Tim notó algo extraño con sólo traspasar la puerta. Algo que flotaba en el aire, haciendo que se le formara un nudo en el estómago.
Entró a la cocina. La taza de café de Jayne había sido olvidada sobre la mesa y estaba fría. No había señales de su esposa, de modo que se puso a buscarla por la casa. Lo primero que lo atrajo fue un ruido que provenía de su estudio, en el otro extremo, cosa que lo puso un poco nervioso, porque era justamente el lado donde había estado con Georgia.
Empujó la puerta muy despacio y lo que vio no le gustó para nada. La otra taza de café que faltaba en la cocina estaba rota en el piso y el oscuro líquido se expandía por todo el suelo. Jayne estaba apoyada con ambas manos, dándole la espalda, sobre uno de sus pianos.
Tim se dio cuenta de inmediato lo que había sucedido y se puso tenso. Jayne movió apenas la cabeza en señal de que había notado que había entrado a la habitación. Lo miró de reojo, con las mejillas arrasadas en lágrimas y ya no le quedó duda alguna.
- Cariño, escucha…- Murmuró suavemente, preguntándose cuál sería la mejor manera de calmarla.
- ¿Cómo pudiste?- Farfulló, casi inaudiblemente, y de un modo tan lastimero que le estrujó el corazón.- ¿Cómo pudiste, Tim?
- Jayne, por favor…- Dio un paso hacia ella, pero en cambio, su esposa se alejó, poniendo el piano entre ellos para evitar que se le acercara.
- No puedo creerlo…- Parecía atónita y desorientada.- ¡Estabas ahí afuera, con ella! ¡Oí todo lo que le dijiste, la besaste aquí mismo, conmigo en la casa!
- ¡No!- Dijo él de inmediato, levantando una mano en señal de defensa.- No, no la besé, Jayne, no fue lo que piensas.
- ¡Pero la besaste anoche! ¡Fuiste a buscarla! ¿Vas a negármelo, Tim?- Gritó y él casi sintió cómo temblaban los vidrios de las ventanas.- ¡Escuché lo que te dijo! ¡Ni siquiera se molestan en disimularlo, por amor de Dios!
Era como si las paredes a su alrededor comenzaran a cerrarse más y más. Tim sentía que pronto estaría ahogado, que no habría espacio suficiente para ellos dos y para todas las cosas que había en aquella habitación.
- Fue un error.- Aceptó al fin y Jayne dejó escapar un chillido doloroso.- Y definitivamente no fue a propósito.
- La sigues amando.- Sollozó entrecortadamente.- La sigues amando…
Fue deslizándose hacia el piso, hasta que quedó acurrucada contra sí misma, hecha un revoltijo de llanto y puro temblequeó. Tim se acercó a ella a toda velocidad y se inclinó a su lado.
- No.- Susurró, tratando de tomarla de la mano.- No, Jayne. Sabes que te amo. Lo mío con Georgia murió hace mucho tiempo.
La expresión del rostro de Jayne se convirtió en una mezcla de angustia e irritación.
- ¿Por qué me tratas como a una estúpida, Tim?- Puso las manos en su pecho y lo empujó con todas sus fuerzas para alejarlo. Se levantó dificultosamente y consiguió llegar al punto más alejado de la habitación y sostenerse del respaldo del sillón. Todo su cuerpo temblaba de manera incontrolable y un miedo feroz se estaba apoderando de ella. Ahí estaba lo que había temido quince años. Estaba sucediendo y no podía creer que realmente su pesadilla se hiciera realidad…
- Jamás te trataría como a una estúpida.- Replicó él de inmediato.- Ni haría nada para lastimarte.
- Mientes. ¡Estabas aquí afuera diciéndole que te vuelve loco! ¡No negaste en ningún momento que no quisieras estar con ella, maldita sea!- Gritó, sintiendo que era el pánico el que comenzaba a hablar por ella.
- ¡Todo esto es una locura! ¿Qué tengo que hacer para probarte que no quiero estar con Georgia? ¡Estoy casado contigo, Jayne! ¡Es a ti a quién elegí!
Jayne esbozó una sonrisa de lo más triste. Eso era lo que él creía.
