimo.
- Por supuesto que no, puedes venir cuando quieras.
- Pasaré a ver a Tim primero y luego…- Se oyó un grito agónico y Tom abrió mucho los ojos.- ¿Qué fue eso?
Mis labios se tensaron en una sonrisa algo falsa.
- Creo que significa que mejor pospones la visita a Tim.- Contesté con algo de sequedad y él abrió la boca, sin saber qué decir.- O dale algunos minutos, al menos…
- ¿Eso fue…? ¿Tim está…?- Sacudió la cabeza y lanzó un chiflido al aire.- No sabía que Jayne fuera tan escandalosa.- Me observó intrigado.- ¿No es la primera vez que…?
- Oh, no.- Prendí el equipo de audio y lo dejé en la primera estación de radio que encontré. Era incómodo estar con Tom allí escuchándolos a ellos.- Ya estoy bastante acostumbrada.
- Es un poco desconsiderado de su parte, si quieres mi opinión. Noah podría oír algo.- Parecía ofendido y miró hacia la puerta del pasillo con aprensión.
- Eso es lo único que me preocupa. Que hagan de sus vidas lo que quieran, pero que no olviden que esta es mi casa y mi hijo vive aquí. Mientras él no tenga que oírlos, por mí está bien.- Mentira, dijo una voz dentro de mí.
- ¿Sabes? Prefiero regresar mañana a ver a Noah, es obvio que ahora no voy a ser bienvenido.- Curvó los labios en una mueca de frustración.
- ¿Seguro que no quieres quedarte? Sé que a él le encantará verte. Tim lo tiene bastante abandonado últimamente.- Dije.
- No es el único, créeme.- Suspiró, apenado.- Tim volvió con Jayne, Richard está saliendo con Annie… me aburro bastante.
Lo observé sintiéndome mal por él. Tom parecía una buena persona.
- ¿No sales con nadie?- Inquirí con curiosidad. De seguro a él, Richard y Tim les llovían mujeres. Es lo que menos le falta a los músicos.
- Terminé con mi novia hace unos meses.
- Lo lamento.- Musité, sin saber bien qué decir.
- Está bien, la relación estaba desgastada.- Explicó, encogiéndose de hombros.- Es mejor así.
Nos quedamos callados unos segundos. Sus ojos verdes se fijaron en mí.
- ¿Y qué hay de ti?- Preguntó con aire descuidado.
- ¿Yo? ¿Qué hay conmigo?- Repliqué, sin comprender.
- ¿Sales con alguien?
La pregunta se clavó en mi pecho como un puñal. Por supuesto que no salía con nadie: Kevin estaba muerto, antes de eso me había engañado con alguna mujer de su trabajo, llevaba dos años llorando por él en vano, Tim se la pasaba haciendo el amor con Jayne del otro lado de la puerta…
- No.- Contesté con mucha calma. Por dentro, sin embargo, parecía un volcán activo.
- Ya tendremos más suerte.- Murmuró con una enorme sonrisa que le abultaba las mejillas rosadas. Nunca había pensado que un hombre de casi treinta años pudiera ser adorable… pero parece que hay una primera vez para todo.
- Quizás.- Mis ojos brillaron con cierta angustia y pareció que Tom no lo pasaba por alto.
- Bueno…- De pronto sonó incómodo.- Mejor me voy Allison, pero dile a Noah que vendré mañana a jugar un poco al fútbol.- Me guiñó un ojo y yo le dediqué una breve sonrisa.
Lo acompañé a la salida y él se despidió con un beso en la mejilla. Luego cerré la puerta y fui a apagar la radio. Me dolía terriblemente la cabeza.
Tim miraba el techo, con el pecho subiéndole y bajándole violentamente mientras trataba de respirar con normalidad. Jayne se estaba poniendo exigente y era difícil seguirle el ritmo. Pero… ¡mierda, se sentía muy bien!
Jayne estaba acostada boca abajo en la enorme cama, con el cabello revuelto y también con cierta dificultad para respirar. Tim se dio cuenta, extrañado, que empezaba a extrañar eso de acurrucarse después de hacer el amor. ¿Cuándo fue que lo habían descartado?
Le pareció escuchar la puerta, lo que lo sacó de su ensimismamiento. Se levantó de la cama y se puso los pantalones rápidamente. Le echó un vistazo a Jayne.
