domingo, 6 de septiembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 10.

Como si no hubiese sucedido nada fuera de lo normal, Tim regresó a paso rápido a su mesa, donde Jayne lo esperaba mientras leía el menú. Disimuló la respiración agitada y se sentó, echando un fugaz vistazo sobre el hombro de su mujer, desde donde podía ver la mesa donde estaba sentado Eddie, todavía esperando a Georgia.
- Creo que voy a probar la pasta con salmón…- Musitó Jayne distraídamente.- ¿Tú qué quieres, cariño?
Georgia apareció en la entrada del pasillo que conducía a los baños y se encaminó lentamente de regreso a su sitio, manteniendo la cabeza en alto y con una mano aferrando firmemente su cartera, como si estuviera nerviosa.
- ¿Tim?- Jayne lo miró extrañada.- ¿Algo va mal?- Comenzó a girar la cabeza para ver qué era lo que atraía la atención de su esposo, de modo que Tim reaccionó a toda velocidad y la tomó por la barbilla. Se inclinó sobre la mesa y la besó apasionadamente, con un ojo entreabierto para poder espiar lo que sucedía.
Georgia acababa de sentarse, pero estaba petrificada en su lugar, mirándolos fijamente. Tim esbozó una sonrisa maliciosa sin dejar de besar a Jayne y logró que apartara la vista, evidentemente molesta.
- Presiento que tienes ganas de ir directo al postre…- Susurró Jayne contra sus labios, separándose para tomar aire.- Debimos quedarnos en casa…
Tim volvió su atención al menú.
- Creo que pediré lo mismo que tú.- Farfulló, antes de guiñarle un ojo con picardía.- Así ahorraremos tiempo.
El celular de Tim comenzó a sonar en su bolsillo antes de que Jayne pudiera agregar algo más. Él respondió enseguida, aunque con cierto desgano al descubrir que se trataba nuevamente de Tom.
- ¿Dónde estás?- Dijo su amigo de inmediato, obviando el saludo.
- Estoy cenando con Jayne, Tom, ¿qué pasa?- Dijo, en el momento en que el camarero llegaba a tomarles el pedido. Jayne se encargó de ordenar la comida mientras él hablaba.
- No me gustó cómo terminó nuestra última conversación y quería asegurarme que no hicieras estupideces.
- Creí que estabas provocándome para que hiciera justamente eso.- Observó como Georgia reía de alguna estupidez que Eddie había dicho y tuvo ganas de lanzarles algo.
- No. Sólo trataba de demostrarte que no puedes ocultar que aún te importa, y que debes resolverlo cuanto antes.- Contestó Tom, severamente.- Pero me alegra que te hayas quedado en casa con Jayne y…
- Estamos en The Fat Duck. - Interrumpió, con un tono significativo. Tom se quedó callado unos segundos.
- ¿De verdad? ¿Y Georgia aún está ahí con Eddie?
Tim carraspeó.
- Sí, claro.
El camarero se fue y Jayne lo miró interrogativa.
- Tengo que irme, Tom, te llamaré en la mañana.
- ¡Espera! No seas idiota, Tim.- Masculló apresuradamente.- Llévate a tu mujer a tu casa. A Jayne no va a gustarle nada esto.
- Ya es un poco tarde.- Le sonrió a su esposa como disculpándose por la intromisión.
- ¡No se te ocurra hablar con ella! Vas a arruinarlo todo, Tim.
- De acuerdo, hasta mañana.- Cortó y volvió a ponerse el teléfono en el bolsillo.- Tom quería comentarme algo sobre una canción que no me gustaba mucho.
- Están trabajando demasiado. No les hará nada mal olvidarse de la música por el fin de semana.- Jayne estiró la mano por encima de la mesa para tomar la de él.
- Hoy planeo dedicarme a ti.- Murmuró, pero sin mirar a Jayne. En su lugar, estaba contemplando a Georgia que se llevaba el tenedor a la boca.
La coherencia había abandonado a Tim por completo y todo lo que le importaba en ese instante era lograr que Georgia no se fuera a casa con ese pobre espécimen de hombre. Iba a lograrlo, aunque no estaba muy seguro cómo hacerlo sin que Jayne fuera consciente de ello.