- No, y sabes que no es así. Sólo terminaste conmigo porque estabas tratando de cubrir una herida.- Estaba tan segura que la vida que se había construido estaba a punto de caerse a pedazos, que no lograba congeniar sus pensamientos con coherencia. Tenía que salvarse como pudiera. Tim era su salvavidas. Sin él, iba a hundirse…- Necesitabas a alguien que hiciera que no pensaras en Georgia y yo era lo único que tenías a tu alrededor…
- ¿Por qué dices estas cosas?- Tim frunció el ceño sin terminar de comprender.- ¿Por qué te cuesta tanto aceptar que me enamoré de ti y que esa fue razón suficiente para casarme contigo?
- ¡Tú dímelo!- Espetó ella, frustrada.- ¿Cómo puedo creer en ti si no haces más que ir tras ella en cuanto aparece?
Tim se quedó callado unos segundos, y eso fue lo peor que pudo hacer. Sin embargo, no podía evitarlo. ¿Qué podía decirle a su esposa? Algunas veces la había encontrado de casualidad. Otras, no había podido resistirse. Los asuntos inconclusos con Georgia parecían brotar dentro de él… al igual que ese inesperado deseo que estaba metiéndolo en tantos problemas.
Jayne, más indignada que nunca, se dio media vuelta y salió del estudio a toda velocidad. Tim maldijo por lo bajo y se apresuró a seguirla.
- Jayne…- Ella no le hizo caso y siguió caminando, casi corriendo en dirección a su habitación.- ¡Jayne!- Apretó un poco el paso y la detuvo, tomándola por el brazo justo cuando empezaba a subir por las escaleras.
Su esposa se volvió hacia él con los ojos llenos de lágrimas y el labio inferior algo tembloroso.
- Sólo quiero saber una cosa…- Farfulló muy despacio.- Y dime la verdad, Tim… ¿te acostaste con ella?
- No.- Contestó con calma, buscando la forma de suavizarla un poco.- No, Jayne.
- Pero la besaste.- No fue una pregunta, sino una afirmación y Tim se sentía terriblemente por no poder contradecirla.
- Terminé con Georgia, Jayne.- Dijo en cambio.- Para siempre.
Ella rió un poco entre las lágrimas, pero con una amargura tal que le traspasó el corazón.
- No, Tim. Tú nunca vas a terminar con Georgia. Nunca la olvidaste y nunca lo harás.
Y así sin más, logró que la soltara y se perdió en lo alto de la escalera, dejándolo en un estado de espantosa impotencia.
Impotencia que se acrecentó dolorosamente cuando, diez minutos más tarde, Jayne salía de la casa, cargando un bolso con algunas de sus pertenencias y, subiéndose al auto, pisó el acelerador con fuerza para poder dejarlo atrás lo más pronto posible.
En la profunda soledad de North Trade Road, Tim cerró el refrigerador de un golpe brusco, destapó una botella de cerveza y marcó por vigésima vez el número de Jayne en su celular.
Cuando fue directo al buzón de voz, se dio cuenta de que su esposa se había cansado y había apagado el maldito teléfono. Y sólo entonces Tim comenzó a dejar que la desesperación fuera relegándose a un segundo lugar, para darle prioridad a una furia que iba volviéndose incontenible.
¿Qué derecho tenía Georgia a regresar después de tantos años y crear semejante caos? Todos habían continuado con sus vidas y habían dejado de lado el dolor. ¿Quién se pensaba que era para llegar de repente, provocarlo y creer que podía chasquear los dedos y regresar el tiempo atrás?
Se dejó caer en el sillón y se frotó la sien con la punta de los dedos. Se sentía enojado con Georgia. Todo aquello era su culpa. Si había cometido un error, tendría que haberlo descubierto antes. ¿Acaso se había creído que él iba a esperar a que se decidiera si lo quería o no, si regresaría o no, antes de seguir adelante? Mierda, no. Había tenido muchísima suerte de contar con Jayne, de enamorarse de una mujer como ella, que sabía por lo que había pasado, que sabía lo que esperaba, que nunca le había reprochado nada sobre ese pequeño y caprichoso fantasmita que sobrevolaba sus cabezas todo el tiempo. Pero que dejara de ser un fantasma y cobrara la forma real y corpórea lo había complicado todo.