- Ya vengo.- Musitó, pero ella no se dio por aludida.
Cerró la puerta de la habitación sólo por si acaso y fue hacia la entrada. Tras echarle un vistazo al reloj, abrió la puerta. Aún no eran ni las dos de la tarde.
- Hola Tom.- Saludó al ver a su amigo parado frente a él.
- Al menos te pusiste pantalones.- Masculló éste a forma de saludo y Tim lo miró con el ceño fruncido. Parecía malhumorado.
- ¿Qué se supone que quiere decir eso?- Repuso Tim, confundido, cerrando la puerta y siguiendo a Tom a la sala.
- Eres un desastre Tim.- Meneó la cabeza con desaprobación.- ¿Sabías que desde la casa de Allison se los oye a Jayne y a ti? Llevamos más de quince minutos escuchándolos.
- Yo no…- Murmuró, rascándose la barbilla sin saber qué decir. Entonces lo miró otra vez con el ceño fruncido.- ¿Qué hacías en la casa de Allison?
- Vine a ver a Noah. Y por suerte no está en la casa.- Respondió, con los brazos en jarra.- Y no sé qué tan bueno serás en la cama, Tim, pero tendrás que amordazar a tu mujer.
- Deja de decir estupideces.- Espetó éste, sintiéndose repentinamente de malhumor.- ¿Para eso viniste hasta aquí?
- Ya te lo dije: vine a ver a Noah, no a ti.
- ¿Y qué tienes tú con Noah? ¿O con Allison?- Exclamó molesto, antes de darse cuenta de cómo sonaban sus palabras.
Tom arqueó una ceja.
- ¿Y a ti qué te importa?
Tim bufó irritado.
- Mira Tom, si viniste a decirme esto…
- Vine a decirte que hagas algo o Allison va a desollarte vivo. No es divertido escuchar a tu vecino gritando como un animal en celo todo el día.- Tim estaba perdiendo la paciencia y su amigo lo notó, pero la verdad era que no le importaba demasiado.- Estoy hablando en serio. ¿Qué sentirías si tuvieras que escuchar a Allison con algún tipo ahí dentro todo el tiempo? Sería muy fastidioso, por no decir incómodo.
- ¿Qué otro tipo? ¿Te dijo algo?- Dijo al instante, olvidándose de la impaciencia y dando un paso hacia él. Tom lo contempló sin entender.
- Es una situación hipotética, idiota.- Le dedicó una mirada de obviedad.- De verdad, Tim, estás raro.
- Estoy bien.- Replicó entre dientes.
- Bien. Yo me voy.
Se encaminó hacia la salida.
- Eres tú el que está raro, Tom.- Le dijo mientras lo veía alejarse.
- Claro que no. Y haz algo al respecto, Timmy, te lo digo…
- Ya, ya te oí, Tom.- Lo calmó, frotándose el cuello con una mano. Se sentía algo frustrado.
No le gustaba para nada que Allison estuviera escuchándolos. Mierda, se sentía un imbécil al pensarlo…
Lo mejor sería hablar con Jayne y tratar de controlarse un poco… o, pensándolo mejor, volver a Battle. Eso le parecía mucho más fácil de hacer.
Dejó escapar una mueca de descontento.
Annie cerró una venta y fue hacia el mostrador a guardar el dinero en la caja registradora. Todo estaba bastante tranquilo y se alegró de poder con todo sola. A Allison le haría bien tomarse el día, descansar y no pensar demasiado.
Bueno… y ella no estaba precisamente sola.
- Algunos nacen para vender.- Comentó Richard con una tierna sonrisa mientras la miraba.
- Gracias.- Ella lo observó radiante.
- De todos modos, me pareció que ese tipo estaba coqueteando contigo. Quería llevarse algo más que un jarrón de porcelana italiana.- Agregó, refunfuñando.
- Ya cállate, no es cierto.- Repuso ella, aunque bastante halagada al descubrir que estaba celoso.
- Por supuesto que sí. Soy hombre, me doy cuenta de esas cosas.
- Y yo soy mujer y también me doy cuenta de esas cosas.- Le dio un beso como si estuviera recompensándolo por algo.- Además, la mayoría de los hombres que vienen a la tienda coquetean con Allison… hasta que ella les lanza su mirada de “ni se te ocurra”.