Dándole un sorbo al vino, Georgia espió de reojo y sintió que le hervían las entrañas cuando vio cómo Jayne pinchaba algo en su plato y se lo daba a Tim en la boca, en medio de bromas y risas de complicidad adquirida después de muchos años de intimidad.
Esa intimidad era una farsa y ella lo sabía. Estaba construida sobre bases poco confiables. El amor de Tim y Jayne no podía ser genuino. Él estaba con ella sólo porque era un reemplazo. Sólo porque no había podido estar con quien realmente quería estar.
- De modo que decidí ser mi propio jefe…- Estaba diciendo Eddie, recordándole que le había preguntado por su compañía. Se obligó a dejar de mirar a Tim, que acababa de posar sus ojos azules en ella con una frialdad insoportable.- Y no me ha ido tan mal, ¿sabes?
- Es genial, Eddie.- Le sonrió dulcemente. Ya no sabía de qué más hablarle, porque lo cierto era que estaba pendiente de la parejita feliz algunas mesas más allá.- ¿Por qué no me cuentas de tu matrimonio?- Masculló, distraída, pensando rápidamente.
- No hay mucho que contar en realidad.- Se encogió de hombros.- Fueron sólo dos años. Ella era…
Pero no oyó como era ella. Tim estiraba un brazo sobre la mesa y le acomodaba tiernamente el cabello a Jayne, mientras le hablaba en susurros, haciendo que ella se sonrojara y sonriera ampliamente. Eran dos idiotas pegajosos y empezaban a fastidiarla…
Jayne se puso de pie y se encaminó hacia el baño, echándole lo que parecían miradas seductoras sobre el hombro a medida que se alejaba. Pero en cuanto se perdió en la distancia, Tim cambió por completo su expresión, ensombreciéndola, y se fijó de inmediato en Georgia, atrapándola espiándolo.
Se miraron sin siquiera parpadear varios segundos. El desprecio en el rostro de él era casi palpable y Georgia empezó a sentirse incómoda a más no poder. ¿Acaso creía que podía intimidarla? Maldito estúpido.
Tim levantó su copa y bebió un largo trago de vino. Cada movimiento que hacía no interrumpía su eterna mirada sobre ella, como si la vigilara.
¿Quería arruinarle la noche? Muy bien. Ella iba a arruinársela a él.
- …así que me dejó, hace unos tres meses.- Seguía diciendo Eddie.- Fue muy difícil, pero…
- Oh, cariño…- Georgia le tomó la mano y le acarició los dedos suavemente, sorprendiéndolo.- Lo lamento. Debe haber sido muy doloroso…
Tim pareció enderezarse en su lugar para poder ver bien qué demonios estaba haciendo Georgia. Empezó a respirar entrecortadamente.
- Sí, bueno…- Murmuró Eddie, sin saber qué decir.- Los divorcios no son fáciles.
- Por supuesto que no.- Georgia se inclinó un poco por encima de la mesa.- Pero con todo lo malo que nos sucede, llega una recompensa…
Eddie abrió y cerró la boca un par de veces, incrédulo.
- ¿Vas a…?- Balbució.
- Creo que hay cosas que no deben hacerse esperar.- Se humedeció los labios lentamente, para provocarlos a ambos al mismo tiempo y luego se acercó más a Eddie, hasta que ya ni siquiera pasaba el aire entre ellos.- ¿No te parece?- Susurró, y él sólo atinó a asentir torpemente.
Cuando Georgia lo besó, Tim se puso de pie con brusquedad, olvidándose del todo de cualquier tipo de sutilidad. Eddie le respondió de inmediato, haciendo caso omiso de lo que sucedía alrededor, pero Georgia fijó la mirada en Tim y se divirtió con su reacción, pagándole con la misma moneda.
Ni siquiera estaba prestándole atención al beso. No le importaba cómo se sentía, si había electricidad, si Eddie lo disfrutaba o pensaba que era pésima haciéndolo. Sólo quería ver a Tim humillado al menos un poco, como había estado humillándola desde que se encontraran en el pasillo.
Jayne regresó en ese momento tan oportuno y Tim tuvo que regresar a su postura de disimular lo que estaba sucediendo. Georgia se apartó de Eddie de inmediato y continuó comiendo como si nada. Él trató de recuperar el aliento, dificultosamente.
- Vaya…- Farfulló, ahogadamente.- Eso fue…
Pero ella ni siquiera lo escuchó. Tim se excusaba y se levantaba de la mesa, caminando con la velocidad de un rayo y sorprendiendo a su esposa, que lo siguió con la mirada, preocupada. Georgia sonrió triunfante.
Eddie trató de volver a entablar una conversación normal para no perder el interés de Georgia, lo cual era bastante duro. A los pocos minutos, fueron interrumpidos por el camarero nuevamente.
- ¿Es usted Georgia Atwood, señorita?- Preguntó amablemente. Ella asintió extrañada.- Tiene una llamada. Puede tomarla en la barra, si desea.
