La tensión en la habitación era tan evidente que hasta Tim, que no había conocido a McKenna hasta el momento, se dio cuenta de que éste tenía algo que ver.
Jayne se encontraba sentada cerca de la ventana, evitando mirarlos o participar mucho de la conversación y tanto Tom como Richard habían salido sigilosamente al verlo entrar.
Tim frunció el ceño, preguntándose qué era lo que se había perdido.
- Me alegro que se encuentre usted bien, señor Rice-Oxley.- Dijo McKenna con excesiva cordialidad.
- Gracias.- Respondió Tim, con una inclinación de cabeza. La conversación con el Inspector lo ponía un poco nervioso.
- Si le parece bien, le haré algunas preguntas para reconstruir los hechos y hacer una investigación más exhaustiva.- Explicó, sacando un grabador de su bolsillo.- ¿Tiene algún problema con que grabe sus declaraciones?
- No, en lo absoluto.- Tim pensó en Nina. Esperaba poder obviarla lo más posible en aquella historia.
- Bien.- Acomodándose en su asiento, McKenna carraspeó, listo para comenzar.- Cuénteme todo lo que sucedió la noche que lo secuestraron.
Tim desvió la mirada hacia Jayne brevemente.
- Bueno… salí de mi casa y fui a caminar. Si mal no recuerdo, estaba parado en Mount Street cuando un hombre se me acercó. Me pidió un encendedor o un cigarrillo o…- Confuso, Tim trató de recordar.- No lo sé. Luego, me golpeó la cabeza y cuando desperté me encontraba en la parte trasera de una camioneta, con el mismo tipo, y tenía los brazos y piernas atados.
- ¿Puede describir a ese hombre, señor Rice-Oxley?- Inquirió McKenna, con toda su atención fija en él.
- Usted lo vio, si no me equivoco.- El estómago se le revolvió al recordar a Billy muerto entre los árboles.- Era el tipo que estaba tirado en el suelo, cuando nos encontraron. Su nombre era Billy, aunque ciertamente nunca supe su apellido.
- ¿Y qué sucedió durante el tiempo que estuvo secuestrado?
Pensar en aquellas cosas le causaba imágenes vívidas y dolorosas. Todo ese sufrimiento por nada…
Bueno, había conocido a Nina. Eso valía cada segundo de tortura.
- Básicamente estuve encerrado en una habitación. La mayor parte de las veces que alguien iba a verme era para darme algo de comer…- Reprimió algunas lágrimas que pujaban por escapar de sus ojos.- Otras veces, Sean descargaba su furia conmigo, o Billy. Cada vez que algo parecía salir mal, me golpeaban.
- ¿Sean?
- Sí. Era el que estaba a cargo, supongo. El que había planeado todo.- Jayne seguía fija en su posición, pero era obvio que se encontraba al borde del llanto al escuchar a su esposo.- Usted le disparó, era el que estaba con Richard la noche que iban a hacer el intercambio.
- ¿Había alguna otra persona involucrada? ¿Alguien que no hayamos visto la noche que lo encontramos?- Preguntó McKenna y Tim se dio cuenta que empezaba a acercarse a un terreno delicado.
- Un tipo más, Dave.- Contestó, tratando de mostrar calma.- No tuve mucho contacto con él.
- No hay rastros de él, lo más probable es que haya escapado.- Susurró McKenna, distraídamente, mientras tomaba notas.- ¿Y qué hay de esa chica que usted estaba sosteniendo? Creo que se llama Nina.
El corazón de Tim se paralizó. Jayne levantó la mirada, pendiente de su respuesta.
¿Qué podía hacer? ¿Decir que había estado involucrada en todo? Eso le valdría muchos años de cárcel después de que se recuperara. ¿Pero qué pasaría si mentía? ¿Qué pasaría si descubrían que estaba encubriendo a alguien? ¿Podría él ir a la cárcel también?
Tim pensó en las veces que Nina arriesgó su vida por él, sin importar las consecuencias. Y supo que era un egoísta por considerar siquiera qué podría pasarle cuando ella estaba inconsciente y sin poder defenderse.
