lunes, 13 de abril de 2009

Wolf at the Door: Capítulo 3.

Tom, quiero pedirte disculpas por contactarte de este modo, después de tanto tiempo. Sé que no es lo más adecuado, pero estoy desesperada. Sé que será una sorpresa para ti, pero Lena es tu hija. Estoy segura de que no me recuerdas, pero hace cinco años tú y yo nos cruzamos en un bar de Hastings en donde yo trabajaba. Ambos estábamos bastante ebrios cuando nos fuimos y terminamos pasando la noche juntos. Unas cuantas semanas después supe que estaba embarazada, pero no tuve manera de hacértelo saber. Lamento que sea de este modo.
Imagino que tampoco va a hacerte mucha gracia que simplemente deje a Lena en tu puerta, pero no tengo otra opción. Antes que nada, necesito asegurarte que voy a volver por ella. Lena es mi vida, Tom, la amo con todo mi corazón, pero hay cosas que debo solucionar para poder ser la madre que ella merece que sea. Si la dejo contigo en este momento en particular es porque no tengo a nadie más a quien recurrir. No es mi intención poner tu vida patas para arriba.
Cuídala mucho, te lo ruego.
Maggie.


Tom tuvo que leer cinco o seis veces más la carta, toda entera, de arriba abajo, palabra por palabra. Tenía que haber algún error. ¿Quién demonios era Maggie? No recordaba a ninguna Maggie.
Tenía sentido, sin embargo, que no recordara momentos de su vida de cinco años atrás, cuando estaba tan perdido que a veces ni siquiera sabía quién era. Tenía sentido que se enrollara con alguien en un bar de Hastings…
Sacudió la cabeza. ¡No, no podía tener sentido! Aquella carta quizás era una coincidencia. Alguien tenía ganas de extorsionarlo. Alguien que conocía su pasado. Tom no podía tener una hija de la que no sabía nada. No era posible que aquella niña tuviera algo que ver con él.
La miró de reojo. La pequeña estaba contemplándolo fijamente, sin parpadear, como si lo estuviera estudiando para no perderse ningún detalle. El conejo que tenía bajo el brazo parecía estrangulado. Tembló levemente, haciéndolo recordar el frío que hacía afuera. La nieve seguía cayendo copiosamente.
Se volvió ansioso hacia el cálido interior de su hogar. Quería regresar adentro y cerrar la puerta, pero no podía dejar a la niña allí. Era demasiado cruel. Aunque, tal vez, si su madre estaba aún cerca esperando a ver qué hacía él, y la dejaba allí afuera sola, volvería para llevársela…
La niña volvió a temblar.
Suspiró, abatido.
- Ven, vamos adentro.- Se hizo a un lado para dejarla pasar. Lena lo miró con desconfianza. Como no se movió, Tom decidió entrar, dejando la puerta abierta, para que lo siguiera cuando se sintiera lista para hacerlo.
Se acercó a la chimenea aún con la carta en las manos. Volvió a leerla, simplemente porque no sabía qué hacer. ¿Cuidar de la niña? ¿Acaso esa mujer se había vuelto loca? ¿Cómo sabía que él podía ocuparse de ella? Quizás nunca antes había tenido una niña de esa edad cerca. No recordaba haber visto alguien de esa estatura desde que estaba en el jardín de infantes y Jenny Brown lo empujó para quitarlo del columpio.
Dio vuelta la hoja, como si esperara ver algún tipo de indicio, de instrucción. Pero estaba en blanco y también lo estaba Tom. No sabía qué hacer. ¿Debía llamar a alguien? ¿Debía avisar a la policía que habían abandonado a una niña en la puerta de su casa?
Se volvió a mirar la entrada, pero estaba vacía. La pequeña amenaza había desaparecido por arte de magia. Tal vez su madre había vuelto por ella y se la había llevado antes de que él lo notara, quizás la niña había huido o…
Oyó un ruido de pasitos y bajó la cabeza. La niña había llegado a su lado y estaba extendiendo las manitos enguantadas hacia el fuego de la chimenea, dejando caer el maltratado conejo de felpa.
Demonios.
Tom se inclinó junto a ella y la miró, sintiéndose aterrado, como si se tratara de un hombre adulto que pudiera lastimarlo en lugar de ser una niñita pequeña y dulce.
- ¿Lena? Te llamas Lena, ¿verdad?- Preguntó, con la voz entrecortada. En su cabeza sólo resonaba una pregunta: ¿qué diablos se supone que haga con ella?
La niña no respondió. Lo observó con la misma gravedad que se leía en los ojos de él.