Frunciendo el ceño, intrigada, se levantó. Se preguntó si sus padres tendrían algún problema, aunque en realidad no les había dicho que iba a ir a ese restaurante…
Apenas llegó a la barra, Tim apareció a un lado y la tomó del brazo otra vez, arrastrándola hacia la puerta de la cocina, que era lo más cercano. Un par de cocineros curiosos los miraron cuando entraron.
- ¿Qué haces? Creí que ya te habías cansado de este juego.- Refunfuñó Georgia, sintiéndose una tonta por haber caído en la trampa.
Tim parecía una bestia enfurecida.
- Sí, estoy cansado de este juego, Georgia, así que termina de una vez.
- Déjame recordarte que eres tú el que vino a espiarme.- Acusó, con los ojos entrecerrados.- Yo sólo esperaba disfrutar de una noche tranquila con un tipo…
- Aburrido y asqueroso.- Completó él.- ¿Cómo demonios puedes dejar que te ponga un dedo encima?
- Tú dímelo. Eres tú el que se casó con Jayne.
Los ojos de Tim relampaguearon.
- No hables así de mi esposa.
- No hables así de mi cita.
Los dos eran demasiado testarudos y orgullosos y aquella discusión podía durar para siempre. Ninguno iba a dar el brazo a torcer y Tim estaba tan furioso que Georgia lo creía capaz de echar abajo todo el maldito restaurante en un segundo.
- Esto es un callejón sin salida, Tim.- Suspiró, cansinamente.
- ¿Vas a irte a la cama con él?- Repuso en cambio, bruscamente. Varios camareros se volvieron, interesados, a presenciar la escena.
Georgia se cruzó de brazos.
- Eso no te incumbe.
- ¿Sí o no?
- No voy a responderte, Tim.- Exclamó fastidiosa.- ¿Qué me dices de ti? ¿Vas a revolcarte con tu mujer esta noche?
- Sí.- Respondió simplemente y Georgia sintió que la sangre le borboteaba en las venas.
- Eres un bastardo arrogante…- Le dio un puñetazo en medio del pecho.- ¿Quién te piensas que eres? ¡Voy a irme a la cama con quien se me de la gana! ¡Quizás esta noche me acueste con Eddie y con todos estos camareros!- Interceptó a uno que pasaba acarreando una bandeja vacía y lo tomó del brazo.- ¿Qué me dices, eh?
- Digo que sólo lo haces por despecho. Detestas verme con Jayne, no lo soportas…- Dio un paso hacia ella y la obligó a soltar al pobre tipo.
- No, el que no soporta esto eres tú. Admítelo. Llevas quince años resentido porque te abandoné y no resistes la idea de verme con otro. Estás con Jayne sólo para sentirte acompañado, pero jamás llenará ese espacio vacío, ¿verdad?- Espetó, maliciosamente.
- No te necesito, Georgia.- Bramó, pero era evidente que había tocado una fibra sensible que lo había hecho explotar.- Me alegra que todo haya terminado. Me alegra no haber acabado contigo. Me alegra no tener una cualquiera como tú como esposa…
Georgia también explotó, de indignación. Le dio una bofetada que resonó en la silenciosa cocina que había quedado pausada para poder presenciar toda aquella pelea. Se dio media vuelta, salió de allí, y Tim fue tras ella, pisándole los talones.
- ¡Cualquiera!- Farfulló, furiosa.- ¡Cualquiera es una mujer que traiciona a su mejor amiga, Tim, que le clava un puñal por la espalda y le arrebata lo que no le pertenece! ¿Por qué no le preguntas a Jayne qué mierda es una cualquiera?
- ¡No te hagas la ofendida conmigo!- Respondió él, y ambos estaban totalmente ajenos al revuelo que estaban causando. La gente comiendo apaciblemente en sus mesas se volteaban a ver qué estaba pasando y murmuraban en voz baja.- ¡Te gusta destilar veneno, pero no te gusta cuando te dan un poco de tu propia medicina!
Georgia se detuvo y plantó los pies firmemente en el suelo, enfrentándolo.
- No tienes idea de lo que estás diciendo. No tienes idea quién es la verdadera víbora en esta historia, Tim.- Él se quedó mirándola, casi temblando de enojo, pero sin emitir una sola palabra, ni mover un solo músculo.- Y, apropósito, tu mujer se está escabullendo.
Sobresaltado, Tim volvió la cabeza y vio cómo Jayne salía a toda velocidad del restaurante, casi corriendo hasta el auto aparcado enfrente. Se olvidó por completo de Georgia y corrió tras ella, llamándola a voces para detenerla.
Georgia, sintiendo que el corazón estaba a punto de saltarle del pecho, regresó junto a Eddie, que la miraba boquiabierto y se paró frente a él.
- No sé qué piensas tú, pero esto no va a funcionar.- Tomó su cartera y su abrigo.- Gracias por la cena. Creo que no hay necesidad de pedir ese champagne después de todo.
Se encaminó a la salida, sin mirar atrás y sin nadie corriendo tras ella que la retuviera.