Sin embargo, la peor parte se la llevaba él. Tim era consciente de que había tenido dos caminos y había optado por el más estúpido: limitarse a ignorarla y a olvidar la historia pasada que los unía, para poder seguir con la vida normal y feliz que Jayne le había dado; o ser lo suficientemente débil como para dejarse seducir nuevamente, tentarse, caer en ese deseo absurdo y sin salida, pensado para destruir…
En el confundido y enfurecido cerebro de Tim se encendió una pequeña luz y con sólo eso pudo ver todo el asunto con la claridad que necesitaba: era demasiado obvio, demasiado simple y, a la vez, retorcido. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Todo aquello no había sido más que una escena insignificante. Lo que Georgia le había dicho, toda esa estupidez de lo que había sentido cuando la besara, toda esa provocación… habían sido una mera actuación. Alguna especie de venganza. Alguna especie de desquite.
¿No era evidente, acaso, lo mucho que debía pesarle a Georgia, que llegaba vencida y habiendo perdido absolutamente todo, el hecho de que él hubiese elegido a su mejor amiga como esposa? ¿No le habría resultado insoportable ver cómo las dos personas que más la querían y a las que había abandonado, habían acabado por unir esa amargura y transformarla en amor? ¿No era lógico que montara toda aquella escena para que Jayne oyera sus palabras y se enterara que se habían besado? Así sólo estaba devolviéndole en cierta medida lo que ella había hecho. Aunque Georgia ya no tenía derecho a reclamarlo…
Tim analizó esa idea durante varios minutos, se levantó, buscó otra cerveza y se dijo a sí mismo que era la única explicación. No existían encuentros casuales entre ellos. Georgia lo había planeado todo, de eso no cabía duda. Incluso la noche anterior, en el techo. De seguro se había enterado que iría a casa de sus padres y que tendría que pasar por allí. De seguro sabía que seguía siendo el mismo idiota que iba tras ella cada vez que hacía falta. Y había sabido aprovecharse de ello.
Tomó su celular y volvió a marcar el número de su esposa. La ira parecía haberse vuelto algo líquido que se mezclaba con su sangre y circulaba por sus venas. Estaba harto de Georgia y de sus malditos trucos. Lo único que quería era no tener que verla otra vez, que regresara a ese agujero donde se había estado escondiendo todos esos años.
Arrojó la botella vacía al suelo, molesto, y llamó a casa de los padres de Jayne, a una de sus amigas y nuevamente a su celular. Al no lograr ningún resultado alentador, arrojó también el teléfono y se dijo frustrado que Georgia había logrado ganar esa partida y, por como venían las cosas, era mejor que se preparara a perder lo que quedaba del juego.
Georgia había sido una estúpida por pensar que Tim realmente iría a verla. Lo había esperado ansiosa todo el día, pero a pesar de sus palabras, Tim no había mostrado señales de vida.
Se deslizó en la cama, ya entrada la noche, con el sonido de la tormenta de fondo, que había alcanzado una magnitud tal que había tenido que cerrar las ventanas. Apagó la luz y se quedó con los ojos muy abiertos, sabiendo que no podría dormir y sabiendo también que era una tonta. Se había advertido a sí misma que no hiciera algo como lo que había hecho esa mañana. Y, aún así, se había ignorado y había ido tras el hombre que de ninguna manera volvería a pensar en ella de la manera que Georgia deseaba. Era su culpa, por supuesto, ella lo había empujado a los brazos de Jayne quince años antes. Alguien tenía que darle urgentemente un premio Nobel por su idiotez.
No necesitaba caer en un sueño profundo para recordar el maravilloso beso que se habían dado. Y, aún así, sabía que toda esa pasión, ese calor, ese desesperado impulso por tenerla más cerca no significaba nada. Georgia había imaginado lo que había querido, porque Tim no tenía interés alguno en ella.
Pero… ¿y entonces cómo explicaba la electricidad que había corrido entre ellos esa mañana? Había sido tangible, había cortado el aire en dos, los había hecho temblar y buscarse como dos polos opuestos que se atraen inexorablemente…
Le pareció oír el lejano timbre del teléfono. ¿Quién diablos podría llamar a esa hora? Sus padres llevaban ya un buen rato durmiendo. No era posible que estuvieran esperando alguna llamada.
Se acomodó en la cama y lo ignoró durante un rato, hasta que el constante sonido empezó a irritarla y acabó por levantarse. Bajó las escaleras sin encender demasiadas luces y refunfuñando por lo bajo.
Tropezó sin querer con una enorme maceta que su madre tenía allí quizás desde la década del setenta y que para ese momento Georgia debía ya de recordar, y se golpeó el pie. Pegando saltitos y maldiciendo la condenada planta del demonio ya sin preocuparse por disimular el ruido, se apropió del auricular y contestó de mala manera.
- ¿Qué?
Pero quien estaba del otro lado no se amedrentó ante su tono de voz.
- Sal ahora mismo, Georgia.
Georgia reconoció al instante que se trataba de Tim y su corazón dio un salto. Pero una pequeña alarma en su interior le dijo que algo no andaba bien.
- ¿Tim?- Comenzó a acercarse a una de las ventanas para poder ver el exterior.
- Sal o déjame entrar. Ahora.- Ordenó y ella se preguntó por qué estaba tan extraño.
Espió hacia el oscuro pórtico. Tim estaba parado en la galería, mojado de pies a cabeza, con el auto mal aparcado cerca de la entrada y la puerta del conductor abierta. Tenía el celular firmemente agarrado y su rostro denotaba cierto enfado que a Georgia no le agradó.
- ¿Qué sucede?- Inquirió, sin abrir.
Tim empezó a perder la paciencia. Le dio un puñetazo a la impecable madera de la puerta.
- ¡Deja de hacer preguntas y abre la puta puerta, Georgia!
Agrandó los ojos, sorprendida.
- No voy a abrirte si no te calmas. Mis padres están durmiendo.- Respondió suavemente, pero eso sólo pareció molestar más a Tim.
- ¡Me importa una mierda qué diablos están haciendo, qué hora es o si tienes ganas o no!- Gritó.- Vas a abrirme ahora mismo y vamos a hacer el amor, maldita sea.
Georgia se quedó estupefacta. Considerando el humor que Tim demostraba eso era lo último que esperaba oírle decir. Frunció el ceño.
- ¿De qué demonios estás hablando?
- ¿No era eso lo que querías, Georgia?- Espetó y al verlo trastabillar y tratar de recuperar el equilibrio, se dio cuenta de que estaba ebrio.- ¿No es para eso que fuiste a verme hoy? ¡Aquí me tienes, sal de una vez!- Golpeó nuevamente la puerta.- Conseguiste lo que querías. Todo tu plan salió a la perfección. Jayne nos escuchó y ahora se fue. ¿Estás contenta?
- ¿Qué?- Exclamó confundida. No lograba entender ni la mitad de las cosas que le estaba diciendo. ¿Qué plan? ¿Jayne se había ido?
- ¡Ábreme!
- No voy a hacerlo, ¿estás loco? Mírate, Tim. Estás hecho un desastre. No voy a meterte así en la casa.- Farfulló, aún algo descolocada por sus palabras.
- Déjate de estupideces, Georgia. Ábreme ahora mismo o volveré a llamarte dentro de una hora y no va a gustarte lo que vas a oír.- Dijo bruscamente.- Te juro que si no eres tú, va a ser otra mujer.
Georgia se sintió indignada. ¿Quién se pensaba que era para ir a decirle algo semejante?
- ¡Ah, sí, muy buena idea, Tim!- Exclamó cortante.- Búscate a una cualquiera con la que tener sexo por ahí, eso hará que tu esposa regrese…
- ¡Cierra la boca y ven aquí!- Masculló él, fastidioso.
- No.- Georgia habló con firmeza.- Vete a tu casa, Tim, antes de que hagas alguna idiotez.
Lo oyó hablar por lo bajo unos segundos y luego la comunicación se cortó. Tim metió el teléfono en su bolsillo y comenzó a regresar a su auto, caminando de forma inestable.
Georgia se mordió el labio. Era increíble que hubiese logrado llegar a su casa sin chocar contra nada. ¿Podría tener otra vez la misma suerte? Era mejor no arriesgarse…
Tomó el primer abrigo que encontró en el armario del vestíbulo y salió corriendo, descalza, tras él. No tardó mucho en mojarse, la lluvia no había arreciado y le dio de lleno en cuanto bajó las escalinatas del pórtico.
Tim estaba tratando de encontrar las llaves, que ya estaban puestas en el contacto. Se acercó a él rápidamente y empezó a empujarlo para que se corriera al asiento del acompañante.
- Muévete, ¿quieres? No tengo toda la noche.- Se subió y cerró la puerta de un tirón. Tim apestaba a alcohol y tenía los ojos vidriosos.- Eres un estúpido, conduciendo así.
- No fastidies.- Barbulló, cruzándose de brazos como un niño enojado.
- Voy a fastidiarte todo lo que quiera.- Replicó, pisando cautelosamente el acelerador y enfilando hacia High Street.- Me sacaste de la cama a media noche y estás hecho un asco. ¿Qué demonios sucede contigo? Tú no eres así, Tim.
- ¿Y qué sabes tú cómo soy yo?- Espetó, frunciendo el ceño.- Desapareciste durante quince años, no te creas que me conoces…
Georgia no dijo nada. Sabía que eran palabras que venían del alcohol… pero también sabía que Tim en el fondo pensaba eso y tenía mucha razón, pero no podía evitar que le doliera. Para ella era como si el tiempo jamás hubiese transcurrido.
Condujo hasta la casa en completo silencio. Tim parloteaba cosas sin sentido cada tanto, pero ella hizo caso omiso de lo que decía. Estacionó lo más cerca de la entrada que pudo y bajó del auto. Lo rodeó a toda velocidad para ayudar a Tim, que estaba maniobrando para no caer en un charco de lodo.
Hizo que le pusiera un brazo alrededor de los hombros y lo arrastró hacia la entrada. Empujó la puerta y lo introdujo en la sala, ambos chorreando agua. Logró llevarlo hasta el sillón más cercano y lo dejó caer: Tim era demasiado corpulento para ella y estaba resollando.
Se dio media vuelta para irse, pero Tim estiró una mano y tomó la suya. La miró con intensidad.
- No te vayas.- Murmuró.
Georgia, en cambio, negó con la cabeza.
- No voy a quedarme, Tim, es una pésima idea.
- No, no lo es.- Musitó, testarudo.- Es lo que tú querías, ¿o no? Para eso me buscaste. Querías que Jayne se enterara de lo que pasó para sacarla de en medio. Felicitaciones, Georgia, se fue. Ahora podemos hacer lo que queramos…
Georgia se quedó helada. ¿Acaso estaba acusándola de…? Ah, no. Eso sí que no.
- Eres más tonto de lo que pensaba si crees que yo hice algo para sacar a Jayne del medio. Estás invirtiendo los papeles, cariño.- Le puso una mano en el pecho y lo empujó para que se recostara en el sillón.- Duérmete y deja de decir tonterías.
Tim se reincorporó nuevamente como un resorte y tiró de ella para acercarla.
- Hablo muy en serio. Y está bien. Todo el mundo quiere vengarse de vez en cuando…- A pesar de estar tan arruinado, tenía bastante fuerza y muy pronto logró envolver sus brazos en la cintura de Georgia sin dificultad alguna.- Y a ti te salió bien. Muy bien. Ahora mi esposa no está y tenemos la casa para nosotros solos…
- Tim…- Murmuró, tratando de empujarlo, pero él siguió sin escucharla.
- ¿Te piensas que yo no tengo ganas?- La recostó en el sillón y luego se acostó sobre ella, aplastándola levemente.- Al principio, siempre pensaba en ti cuando hacía el amor con Jayne… era doloroso, pero parecía más fácil…- Le plantó un beso húmedo en el cuello.- Y aun ahora a veces no puedo evitarlo.
- No seas ridículo. Dijiste que la querías.- Repuso Georgia, haciendo su mejor esfuerzo para girarse y quitárselo de encima, sin mucho éxito.
- Sí, por supuesto.- Atrapó su labio inferior con los dientes y lo mordisqueó con suavidad. Georgia perdió la voluntad de luchar por un segundo.- Pero tú siempre lograbas que te deseara sin importar donde y cuando. Ese tipo de deseo que hacía que no pudiéramos quitarnos los ojos de encima… ¿recuerdas?
- Sí, me acuerdo.- Aprovechó que su labio había sido liberado y recuperó la cordura.- Por favor, Tim, déjame ir.
- Sigo recordando todo lo que te gusta.- Susurró él en cambio, al mismo tiempo que deslizaba lentamente una mano dentro del abrigo de Georgia. Debajo sólo llevaba su camisón, lo cual tampoco parecía un buen augurio. En cuanto su mano alcanzó su piel, Georgia experimentó un intenso temblor en todo su cuerpo.- Y tú sigues reaccionando igual…
- Esto es ridículo.- Lloriqueó, sabiendo que muy pronto no sería capaz de detenerlo.- No puedo hacer el amor contigo, Tim.
- Claro que puedes.- Protestó él.- Y quieres.
Sin aviso previo, se apoderó de la boca de Georgia con la suya, con un beso tan magnífico como el de la noche anterior, pero más salvaje, más desesperado. Ella no supo reconocer su sabor. Todo lo que sentía era la cerveza que había estado consumiendo todo el día y se dijo que no era así como quería que ocurrieran las cosas.
Se quedó sin responder hasta que Tim se separó. Entonces le acarició una mejilla, apenada.
- No voy a negarte que muero de ganas de pasar la noche contigo.- Musitó en voz baja.- Pero no así, Tim.
- Jayne no va a volver.- Farfulló él de una forma bastante lastimera, que la hizo ver que Tim tampoco quería hacer aquello por las razones correctas.
Esbozó la mejor sonrisa que pudo, aunque por dentro no se sentía demasiado feliz.
- Tal vez, sí.- Aprovechó que estaba con la guardia baja y se deslizó fuera del sillón. Tim quedó acostado boca abajo, sin muchas intenciones de moverse.- Y no vas a querer que te encuentre haciendo esto. Pórtate bien.
Se volvió para irse, pero Tim comenzó a protestar con la boca pegada al almohadón.
- Creí que no querías que estuviéramos juntos…- Comentó, quedándose dormido paulatinamente.
Georgia tomó la manta tejida que estaba sobre el respaldo del sillón contiguo y lo cubrió con ella.
- Nunca nada es como quiero, cariño.- Masculló dulcemente. Tim cerró los ojos y se perdió en un sueño profundo. Georgia lo contempló sólo un segundo más y se inclinó a besar sus labios sin poder evitarlo.
Antes de irse, le quitó el celular del bolsillo del pantalón y buscó el número de Tom entre sus contactos. Lo llamó para que fuera a cuidarlo y luego se marchó, caminando sola bajo la lluvia que no amainaba, sabiendo que acababa de hacer lo correcto, pero soportando los reclamos de su piel que pedía que corriera de regreso a él.
La ignoró, como había hecho durante esos últimos quince años.
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8 comentarios:
Oh no!...Tan cerca!...pero agh! lastima que estuviese borracho...Uy ojala la Jayne en verdad nunca regrese..o que minimo Tom lo convenza de que vuelva con Georgia jejej...
Gracias por actualizar!
saludos
mas, mas,mas,mas,mas,mas,mas,maaaaaassss
me encanta este Tim tan obscuro!!!!
que nervios que paso con cada capítulo!... ACTUALIZA HOY TE LO SUPLICO! ;(
yeah!! nuevo capítulo!!
Tim malote jojo
gracias pro actualizar Laura! tienes un gran talento! mira cómo esperamos por tus palabras!
bravo!! gracias por incluirnos en estos mundos!
XOXO!!!
OMG! Aplausos para Georgia que pudo priorizar a la cordura en un momento como ese! Yo no creo poder tener tanta fuerza de voluntad u.u
No puedo esperar al proximo capitulo, estoy con una ansiedad qe me carcome los sesos!!! Subi otro capi pronto please! :D besote
aaahh un tim ebrio! xD jajja
omgsh!! ta demasiado interesante *o*
ojala q la maldita de jayne no vuelva mas :D jojojo
oohh que sexy que tim te llame a media noche y esté afuera del portón de tu casa todo mojado por la lluvia diciendote que quiere entrar a hacer cochinadas!!!
está demasiado buena la historia!!
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