Tom y Jayne se habían perdido entre los árboles. Habían perdido el rastro de Richard al conducir cuidadosamente para no resbalar en la nieve y ahora ambos se encontraban paralizados de terror ante la idea de haberse arriesgado en vano y no poder servir de ayuda para nada.
- Creo que veo algo allí…- Comentó Tom, señalando frente a él, lo que parecía un sendero que se abría.
Jayne contuvo un sollozo y apretó su brazo con las manos, incapaz de soltarlo.
- No debimos hacer esto, Tom. Fue una estupidez…- Su voz temblaba, insegura y él deseó poder reconfortarla de algún modo, pero también estaba terriblemente asustado.
- Richard no debe estar muy lejos. Quizás nos tropecemos con Tim por aquí.- Respondió, buscando algo que los animara en cierto modo. Deseó que, si era su destino encontrar a Tim bajo la densa noche de aquellos árboles, no fuera en las más crueles y desesperadas condiciones. Deseó que su amigo aún estuviera a salvo.
- Tengo un horrible presentimiento.- Gimoteó ella.- Te dije que alguien nos seguía.
- Nadie nos seguía, Jayne. La carretera estaba vacía, salvo por nosotros. No había ni un alma más allí.
- Estoy segura de que vi algo.- Replicó, testarudamente.- ¿Qué hay si nos descubrieron?
- Nadie sabe que estamos aquí.- Insistió, esperando creerlo él también. Frunció el ceño al contemplar el lugar en que se encontraban.- Creo que estamos andando en círculos. ¿No pasamos por aquí ya?
Jayne resopló y se sostuvo contra un árbol cercano.
- Deberíamos regresar al auto y conseguir ayuda, Tom.- Murmuró, angustiada.- No servimos de nada. Ni siquiera podemos encontrar una salida entre estos malditos árboles.
Sin hacerle caso, continuó andando. Jayne se apresuró a alcanzarlo, horrorizada de encontrarse sola en un lugar como aquel.
Entonces él se detuvo de repente. Su mano buscó la de Jayne y la apretó con fuerza.
- ¿Oíste eso?
Ella parpadeó, confundida.
- ¿Qué?
- Era un grito, venía de…- Pero las palabras de Tom fueron silenciadas por un ruido que retumbó entre los árboles, haciendo que algunos pájaros que estaban posados en las copas volaran lejos de allí de inmediato.
Sus miradas se encontraron. Los ojos de Jayne estaban llenos de lágrimas. Los de Tom, desorbitados.
Ninguno de los dos dudaba de dónde venía ese ruido. Pero lo que más los aterrorizaba era no saber a quién le habían disparado.
El disparo pareció resonar en mis oídos y mi primera reacción fue cubrirme los ojos. No podía ver aquello. Simplemente era demasiado.
Sentí cómo Tim se endurecía a mi lado y escondí el rostro en el hueco de su cuello, dándome cuenta lo terrible que debía ser para él ver cómo le disparaban a su amigo.
Supuse que se estaría preguntando cómo había llevado a la gente que amaba a un desenlace como aquel. La impotencia se apoderó de mí y deseé poder ser la persona que cambiara ese final. Deseé hacer las cosas bien por una maldita vez en mi vida.
- Lo siento tanto, Tim…- Susurré, con la voz temblorosa.- Quizás… quizás es sólo una herida superficial. No creo que Richard esté malherido…
- Nina.- Cortó, de forma sombría.- No es Richard.
Extrañada, me animé a espiar entre los frondosos árboles que nos ocultaban de la vista de los demás.
Tenía razón. Richard seguía exactamente en el mismo sitio, estático, absolutamente incrédulo, parado delante del otro hombre que estaba aún con el arma levantada. Ambos estaban observando fijamente a la figura que yacía a unos metros de distancia de ellos, caído en el suelo, inmóvil.
El aire me abandonó por completo cuando mi cerebro procesó la información, cuando de una vez por todas la realidad dejó de escaparse de mí.
Una lucha interna se desató en lo más profundo de mi alma mientras trataba de asimilar que era mi hermano el que yacía en el piso. Su cuerpo no se movía en lo más mínimo, ni siquiera en un intento de respirar, ni siquiera en un terror agónico. Estaba muerto.