Jayne había sido más rápida que él y se había llevado el auto, de modo que Tim tuvo que caminar de regreso a casa, anticipando la tormenta que lo esperaría al llegar.
Había actuado con imprudencia al permitir que sus impulsos lo ganaran. Ir tras Georgia había sido una estupidez gigantesca. Que estuviera enamorado de ella no significaba que…
No. Había estado enamorado de ella. En el pasado. Ya no. No había más razones para que hiciera esas ridículas escenas de celos que no hacían más que causarle problemas. No había razones para herir a la mujer con la que estaba casado por una caprichosa que lo había abandonado siendo adolescentes.
Ya casi podía oír a Tom diciéndole burlonamente te lo dije.
Nunca nada lo había enfurecido tanto como ver a Georgia besar a ese idiota. Ver cómo permitía que le metiera la lengua hasta la garganta y lo miraba provocativamente. Saber que se lo hacía adrede. Saber que tenía intenciones de seguir hiriéndolo después de todo ese tiempo.
¿Por qué ella se creía con derecho a estar enojada? Georgia había sido quien lo dejara sin dar explicaciones, sin pararse a pensar a quién lastimaría. Había decidido que no le gustaba su vida y se había ido sin considerar que la gente que formaba parte de ella iba a quedar devastada.
Sacudió la cabeza, frustrado. No. No era Georgia por quien debía preocuparse en ese momento. Si no se andaba con cuidado su matrimonio iba a desmoronarse por culpa de un mero recuerdo.
Cuando al fin llegó a su casa, tuvo la sensación de que esta se erguía silenciosa y amenazante, como una antelación de lo que lo esperaba adentro. Abrió la puerta lentamente y entró arrastrando los pies.
Lo recibió un rugido de pura furia.
- ¡Vete de aquí!
Tim observó boquiabierto a su mujer. Jamás la había oído gritar de una manera tan violenta y caminaba de un lado a otro de la sala, como un animal enjaulado.
- Jayne, cálmate.- Dijo, firme. Necesitaba tranquilizarla y buscar alguna explicación que tuviera sentido.- Tenemos que hablar.
- ¡No quiero hablar contigo! ¡No puedo creer que me hayas hecho algo así!- Exclamó, ofuscada, poniéndose lo más lejos posible de él.
- ¡Pero no he hecho nada!- Farfulló Tim con su mejor mirada de inocencia.- Fue un encuentro desafortunado. Discutimos. Eso es todo.
- No creo ni una sola palabra.- Las mejillas de Jayne estaban cubiertas de lágrimas que caían salvajemente.- ¿Cómo pudiste?
Tim cerró los ojos, buscando algo de paciencia muy profundo dentro de él.
- Mira, cariño…
- ¡Déjame en paz! ¡Quiero estar sola!
- ¡Jayne, por Dios! ¿Por qué tienes tanto miedo de Georgia? ¿Qué crees que…?- Pero cometió el error de no elegir bien sus palabras, y Tim fue interrumpido por un nuevo rugido furioso.
- ¿Miedo? ¡¿Miedo?!- Tomó el primer portarretratos que tenía cerca y se lo arrojó con fuerza. Tim se agachó justo a tiempo.- ¡Hijo de puta!