- Deberías aprender alguna mirada de esas. Sólo por si acaso.- Murmuró como quien no quiere la cosa. Annie rió.- Estoy hablando en serio.
- No hace falta. Soy demasiado extravagante para la clase de hombre que viene a la tienda. Buscan una belleza clásica, como la de Allison.- Explicó, ordenando las planillas con las ventas del día.- Ella no se viste como un arco iris ni…
- Me gusta tu extravagancia.- La silenció con un beso.- Espero que no te estés menospreciando a favor de Allison.
- Claro que no. Yo soy bonita, a mi manera.- Le dedicó una sonrisa pícara.
- Eres hermosa.
- Gracias.- Acariciándole una mejilla, le devolvió el beso.- Ah, olvidé avisarte. Mi hermano me pidió que le cuidara a los niños. Tiene que ir a Pevensey, así que los dejará de camino.
- ¿Cuándo?- Quiso saber Rich, acomodándole un mechón de cabello rubio.
- El fin de semana. En realidad es una excusa para que yo los vea, porque tranquilamente podría dejarlos con su esposa.- Se encogió de hombros.- A mí me gusta cuidarlos, de todos modos.
- Podemos llevarlos al parque, si quieres. Y a comer una pizza.- Ofreció, deseoso de compartir con ella cada momento.
- No te olvides de las papas fritas.- Le recordó, risueña.- Me encantaría.
Richard sonrió y la besó otra vez. Luego miró la hora.
- Te dejaré sola un momento, ¿de acuerdo?- Inquirió.- Quiero pasar a ver a Tim un rato y luego pasaré a recogerte.
- Puedo esperarte en casa, si te parece mejor. Tómense su tiempo. Hace bastante que no vas a verlo.- Annie volvió a su trabajo mientras hablaba.
- Precisamente por eso. No lo he visto desde que volvió con Jayne. Estoy preocupado.- Buscó su abrigo mientras hablaba.- Está bien, espérame en tu casa. Pero tómate un taxi, no quiero que estés en la calle sola a estas horas.
- Rich, son cuatro calles. Y antes de salir contigo iba y venía sola todo el tiempo.- Repuso divertida.
- No me importa. Pórtate bien, Annie.
- ¿O me vas a castigar?- Farfulló, provocándolo.
- Eso no estaría nada mal.- Rió y salió de la tienda, al tiempo que Annie le tiraba un beso que él tuvo ganas de atrapar en el aire.
Tim observó las teclas del piano. Era como si no supiera para qué servían. Desde que Jayne regresara no había tenido tiempo de trabajar… y tenía la sensación de que ya no necesitaría componer de nuevo. Si lo que ella quería era que dejara la banda… no, no tenía ganas de pensar en ello.
Jayne salió de la cocina y le dedicó una sonrisa. Por primera vez desde que se reconciliaran, había decidido cocinar algo. Tim se sintió aliviado: tenía el presentimiento de que sus pantalones le quedarían enormes si seguía sin comer.
Deseó que se vistiera un poco más. Cada vez que quería hablar con ella para tratar de decidir su futuro juntos y poner todo en orden, ella simulaba acomodarse la camisa de él y dejaba un poco de piel a la vista, haciéndolo enmudecer. Se sentía como un adolescente con las hormonas enloquecidas.
- Voy a darme una ducha antes de cenar.- Le dijo con esa voz que parecía un ronroneo y que Tim estaba seguro que jamás le había oído antes. Se preguntó cuántas veces al día pensaba ducharse.
- Bueno.- Fue todo lo que dijo, bajando la mirada al piano nuevamente.
- ¿No crees que a ti también te vendrían bien una ducha?- Musitó, pestañeando seductoramente. Tim entendió la indirecta a la perfección y se imaginó en la ducha con Jayne: había mucha espuma, muchas manos y mucha piel. Se estremeció de deseo.
Abrió la boca para responder, pero oyó una bocina que lo distrajo. Se puso de pie y fue a ver quién era.
Vio que Richard se bajaba del auto y caminaba hacia la entrada, así que le abrió la puerta y lo esperó apoyado contra ella.
- Hola Tim.- Saludó, cuando entraba.- ¿Ocupado?