Cuando Tim volvió a hablar, lo hizo pensando exclusivamente en esa mujer que se había inmiscuido de la manera más peculiar en su vida y en lo que era mejor para ella.
- Nina es una víctima de la situación, tanto como yo lo fui.- Dijo con determinación en la voz.- Llevaba años encerrada en esa casa, pero no pudieron establecer contacto con nadie para cobrar un rescate.- A medida que se escuchaba, más tonto se sentía.- Sabiendo que podría denunciarlos, la retuvieron.
- ¿Está diciendo que esta mujer, Nina, fue secuestrada previamente y retenida en la casa hasta el momento en que escapó con usted?- Repitió McKenna y Tim no supo interpretar su tono de voz.
- Exacto.
Jayne lo estaba mirando profundamente, pero sin decir nada.
Tim volvió a oír en su cabeza lo que acababa de decir y deseó que Nina despertara pronto, para poder contárselo y que se riera con ganas de ese absurdo disparate.
Frunciendo los labios, Jayne se acercó a Tim para detenerlo. Hacía sólo dos minutos que lo había dejado solo para ir por una taza de café y él ya se estaba escabullendo otra vez de su habitación.
- ¿A dónde crees que vas?- Lo reprendió con dulzura.
Él se quedó parado frente a ella, apoyando una mano en la pierna que aparentemente seguía sin recuperarse del todo.
- No soporto estar acostado como un inválido. Ya me tuvieron lo suficientemente encerrado estas semanas.- Repuso, suspirando. Se veía mucho mejor, aún así. El pelo y el rostro limpio, afeitado, casi como nuevo, excepto por las pequeñas arrugas de preocupación de su frente.
- Estabas escapándote de nuevo hacia terapia intensiva, ¿verdad?- Dijo ella, tomándolo del brazo para ayudarlo a caminar.- No tienes que mentirme, cariño.
Tim bajó sus ojos azules al suelo, como si de repente no hubiera nada más importante que los azulejos blancos.
- Sólo quiero ver cómo está…
Jayne le acarició una mejilla, conduciéndolo cuidadosamente por el pasillo.
- Igual que hace una hora, cuando fuiste la última vez.- Se detuvo para mirarlo cara a cara.- Tengo la sensación de que hay algo que no me estás diciendo sobre ella, Tim. ¿Qué es?
Respiró hondo. La salud de Nina lo ponía tan nervioso que sentía que estaba agotando sus fuerzas. Le costaba mucho mentirle a todos, parecía que las mentiras se habían acabado con McKenna.
- Ya te dije que me salvó la vida…
Jayne suspiró, dándose cuenta que no lograría sacarle ni una sola palabra al respecto, pero no por eso sintiéndose más convencida.
Volvió a tomarlo del brazo para seguir caminando, pero él no se movió.
- Tú tampoco me lo estás diciendo todo.- Farfulló, examinándola lentamente.
Apartando la mirada, Jayne trató de ocultar todo lo que sentía. Tim siempre había podido leerla como a un libro abierto y este era un capítulo que ella no deseaba revelar.
- ¿Es por Billy? ¿Jack?- Insistió Tim, algo preocupado. Pensó que quizás la culpa siguiera carcomiéndola por dentro a pesar de la conversación que habían tenido.
- Claro que no.- Su voz tembló al hablar de él.- Ese desgraciado obtuvo lo que… lo que merecía.
- ¿Entonces qué es?
Pero ella no deseaba hablar de algo así con él. Era su esposo, estaba recuperándose de lo más terrible que les había sucedido y no había necesidad de decirle que estaba enamorada de…
- McKenna.- Susurró Tim, haciendo que Jayne lo mirara sorprendida y algo asustada.- Es él, ¿verdad? Tiene que ver con él. Me doy cuenta de la tensión cuando…
- No digas tonterías, cariño.- Se apresuró a decir, logrando que Tim sospechara aún más.- Apenas lo conozco. ¿Por qué habría de…?