Logró esquivar un segundo misil dos segundos antes de que impactara en el lugar donde había estado su cabeza.
- Jayne, hablemos. No vas a solucionar nada arrojándome todos los adornos de la casa.
- ¡Si vas a dejarme por Georgia sólo hazlo de una vez, Tim, y ahórrame toda esta humillación!- Gritó, dejándolo helado.
- ¡No voy a dejarte, Jayne! ¿Estás loca?- Repuso, frunciendo el ceño.
- ¿Te crees que no sé que te casaste conmigo sólo porque no pudiste tenerla a ella? ¿Te crees que no sé que como no conseguiste a la chica de tus sueños te casaste con su mejor amiga porque era lo que más se acercaba?- Cuanto más gritaba Jayne, más incrédulo se sentía Tim.- No soy estúpida, Tim. Creí que podía hacer que te enamoraras de mí, pero…
- ¡Estoy enamorado de ti! ¡No me casé contigo por despecho, maldita sea!- Bramó, perdiendo los estribos más de la cuenta. Sentía tantas ganas de gritar que no sabía qué le pasaba.- ¡Georgia no es más que mi pasado!
- ¿Entonces por qué no dejas de ir tras ella todo el tiempo?- El llanto de Jayne le partía el corazón.- ¿Crees que estoy ciega? Me doy cuenta lo que hiciste hoy, Tim…
Lo miró con los ojos embargados en lágrimas y una expresión de cansancio en el rostro. Tim suspiró, sin saber bien qué decir.
- Sentémonos. Hablemos. Tomemos un café y dejemos de gritar.- Pidió suavemente, pero ella negó con la cabeza.
- Sólo quiero irme a la cama.
Tim le dedicó una sonrisa inexpresiva.
- Está bien. Nos iremos a la cama y…
- No.- Cortó Jayne de inmediato, con la mirada más gélida que le había visto en su vida.- No quiero dormir contigo. No puedo acostarme en la misma cama que tú después de lo que hiciste.
- Pero, cariño…
- Vete a casa de alguno de tus amigos, Tim, haz lo que quieras.- Se tragó un sollozo con el último vestigio de dignidad que le quedaba.- Lo que quieras. Pero te advierto… si te vas con ella, no regreses.
Jayne se dio media vuelta y se encaminó a la habitación de ambos. Tim se quedó allí parado unos minutos, confundido, culpándose a sí mismo por ser un idiota y dándose cuenta que su esposa acababa de cerrarle las puertas de su propia casa.
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5 comentarios:

Lali dijo...

aaaaaaaa! maldita Jayne, caradura por tu culpa se separaron y ahora te venis a hacer la ofendida gdkfgj LA ODIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

pili dijo...

ahhhh
me encanta la tensión de las escenas!
cuando agarra del brazo al camarero, jajaj, notable!

karidiva dijo...

please!! otra pronto!! necesito saber adonde se va a dormir Tim!!!

asdasdasd_ dijo...

jjajajajajajajajajajajaja Tim va a dormir donde Georgia xDD aaaaaa!! estamas weno el fic !! tienes talento niña ^^

Maggie dijo...

hey! porqué se borró mi comentario??