- Dios mío, dime que al menos sabes hablar…- Farfulló, desesperado. Lo último que necesitaba era tener que lidiar con una niña tan pequeña que no podía siquiera abrir la boca. O peor. ¿Qué tal si tenía alguna especie de discapacidad? ¿Qué si necesitaba algún cuidado en especial?
Tuvo ganas de huir de su propia casa lo más pronto posible.
Para su alivio, Lena asintió tímidamente.
- ¿Sabes? Mierda, eso es genial…- Abrió los ojos, dándose cuenta de lo que acababa de decir.- Eh… me refiero a que… ya sabes…- Las manos empezaron a temblarle. Nunca se había sentido tan nervioso en toda su vida.- No… simplemente, haz de cuenta que no me escuchaste, ¿sí?
Lena se inclinó y recogió su conejito. Lo apretó con fuerza contra su pecho, como si se tratara de una especie de escudo.
Tom comenzó a caminar de un lado a otro por la sala y cerró la puerta de entrada de un empujón.
- ¿Qué hago, maldita sea?- De reojo, espío a la pequeña, que se limitaba a seguirlo con la mirada sin parar.- ¿Conoces ese cuento? ¿El de los tres cerdos que construyen sus casitas y de repente se dan cuenta que tienen al lobo en la puerta, como una especie de amenaza dientuda y problemática?- Preguntó, rascándose la cabeza con impaciencia. Como adivinaba, no obtuvo contestación alguna.- Bueno… así me siento, ¿sabes?
Empezaba a caer en la más profunda desesperación. ¡No servía para tratar con niños! Con suerte sí llegaba a cuidarse a sí mismo. Su novia acababa de decirle lo inmaduro que era…
¡Nat! ¡Claro! ¿Cómo no había pensado en ella antes? Nat era mujer. Sabía de esas cosas. Ella solucionaría todo ese problema y para cuando fuera de día, la pequeña e inesperada Lena sólo sería una anécdota divertida.
Se lanzó hacia su teléfono celular como si se tratara de un salvavidas dejado por descuido en el medio de un mar tempestuoso en el que naufragaba sin parar. Marcó el número tan rápido como pudo y aguardó, mientras oía el tono que indicaba que estaba llamando.
Cuando lo atendió la casilla de voz después de un minuto de ilusión, cortó y arrojó el teléfono al sillón. Nat estaba aún demasiado molesta para atenderlo. ¿Y todo por una maldita fiesta de compromiso? ¡Quizás esa ni siquiera fuera la única fiesta de compromiso que su hermano iba a tener! Con la taza creciente de divorcios y…
Bien. No era momento de pensar en ello ahora. No cuando la niña lo estudiaba estática, como si lo juzgara. ¿Era normal que los niños tuvieran esa mirada acusatoria?
Se dejó caer en el sillón. No parecía tener mucha más opción. Empezaba a aterrorizarse de verdad.
- Mira, Lena, no sé qué está pasando aquí… creo que yo entiendo menos que tú…- Le dijo, suspirando.- Pero haré lo que sea necesario para solucionar esto. Para los dos.
El conejo fue estrangulado otra vez.
- ¿Tienes hambre?- Inquirió, sólo porque ya no se le ocurría otra cosa.
Por primera vez, obtuvo cierta reacción. Lena asintió frenéticamente y se acercó unos pasos hacia él.
- Bueno… yo todavía no he cenado, así que iremos a ver qué podemos comer…- Se puso de pie y se encaminó a la cocina. Ella lo siguió con timidez.
Le hizo un sándwich gigantesco y se quedó contemplándola mientras lo comía con avidez. Él había perdido el apetito de repente y se preguntó si no se habría quedado dormido demasiado cerca de la chimenea y el calor estaba produciéndole ese sueño tan extraño. Quizás se levantaría en un par de horas y descubriría que todo seguía tan normal como siempre.
Negando, apesadumbrado, se dio cuenta que eso no sucedería. Las peores cosas de la vida solían ser ciertas. Cuando despertara en la mañana, Lena seguiría allí, acosándolo, obligándolo a hacer algo.
Tenía que ir al estudio en la mañana… ¿qué debía hacer con ella? No podía dejarla allí sola en la casa y empezaba a creer que Nat no iba a querer hacerse cargo.
No tenía más opción que dejarla en la estación de policía cuando fuera de camino. Él no era su padre, aunque una lunática hubiese aparecido asegurando lo contrario. La gente inventaba muchas estupideces esos días con tal de conseguir dinero. Alguien que conocía un poco de su pasado había encontrado algo muy ingenioso. Eso era todo.