- ¿Sucedió algo con él mientras yo estaba ausente?- Preguntó con suavidad. No tenía intención alguna de empezar a discutir ni de mortificarla. Sólo quería saber de qué se trataba.
- ¡Por supuesto que no!- Exclamó con una risa sofocada y mal fingida.- ¿Qué podría haber pasado, Timmy? Es sólo el policía a cargo de tu caso.
- Te mira de una manera muy particular.- Comentó él.- Y tú evitas tanto mirarlo que resulta obvio, Jayne.- Le dedicó una pequeña sonrisa, tratando de darle ánimos.- No estoy diciéndote esto porque quiero buscar una razón para pelear contigo, cariño. Estoy diciéndote esto porque me parece que tienes miedo de decirme algo.
Las palabras de Tim quebraron a Jayne como a un dique. Sus lágrimas fluyeron entre sollozos incontrolables, mientras ella se apresuraba a aferrarse al pijama de él, mortificada.
- ¡Soy una basura, Tim, lo sé!- Su voz ahogada le llegaba con dificultad desde alguna parte entre su cuello y su pecho.- ¡He sido una terrible esposa para ti y no he dejado de equivocarme! ¡Pero estoy arrepentida de todo y estoy dispuesta a compensarte por ello! ¡Quiero que volvamos a ser felices como solíamos serlo, cariño!
Él la apartó delicadamente con su brazo libre y le enjugó las lágrimas.
- Pero estás enamorada de alguien más, ¿no es así?
- ¡No!- Negó, con el labio inferior temblándole sin parar.- No, no, no. Te lo juro.
Tim le sonrió cálidamente.
- No te creo, Jayne.
Se cubrió el rostro con las manos, sin dejar de llorar.
- Lo siento tanto, Timmy. Fui una estúpida. Ni siquiera quiero imaginar lo que debes pensar de mí. No mereces algo así. No justo en este momento.- Le dio la espalda avergonzada. Tim se movió lentamente hacia ella para hacer que lo mirara.
- Escucha Jayne, todos cometemos errores.- Dijo con calma.- Todos, todo el tiempo, en cualquier circunstancia. Pero no creo que enamorarte sea un error.
Jayne dejó de llorar por el asombro, levantando la mirada hacia él.
- ¿Qué quieres decir?
- Bueno… quiero decir que no puedes evitar enamorarte, aún en las situaciones más inesperadas.- Acarició su mejilla, tan inusualmente suave después del tiempo que hacía que no la tocaba.- Y el amor suele llegar cuando más necesitas a alguien en quien recaer. Supongo que todo esto te abrumó y él estaba allí para ti…
Incrédula, Jayne lo recorrió con los ojos enrojecidos. ¿Qué estaba diciéndole? ¿Era lo que ella pensaba?
- Tim… ¿me estás dejando?- Inquirió, vacilante.
Él le dedicó otra breve sonrisa.
- ¿Tú querrías retenerme si sabes que estoy enamorado de otra persona?
- Yo sólo quiero hacerte feliz…
- ¿Hacerme feliz siendo infeliz conmigo? Te la pasarías extrañando a alguien más y preguntándote qué habría sucedido si te arriesgabas. Y yo no podría soportar saber que me interpuse en tu camino, Jayne.
La estrechó con su brazo libre, acariciándole el cabello.
- Me siento terriblemente…
- Tal vez te haga sentir mejor saber que no has sido la única que no se ha portado del todo bien.- Susurró, dubitativo. Ella se apartó levemente para observarlo sin entender.
- ¿Qué…?- Se detuvo a mitad de la frase, comprendiendo todo de pronto.- Dios mío… es ella, ¿verdad?
Tim bajó la cabeza, deseando que su mujer no reaccionara mal. Aún no estaba recuperada de la impresión de lo sucedido en esos días y quizás era muy pronto. Pero Tim sentía que se le terminaba el tiempo, de algún modo.
- ¿Por eso me dijiste que me entendías? ¿Por eso me perdonaste?
- Te dije que te entendía porque es cierto. Porque cuando conocí a Nina entendí por qué tú te habías alejado de mí. Porque ella me hizo sentir mejor en todas las maneras posibles.- La abrazó otra vez y Jayne se aferró con fuerza, sintiendo que aquello era una especie de despedida.- Ya hice tu vida miserable una vez, Jayne. No me dejes que lo haga de nuevo…
Se quedaron abrazados y en silencio varios minutos. Toda la situación parecía confusa y ella no terminaba de comprender que su esposo la estaba dejando para que buscara al hombre que amaba de verdad.
- Tim…- Susurró, insegura.- Tim… tienes que pensar que… que su salud es muy frágil.- Lo miró apenada.- ¿Qué vas a hacer si ella…?
Las palabras se perdieron en el aire, pero él no necesitó que acabara de decirlo. Sus ojos se oscurecieron, tristes.
- Aún así tengo que estar ahí para ella. Nina no me abandonó cuando pudo hacerlo.- Le echó un vistazo al largo y ajetreado pasillo que conducía a la habitación donde ella seguía sin reaccionar.- Y quizás me di cuenta demasiado tarde que no puedo perderla…
Jayne lo consoló lo más que pudo, pero Tim parecía empezar a quebrarse entre sus brazos. Cerró los ojos y rogó al cielo que la chica se recuperara o el infierno de Tim jamás terminaría.
Era como abrir los ojos a una nebulosa luminosamente pálida. Me costó varios parpadeos el poder ver con claridad y, de algún modo, no me asombró darme cuenta de que estaba en una cama, rodeaba de aparatos ruidosos y una larga puerta corrediza de vidrio que mostraba lo que sin lugar a dudas era el pasillo de un hospital. Lo que me sorprendió fue no ver algún policía custodiando esa puerta.
Durante unos breves segundos, me permití sentir alivio. Quizás la policía aún no me había atrapado, aunque sería cuestión de tiempo que…
Entonces Tim cruzó por mis pensamientos y una ráfaga de recuerdos me sobresaltó de inmediato. ¿Qué había sido de él? ¿Estaría a salvo?
Aturdida y desesperada, volví la mirada hacia el otro lado de la habitación. Y mi perturbación dio paso a que mi corazón latiera enloquecido cuando vi que estaba parado allí, mirando por la ventana con una expresión desanimada en el rostro.
Sentía la boca tan seca que dudaba que pudiera hablar. Tragué saliva varias veces para hacer el intento.
Sin embargo, él se volvió antes para echarle un vistazo a la cama. Y sus ojos azules se abrieron desmesuradamente.
- Nina…
Curvé mis labios lentamente en una sonrisa. Se lo veía bien. Parecía fresco, como recién salido de la ducha, afeitado y absolutamente sano, a no ser por el brazo en cabestrillo y algo de inseguridad en una pierna. Llevaba puestos unos lentes de marco negro y un pijama verde oscuro que le sentaba de maravillas…
Se acercó a mí olvidándose por completo del dolor de su pierna. Me acarició tiernamente la mejilla, con los ojos llenándose paulatinamente de lágrimas.
- Dios mío, dime que estás bien…
Asentí y traté otra vez de hablar.
- Estoy… estoy bien.
Sonrió, visiblemente aliviado.
- ¿Tú?- Pregunté, tratando de humedecerme los labios. Había tantas cosas que quería saber…
- Estoy perfectamente… gracias a ti, Nina.- Me contempló fijamente y, aún a pesar del malestar que empezaba a notar en el costado, sentí que me derretía por él.
- ¿Qué...? ¿Qué sucedió?- Susurré.
Con cuidado, se sentó a mi lado en el borde de la cama.
- Sobrevivimos y estamos a salvo. Eso es todo lo que necesitas saber por ahora. Ya habrá tiempo de que te cuente todo con detalles.- Sus dedos se enredaron suavemente en mi cabello.- Estaba tan preocupado por ti…
Cerré los ojos, disfrutando de su tacto que aliviaba mi mente y mi cuerpo adoloridos. Las imágenes del arma en mis manos disparándose hacia Billy se diluyeron en la nada. Las imágenes de Sean cayendo sin vida siguieron por el mismo camino. Sabía que, en cierto modo, no todo había terminado. Aún había muchas cosas que yo no sabía y que deseaba fervientemente descubrir. Mi destino era una de ellas, pero la curiosidad no lograba superar al temor de una vida gris de encierro y castigo, por más que me lo mereciera.
- Supongo…- Mascullé, buscando las palabras correctas.- Supongo que la policía no tardará en venir por mí, ¿cierto?
Me sentí incrédula ante la sonrisa divertida de Tim. Merecido o no, no le veía nada de gracioso a todo aquello.
- ¿De qué te ríes?- Pregunté, frunciendo levemente el ceño.
- La policía no vendrá por ti, Nina, olvídate de eso.- Respondió tomando mi mano en la suya, entrelazando sus dedos en los míos.
Abrí los ojos desmesuradamente. ¿Qué quería decir eso? ¿A pesar de todo era… libre?
- ¿Cómo que no? Después de todo yo he…
- Tú has estado secuestrada, al igual que yo. Sean, Billy y Dave te tenían cautiva antes incluso de que yo llegara, pero al no hallar nadie a quien cobrarle el rescate, jamás fuiste liberada.- Explicó, haciendo que me quedara con la boca abierta.- Eres una víctima de la situación y no una causa, Nina.
- ¿De qué demonios estás hablando?- Repuse, sin poder evitarlo. Él rió con ganas.
- Espero que te aprendas bien esa historia y me ayudes a retocarla un poco.- Susurró, en tono confidencial.- Porque eso es lo que le dije a la policía cuando me preguntaron por ti y no sería muy oportuno que metieras la pata si te hacen algún tipo de interrogatorio.
Seguía sin creer ni una sílaba de lo que acababa de decirme. ¿Tim había mentido por mí? ¿Había mentido para mantenerme lejos de la prisión y no pagar por algo que sabía que yo había contribuido a llevar a cabo?
- ¿Por qué lo hiciste, Tim?- Traté de leer esa razón en sus ojos, buscándola con fuerzas.- ¿Por qué te arriesgaste de ese modo? ¿Sabes lo que puede pasar contigo si saben que me encubriste?
- Por eso te estoy pidiendo que te aprendas mi pequeña historia.- Me guiñó un ojo, totalmente despreocupado. Por un momento, tuve ganas de estrangularlo por ser tan inconsciente.- Ridícula y todo como suena, dio resultado.
- Sabes tan bien como yo lo estúpido que fue eso, ¿verdad?- Repliqué, en una mezcla de emoción y miedo. Era libre, a Tim le importaba… pero, ¿qué consecuencias acarrearía aquello?
- Sí, pero no me importa.- Se puso serio.- Nina, es lo menos que puedo hacer por ti.
- ¿Lo menos que puedes hacer por mí?- Repetí, casi a los gritos.- ¡Por amor de Dios, Tim, yo te secuestré!
- No. No fuiste tú. Tú fuiste la que se arriesgó para ayudarme a escapar, fuiste la que me mantuvo con vida y la que logró que yo esté aquí ahora.- Me regañó, ceñudo.- Y de la forma en que yo lo veo, Nina, la manera en la que tú estabas viviendo no era muy distinta de la mía. ¿Te dejaban ver por las ventanas y salir de compras? Perfecto. ¿Te dejaban ir a hacer tu vida?
No estaba muy equivocado, así que aparté la mirada, sin saber qué decir exactamente. De pronto me daba cuenta que por primera vez en muchos años tenía la posibilidad de hacer y ser lo que yo quisiera.
Sonaba bastante aterrador.
Apreté los ojos para no llorar.
- Gracias, Tim.- Logré decir, ahogadamente.- Estoy terriblemente agrade…
- No me agradezcas.- Me silenció poniendo un dedo sobre mis labios, que quitó deslizándolo con suavidad sobre ellos tras unos segundos.
No quedamos callados unos breves instantes. Él me observaba mientras yo pensaba en mil cosas distintas. Muchos caminos se abrían a mis pies gracias a la mentira de Tim y había un millón de formas de caminarlos. El problema era que el que yo quería probablemente estaba clausurado por baches.
Lo miré, indecisa.
- ¿Tus amigos están bien?- Inquirí.- ¿Tu… familia?- La palabra esposa se trabó en mi garganta, incapaz de ser pronunciada. Miré un punto indeterminado de la pared, como si eso fuera a calmarme.
- Tanto Richard como Tom no salieron heridos en lo más mínimo, cosa que me alivia inmensamente.- Me dedicó una sonrisa.- Mis padres estuvieron aquí más temprano y tengo la sensación de que mi madre va a tratarme como a un niño de diez años al menos por un par de semanas.
Traté de sonreírle yo también, pero no me había pasado por alto que no me había dicho exactamente lo que necesitaba saber.
Una batalla se libró en mi interior. Una parte de mí deseaba preguntarle por Jayne. La otra me decía que si no la mencionaba era por algo. A lo mejor no quería lastimar mis sentimientos.
Me recordé que yo sabía perfectamente que fuera de la casa de Turnbridge Wells, Tim jamás me hubiese besado, ni hubiese notado mi existencia siquiera. Era un milagro que esos breves momentos con él me hubieran sido obsequiados…
- Muero por ir a casa de una vez por todas.- Murmuró distraídamente.- Extraño la sensación de sentir que estoy en mi hogar…- Me miró inquisitivo.- ¿Has estado en Batlle alguna vez?
Algo confundida, negué con la cabeza.
- No, en realidad. Sólo de pasada y no por la parte principal…- Contesté. Mi cabeza me estaba taladrando con modos de preguntarle a Tim sobre su esposa.
- Va a gustarte mucho, ya verás.- Me dijo con ternura, atrayendo mi atención de pronto.- Es un lugar muy tranquilo y muy bonito. Allí podrás empezar una nueva vida sin sobresaltos…
Aún más aturdida que antes, lo contemplé en busca de una explicación.
- ¿Qué quieres…? ¿Qué quieres decir con eso?
- Quiere decir que vas a vivir conmigo, por supuesto. ¿Qué creías?- Dijo, como si fuera obvio.
Sentí que me atragantaba.
- ¿Vivir contigo?- Repetí, con un hilo de voz.
- A menos que tengas alguna casa escondida por ahí de la que no me has hablado, Nina, me parece más oportuno llevarte a Batlle que ir contigo de regreso a Turnbridge Wells.
Me estaba diciendo que viviera con él. Estaba abriéndome la puerta a una vida juntos…
- Pero…- Vacilé.- ¿Qué hay de Jayne?
- Jayne y yo tuvimos una conversación muy honesta más temprano. Decidimos que no tiene sentido seguir casados.- Me miró con los ojos azules muy brillantes.- Ambos estamos enamorados de alguien más.
Definitivamente, todo el aire abandonó mis pulmones y no noté que había dejado de respirar mientras estudiaba su rostro y su mirada detrás de esos lentes de marco negro.
- ¿Enamorados?- Farfullé al fin, porque tenía la impresión de que debía decir algo.- ¿Estás hablando en serio?
Apretó mi mano con ternura.
- Estar a punto de perderte para siempre fue prueba suficiente de que había algo que no estaba admitiendo.- Su voz nunca me había sonado tan maravillosa. Estaba absolutamente conmovida.- No te mentía cuando te dije que te quería, Nina. Sólo que ahora sé que va más allá de eso.
- Tim…
- Es una locura, lo sé.- Interrumpió, silenciándome.- Es como si hubiera necesitado vivir una espantosa pesadilla para encontrarte, Nina. Pero ahora que ese mal sueño terminó, tú sigues siendo maravillosamente real.
Noté el frío de las lágrimas bajando por mis mejillas. Él las enjugó con un dedo, dedicándome la más bella de las sonrisas.
- Yo…- No sabía qué decir. Estaba terriblemente confundida.- Yo no tengo nada que ofrecerte, Tim. Perdí todo lo que tenía. Y la vida que he llevado…
- No me importa quién hayas sido, Nina, sino quién eres ahora y quién eres cuando estoy contigo.- Murmuró, en un intento de animarme.- No quiero que me ofrezcas nada…
Me puse a llorar un poco más fuerte.
- ¡Es una idiotez!- Farfullé, sollozando.- ¿Por qué querrías estar conmigo? ¿Qué harías si estamos juntos muchos años y tenemos hijos? ¿Cómo les dirías dónde conociste a su madre?
Él rió al ver que me preocupaba por algo que en ese instante parecía tan insignificante. Buscó algunas toallas de papel sobre la mesita de luz y me las pasó.
- Les diré la verdad: que me salvaste la vida.
Sin poder soportar un segundo más, me incorporé de golpe para rodarle el cuello con los brazos. Lo enredé un poco entre las intravenosas que me salían del brazo y el vendaje que llevaba sobre la herida no evitó que sintiera un dolor horrible, pero no me importó. La vida que había soñado siempre estaba al alcance de la mano y Tim me la estaba ofreciendo, junto con su corazón.
Me besó dulcemente, estrechándome con su brazo libre y sin dejar de sonreír. En cambio, yo no podía dejar de llorar.
- Ya, Nina, ya todo pasó. No llores…- Musitó con ternura.
- No es eso…- Dije, ahogadamente, con otra dosis de sollozos y mientras él no me soltaba.
- ¿Qué es, entonces?
- Me duele mucho la herida y me estás apretando muy fuerte.
Se apresuró a recostarme con cuidado, mordiéndose un labio.
- ¡Lo siento, preciosa!
Reí entre las lágrimas al verlo tan mortificado y tiré de él suavemente para que se recostara a mi lado. Se acomodó con dificultad en el reducido espacio de la cama. Sentía su aliento sobre mi cuello, reconfortándome.
Nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando del hecho de estar a salvo, de haber logrado vencer todos los obstáculos, de haber hecho desaparecer la miseria de nuestras vidas.
Tim me acariciaba el cabello paulatinamente, haciendo que empezara a quedarme dormida.
- Te va a gustar mucho nuestra casa, Nina.- Susurró en mi oído, como si sus palabras también fueran caricias.- En verano, podemos tomar el té en la frescura de la galería y en invierno hacer el amor frente a la chimenea…- Me estremecí involuntariamente al oírlo, rozando su mejilla con el leve movimiento de mis pestañas.- Ya verás. Voy a hacerte muy feliz…
Me acurrucó contra él, proporcionándome todo el calor que necesitaba y una increíble sensación de seguridad que nunca había sentido. Sonreí vagamente al oírlo. Nunca había tenido dudas de ello.
- Ya soy feliz contigo…
Cerré los ojos y descendí en las profundidades de un sueño tranquilo.
***
Fin.
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1 comentario:
Hola Laura,al igual que tú soy una enamorada de este señor, solo que yo lo he descubierto ahora,,, ya había escuchado antes su música pero no me había percatado de quién la escribía,
Este relato me ha enganchado porque aparece un Tim real y auténtico, he vivido cada uno de los sentimientos de la protagonista;los dos primeros también me encantaron,ya había yo fantaseado con ser su camarera o una madre soltera y viuda , y resulta que tú ya lo habías plasmado por escrito
Seguiré leyendo el resto, no sé si continúas escribiendo, deberías,,,al final del blog hay una nueva cuenta pero no está activa, y en tu Facebook tampoco aparece nada, de todas formas enhorabuena y gracias.
Por cierto,al final acertaste,se divorció...
Que tendrá este hombre para que tú tengas este impulso de escribir así estás vivencias y yo volverme loca leyendo..!
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