Sean estaba muerto…
- Por Dios…- Me llevé una mano a la boca, horrorizada. ¿Cómo era posible que en menos de cinco minutos todo lo que tenía en el mundo pudiera desvanecerse así? Sean nunca había sido precisamente un ángel, pero no deseaba que muriera. No conocía una vida más que la que había llevado a su lado y ahora…
Nunca había pensado realmente en que las cosas pudieran terminar así para él. Siempre tan rudo, tan seguro de sí mismo… ¿cómo podía ser que lo mataran? En algún punto, quizás había empezado a creer que era inmortal. Cuán equivocada había estado…
Los recuerdos de largos años junto a él me atacaron como aguijones de miles de abejas en mi cabeza. Recordé todas las ocasiones en que no había mostrado ni pizca de interés en mí, pero que yo había estado ahí para él de todos modos. Recordé las largas noches en vilo, esperando que volviera de alguno de sus turbios asuntos, esperando que estuviera bien. Recordé que nunca me había ofrecido un abrazo, ni un poco de consuelo, ni una palabra de afecto. Recordé que le había dicho a Billy que me disparara. Pero también recordé que no me había abandonado cuando el resto de mi familia se había desintegrado por completo. Y de pronto no supe qué sentir.
Tim apoyó su frente contra mi mejilla, tratando de llamar mi atención. Sentí su piel helada contra la mía, quitándome del aturdimiento intermitentemente, mientras mi cerebro intentaba regresar a él sin parar.
- Todo va a estar bien, preciosa.- Dijo dulcemente.- Tranquilízate…
Pero entonces, ante sus palabras, mi mente embotada reaccionó levemente y recordé que no quedábamos sólo él y yo. ¿Dónde estaba Billy?
Miré a un lado y vi que estaba petrificado, observando lo sucedido colina abajo. Todos sus temores se estaban haciendo realidad: sin Sean, el pilar del plan había desaparecido y él estaba expuesto y sin salida alguna.
Volví a quedarme sin aire al descubrir lo que sucedería una vez que Billy pudiera salir de la impresión y moverse. Tenía órdenes que cumplir y aún tenía una leve posibilidad de salvarse a sí mismo. Iba a seguir con el plan de Sean y eso significaba que Tim y yo no podíamos seguir allí ni un segundo más.
- Tim.- Musité, desesperada. Empecé a ponerme de pie, aunque algo entumecida por haber estado tirada en la nieve.- Tim, tenemos que movernos.
Me miró confundido, pero entonces se oyó un ruido de pisadas y supe que Billy estaba poniéndose de pie también. Tim comprendió sin necesidad de que dijera más nada.
- Si podemos llegar a donde está Richard…- Susurró, levantándose con dificultad.
Lo tomé del brazo y tiré de él para sacarlo de allí cuanto antes. No sabía exactamente a dónde iríamos, pero tenía que alejarme lo más pronto posible de la furia temerosa de Billy y del cuerpo inconsciente de mi hermano.
Si había una oportunidad de escapar, iba a tener que ser esa.
Impresionado, Richard vio cómo el tipo se doblaba sobre sí mismo antes de caer al suelo, sin vida. Se quedó sin aire en todo el cuerpo, absolutamente incrédulo de que estuviera presenciando algo como aquello. Ni siquiera podía parpadear o pensar. De hecho, no quería pensar. ¿Qué haría ahora que el tipo estaba muerto? ¿Qué pasaría con Tim?
- ¿Dónde está Jayne?- Dijo McKenna, imperativamente, volteándolo con brusquedad para que lo mirara.- Señor Hughes, ¿dónde está Jayne?
Aturdido, Richard frunció el ceño.
- ¿Se da cuenta de lo que acaba de hacer? ¿Cómo se supone que encontraremos a Tim ahora?- Masculló, con la voz quebrada.
- Era él o usted. Estaba a punto de dispararle.- Respondió con prisa. Lo miró con impaciencia.- ¿Dónde está Jayne?
Confundido, se apartó de él.
- ¿De qué diablos está hablando? ¡Jayne se quedó en la casa, con Tom!- Exclamó y la desesperación empezó a fluir por sus venas.- ¡Estaba a punto de entregarle el dinero, maldita sea! ¡Iba a traer a Tim una vez que…!
- ¡Jayne no está en la casa!- Gritó el otro, haciéndolo callar y Richard notó que éste también estaba desesperado.- Ella y Tom salieron detrás de usted. Les perdí el rastro poco antes de encontrarlo a usted.
Richard palideció.