El sándwich desapareció muy pronto y Lena bostezó. Tom tuvo muchísimas ganas de golpearse la cabeza contra la pared, pero logró vencer la tentación.
- Ven, te prepararé una cama donde puedes dormir.- Extendió la mano, pero ella no se la tomó. Lo miró expectante, como indicándole que hiciera algo y ella lo seguiría. Pensando que ese día infernal no acabaría nunca, Tom se encaminó a la habitación de huéspedes. Era una habitación agradable, con una cama grande y cómoda. Retiró las mantas de la cama y quitó los almohadones de más, dejándolos en el suelo.
Lena no se movió.
- Súbete, vas a dormir ahí hoy.- Indicó, haciéndole señas. Lena se acercó al borde de la cama y trepó al alto colchón con cierta dificultad. Se metió bajo las mantas y dejó el conejito a su lado.
¿Qué debía hacer? Los dos parecían igualmente asustados. Ella se encontraba en un lugar desconocido con alguien desconocido y él se encontraba en una situación que sobrepasaba cualquier otra que le hubiese tocado vivir antes.
- Descuida, mañana todo esto habrá terminado. Sólo hubo un malentendido, ¿sabes?- Murmuró, sin saber si quería consolar a la niña o a sí mismo.- Cuando amanezca me encargaré de que los dos volvamos a la normalidad…
Tom salió de la habitación, vacilando. Finalmente, dejó una luz prendida. De pequeño a él le asustaba mucho la oscuridad. Quizás a Lena también.
Regresó a la sala, donde poco más de una hora antes ni siquiera había imaginado que su noche de paz sería interrumpida de aquel modo. Se recostó en el sillón, cansado y atribulado. Sabía que al día siguiente todo habría terminado, pero mientras tanto se sentía completamente fuera de su elemento. No sabía lidiar con niños. Quizás nunca sabría cómo hacerlo. Lloraban y exigían atención constantemente. Y nunca había sabido cómo la gente soportaba todo eso de cambiar pañales… Lena no usaría pañales, ¿o sí? ¿A qué edad se supone que los niños saben ir solos al baño?
No había lugar a dudas. Cuando saliera camino al estudio, tendría que dejar a Lena con alguien que supiera qué hacer.
Su teléfono celular empezó a sonar. Distraído, estiró el brazo para atenderlo.
- ¿Sí?
- ¿Por qué me llamaste, Tom?- La voz de Nat resonó en su oído y el alivio de Tom alcanzó proporciones inimaginables.
Ella lo ayudaría. Iría de inmediato a la casa y cuidaría de la chiquilla hasta que él la llevara a la policía en la mañana…
¿Pero qué pensaría de todo aquello? Después de su maldito sermón sobre la responsabilidad, la inmadurez y todo eso… ¿no le dificultaría el hecho de reconciliarse con ella? Pasarle el bulto definitivamente no haría que Nat lo viera como alguien más adulto. Sólo haría que le echara en cara nuevamente que siempre tenía que salir a rescatarlo.
- Quería…- Musitó, carraspeando.- Quería asegurarme de que estuvieras bien. Te fuiste muy enfadada y no me gusta pensar que estuviste conduciendo en la nieve así…
- Estoy bien.- Aseguró, y parecía que se ablandaba un poco.- Pero creo que necesitamos pensar, Tom. ¿Entiendes la gravedad del asunto? La entiendes, ¿verdad? No podemos crecer como pareja si no crecemos individualmente como personas…
- Claro que te entiendo.- Exclamó, sintiéndose algo acorralado.
- Creo que debes pensar. Debes plantearte si eres capaz de hacerte cargo de las cosas, si estás en posición de ser responsable…
Tom tuvo ganas de responderle con ironía, pero se abstuvo.
- Nat, créeme: desde que te fuiste… he visto las cosas con otra perspectiva.
Casi podía verla sonreír del otro lado.
- Me alegro de oírlo. Sé que puedes ser un adulto, Tom. Sólo tienes que habituarte a ello.
- Por supuesto… lo pondré en práctica. Desde mañana. Desde hace una hora, Nat.- Empezaba a dolerle la cabeza.
- Ya verás que no es tan difícil. Es un juego de niños.
Tom decidió cortar la comunicación antes de que empezara a implorar por ayuda.
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2 comentarios:

asdasdasd_ dijo...

me encanto el fic porque ademas sale de lo comun con respecto a los de tim.. u know xD ademas que es de tommy. el mas bello de todos xDD

felicitaciones !!!

you did it again!!!

sam_mccartney dijo...

UUUh no puedo esperar para lo que sigue jeje