- No mucho.- Miró hacia atrás y vio que Jayne se iba sola hacia el baño.- ¿Qué haces aquí?
- Hace bastante que no nos vemos, quería saber cómo iba todo.- Lo miró algo preocupado.- ¿Estás bien?
Se sentaron en el sillón de la sala. Tim asintió quedamente.
- Bueno, ésa es la respuesta entusiasta que esperaba.- Repuso Richard, arqueando una ceja y examinándolo al mismo tiempo.
- Supe que llevaste a Annie a París.- Comentó Tim, tratando de desviar el tema.- ¿Cómo la pasaron?
- Muy bien.- Respondió, sin poder suprimir una sonrisa.- Pero no hay mucho que contar sobre Annie y yo. Estamos bien.- Agregó, poniéndose serio.- Eres tú el que…
- Te preocupa. Ya lo sé. Siempre te estás preocupando, Rich.- Cortó, poniéndose de pie y yendo hacia el ventanal.- Te vas a poner viejo antes de tiempo.
- Está pasando algo, así que será mejor que me lo digas.- Richard lo contempló, paciente. Iba a esperar toda la noche a que le dijera la verdad, si era necesario.- ¿No estás feliz con Jayne?
Tim se quedó pensativo unos segundos, inmerso en la maravillosa vista del mar contra el cielo nocturno. Tuvo ganas de responder que no.
- No lo sé.- Dijo en cambio, analizando más la situación en su fuero interno.- Es complicado.
- ¿Por qué?- Insistió Rich.
- Porque… porque está cambiada.- Contestó, sintiéndose vencido.- No se parece a la mujer con la que me casé. Está muy extraña.
- ¿No hablaste con ella?- Preguntó, frunciendo el ceño, tratando de descubrir a qué se refería su amigo exactamente.
- ¿Hablar?- Tim rió con amargura.- No, no hemos hablado en lo más mínimo, Richard, y no la veo interesada en hacerlo. Me dijo que volvió porque se sentía sola y que me extrañaba. Y después de eso, nada más.
- ¿No hablaron para nada? ¿Qué mierda han estado haciendo todos estos días?- Inquirió Richard confundido. Tim enarcó una ceja, significativamente.- Ah, ya veo.
- Nunca la había visto tan…- Bajó la voz por si Jayne salía de la ducha.- No sé… de esta manera. Creo que está tratando de recompensarme por lo que sucedió.
- Tendrás que hablar con ella tarde o temprano.- Repuso Rich, lógicamente.
- Lo sé, lo intenté, pero me esquiva.- Volvió a mirar hacia la playa.- Creo que no se anima a decirme que quiere que deje la banda, Rich.
Richard se puso de pie de golpe.
- ¿Qué? ¿De qué mierda estás hablando? Tú no puedes dejar la banda.- Exclamó, incrédulo.
- Ssh, baja la voz.- Pidió, haciéndole una seña de que se calmara.- Y sí puedo dejarla.
- No, no puedes. No puedes vivir sin esto.- Señaló el piano entre ellos.- Te vuelves loco sin tocar un solo día, sin componer… Tim, esto es tu vida. ¿Vas a dejarlo por ella?
- Se supone que ella tiene que ser mi vida.- Espetó, enojándose más consigo mismo que con su amigo.- Y no lo siento así. Ahora que regresó, siento que no sé cómo reconstruir lo que teníamos…
- No puedes obligarte a quererla, Tim.- Farfulló Richard, casi en un susurro.
- La amo, Richard, no me estoy obligando a nada.- Lo miró, sintiéndose abatido.- Es que… no lo sé, todo pasó tan de golpe…- Suspiró, cansado.- Primero me dice que no sabe si me ama o no, me tiene meses viviendo en la incertidumbre, haciéndome mierda por dentro, luego me pide el divorcio y me dice unas cosas horribles… y ahora quiere volver conmigo y no hablar al respecto. Pretende que arreglemos nuestros problemas en la cama y yo mientras tanto sigo sin saber dónde estoy parado y para colmo Allison…- Hablaba apresuradamente, casi sin darse cuenta de lo que decía, pero al decir su nombre se paró en seco, no pudiendo creer a dónde había derivado con todo aquello.
- ¿Allison?- Musitó Rich, sin entender.- ¿Qué pasa con Allison?
Tim bufó, frustrado.
- No lo sé. Ése es el problema. No sé qué le pasa.- Se dejó caer en el sillón, rendido.- Vino a buscarme el otro día, con una expresión muy extraña en el rostro, pero me encontró con Jayne y no quiso decirme nada. Luego voy a buscarla a la boutique para ver qué le sucede y se larga a llorar sin darme ninguna explicación…
- ¿Te preocupas por ella?- Preguntó Richard, como tanteando el terreno.
- ¡Claro que sí! Siento… aprecio por ella.- Murmuró, reticente a ser más específico.- Si se pone a llorar pretendo ayudarla, saber qué le pasa, hacer algo…
- ¿Y no te dijo nada? ¿Nada de nada?- Richard lo observó de reojo.
- No, nada. Se puso a llorar, no me respondió, luego se sobresaltó y me pidió que me fuera.- Decidió pasar por alto la parte en que él la llamaba “mi amor”.- Me gustaría que confiara en mí, pero…
- El esposo de Allison murió.- Interrumpió Richard, dejándolo helado.- El padre de Noah.
Tim tardó unos segundos en reaccionar.
- ¿Qué? ¿Cómo lo sabes?- Espetó.
- Me lo dijo Annie.- Miró a su amigo con algo de pena impresa en sus ojos celestes.- Allison está muy mal, Tim, es evidente que no se repuso a lo que sucedió y eso explica muchas cosas sobre ella…
- Sí que las explica.- Se hundió en el sillón, sintiéndose terriblemente mal.- ¿Por qué no me lo dijo?
- Porque jamás habla de ello. Parece que por primera vez abrió la boca con Annie ayer. Hace dos años que pasó y todavía no lo había hablado con nadie, no se descargaba, no buscaba consuelo…- Richard frunció el ceño.- Annie está preocupada y no sabe qué hacer.
- Mierda…- Tim cerró los ojos. Una desesperación extraña lo carcomía por dentro.- No puedo creerlo.
- No la lastimes más de lo que ya está, Tim.- Advirtió Richard entonces y su amigo lo miró sin entender.
- ¿A que te refieres?
- La vida de Allison es lo suficientemente complicada, no necesita más drama. No sé hasta donde llega tu aprecio por ella, pero…
- Jamás haría nada que la lastimara, Richard.- Cortó, incrédulo.- ¿Cómo puedes decir algo así?
- Últimamente estás haciendo muchas cosas que no creí que harías.- Replicó Richard con severidad.- Y tú decides en cuanto a tu vida, si quieres volver con Jayne y arruinarla…
- Ssh, ¡Richard!- Lo reprendió, pero su amigo no le hizo caso.
- … allá tú, es tu problema. Pero Allison ya tiene suficiente.
- ¡Es que no puedo creer que no me lo haya dicho! Hemos pasado tantas noches juntos…- Richard lo miró sorprendido.-… viendo películas y hablando y… jamás lo mencionó. Si estaba tan mal, ¿cómo nunca…?
- Probablemente quiso decírtelo, pero te encontró muy ocupado.- Farfulló significativamente y Tim se sintió un idiota.
Se llevó una mano a la cabeza. ¿Y si por eso había ido a buscarlo cuando lo encontrara con Jayne? ¿Por qué no había ido a verla de inmediato cuando apareciera? No podía creer que la había dejado sola…
- Gracias por decírmelo, Rich.- Musitó suavemente.
- Creí que era mejor que lo supieras.- Dijo Richard, disponiéndose a marcharse de una vez.- Sólo espero que hagas lo correcto.- Le clavó la mirada como si quisiera decirle algo sin palabras.- Respecto a todo, en general.
Tim asintió.
- ¿Ya te vas?- Preguntó, al ver que se ponía el abrigo.
- Tengo que ir a casa de Annie. Y creo que ya te he dicho todo lo que tenía que decirte.- Lo acompañó hasta la puerta.- ¿Me prometes que no lastimarás a Allison?
Tim se sintió irritado.
- ¿Acaso todos se volvieron defensores de Allison? Primero Tom, ahora tú…- Richard sonrió.
- Nos cae bien.- Contestó.- Y se merece un poco de tranquilidad.
No sabiendo qué decir, Tim volvió a asentir. Se despidió de su amigo y cerró la puerta, para apoyarse contra ella, aún anonadado por lo que acababa de oír. ¿Cuántas veces él se había lamentado con ella porque su esposa lo había dejado? Se sentía un miserable y un egoísta por no haberse dado cuenta que ella tenía un dolor más profundo que el suyo…
Aguzó el oído. Aún escuchaba el agua de la ducha, así que Jayne tardaría unos minutos más. Miró hacia el pasillo, indeciso. Pero finalmente, decidió que ya no aguantaba un segundo más.
- ¿Qué quieres de cenar?
- Lo que tú quieras, mami.
Miré a Noah unos instantes antes de salir de su habitación rumbo a la cocina. Estaba absorto con un libro que le habían dado en la escuela y que tenía dibujos de piano. Durante un momento se ilusionó con mostrárselo a Tim, pero luego me contempló con tristeza.
- Tim ya no viene a jugar conmigo. Ya no me quiere.- Susurró, rompiéndome el corazón.
- Tenemos que darle unos días, Noah, ya te lo dije. Ten paciencia.- Había respondido yo.
Suspirando, empecé a revisar las alacenas, tratando de idear algo para la cena. Entonces me pareció escuchar algo parecido a un portazo y me asomé a la sala, para ver qué sucedía. No creía que Noah saliera a la playa de noche y sin avisarme, así que si lo había hecho iba a reprenderlo de inmediato.
Pero cuando salí en su búsqueda me topé con Tim, que estaba serio y tenía una expresión de ansiedad en los ojos azules.
- ¿Qué…?- Murmuré, confundida.
- ¿Por qué no me dijiste que el padre de Noah murió, Allison?- Cortó de pronto y yo sentí que me quedaba sin aire por sus palabras.- ¿Por qué no me lo dijiste?
No me agradó la brusquedad con que me habló. Me sentí invadida y asustada y lo contemplé con los ojos muy abiertos.
- ¿Quién te lo dijo?- Mascullé.
- ¿No confías en mí?- Dijo él en cambio. Yo no contesté, tan sorprendida como estaba por su enfrentamiento.- ¿Por qué me ocultaste algo como eso?
Indignada, fruncí el ceño. ¿Quién era él para exigirme confianza? ¿Quién era él para creer que iba a contarle todo?
- ¡Porque no es asunto tuyo! ¿Por qué habría de decírtelo?- Exclamé enfadada.
- ¡Claro que es asunto mío! ¡Me importas, Allison, quiero saber qué te sucede y qué…!- Farfulló, también levantando un poco la voz.
- ¡No es asunto tuyo! ¡No eres parte de esta familia, aunque creas que sí lo eres! ¡Aunque creas que puedes aparecer y desaparecer a tu antojo y romperle el corazón a mi hijo! ¡Tú tienes a tu esposa, así que ve con ella y déjame en paz!- Espeté, descontrolada. Quería hacerlo sentir tan mal como yo me sentía, pero aún no terminaba de entenderme a mí misma. ¿Por qué estaba tan enojada con Tim?
Él asintió con la cabeza, molesto.
- No soy parte de esta familia, bien.- Aceptó, irritado.- Pero sí somos amigos. Hemos pasado noches enteras hablando y jamás me dijiste una palabra. ¿Por qué no, Allison?
- ¿Por qué demonios quieres saberlo?- Murmuré sin comprender.- ¿Qué es lo que quieres?
- Sólo entenderte, Allison. Desde que te conozco, sólo he pretendido entenderte, porque eres un enigma para mí.
Lo miré boquiabierta. Entonces la imagen de él y su esposa manoseándose en la sala apareció en mi mente y sentí nuevamente la furia corriendo por mis venas.
- ¿Quieres entenderme? ¿Qué quieres que te diga? ¿Que Kevin murió hace dos años y que yo no he dejado de llorar su muerte desde entonces? ¿Que mi vida no tiene sentido? ¿Que ya no sé siquiera quién soy? ¿Qué tú eres el único que alivió un poco mi dolor? ¿O prefieres que te cuente que el sábado en la noche descubrí que el hombre al que amé con todas mis fuerzas me engañó por años? ¿Quieres que te diga que descubrí cartas para su amante en las que decía que cuando Noah creciera se iría con ella? ¿O acaso mejor quieres que te diga que cuando las leí lo primero que pensé fue en ti y en pedirte consuelo y que te encontré toqueteándote con tu esposa?- Solté, con un nudo en la garganta y las lágrimas agolpándose en mis ojos.- ¿Cuál de esas historias quieres oír, Tim?
Él se quedó pasmado, observándome fijamente como sin saber qué decirme.
- Allison…- Comenzó con suavidad.
- No, no vengas con lástima. No quiero la lástima de nadie, Tim.- Interrumpí, sintiendo que estaba a punto de largarme a llorar.- Y definitivamente no necesito tus reproches infantiles y sin sentido.
- Lo siento, Allie.- Susurró, apenado.- No era mi intención decir estas cosas.- Dio un paso hacia mí, pero me alejé.- Supongo que no encaré bien el asunto. Debí… debí ser mas delicado.
- Eres un idiota.- Sollocé enojada.- ¿Quién te crees que eres?
Se llevó las manos al rostro, evidentemente irritado consigo mismo.
- Lo siento.- Repitió acongojado.- Siento mucho todo lo que te sucedió, Allie. Ni siquiera es necesario que te pregunte cómo estás, ¿cierto?- Preguntó con una mueca.
- ¿Y cómo quieres que esté?- Repliqué, decidiendo descargar de una vez todo lo que tenía dentro. Sentía que él tenía buena parte de culpa de lo miserable que me sentía, así que iba a llevarse una buena parte de mi enfado y de mi dolor.- ¿Cómo estarías tú si descubres que el hombre que creíste que era perfecto resultó ser un mentiroso? ¿Cómo le explicarías eso a tu hijo?
- Deja que Noah tenga sus propios recuerdos de su padre. Es lo mejor que…
- ¡No me vengas con consejos, no los necesito!- Exclamé irritada.- ¡Vete a tu casa, de seguro tu mujer tiene ganas de gritar un poco más!
Tim enrojeció pero dio un paso para enfrentarme.
- Sólo quiero ayudarte. No sé por qué me lo pones tan difícil.- Dijo entre dientes.- ¿Qué es lo que te hice, Allison?
El llanto estalló sin aviso previo.
- ¡No lo sé! ¡No sé, Tim!- Farfullé, secándome las lágrimas con fuerza.- ¡No me preguntes por qué estoy molesta contigo!
- No quise hablar de lo de tu esposo tan bruscamente, yo…- Susurró, tratando de excusarse, pero yo volví a interrumpirlo.
- Kevin no era mi esposo.- Él me miró asombrado.- Nunca nos casamos. Sólo vivíamos juntos.- Sollocé más sonoramente.- Supongo que ahí hay otra cosa que jamás en mi vida experimentaré, ¿verdad? El matrimonio…
- No seas ridícula, Allison…- Trató de acercarse para abrazarme, pero no lo dejé.- Tienes todo el tiempo del mundo para… enamorarte.- Su voz sonó extraña al pronunciar esa palabra, pero no me di por aludida.
- ¡No me digas! No necesito casarme para ser feliz, Tim.- Dije, sarcásticamente.- ¿No ves lo feliz que es mi vida? Es perfecta. Tengo todo lo que siempre quise.
- Allie, no tienes que cerrarte a las posibilidades.- Extendió una mano para acariciarme una mejilla y no hice tiempo a apartarme.- Tú y Noah se merecen empezar de nuevo.
- No necesito empezar de nuevo.- Repuse, dando un paso hacia atrás. Su tacto me hería aún más.- No necesito estar enamorada para vivir, Tim. ¿Para que? ¿No ves lo que pasa cuando amas a alguien? Te abandonan, te engañan…
- No siempre es así.- Susurró, en un intento por animarme.
- ¿Ah, no? ¿Y qué hay de tu esposa? Estuviste destruido por culpa de ella y a la primera que regresa, le abres las puertas y le perdonas todo.- Estaba molesta por tener que ser cómplice de la manera en que revivían su amor. No quería saber nada de eso.
- Esto no tiene nada que ver, Allison. No estamos hablando de mí y de Jayne.
- Yo sí estoy hablando de eso. Estoy hablando de que, por una vez desde la muerte de Kevin, me sentía a gusto con alguien, podía olvidarme de todo el dolor que tenía dentro. Me gustaba estar contigo y hablar contigo, aunque fuera para tratar de ayudarte en tu maldita vida amorosa.- Escupí, decidida a exorcizar todo. Cuanto antes terminara, mejor me sentiría… ¿o no?- Y entonces tu esposa decide volver, hacer espacio para ti en su vida y te olvidas de mí. Ya no sirvo, no soy útil. No puedo contar contigo y luego preguntas por qué no confié en ti o por qué no te dije lo de Kevin. Y cuando decido decirte todo, ir a buscarte y confesarte lo más doloroso que me ha sucedido en toda mi vida… te encuentro con tu esposa y tengo que pasar las noches escuchando cómo haces el amor con ella. ¿Quieres saber cómo me siento? ¡Me siento terriblemente mal, Tim! Siento como si me hubieses engañado… ¡con tu propia esposa!
Tim estaba petrificado, escuchando todo lo que le decía, presa de una furia que nunca antes había sentido, mientras lloraba sin poder contenerme. Y cuando hube terminado de largar todas las cosas que había llevado atragantadas durante días, tuve ganas de desplomarme en el piso y gritar de dolor.
- Allison…- Dio un paso hacia mí y esta vez ya no tuve voluntad para apartarme.- No fue mi intención…
Sollocé desesperada. Mi vida era un desastre. ¿Cómo podía seguir aguantando?
Me acarició una mejilla y me miró. Sus ojos azules se clavaron en los míos, llenos de incertidumbre, de dulzura y de algo que no supe identificar. Sus dedos rozaron mis labios con delicadeza y yo cerré los ojos, tratando de parar las lágrimas.
- Allie…- Susurró, como si no pudiera contenerse. Entonces se acercó más, tanto que entre nosotros no podía escurrirse ni una ráfaga de viento. Me tomó el rostro entre las manos y se inclinó hacia mí, tierno, suave.
Lo contemplé aún llorosa, pero teniendo la certeza de que iba a besarme. Bajó la cabeza hacia mí, despacio, hasta hundir sus labios en los míos. Me quedé quieta, demasiado dolida para responder, mientras él parecía curarme con lo maravilloso de sus besos.
Llevé mis manos hacia su camisa y me aferré a él desesperada. Quería alivio. Quería estar bien. Quería dejar de sufrir por una vez en mi vida…
Lentamente, comencé a contestarle el beso. Se sentía muy bien, aunque había cierta torpeza en mis labios. Había estado sola demasiado tiempo…
Me separé cuando ya no pude contener un nuevo sollozo y Tim me estrechó entre sus brazos, protector. Escondí el rostro en el hueco de su cuello y sentí que su perfume me embargaba.
Sí, quería dejar de sufrir. Pero me di cuenta que Tim no era un camino para eso.
Me aparté delicadamente, sin lograr que Tim me soltara. Levanté la mirada y la clavé en sus ojos. Él se inclinó a besarme nuevamente, pero puse mi mano sobre su boca.
- No.- Susurré, aunque mi corazón gritaba todo lo contrario.- Esto no va a funcionar, Tim.
Me miró abatido.
- ¿Por qué no?- Quiso saber.
Abrí la boca para responder, pero no llegué a hacerlo. Escuchamos un grito amortiguado.
- ¡Tim! ¿Dónde estás?- La voz de Jayne atravesaba el pasillo y se colaba en la sala y Tim bajó la cabeza.
- Por eso.- Contesté yo. Me desenredé de sus brazos muy a mi pesar.- Tienes que irte, Tim.
- Allie…
- No digas nada, está bien.- Corté, sabiendo que no lograría soportar un segundo más. Necesitaba otra buena dosis de llanto…
- ¡Tim!- Volvimos a oír.
- Ve, te está buscando.- Farfullé y, dándome media vuelta, me metí en la cocina.
Tras unos segundos de silencio, oí la puerta cerrándose. Tim alejándose.
Me llevé un dedo a los labios. Se había sentido tan bien que me besara… pero no iba a solucionar nada con eso. Él tenía a su esposa y yo tenía… bueno, tenía mi vida, con mi hijo y mis fantasmas. Y esos eran dos caminos que no podrían cruzarse jamás.
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