- ¿Quiere decir eso que Tom está por aquí también? ¿Jayne y Tom están aquí?- Repitió, sintiendo que se ahogaba. ¿Cuál había sido el momento en que la situación se le fuera de las manos?- ¡Hay que encontrarlos de inmediato! ¡Y Tim no puede estar muy lejos!
McKenna se sacó una radio del bolsillo y empezó a pedir refuerzos. Rich estuvo a punto de propinarle un puñetazo.
- ¡Déjese ya de estupideces! ¿No le parece que ya ha hecho suficiente daño? ¡Mató a este hijo de puta y ahora ya no sé cómo recuperar a Tim!- Lo tomó por la ropa para sacudirlo.- Si algo le pasa a mi amigo…
- Lo encontraré.- Aseguró McKenna.- Usted súbase a su auto y vuelva a la casa. Lo contactaré cuando…
- ¿Está loco? ¿Se piensa que me voy a ir así como así? ¡Tom y Tim siguen ahí! ¡No voy a irme si no es con ellos!
Mirándolo con gravedad, McKenna asintió.
- Entonces mejor pongámonos en movimiento.- Echó un vistazo a los numerosos árboles que los rodeaban.- Tengo la sensación de que no estamos tan solos como creíamos…
Sintiendo que se le helaba la sangre, los ojos celestes de Richard hicieron el mismo recorrido que los del Inspector y, dos segundos más tarde, se apresuraban a internarse en las oscuras colinas que se alzaban en derredor.
Tiré de los brazos esposados de Tim y empecé a correr, arrastrándolo conmigo. Sabía que tenía una pierna algo resentida, pero ese no era momento para detenerse por nada. Teníamos que salir de allí a toda prisa y mantenerlo con vida era más importante que cuidar de su pierna.
- ¡Mierda, Nina, ven acá!- Escuché que Billy gritaba detrás de mí. El miedo lo había llenado de rabia y se apresuraba detrás de nosotros, tratando de darnos alcance. Agradecí que fuera de noche, porque a veces las sombras se aliaban para ocultarnos.
Un disparo resonó a pocos metros de distancia. Los dedos de Tim se cerraron en torno a los míos.
La nieve y lo irregular del terreno lo hicieron tropezar y caer de rodillas. Me detuve brevemente para ayudarlo a levantarse y Tim dejó escapar una mueca de dolor.
- Sólo un poco más.- Le dije, instándolo a seguir.- Tu amigo no debe estar lejos de aquí.
Por escasos centímetros, la siguiente bala no le dio en la pierna. Fue todo lo que necesitó para ponerse en marcha otra vez.
- Nos está alcanzando.- Murmuró, entre resoplidos, y sin dejar de mirar sobre el hombro.- Nina…- Tosió sonoramente y recé para que aguantara un poco más.- Nina… si vuelvo a caer, no vuelvas por mí. Sigue… sigue corriendo.
La oscuridad se hizo más densa y, impulsivamente, empujé a Tim a un lado. Cayó de bruces a un costado del sendero, sosteniéndose a tiempo con las manos esposadas y yo me acurruqué rápidamente a su lado. Quizás podíamos escondernos el tiempo suficiente…
Nos recostamos en la nieve, entre las raíces de un enorme árbol, esperando que no fuéramos visibles allí. Tim me cubrió con su cuerpo, tratando de protegerme de los disparos que seguían resonando alrededor de nosotros y que Billy no dejaba de lanzar ciegamente, tan aterrorizado como nosotros.
Sentí el frío contacto del arma que Sean me había dado y la busqué dificultosamente en la cintura de mi pantalón. La empuñé, temerosa de que se disparara y acabara hiriendo a Tim, pero sabiendo que no tenía más remedio que arriesgarme.
- Guarda eso, Nina.- Pidió él, con la voz temblorosa, tanto por estar congelándose en la nieve como por el mismo temor que yo sentía.- Si nos quedamos aquí el tiempo suficiente, se irá…
- No estaría tan segura.- Susurré yo, sintiendo su aliento en mi oído, cosa que me reconfortó bastante.- Sabe que no tiene escapatoria ahora que Sean…
Mi voz bajó hasta desaparecer. Él me apretó con más fuerza contra sí mismo y tratamos de oír a Billy, saber dónde estaba…
Sin embargo, la voz que oímos no se parecía en nada a la de Billy. Era una voz femenina que parecía acercarse por el lugar por el que nosotros habíamos llegado. Noté que Tim se paralizaba a mi lado y pensé que el terror se apoderaba nuevamente de nosotros, pero su susurro ansioso y aliviado me dolió más que mil puñaladas…
- Jayne…
Quedándome sin aire, traté de escucharla con más claridad. Iba acercándose más y más y me pregunté si no atraería nuevamente a Billy.
- No puede ser muy lejos, Tom.- Decía.- Creo que los ruidos venían de aquí…
El sonido parecía ir disminuyendo, como si hubiesen corregido el rumbo en un punto no muy lejano, pero que no los llevaba a nosotros. La respuesta de Tom ya no llegó claramente a mis oídos.
Tim se puso de pie antes de que pudiera impedirlo.
- ¡Tim!- Exclamé, asustada. Pero antes de que yo tuviera tiempo de levantarme también, se escurría fuera de nuestro pequeño escondite y se precipitaba arrastrando una pierna en dirección a las voces.
Corrí detrás de él, lista para retenerlo. Que su mujer estuviera ahí no quería decir que no fueran a matarnos a todos. Y, de momento, ella estaba fuera de peligro. Pero él y yo seguíamos siendo el centro en la mira de Billy.
- Tim, por Dios, vuelve aquí…- Pedí, desesperada. Sentí una especie de presencia detrás de mí y me volteé a toda velocidad, para ver a Billy saliendo de detrás de unos arbustos y levantando su arma para apuntar directamente a Tim.
Abrí los ojos desmesuradamente y los siguientes dos segundos transcurrieron con una imposible lentitud. Vi el dedo de Billy ir directo al gatillo para apretarlo y vi mi mano subir, con el arma empuñada firmemente, a la altura de mi pecho. Los ojos verdes de Billy, absolutamente desencajados, volaron a los míos y, ya sin ser consciente de quién se movía o qué sucedía, sentí mi dedo ejerciendo presión sobre el gatillo.
Tim se volvió al oír el estruendo del disparo y se quedó estático, observando lo que sucedía. La bala traspasó certeramente el pecho de Billy, que cayó al suelo en una extraña posición, dejando caer el revolver.
Yo también solté el arma, temblando descontroladamente.
- Dios mío…
Nunca había matado a nadie. Y si bien sabía que acababa de hacerlo para salvar la vida de alguien a quien amaba, además de la mía propia… sentía que unas incontenibles arcadas subían por mi garganta.
Las manos de Tim se cerraron en torno a mi brazo y tiró de él, tratando de hacerme reaccionar. No era momento para detenerse a pensar. Era momento de correr.
- Vamos, Nina. No estamos muy lejos…- Murmuró suavemente y me giró para impedir que siguiera viendo el cuerpo de Billy caído sobre la nieve que empezaba a teñirse de rojo.
El movimiento me hizo gritar de dolor y mis rodillas me fallaron, haciéndome caer. Tim trató de sostenerme, pero no lo consiguió. Horrorizado, centró sus ojos azules en mí.
- Estás herida…- Dijo.
Bajé la mirada. Billy había disparado al mismo tiempo que yo y había acertado. Mi ropa estaba húmeda y el dolor lacerante en mi costado me decía que la bala había penetrado profundamente en mí.
Miré a Tim y vi lo asustado que estaba. Tenía que salir de allí. No podía quedarse esperando que yo lo siguiera.
- Busca a Jayne, busca ayuda…- Musité, sintiendo mucho más frío que antes.- Vete, Tim.
- No voy a irme sin ti.- Exclamó con firmeza y los ojos se le llenaron de lágrimas. Se dejó caer a mi lado y trató de levantarme la ropa para ver la herida.
- No seas tonto…- Farfullé, temblando descontroladamente.- Ve… puedes conseguir ayuda y volver por mí después…
Estaba sangrando profusamente y Tim presionó la herida, causándome un dolor aún más grande, pero intentando detener la hemorragia. Dejé escapar un grito agónico.
Empezó a mirar alrededor, totalmente desorientado. Lo vi respirar con irregularidad y supuse que me veía aún peor de lo que me sentía para que se pusiera así. De pronto, tuve la certeza de que estaba a punto de morir.
- ¡Ayúdenme!- Gritó a voces, con todas las fuerzas que le quedaban.
