Tim se quedó confundido y hambriento y no mejoró para nada cuando Billy le llevó una tostada quemada y un té asqueroso a la mañana siguiente. Había pasado gran parte de la noche preguntándose qué había hecho mal y si había sido culpa suya o si Sean había llegado al límite su paciencia y se había enfadado con Nina por ser tan amable con él.
La había mirado bien y no había notado signo alguno de maltrato, más que el rostro un poco pálido y los ojos algo tristes. Lo cierto era que le parecía increíble preocuparse por alguien que lo tenía secuestrado, pero Nina era la única en ese maldito lugar que lo trataba bien y mostraba algo de interés en él. Gracias a ella no había muerto de hambre, o al menos hasta el momento, y de algún modo se había enterado de lo que sucedía fuera de esas cuatro paredes. Era algo bizarro sentirse así en medio de una situación como aquella, pero le agradaba mucho y no deseaba causarle más problemas de los que ya parecía tener.
Y, definitivamente, prefería tener a Nina cerca antes de que a cualquiera de esos otros dos matones. Muy dentro de él sabía, aún a pesar de su maltrato el día anterior, que Nina jamás lo lastimaría. Y, teniendo en cuenta lo que había hecho por él, no sólo estaba seguro de eso, sino también de que ella sería capaz de hacer lo que fuera para ayudarlo…
Tim masticó la tostada fría, dura y horripilante y siguió pensando en ello. Por una vez en semanas, era Nina quien ocupaba cada rincón de sus pensamientos y el nombre de su esposa no se interpuso en ningún momento.
Una noche más que caía sobre la casa de North Trade Road sin haber traído ninguna noticia.
Richard levantaba intermitentemente la mirada del libro que estaba hojeando y la posaba en Jayne, que seguía sentada cerca de la ventana como si esperara que en cualquier momento Tim apareciera caminando por el sendero que conducía a la entrada. Luego regresaba a su lectura, que se entremezclaba con las interminables cosas que tenía en la mente, enredando las letras, las palabras y las frases.
Tom estaba sentado a su lado y se limitaba a cambiar los canales de la televisión, simulando que buscaba algo que mirar. Pero lo cierto era que tenía los ojos verdes perdidos en algún punto de la pantalla y todo lo que hacía era pasar por los mismos canales una y otra vez. Rich sabía que estaba pensando en Tim, tenía esa expresión de preocupación que tan mal lograba disimular a pesar de creer que nadie se daba cuenta. Tom era un pésimo actor y nunca podía engañar a Richard, lo conocía demasiado bien.
El pequeño grupo de policías se encontraba reunido en torno a la mesa del comedor y trabajaban juntos. Al principio Richard había insistido en saber todo lo que discutían, pero ya no podía disimular lo enfermo que se sentía cuando se daba cuenta que, en realidad, estaban allí varados sin poder hacer nada.
Suspirando, Rich miró el reloj que estaba sobre una repisa y luego nuevamente a Jayne.
- ¿Por qué no te recuestas un poco y tratas de descansar?- Le dijo en voz alta, para llamar su atención.- Te hará bien, llevas ahí todo el día, Jayne…
- Estoy bien.- Musitó distraída.
- No tiene sentido que te quedes ahí.- Insistió.- Casi no dormiste anoche.
- Tú tampoco.- Repuso ella, sin hacerle caso. Entrecerró los ojos y observó con más atención por la ventana.- Se acerca una camioneta o algo…
Richard y Tom se pusieron de pie de inmediato, con curiosidad. McKenna llegó junto a ella antes que ninguno. Los cuatro examinaron minuciosamente la calle que se extendía no muy lejos y el vehículo blanco que se acercaba despacio, como si estuviera buscando una dirección.
Las luces delanteras se colaron por la ventana, haciendo que tuvieran que cubrirse la vista con las manos al darle de lleno a través del vidrio. Luego giró y empezó a detenerse a poca distancia de la casa.
- Parece que tiene algo escrito a un lado…- Comentó Tom, señalando.
- ¿Qué dice?- Inquirió Richard, esforzándose por ver a qué se refería.
McKenna se inclinó frente a ellos y, tras observar unos segundos, cerró las cortinas de un tirón.
- Apártense de las ventanas. Cierren todo, de inmediato.- Ordenó, mirando a sus hombres que se apresuraron a obedecer. Jayne lo miró, aturdida.
- ¿Qué pasa?- Le preguntó.
- Son periodistas.
Tom frunció el ceño.
- ¿Cómo se enteraron?
- No lo sé…- Respondió el Inspector.- Quizás algún vecino notó el movimiento en la casa o…
- Quizás alguno de sus hombres abrió la boca.- Tom estaba indignado y Richard le dedicó una mirada atónita al verlo reaccionar así.- ¿Qué clase de policías son si puedes comprarlos tan fácilmente? ¿Eh? ¿Cuánto piensa que pudo haber valido esa información?
- Cálmate, Tom.- Le dijo su amigo y le puso una mano en el hombro.
- ¡No me voy a calmar! Ahora todo esto también va a salir en la televisión. ¿Cómo crees que reaccionaran los que tienen a Tim?- Espetó de mala manera.
Richard se llevó las manos al rostro. De algún modo, no se sentía sorprendido de lo que acababa de pasar. Era como si ya nada pudiera sorprenderlo.
- Investigaré hasta dar con el culpable de que la información se filtrara.- Dijo McKenna, con convicción. Jayne lo miró preocupada.
- ¿Cree que volverán a tomar represalias con Tim si se enteran de esto?
Él deseó tranquilizarla, pero no estaba seguro de lo que iba a suceder.
- Esperemos que no.- Murmuró.- Y esperemos que la noticia no se propague demasiado.
Tom estaba espiando por entre las cortinas.
- Yo no contaría con eso.- Susurró, alicaído.
Richard se acercó a él y miró por la rendija al igual que su amigo.
- Vienen tres camionetas más.
McKenna suspiró, molesto.
- No nos alarmemos. Ignoraremos a los medios, nadie dará declaraciones…- Dijo, buscando una manera de recuperar el control.
- ¿Cree que por esconderse van a pasarlo por alto?- Estalló Tom. Evidentemente aquello había sido demasiado para él.- ¿Cree que si no da declaraciones se arreglará el embrollo? Harán suposiciones o inventarán cosas aún peores de las que estamos manejando aquí. ¡No puede ignorar a los medios, McKenna! No les importa qué tan mal la estemos pasando aquí, siempre y cuando puedan crear una historia a partir de nuestra tragedia.- Dio dos pasos y enfrentó al hombre, que era tan alto como él.- Van a golpear a mi amigo porque un idiota no supo cerrar la boca. Hasta ahora, todo se ha hecho mal. ¿Cree que van a tolerar otro error?
- Tenemos que seguir como podamos con nuestra investigación…- Contestó, sin amedrentarse en lo más mínimo.- Ya no hay nada que podamos hacer para evitarlo, señor Chaplin.
- Por supuesto que no hay nada que puedan hacer. No han servido para nada desde que están aquí más que causar que le dieran una paliza a Tim.- Richard se sentía tan enojado como su amigo, pero por un momento lo ganó el asombro al oírlo hablar.- Y si por esta idiotez no lo matan, será un milagro. Así que dígame.- Hizo una pausa y miró a McKenna con los ojos verdes llenos de llamas de furia:- ¿Qué tal le viene esto a su investigación, Inspector?
No esperó una respuesta. Simplemente se volvió y desapareció de la vista de todos, yendo en dirección a la cocina.
Cinco minutos más tarde, dos camionetas más estacionaban frente a la residencia de los Rice-Oxley.
- Por favor. Sólo te pido dos minutos, Nina.
Levanté la mirada hacia Tim y estuve a punto de flaquear. Vi el verdadero interés en su mirada, cosa que jamás había visto en los ojos de nadie y deseé poder decirle que todo estaba bien, que lo hacía por mi bien y que lo lamentaba…
- ¿Vas a comer o no?- Dije en cambio.
Él se apresuró a agarrar el cuenco de cereal que acababa de llevarle para impedir que se lo quitara.
- Sí.- Respondió. Me recorrió con la vista mientras se llevaba un poco a la boca.- No estás herida, así que no te han golpeado…
- ¿Y tú no recibiste ya suficientes golpes? Si sigues así le diré a Billy que necesitas unos más.
Su mirada se agravó.
- Tú no me harías eso, Nina.
Me di media vuelta y salí de la habitación antes de que notara que había dado en el blanco. Mi estúpido plan de maltratarlo para evitar enamorarme más de él no me estaba llevando a ninguna parte y sólo lograba que me sintiera cada vez peor.
- ¿Qué pasa, cielo? ¿Quién murió?- Billy me miró sonriente desde el sillón de la sala, donde desayunaba su cóctel de cerveza y cigarrillos. Supuse que la expresión de mi rostro no era muy feliz.
- Cierra el pico.- Espeté de mala manera.
- No puedo. Te ves bonita cuando estás enfadada y me dan ganas de provocarte.- Aparentemente, la situación lo divertía mucho.
- ¿Por qué no te vas al infierno?- Me corrí el cabello del rostro en un ademán fastidioso y me di cuenta que había perdido el apetito y ya no quería desayunar.
- Creí que ya estaba ahí, hace mucho calor… aunque puede ser por lo caliente que me pones, Nina.
Mi paciencia alcanzó su límite y salí de la cocina directo hacia la sala, con la intención de darle un puñetazo o romperle una lámpara en el cráneo o lo que fuera necesario para que me dejara en paz de una vez por todas.
- ¡Maldito seas, Billy, eres…!
- ¡Mierda!- Exclamó y abrió los ojos como platos.
Sin embargo, no me miraba a mí, sino detrás de mí, directo al televisor.
Me volví de inmediato y me sentí horrorizada. Él se apresuró a subir el volumen.
- No hay aún datos oficiales.- Decía la mujer que estaba en la pantalla, sosteniendo un micrófono con el logo del noticiero. Debajo de ella había un enorme título en letras azules “Secuestran a integrante de Keane”.- Pero se cree que el secuestro se habría producido a fines del mes pasado. La familia no ha salido a prestar declaración, aunque anoche hemos podido vislumbrar que Tom Chaplin, cantante de la banda y amigo de Tim Rice-Oxley, se encuentra adentro…
- Sabía que todo se iría al demonio…- Musitó Billy. Me dejé caer a su lado en el sillón, ya no tan asustada por la amenaza sexual que la cercanía podría constituir. Él también parecía haberse olvidado de todo.
- No puedo creer que se hayan enterado los medios…- Murmuré, igualmente atónita.
- A Sean no va a gustarle nada.- Comentó y me recorrió un escalofrío al darme cuenta de que tenía razón.
La mujer de la televisión seguía hablando, pero yo ya no la escuchaba. Estaba pensando en cómo podría repercutir eso en Tim y descubrí que no podía ser nada bueno.
- Tenemos que deshacernos de él.- El susurro de Billy sonaba perturbado.- Antes de que nos hunda a todos…
La puerta de entrada tronó con un golpe y Sean irrumpió en la casa, seguido de Dave, que venía cabizbajo.
- ¡La maldita casa de Rice-Oxley está llena de periodistas!- Gritó furioso y luego vio el televisor.- ¡Esta gente es más estúpida de lo que había pensado!
- Tranquilízate, Sean.- Pedí, poniéndome de pie.- Tarde o temprano, sucedería…
- ¡Cierra la boca, Nina, si no entiendes de qué mierda estás hablando!- Bramó, descargando su ira en mí.- ¡Este hijo de puta va a pagarme todos los dolores de cabeza que me está causando!
El escalofrío se intensificó. Tim no sobreviviría a otra golpiza brutal…
- Tenemos que matarlo, Sean.- Intervino Billy, desesperado.- ¡Escúchame de una vez y no seas imbécil! ¡Si las cosas siguen así, la policía nos encontrará o él se escapará y seremos historia!
- ¡No pueden matarlo!- Exclamé enseguida.
- No podremos cobrar el rescate hasta que lo vean con vida, Billy.- Repuso con fastidio.- ¿Qué haremos si piden otra prueba de vida?
- ¡Olvídate ya del maldito dinero!- Supe que Billy había perdido el control en cuanto pronunció aquellas palabras.- ¡Sólo sácalo del medio!
- Son cinco millones de libras, idiota.- Mi hermano lo miró como si se hubiera vuelto loco.- ¿Dónde tendrás otra oportunidad como ésta?
- ¡Asaltar un banco es menos arriesgado que tener encerrado a este estúpido!- Al parecer, no había manera de convencer a Billy de lo contrario.- Hay que matarlo y salir de esta casa antes de que nos encuentren.
- No. Es mi última palabra.- Luego miró a Dave, que había seguido la discusión en silencio.- Tráeme el teléfono. Quiero que la familia escuche cómo le rompo los huesos.
- ¡No!- Chillé de pronto y los tres se volvieron hacia mí.- ¡Sean, si vuelves a golpearlo, no lo resistirá! ¡Está demasiado débil! ¡Se morirá!
Tuve ganas de llorar, pero no me lo permití. Defenderlo ya era extremadamente arriesgado. Si lloraba se darían cuenta que había algo más…
- Piénsalo, Sean…- Insistí, en un desesperado intento de que no lo golpearan de nuevo.- Si lo necesitas vivo… no vale la pena correr el riesgo de matarlo a patadas sólo para descargarte…
Sean encendió un cigarrillo y se sentó en el sillón. Sus ojos chispeaban, malhumorados.
- Sí… tienes razón. Yo no podría controlarme.- Bufó, molesto. Disimulé un suspiro de alivio.- Ve tú, Billy.- Dijo, para mi horror.- Y no te pases de la raya…
- ¡Sean, por Dios, no seas idiota!- Farfullé, acercándome a él. Billy empezó a caminar hacia la habitación de Tim.
- Basta, Nina.- Su tono indicaba que quedaba fuera de discusión.
Me volví hacia Billy rápidamente.
- No lo lastimes, Billy.- Le dije sin notar lo patética que sonaba.- No seas…
- ¿Estarías dispuesta a acostarte conmigo de nuevo con tal de que sea bueno con él?- Me preguntó con una sonrisa y yo me quedé helada.
Durante un segundo, tuve deseos de decir que sí. Entonces me di cuenta que me delataría a mí misma.
- Aún hay oportunidad de que puedas tener tu parte del dinero. No lo arruines estando tan cerca…- Musité, en un intento de tentarlo por otro lado.
Su sonrisa se ensanchó.
- Descuida, cielo, le daré algo mucho mejor que una simple paliza.- Y cerró la puerta detrás de él.
Yo me quedé contemplando la gastada madera mientras un temblor frío me recorría el cuerpo.
Tim levantó la mirada y vio que Billy entraba a la habitación con una expresión que no podía significar nada bueno. Se puso de pie de golpe y se alejó algunos pasos de él, pero sin tratar de demostrar cobardía.
- ¿Qué quieres?- Preguntó con voz tan firme como pudo.
Billy encendió un cigarrillo y lo observó divertido.
- Me tienes miedo, ¿verdad, Rice-Oxley?- Sus ojos verdes chispearon en una mezcla de gracia y maldad.
- No.
La risa fue estruendosa y Tim se dio cuenta que estaba a punto de pasar algo realmente desagradable. Tenía los músculos aún resentidos por la última golpiza y tuvo la sensación de que no resistiría otra. Por primera vez en su vida, Tim Rice-Oxley pensó que estaba a punto de morir.
- No te preocupes, sólo quiero hablar.- Masculló Billy y se apoyó contra la pared contraria.
- ¿Hablar de qué?- Tim no se fiaba de él y de pronto se encontró preguntándose dónde estaría Nina.
- Aunque no lo creas, tenemos muchas cosas en común.- Explicó con calma.
- No lo creo.- Negó con cierto desprecio. Billy volvió a reír.
- Di lo que quieras… pero tengo razón.- Tim se sostuvo del respaldo de hierro de la cama, sin que se notara. Una de las piernas parecía latirle de dolor.- Por ejemplo… nos gustan el mismo tipo de mujeres.
Tim parpadeó. No hubiese esperado ese tipo de charla, pero supuso que el tipo quería llegar a alguna parte.
- Aunque me temo que tenemos distintas perspectivas sobre las relaciones.- La sonrisa se acentuaba cada vez más.- Tú eres un tipo formal, casado… y a mí me gusta cambiar de cama muy seguido.
Tim lo miró sin decir nada, preguntándose a qué se debía aquello.
- ¿Sabes? Antes de que todo esto comenzara, estuve vigilándote un tiempo. Vigilando tu casa.- Su tono se suavizó al agregar:- Vigilando a tu mujer…
Las manos de Tim se cerraron con más fuerza en torno al respaldo de la cama.
- Muy bonita… tiene un cuerpo de infarto.- Comentó Billy como si nada. Le quitó el excedente de ceniza a su cigarrillo.- No entiendo cómo puedes desatender a una mujer como ella.
- No hables de mi esposa. No te acerques a ella.- Dijo, a modo de advertencia. Otra risa divertida por parte de Billy.
- No es extraño que haya buscado un amante, ¿sabes?- Billy contempló como el rostro de Tim se tensaba, furioso.- No debe ser fácil tener la enorme cama para ella sola todo el tiempo. No debe ser fácil estar casada con alguien que preferiría hacer el amor con una partitura…- Se rió de su propia ocurrencia.
- Cállate.
- Era divertido ver cómo planeaba sus encuentros de acuerdo a tus horarios.- Continuó sin hacerle caso.- Cómo trataba de obtener lo que quería y de ser la esposa perfecta al mismo tiempo. Menuda puta resultó ser, ¿no crees?
- ¡Cierra la boca!- Gritó Tim, llegando al borde de su paciencia.
- Cuando tú llegabas a tu casa en la noche después de tanto trabajar y de repente se te ocurría que tenías ganas de tocarla y de follártela… ¿qué se siente saber que antes pasó por las manos de otro tipo?
La provocación encendió una llama dentro de Tim, una llama de ira que lo hubiera hecho reaccionar violentamente de encontrarse en mejor forma…
- Es decir… ¡piénsalo, amigo! Quizás cuando gemía entre tus brazos en realidad estaba pensando en Jack…- Soltó el humo del cigarrillo en el aire.- Y en que lo que tú estabas haciéndole, él podía hacérselo mucho mejor…
Los ojos de Tim relampaguearon y su respiración se aceleró.
- ¿A dónde mierda quieres llegar con todo esto?- Espetó con brusquedad, provocando que la sonrisa de Billy mostrara aún más satisfacción.
- Yo soy ese otro tipo, Rice-Oxley.
Tim sintió que le subía algo helado por la garganta. Deseó no haber oído lo que Billy acababa de decir. Tal vez su mente le estaba jugando una mala pasada, quizás sus oídos se habían visto afectados por los golpes…
- Seis meses tirándome a tu mujer, usándola, haciendo con ella lo que se me dio la gana… y Jaynie nunca supo que en realidad me estaba conduciendo a ti.- El aire había abandonado los pulmones de Tim y éste se esforzó por respirar.- Todas esas estúpidas charlas sobre lo infeliz que era con su matrimonio, lo frágil que se ponía… y lo fácil que era sacarle información sin que lo notara siquiera. Casi tan fácil como fue llevármela a la cama.- Le dedicó una sonrisa maliciosa.- A propósito… ¿sabías que lo hicimos en tu cama? Ese día Jaynie estaba especialmente…
- ¡Basta!- Bramó Tim, sin soportar un segundo más.- ¡Cierra la maldita boca, imbécil!
Una vez más, Billy rió divertido.
- Grita todo lo que quieras. Nunca vas a ser tan escandaloso como tu mujer.- Le guiñó el ojo con picardía.- A veces la puta gritaba tanto que…- Tim no lo dejó acabar. Se abalanzó contra él, sin pensar siquiera en el dolor que sentía. Acababan de herirlo más profundamente que la última vez. Sin embargo, se encontraba aún bastante débil y Billy lo acorraló contra la pared sin mucho esfuerzo.- No seas tonto, Rice-Oxley. No vale la pena ponerse así por una puta que se quita las bragas tan rápido…- Se metió la mano en el bolsillo y sacó unas bragas negras.
- Suelta eso.- Musitó Tim, furioso y ahogándose al mismo tiempo.- No vuelvas a acercarte a mi mujer. Te juro que…
- Descuida, éstas no son de Jayne.- Las movió frente a sus ojos para que pudiera verlas.- Aunque no le quedarían nada mal.
Lo soltó. Había hecho lo que había ido a hacer: darle a Tim donde más le doliera. Después de aquello, de seguro el muy idiota estaría deseando que lo hubiesen golpeado hasta matarlo. Era obvio que atacarlo de ese modo lo destruía aún más.
Se volvió para ir hacia la puerta y salir de allí. Pero antes de poner la llave en la cerradura nuevamente, lo miró y le dedicó una última sonrisa.
- ¿Sabes? También me tiré a Nina la otra noche.- Jugueteó con la braga entre los dedos.- Pensé que te gustaría saberlo.
Abrió la puerta y desapareció tras ella. Aún no había terminado de cerrarse cuando Tim Rice-Oxley se derrumbó en el suelo, aturdido, herido y desesperado. Al fin se dejó vencer por todo lo que le había sucedido, sin poder aguantar un segundo más. Sentía una enorme mezcla de frustración, furia e indignación. Las lágrimas comenzaron a caerle sobre las mejillas, perdiéndose en su barba de varias semanas. Pero ya no le importaba: llorar y perder su orgullo era el menor de los males con los que tenía que lidiar últimamente.
Deseó que todo terminara, sin interesarle exactamente cómo. Lo único que quería era que aquella agonía terminara de una vez y ya no tener que seguir a merced de sus pensamientos. No quería oír los ecos de las palabras de Billy, que parecían clavarse en él como mil aguijones simultáneos en la sien. Sentía tanta repulsión que casi lo acometían arcadas, como el día que descubriera que su mujer lo engañaba…
De pronto, no extrañaba tanto a Jayne.
************************************************************
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario