viernes, 24 de octubre de 2008

A Bad Dream: Capítulo 13

Hacía semanas que Richard no dormía en su cama, pero cuando se recostó esa noche, no logró conciliar el sueño aún cuando se sentía tan cansado.
Tom se había recostado en el sillón que estaba en el otro extremo de la habitación y, al juzgar por el ritmo de su respiración, tampoco podía dormir.
- ¿Crees que me pasé de la raya al gritarle así a Jayne?- Le preguntó. Después de una ducha y un par de horas sin dejar de pensar en ello se dio cuenta que quizás la tensión lo había ganado. Detestaba lo que le había hecho a su amigo, pero así y todo, el engaño de Jayne era un problema que debía solucionar con su esposo y él no tenía nada que ver.
- Mm…- Tom suspiró.- Bueno, quizás un poquitito.
- Es que…
- Ya sé que te pone furioso. Pero que Jayne tuviera un amante no quiere decir que es la causante de que hayan secuestrado a Tim.- Explicó Tom con sensatez.- Mira, a mí también me parece una mierda… pero no es eso lo que más me preocupa.
El silencio se sumió entre ellos unos segundos.
- Pase lo que pase, Tim estará destrozado.- Susurró Richard y Tom asintió en la oscuridad.
- Exacto. No importa qué pase, cuando regrese a su casa y tenga que enfrentarse al hecho de que Jayne lo engañó…- Dejó la frase sin acabar. Su tono se tiñó de incertidumbre.- Porque regresará, ¿verdad, Rich?
Richard cerró los ojos y reprimió cualquier respuesta negativa. Por supuesto que Tim iba a regresar. En muy poco tiempo estarían trabajando los tres juntos nuevamente. En unos días estarían intercambiando regalos de Navidad. En apenas unas semanas volverían a verlo fruncir el ceño cuando no estaba conforme con una canción…
- Sí.- Dijo sin dudarlo. Y se obligó a creer en sus palabras.
Luego se quedaron callados y Tom simuló dormir. Simuló dormir para que su amigo no notara lo mal que se sentía y no notara que los ojos se le llenaban de lágrimas y se le hacía un nudo en la garganta al reprimir un sollozo angustiado.
Richard, sin embargo, se dio cuenta, pero no dijo nada porque de lo contrario Tom hubiese notado que a él le estaba pasando lo mismo.

Por alguna razón, se me estaba haciendo más y más difícil respirar. Me acomodé en la cama, mirando al techo en la oscuridad intensa de mi habitación y traté de meter aire dentro de mis pulmones.
¿Qué era ese dolor insoportable en el medio de mi pecho? ¿De dónde había salido y por qué no me dejaba en paz? Algo había provocado que me sintiera de ese modo y decidí atribuirlo al hecho de que mi muy breve charla con Tim me había entristecido porque no había nada que podía hacer para que se sintiera mejor.
¿O era algo que nada tenía que ver con eso? Jamás me había sentido tan desorientada en toda mi vida y tenía la sensación de que las respuestas no se encontraban al alcance de la mano.
Era inútil que intentara dormir y lo sabía. Llevaba horas dando vueltas y más vueltas sin conseguirlo. Encendí la luz y me senté en la cama, mirando a mí alrededor. Eran las tres de la mañana y la casa estaba sumida en un completo silencio.
De pronto recordé ese tonto pensamiento que había cruzado por mi cabeza cuando había estado hablando con él. Algo de Tim y su esposa haciendo el amor. Mi estómago se sacudió en el preciso instante en que pensé en ello y me deshice de las mantas de la cama para levantarme.
No toleraba esa idea, probablemente porque empezaba a creer la teoría de Sean sobre un mundo injusto que estaba hecho sólo para aquellos que pueden disfrutarlo. Tim disfrutaba su vida haciendo el amor con su esposa. Yo malgastaba mi vida, completamente desprovista de sueños, ilusiones y fantasías. Pero era aún más pobre en esperanzas. Estaba tan resignada a seguir viviendo esa vida tan vacía dictada por lo que Sean tenía ganas de hacer que ya no me imaginaba buscando otros caminos.
Fui a la cocina y puse agua a calentar, pensando en tomarme un té para aliviar el frío que se colaba hasta en mis huesos. Busqué la taza distraídamente, mientras escrutaba la espesa nevada por la ventana. Era una noche limpia y el cielo estaba cubierto de estrellas. La gran cantidad de nieve que se había acumulado por todas partes durante esas últimas horas contrastaba a la perfección con el azulado firmamento. Tenía la impresión de que nunca había visto nada tan bonito y eso, extrañamente, me provocó ganas de llorar.
Me senté en la mesa redonda con mi humeante taza de té y la mantuve entre las manos para entrar en calor. Sin motivo alguno, me puse a pensar en mi padre. Hacía muchos años que no lo veía y me preguntaba qué sería de él. No lo extrañaba, precisamente, como sí extrañaba a mi madre, pero era parte de mi familia y me pregunté si alguna vez se acordaría de mí, si estaría arrepentido, si se habría enderezado, si algún día iría a buscarme, me arrancaría del dominio de Sean y me llevaría con él para encontrar algo mejor para ambos…
Sacudí la cabeza. Ese no era el padre que recordaba. Ése no era siquiera un hombre que hubiese visto alguna vez en mi vida más que en la televisión. Pero era como si necesitara tener la certeza (o la mera esperanza, al menos) de que había alguien en alguna parte que realmente me quería, a quien realmente le importaba y que pensaba en mí…
Sabía perfectamente que Sean no era esa persona, por mucho que quisiera engañarme a mí misma. Y teniendo en cuenta que mi madre había muerto, entonces no me quedaba más que esperar que mi padre fuera un hombre nuevo y mucho más maravilloso de lo que habíamos creído que era.
Tuve ganas de reír amargamente, pero no encontraba fuerzas ni para eso. Pensé en todas las personas que estaban preocupadas por Tim, toda su familia, sus amigos, ansiosos esperando su regreso sano y salvo… y me di cuenta de cuán afortunado era. Tenía un hogar cálido al que volver cuando aquella pesadilla espantosa llegara a su fin, una esposa aun más cálida que lo recibiría en sus brazos y una perspectiva favorable de la vida, sin tener que huir de nadie, sin obedecer a nadie más que a sí mismo. Quizás no estuviera pasando por su mejor momento, pero todo mejoraría…
Ignoré la vocecita trémula que me decía que si Sean consideraba que era una amenaza, no mejoraría sino que empeoraría. La idea de que le hicieran más daño me parecía de pronto inconcebible y la ahuyenté para poder hacer de cuenta que no existía.
Lavé la taza vacía y me dispuse a regresar a la cama, aunque seguía segura de que no podría dormir. Cuando iba a dirigirme a mi habitación, me pareció oír una tos y me detuve.
Me paré frente a la puerta de Tim y apoyé mi oído en ella, esperando oírlo a través de la madera. La tos se repitió y, siendo más fuerte que yo, tuve que ir a ver que se encontrara bien.
Busqué la llave y regresé junto a la puerta. La abrí con cuidado y me asomé. Estaba metido en la cama, aferrando las mantas fuertemente contra el cuerpo. Una se le había caído al suelo mientras dormía y me acerqué a recogerla. Su respiración era pausada y temblaba levemente. Hacía un frío terrible en ese cuarto, pero no tenía nada más que darle.
Estiré la manta y lo cubrí. Sin poder resistirlo, acerqué mi mano a su rostro y le acaricié la rasposa mejilla y el cabello. Tim se movió entre sueños.
- Jayne…- Masculló en voz baja. Aparté la mano como si me hubiera quemado y me quedé observándolo, dándome cuenta de que volvía a quedarme sin aire.
Lo miré fijamente, como si lo estuviera viendo por primera vez en mi vida. Algo pareció explotar dentro de mí como un millón de fuegos artificiales simultáneos. Pero no había color en ellos, no eran bonitos y brillantes. Lastimaban, quemaban, como si no me hubiese apartado a tiempo y hubiesen explotado entre mis manos, en mi rostro, en cada centímetro de mí.
Di un paso hacia atrás y me alejé de él, como si fuera una amenaza. Como si en vez de estar durmiendo y vagando en su mundo de sueños que era mucho más seguro que su realidad, estuviera torturándome de un modo tan doloroso como inimaginable.
Me volví y corrí hacia la puerta. El aire me faltaba por completo y me estaba ahogando. Quería huir de allí. A duras penas pude cerrar la puerta y ponerle llave una vez más. Se me cayó al suelo y tuve la sensación de que si me agachaba a recogerla nunca iba a poder ponerme de pie nuevamente…
- ¿Qué haces?- Dijo una voz detrás de mí. Me volví de un respingo y me encontré con Billy, despeinado y algo adormilado.- Oí un ruido y vine a ver que todo estuviera bien.- Frunció el ceño y sus ojos verdes recorrieron mi rostro pálido y desencajado, mi mirada perdida y el temblor de mis manos.- ¿Qué pasó?- Preguntó.
Pero yo no lo veía ni lo escuchaba. De repente me apresuré a acercarme a él, tomé su rostro en mis manos y lo besé. Billy se quedó atónito unos segundos y luego me tomó por la cintura para apretarme contra él.
Su beso volvió al mío salvaje. Sus labios dictaban tácitas órdenes a los míos, diciéndoles qué hacer. Noté cómo se pegaba a mí y su deseo reaccionaba a medida que su respiración se entrecortaba.
Mi cabeza estaba prácticamente vacía. Ni siquiera estaba segura de qué estaba haciendo, no sabía qué me sucedía. Sólo sabía que una parte de mí gritaba que besara a Billy y la otra me decía que me alejara de inmediato. Pero estaba demasiado aturdida y no podía pensar con claridad.
La mano de Billy se deslizó por la camiseta de mi pijama y se coló por debajo. Sentí su tacto en mi piel, la manera desesperada en que se apresuraba a tocarme como si esperara que de un momento a otro fuera a apartarlo para acabar con aquello.
Cortó el beso brevemente para poder respirar y fijó la mirada en mí. Casi había esperado que me preguntara si estaba segura, si quería seguir… pero se limitó a esbozar una sonrisa lasciva y seductora y a besarme nuevamente. Su lengua acarició la mía sin mucha delicadeza incitándome a que lo imitara.
Me soltó sin quitar su boca de la mía. Se desabrochó el jean que se había puesto al levantarse de la cama para ir a ver qué ocurría y lo empujó hacia abajo, dejándolo caer.
- Quítate la ropa.- Farfulló con premura, cuando interrumpió el beso para quitarse la remera. Yo le obedecí mientras sentía un profundo mareo.
Se deshizo de su ropa interior y luego se acercó a ayudarme para que no demorara tanto. Arrojó mi pijama por encima de su cabeza y me tomó de la cintura para estrecharme contra él nuevamente. Besándome el cuello y mordisqueándome una oreja, me empujó hacia el sillón, donde caí de espaldas con él encima.
De un manotón, me separó las piernas para meterse entre ellas. Entrelazó sus dedos en mi cabello y me tiró la cabeza hacia atrás para que lo mirara. Me aferré a él como si lo necesitara, pero al mismo tiempo empecé a comprender que no era exactamente eso lo que quería…
Se movió contra mí y yo le apreté los hombros con los dedos, no sintiéndome lista para aquello. Pero a Billy no le importaba: al fin estaba obteniendo lo que quería y no iba a pararse a ver que yo lo pasara tan bien como él.
Sus manos me recorrieron con avidez mientras él trataba de saciarse cuanto quería. Mis pensamientos comenzaron a vagar, probablemente tratando de bloquear lo que estaba pasando para que no me sintiera tan mal como empezaba a sentirme. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Cómo podía acostarme con Billy cuando era la última persona en la tierra que quería que pusiera sus sucias manos sobre mí?
Apreté la mandíbula para no llorar. Era una estúpida. Todo eso no tenía sentido…
Instintivamente, quise apartarlo de mí y traté de cerrar las piernas, sin éxito porque Billy estaba en medio. Su peso me aplastaba y tuve ganas de empezar a gritar de desesperación.
- Abre más las piernas, Nina.- Musitó bruscamente y me presionó con la cadera para que obedeciera.
Cerré los ojos, esperando que todo terminara pronto. Sabía que a partir de entonces sólo tendría dos opciones: o Billy dejaba de fastidiarme por haber obtenido lo que quería o me perseguía aún más sabiendo que no era tan fuerte como le quería hacer creer.
Sentí que empezaba a sacudirse sobre mí y en menos de un minuto, se relajó y todo acabó. Pero no se movió y yo no podía zafarme de él y de todos modos estaba demasiado traumatizada para hacerlo. La repugnancia empezó a aflorar desde lo más profundo de mi ser y el llanto era ya casi incontenible.
Se dejó caer de lado y me observó con una sonrisa y un brillo malicioso en los ojos verdes. Con un dedo, recorrió mi contorno.
- Sabía que ibas a caer tarde o temprano.- Comentó. Luego se puso de pie, casi aplastándome para levantarse del sillón. Se inclinó y me mordió el labio inferior.- Te espero en la cama.
Estiré la mano y tomé la prenda de ropa más cercana. Me cubrí y traté de disimular el temblor que me acuciaba.
- Se acabó, Billy.- Logré decir, sonando estúpidamente débil.
- Por supuesto que no. Ni siquiera hemos empezado, Nina.- Rió suavemente.- Aún no hemos hecho ni la mitad de las cosas que he imaginado.- Se puso serio y me observó con detenimiento mientras la lujuria volvía a asomar en su mirada.- Anda, muévete de una vez.
Se perdió en el pasillo camino a las habitaciones y yo me puse de pie tambaleante. Corrí hacia el baño y me encerré allí, esperando que de algún modo lo que acababa de pasar desapareciera. Pero me sentía tan llena de él, todavía sentía su tacto y su peso en mí…
Absolutamente asqueada, abrí la ducha y sin esperar siquiera a que el agua se calentara, me metí debajo. Deseé que los rastros de Billy fueran lavados y se fueran de mí, deseé volver atrás en el tiempo y no hacer lo que había hecho…
Me senté en un rincón de la ducha y el agua me dio de lleno en la cabeza. Me abracé las rodillas y lloré desconsoladamente. No sólo por lo tonta que había sido, sino porque al fin entendía a qué se debía aquello. Estaba enamorándome de Tim y sabía que no había final feliz posible en esa historia.
Aún cuando Sean mostrara el más leve indicio de bondad y lo dejara salir de esa horrenda situación con vida, Tim jamás se hubiese fijado en alguien que lo había secuestrado. Que yo no lo tratara mal no quería decir que no fuera partícipe de aquello y además tenía una mujer decente y que lo amaba en su casa, esperándolo. Y si él susurraba su nombre entre sueños…
Ni siquiera quería seguir pensando. Me sentía tan miserable que sólo quería quedarme allí, llorar y morirme. Billy se había salido con la suya y ahora todo empeoraría. No había sido ninguna salida, sólo había conseguido hundirme más y más en el lodo.
Y ya ni siquiera tenía sentido intentar salir de allí.
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