- Tim…
- Aguanta un poco más, Nina.- Me pidió con una necesidad feroz. Las lágrimas bajaban por sus mejillas y se perdían en la barba.- Aún no me diste tiempo a hacerte feliz…
Sonreí. Parecía que el dolor disminuía y supuse que no estaba tan mal morir, después de todo. Y si lo último que sentía en ese mundo espantoso que jamás me había ofrecido nada bueno eran las caricias de Tim y sus ojos lo último que viera… entonces de seguro el cielo me estaba esperando del otro lado.
- Ya soy feliz contigo…- Murmuré con un resplandor de lucidez y, un segundo más tarde, me desplomaba sobre sus piernas con un rayo de luz muy blanca.
El grito de auxilio los paralizó de golpe. Ambos habían reconocido la voz. Esa voz que llevaban semanas añorando y que habían ansiado tanto con volver a oír.
Jayne no pudo evitar una sonrisa justo antes de largarse a correr. Tom tuvo que esforzarse para no perderla de vista entre los árboles.
- ¡Tim! ¡Tim!- Gritaba, extasiada.
El corazón de Tom saltaba como un resorte. Por primera vez en tantos días, sentía una esperanza y una alegría invalorables y moría por tener frente a él nuevamente a quien era su mejor amigo desde que tenía memoria. Se olvidó del miedo y del horror que habían estado viviendo y simplemente corrió en busca de la voz que acababa de oír.
Pero nada lo preparó para lo que vio. Y, evidentemente, a Jayne tampoco. Se pararon en seco, observando a la figura acurrucada en el suelo, mucho más delgada de lo que recordaban, que estrechaba con dificultad otra figura más pequeña e inconsciente.
Tim se encontraba con la cabeza hundida en el cabello rubio de una chica que sostenía entre los brazos, con las manos esposadas. Se balanceaba hacia delante y hacia atrás, susurrando.
- Despierta, Nina…
El pecho de Jayne subía y bajaba irregularmente. Estaba respirando de manera entrecortada, sin entender del todo qué era lo que veían sus ojos.
- ¿Tim?- Musitó, dando un paso hacia él.
Tim levantó los ojos azules y llenos de lágrimas hacia ellos y sonrió brevemente, pero no de alegría.
- Jayne, Tom…- Su voz era débil, como si finalmente se encontrara vencido.- Tenemos que llamar a una ambulancia…
Tom había imaginado un reencuentro distinto. Había imaginado que abrazaría a su amigo hasta quebrarle las costillas y asegurarse de que realmente estaba allí. Pero la preocupación retornó a él al ver el estado deplorable en que se encontraba.
Jayne se acercó, dejándose caer a su lado en la nieve. Le acarició el cabello, pero Tim no soltó a la chica que, vista de cerca, sangraba muchísimo.
- Cariño…- Conmovida por tenerlo cerca de nuevo, Jayne necesitó tocarlo para saber que era real.- Cariño… ¿estás herido?
Él negó con la cabeza.
- No, yo no. Pero Nina…
Un ruido de ramas moviéndose los alarmó a todos. Tim apretó a Nina contra su cuerpo, protegiéndola.
Richard y McKenna surgieron de entre los árboles. Rich sintió que se desmoronaba de una vez por todas al ver a su amigo sano y salvo.
- Tim, maldita sea…- Farfulló, dejándose vencer por el llanto. Tom lo rodeó con el brazo para darle algo de apoyo.
McKenna miró a Jayne unos segundos, como cerciorándose de que estuviera bien. Luego levantó la radio, llevándosela a la boca nuevamente y pidió que la ambulancia y los refuerzos se dirigieran al lugar donde se encontraban.
- ¿Estás bien, Tim?- Richard se sentó a su lado en el preciso momento en que este parecía empezar a flaquear. Se tambaleó brevemente, pero siguió sosteniendo a la chica.
- Estoy bien…- Lo examinó con cuidado.- Gracias, Richard.
- ¿Por qué no sueltas a la chica, Tim?- Le susurró con delicadeza.- Creo que no está respirando, amigo. No puedes hacer nada por ella.
- No…- La voz de Tim se volvió vaga. Sus ojos se descolocaron levemente.- La nieve… se congelará… no quería dejarme atrás…
Sus amigos y su esposa lo miraron con confusión. McKenna se alejó a chequear los alrededores y halló otro tipo desplomado en el suelo, muerto.
Tom también se sentó en la nieve junto a su amigo. Dos segundos más tarde, Tim se desmoronaba entre ellos, pero sin soltar a la chica que tan recelosamente protegía entre sus brazos.
*********************************************************
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario