domingo, 15 de noviembre de 2009

Leaving So Soon: Capítulo 20.

Dándole un empujoncito con la pierna, Georgia cerró la puerta del auto. Llevaba los brazos totalmente cargados de carpetas, su cartera balanceándose en una de sus manos y las llaves enganchadas en uno de sus dedos. Tratando de hacer algo de espacio y de equilibrio al mismo tiempo, pasó las carpetas todas a un solo lado y abrió el baúl dificultosamente. Había comprado varios metros de telas distintas para comenzar a hacer realidad sus diseños y quería poner manos a la obra cuanto antes.
- ¿Necesitas ayuda?- Oyó y espió por sobre el auto para ver a su madre que salía de la casa.
- Sí, gracias, tengo demasiadas cosas.- Georgia sonrió, de excelente humor. Llevaba varios días gozando de un estado de ánimo fantástico y sabía exactamente de dónde había salido.- ¿Quieres llevar estas carpetas adentro? Yo cargaré las bolsas.
Molly Atwood se apresuró a librar a su hija de parte de la carga, pero no volvió a entrar en la casa. Se quedó parada a su lado, siguiéndola con la mirada.
- ¿Dónde piensas meter todo esto? No hay lugar en tu habitación.- Comentó frunciendo el ceño.
- Ya pensaré en algo. Quizás encuentre sitio en el sótano.- Respondió Georgia, aunque decidió que era mejor decir algo más antes de que su madre pensara que iba a instalarse allí para siempre.- Es temporal, descuida. No convertiré tu casa en un taller mucho tiempo.
- La verdad es que me asombra que aún sigas en Battle.- Admitió Molly, mientras Georgia cerraba el baúl y emprendían el camino hacia adentro.- Siempre odiaste este pueblo.
Georgia se encogió de hombros. Sospechaba a donde quería llegar su madre con aquella conversación. No había sido casual que acudiera en su ayuda.
- No quiero equivocarme, prefiero tomarme las cosas con calma y tomar buenas decisiones.- Hizo una seña hacia el sillón de la sala.- Deja todo ahí, lo subiré en un momento.
Molly puso las carpetas cuidadosamente sobre el sillón y observó cómo Georgia dejaba a su vez las bolsas llenas de telas.
- ¿Buenas decisiones respecto a qué?- Preguntó entonces y su hija tuvo que ocultar una sonrisa.
Se volvió a mirarla con los brazos cruzados y suspirando.
- Mamá, si quieres preguntarme algo sobre Tim, por favor, deja de dar rodeos y ve directo al grano.
- ¿Estás aquí por él, Georgia?- Inquirió, con una expresión de lo más seria en el rostro.
- Mira, mamá, Tim y yo…
- Sólo contesta mi pregunta.- Interrumpió.
Georgia se tomó unos segundos antes de contestar. Sabía que su madre jamás entendería, pero al mismo tiempo necesitaba hablar con alguien y no tenía a nadie más.
- No lo sé.- Admitió en un murmullo.- Llegué a un punto en que no estaba segura de lo que había hecho en mi vida, ni de quién era realmente. Pensé que viniendo aquí podría recordar algunas cosas.
Se dejó caer en el sillón y se puso a hojear sus carpetas, sólo porque no sabía que hacer con sus manos y empezaba a sentirse incómoda.
- No estás recordando.- Repuso Molly amargamente.- Estás reviviendo el pasado, Georgia. Pero ya no tienes dieciséis años, ni tampoco Tim. Ya es un hombre, que siguió su camino y está casado.
Georgia soltó la carpeta y volvió a ponerse de pie.
- ¿Crees que no lo sé?- Sentía que se violentaba cada vez que le recordaban con quien se había casado Tim.- Jayne recogió los pedazos, y no la culpo. Los abandoné a los dos. De haber sido más lista, me hubiese dado cuenta de que puedes tener lo mejor del mundo: un apartamento en el centro de la ciudad, un auto costoso, un millón de zapatos… pero una vez que pierdes a la única persona que llegaste a amar, nada de eso tiene verdadero valor.
Fue apagándose hasta terminar sentada nuevamente entre su lío de dibujos y telas. Molly se acercó a ella, apenada y le tomó una mano.
- Si lo querías, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué no le dijiste que fuera contigo? Tim te hubiese seguido a donde fuera con tal de estar…- Dijo, dulcemente, pero Georgia la detuvo, tapándose los oídos como si fuera una niña caprichosa que no quería oír más regañinas. Ya no tenía sentido revolver aquello. Lo que había hecho, no lo podía cambiar. Las razones ya no importaban.- Bien. Si no quieres hablar del pasado, hablaremos del presente. ¿Te parece una buena idea ser la amante de Tim? ¿Para eso regresaste?
- ¡Mamá!- Exclamó, ofendida.- No me digas estas cosas.
- Sé que no te agrada, pero quiero ayudarte a que abras los ojos. Si lo que buscabas era empezar de cero, estás equivocándote otra vez. No sé qué clase de vida quieres tener, pero no puedes esperar que Tim sea parte de ella.
- No entiendes.- Georgia se sintió ofuscada. No quería oír hablar siquiera de la posibilidad de vivir sin él. Mucho menos en aquel momento en que la estaba haciendo tan feliz.- Tim…
- Con Tim sólo tienes dos opciones, querida.- La miró con los ojos llenos de tierna comprensión, que sólo lograron frustrarla más.- O te limitas a ser la segunda en la vida de un hombre que jamás estará para ti en un cien por ciento, o lo dejas ser feliz con la vida que se construyó con otra mujer.
Le dio una palmadita en la mano y se puso de pie para ir a la cocina. Georgia se reclinó contra el sillón y cerró los ojos, suspirando.
- No me gustan tus opciones.- Susurró.
- Lo lamento, Georgia.- Se quedó parada en la entrada al pasillo, observándola atentamente. Tras unos segundos, volvió a hablar.- Y no te preocupes. No le dije nada a tu padre de lo que vi en tu habitación el otro día, ni pienso hacerlo. Pero si vas a seguir con esta locura, no lo traigas a la casa.
Dejándola sola con sus cavilaciones, Molly se esfumó casi sin que su hija notara la diferencia. No era ninguna tonta y conocía muy bien las condiciones de su relación con Tim. Sabía perfectamente que tarde o temprano uno de los dos, sino ambos, terminaría lastimado.
Pero también sabía con total certeza que, sin importar lo insoportable que fuera el dolor al final de todo aquello, si había una opción en la que debía dejar a Tim, ésa era, definitivamente, la que no iba a escoger.

Su habitación se había vuelto algo completamente incalificable. Era una especie de híbrido entre alcoba, gimnasio y taller de costura. Había modelos a medio cocer colgados en la bicicleta fija y los rollos de tela sin utilizar estaban apoyados contra la pared junto a la cinta de caminar. Había un maniquí junto a la ventana, lleno de alfileres y del lado opuesto, Georgia había conseguido hacer entrar un escritorio donde había puesto su máquina de cocer.
Allí pasaba casi todo el día, exceptuando los momentos en que se encontraba con Tim o en que iba a comprar más materiales para su trabajo. Las prendas nuevas iban acumulándose una sobre otra encima de la cama y en ocasiones, Georgia se quedaba levantada toda la noche, dejándose llevar por el deseo de tomar las riendas de su destino. O de parte de él.
Esos últimos días había estado enfrascada en encontrar la mejor manera de acabar un vestido. Había comenzado siendo algo simple, pero al verlo terminado, no le había parecido lo suficientemente especial, por lo que la desvelaba la idea de encontrar un detalle que lo hiciera único. Descoció uno de los lados con la intención de rehacerlo y se recogió el cabello para que no le molestara. La noche había caído ya en Battle, era un domingo bastante caluroso y Georgia casi no había salido de su habitación. A Tim le costaba bastante trabajo encontrar una excusa para verla los fines de semana, por lo que generalmente se sentía algo sola. Sin embargo, había decidido que no dejaría que esa sensación la afectara. Y se había volcado de lleno en el trabajo.
Se le ocurrió incorporar algo de tul bajo la falda para darle un poco de volumen, de modo que se levantó del escritorio y fue a buscar un poco. La distrajo un golpeteo en la ventana que la hizo sonreír incluso antes de volverse a ver de qué se trataba.
Se apresuró a abrir y Tim entró cuidadosamente. Ella se cruzó de brazos y lo miró, como si lo regañara.
- ¿No sería más fácil que me llamaras por teléfono para que baje? Uno de estos días vas a matarte trepando por ese árbol.- Musitó. Él ni siquiera respondió. Estiró los brazos para estrecharla por la cintura y acercarla a él. Le plantó un beso suave en los labios y le dedicó una dulce sonrisa.
- No te pongas tan gruñona, sólo estoy de paso.- Susurró. Georgia se aflojó de inmediato y se abandonó al abrazo.- ¿Qué tal tu fin de semana?
- Ocupado, pero vacío.- Contestó ella, acariciándole una mejilla.- ¿Y el tuyo?
Tim parecía reticente a responder. Por un lado, deseaba decirle que la extrañaba cada minuto del día. Por otro, no quería menospreciar a Jayne, que se desvivía por hacerlo feliz, pero que no lograba ocupar el espacio que Georgia reinaba cada vez que la tenía cerca.
Se limitó a encogerse de hombros.
- ¿Estuviste trabajando?- Dijo en cambio, y eso fue todo lo que Georgia necesitó oír para entender que no quería hablarle de su esposa, porque había sido con ella con quien había estado esos últimos dos días.- Parece que has avanzado bastante.
- Sí, estoy muy entusiasmada, de hecho.- La sonrisa volvió al rostro de Georgia, que se despegó de él para mostrarle algunos de sus modelos terminados.- Muero de ganas de ver todo esto colgado en una tienda…
- Al paso que vas, no creo que falte mucho para eso.- Tim contempló el desorden de ropa y tela sin usar que había por todas partes.- ¿Vas a intentar venderlo a alguna marca o…?
- Creo que sería mejor que intentara abrirme paso totalmente por mi cuenta. Buscaré un buen sitio y abriré una boutique.- Se puso un vestido en tonos de amarillo por encima y dio vueltas con él como si se lo estuviese probando.- Una vez que todo se encamine, contrataré gente y sólo me dedicaré a diseñar. Es la mejor parte.- Le guiñó un ojo.
- Todo esto es fantástico, cariño.- Farfulló Tim distraídamente. Hizo una pausa para seguir mirando, pero era obvio que había algo bullendo en su cabeza y que iba a soltarlo de un momento a otro.- ¿Buscarás un lugar en Londres para la boutique?
La verdadera pregunta escondida detrás de sus palabras era si iba a volver a irse y Georgia lo sabía. Se acercó a él por detrás y lo abrazó, apoyando la mejilla en su hombro, tras darle un pequeño beso en el cuello que le produjo escalofríos.
- No, no me siento lista para arrojarme a la gran ciudad de nuevo. Probablemente inaugure en Battle y si todo va bien, pensaré en ampliar los horizontes. Pero falta mucho para eso, aún.- Respondió ella, como si no se hubiese dado cuenta de nada.
Sin embargo, los dos eran conscientes de lo que aquello encerraba. Georgia estaba dándoles tiempo, estaba quedándose, estaba diciendo que no se iría. Tácitamente, estaba haciendo una promesa que significaba mucho para ambos pero que, a la vez, sólo seguía alargando un final ya anunciado.
Y así y todo, ni a Georgia ni a Tim les importaba el dolor que los esperaba cuando despertaran de aquel sueño, porque los ínfimos instantes de felicidad que se daban uno a otro eran suficientes para olvidar cualquier tortura que el destino fuera a depararles.

Hojeando un libro aunque en realidad no estuviera prestándole nada de atención, Jayne levantó la mirada y escrutó el reloj con cierto recelo. Tim había salido a comprar una pizza para la cena, pero… ¿cuánto podía demorar? Hacía por lo menos una hora que había salido. Normalmente, en veinte minutos estaba de regreso.
Tomó su celular y se puso a marcar el número de Tim, pero se detuvo a mitad de camino. Algo andaba mal, podía sentirlo. Últimamente, su esposo tenía la costumbre de desaparecer de vez en cuando para ver a sus amigos, o alargaba sus sesiones de trabajo. Un par de veces había llegado a casa cuando Jayne estaba ya dormida. En el pasado, eso significaba que la recompensaba por su ausencia despertándola a medianoche para hacer el amor. Pero ahora ni siquiera la despertaba para avisarle que había llegado.
Su primer temor fue que Georgia tuviera algo que ver con el comportamiento de Tim. ¿Y si había algo entre ellos? Se habían besado, ¿o no?
Se acurrucó contra sí misma en el sillón, sintiéndose terriblemente mal. Aún así, se obligó a recordar que si bien Tim había besado a Georgia, después había hecho todo lo que había estado en su alcance para recuperar a su esposa. Había vuelto a ella, en vez de dejarla para irse con la mujer que no había hecho más que herirlo. Tim sabía, en el fondo de su corazón, que nadie podría amarlo y cuidarlo nunca como Jayne lo hacía.
Muy a su pesar, Jayne tenía que admitir que a partir de ese incidente, también había llevado las cosas a un extremo. Aterrorizada de que estuvieran a punto de arrebatarle lo único que importaba en su vida, había estado recordándole constantemente que lo amaba, que estaba ahí para él. Lo había mimado llevándole el desayuno a la cama, preparándole sus comidas favoritas, alquilando las películas que le gustaban para verlas juntos, buscando constantemente la manera de complacerlo…
Quizás lo había asfixiado. Quizás había conseguido que Tim necesitara su espacio pero no supiera cómo decírselo.
Nada le aseguraba, de todos modos, que su esposo no estuviese revolcándose con la mujer que había sido su primer amor. Pero, ¿no había decidido que nada le importaba con tal de que Tim estuviera a su lado? ¿No había decidido que no quería explicaciones, ni respuestas? Le bastaba con saber que cuando había tenido que escoger, Tim la había elegido a ella. El pasado no importaba. Jayne era su esposa.
Dejó el teléfono nuevamente. Lo mejor que podía hacer era relajarse y dejar que Tim se sintiera más libre. Si Georgia seguía siendo un problema, sería paciente. Se habían besado, ¿y qué? Un simple beso no significaba nada. Había cosas más fuertes.
Justo cuando acababa de convencerse de que si conservaba la calma el tiempo suficiente, Georgia se iría de Battle, liberando a Tim de una presión innecesaria, librándolo de sus dudas y sus recuerdos, y diciéndose que todo iba a estar bien, escuchó el sonido de la puerta de entrada.
Tim irrumpió en la sala, cargando la caja de pizza. Arrojó las llaves de su auto sobre una mesa y la miró con una sonrisa.
- ¿Aún tienes hambre?- Preguntó, acercándose a ella.- Pensé que iba a envejecer en esa maldita pizzería.
Abrió la caja y le ofreció una porción a su esposa. Ella aceptó y se acomodó en el sillón. Tim se sentó a su lado y la rodeó con un brazo, echándole un vistazo curioso al libro que había quedado abierto entre sus manos, obsoleto. Jayne se apoyó contra él, abandonada a una sensación muy cálida. Era una sensación de pertenencia, de estar justo donde se suponía que debía estar. Era estar tan enamorada de él que no existía nada más que pudiera importarle. Era la extremadamente imperiosa necesidad de mantenerlo con ella, al precio que fuera.

Tras unos cuantos días más internada en su habitación con la máquina de cocer, Georgia echó un vistazo alrededor y se dio cuenta que había avanzado lo suficiente en su prospecto de negocio como para comenzar con la siguiente etapa: la búsqueda de un buen local para su boutique.
Se calzó sus lentes de sol, se colgó su bolso de cuero negro y, con su aspecto más profesional, decidió salir a recorrer las principales calles de Battle, que si bien no eran muchas, quizás tendrían algo que ofrecerle.
La tarde marchaba lentamente y también lo hacía Georgia, escrutando con ojos críticos cada pequeño rincón del pueblo, aunque no de una manera despectiva como lo había hecho a su regreso, ya varias semanas atrás. De algún modo, había empezado a encariñarse con aquel sitio que durante tanto tiempo le había parecido aburrido y hasta detestable. No había nada de artificial en Battle. Nada de falsas promesas, ni de ambición, ni de capricho. Era un lugar tranquilo donde lo que estaba a la vista no escondía segundas intenciones, y que si bien la historia del pasado flotaba a la vuelta de cada esquina, eso no tenía nada de malo. Tal vez porque no eran sólo historias de batallas y reyes de antaño lo que oía Georgia, sino también su propia historia.
Se detuvo, distraídamente, en un local en alquiler a unas dos calles de la Abadía. La ubicación era perfecta y, según lo que llegaba a espiar desde el otro lado del vidrio, el interior no estaba nada mal. Sólo tenía que imaginar algunos detalles decorativos aquí y allá y su ropa colgada en percheros elegantes a los lados…
El sonido de su celular reclamando atención desde el fondo de su bolso pareció llegarle desde lejos, tan ensimismada como estaba en idear lo que haría con ese sitio si acababa siendo el adecuado. Estaba preguntándose si la abertura que creía ver más atrás sería una división que daría a otro espacio grande o si sería sólo un pequeño depósito, de modo que rebuscó en su bolso distraídamente y se limitó a contestar sin mirar quién llamaba.
- ¿Sí?- Musitó, tratando de hacerse sombra con la mano libre para observar mejor del otro lado.
- Suenas ocupada.- Dijo la voz de Tim, omitiendo el saludo.- Por favor, dime que no lo estás.- Agregó, casi en una súplica.
Georgia esbozo una sonrisa y se despegó de la entrada del local unos segundos.
- Todo depende de para qué estés llamando.- Respondió burlonamente. Revolvió las cosas que llevaba en el bolso para ver si tenía un anotador y una lapicera para tomar nota del número telefónico que aparecía en el anuncio de alquiler.
- Bueno, no me importa.- Su tono se volvió casi un gruñido que hizo que Georgia sonriera aún más.- Deja lo que sea que hagas, súbete a tu auto y ven a The Barn cuanto antes.
- No estoy en casa, cariño.- Contestó, dejándose de bromas, al tiempo que guardaba el anotador nuevamente.
- ¿Dónde estás?- Preguntó él con curiosidad.
- High Street.- Se alejó un poco más para contemplar la fachada del local desde otra perspectiva.- Creo que encontré el lugar perfecto para mi boutique, Tim. Muero de ganas de verlo por dentro…
- ¿De verdad? Eso es fantástico, cielo.- Tim sonaba verdaderamente complacido al oírla tan entusiasmada.- ¿Quieres que pase por ti así me lo muestras?
- Me encantaría.- Durante un instante, Georgia se concentró sólo en aquello que le daba felicidad. Tim y sus proyectos. Todos los demás obstáculos se habían borrado temporalmente de su cabeza.- Necesito la opinión de alguien.
- Entonces estaré ahí en diez minutos.
Cortaron y Georgia se quedó allí, estática, simplemente contemplando todo lo que había alrededor, pensativa. La plaza del mercado estaba justo a la vuelta de la esquina, el museo en la misma calle. La gente pasaba constantemente por allí para ir a la oficina de correos, a la Abadía o a la Iglesia. Estratégicamente, estaba en la ubicación ideal. Sólo esperaba que, una vez que pudiera echarle una miradita a lo que había adentro, fuera igualmente perfecto.
Tim no demoró demasiado en llegar. Estacionó el auto detrás de ella e hizo sonar la bocina para atraer su atención, tan concentrada como estaba en sus planes, haciendo bocetos en su anotador de cómo quería diseñar las vitrinas o los probadores. Se había sentado delicadamente en los escaloncitos de la entrada y se levantó de un salto al verlo.
- Mírate, estás hecha toda una mujer de negocios.- Farfulló Tim cuando se sentó a su lado en el auto, mirándola sonriente.
- Búrlate todo lo que quieras, pero mira eso.- Señaló el negocio vacío que parecía algo gris sin ninguna luz encendida dentro.- ¿No es justo lo que necesito?
Tim estudió el lugar unos segundos en silencio, tan críticamente como lo había hecho ella en un primer momento. Finalmente, asintió.
- Me parece que podrías hacer algo muy interesante con este sitio.- Dijo y Georgia dio una palmada de alegría al ver que él coincidía con sus pensamientos.- ¿Por qué no haces una cita para venir a verlo?
- Definitivamente, voy a hacerlo. ¿Quieres venir conmigo?
Tim se apagó un poco y la miró como disculpándose.
- No deberían vernos juntos, Georgia.
Sólo con esa frase logró recordarle cuál era su lugar, después de todo, y la felicidad se le extinguió abruptamente en medio de su pecho. Sus proyectos no eran nada comparados a lo que Tim le provocaba, pero aún así…
- No hay problema.- Repuso en cambio, simulando que no le afectaba en lo más mínimo, pero sin lograr convencerlo demasiado.- Pediré una cita para mañana mismo.
Tim notó que algo se había roto y deseaba recomponerlo cuanto antes. Estiró una mano y tomó la de ella para acariciarla suavemente, demostrándole que, de algún modo, estaba ahí cuando lo necesitara. Aunque no siempre pudiera ser suficiente.
- Logré hacer que nos dejaran el granero para nosotros solos por lo que queda de la tarde.- Exclamó, en un intento por animarla.- Se me ocurre que podríamos hacer una especie de cena romántica…
- Suena fantástico.- Georgia volvió a sonreírle, a pesar de que en el fondo no hacía más que preguntarse cuántas cenas románticas habría compartido con Jayne y cuántas más estarían aún por venir.
El trayecto hasta The Barn se produjo en un silencio casi total, interrumpido eventualmente por comentarios triviales, pero era obvio que de alguna manera la magia que había estado fluyendo entre ellos empezaba a quebrarse, a fuerza de las promesas que no podían hacerse, a fuerza de la libertad que les hacía falta.
Una vez que estacionaron, Georgia bajó del auto y lo siguió al interior, taconeando desganadamente, pero sin soltarle la mano, como si temiera perderse. En cuanto las puertas se cerraron tras ellos, fue como si entraran a un mundo absolutamente privado, y Tim se volvió para tomarla suavemente entre sus brazos, abrumado repentinamente y sin explicación alguna por una sensación que se asimilaba bastante al miedo y que sólo podía atenuar cuando estrechaba a Georgia contra su pecho.
Con un presentimiento desagradable que parecía hacerle correr un frío insoportable a lo largo de la columna, Georgia se aferró a él con más ganas y hundió el rostro en el hueco de su cuello. Se abrazaban tanto que parecía que temían que alguien apareciera y quisiera apartarlos uno del otro.
Sin embargo, Tim se inclinó levemente y la besó, y ese sentimiento terrible se atenuó hasta desaparecer casi por completo. Dejaron que el contacto entre sus labios los calmara, a tal punto que acabaron por separarse sólo para poder recuperar el aliento.
Georgia lo miró y le pareció que una parte de Tim se había debilitado. Un brillo especial muy arraigado en sus ojos azules se lo decía. Apoyó su frente contra la de ella para mirarla y dejó escapar un suspiro, como si estuviera cansado de librar una terrible batalla que se daba en lo más recóndito de su ser.
- Quizás decir esto no sea exactamente lo más inteligente que vaya a hacer en mi vida, y quizás me arrepienta, pero…- Cerró los ojos, buscando un último impulso.- ¿Me creerías si te digo que te amo aún más de lo que te amaba hace quince años?- Georgia lo miró sorprendida, su corazón había dejado de latir. Tim esbozó una sonrisa algo triste.- Es absurdo, lo sé, con todo lo que ha pasado… pero supongo que no puedes buscar mucho sentido a las cosas cuando estás enamorado, ¿verdad?- Rozó sus labios suavemente con los suyos. Los ojos de Georgia se llenaron de lágrimas.- No llores, cariño. Te he dicho cosas mucho más ofensivas que esto.- Enjugó sus lágrimas tiernamente con el pulgar y le arrancó una sonrisa.
Quería decirle que ella también lo amaba, pero las palabras se le atragantaron y él tampoco le dio demasiado tiempo, porque volvió a besarla apasionadamente y tuvo la necesidad de besarlo con las mismas fuerzas.
Tim la levantó en brazos y la llevó al sillón. No se trataba ya de una necesidad física o de un deseo animal de hacer el amor. Se trataba de una necesidad emocional de estar tan cerca de ella como le fuera posible. No le importaba exactamente cómo debía conseguirlo, sino lograrlo y punto. Quería volver a sentir que Georgia era parte de él, y al mismo tiempo, hacerle sentir a ella él le pertenecía inexorablemente.
Aún a pesar de que llevaba más de la mitad de su vida tratando de pertenecer a alguien más.

Aprovechando la soledad de la casa, Jayne se había puesto a organizar algunos papeles cómodamente en la sala. Separó algunas facturas que tenía que pagar y archivó otros que ya habían sido abonados. Cuando terminó, se le antojó una taza de té, de modo que se puso de pie y se dirigió a la cocina.
Estaba calentando el agua cuando vio que Tim se había dejado los anteojos sobre la mesada. Suspirando, preguntándose cómo era posible que su esposo fuera tan distraído, decidió llamarlo por teléfono para ver si necesitaba que se los llevara. Normalmente, no aguantaba demasiado los lentes de contacto y acababa quitándoselos, pero si no tenía los anteojos no iba a ver absolutamente nada.
Marcó el número en su celular mientras se buscaba una taza, pero enseguida saltó el contestador. Evidentemente, había apagado el teléfono.
Dejando escapar un segundo suspiro, suspendió su té y tomó, en cambio, las llaves de su auto. No era la primera vez que tenía que llevarle algo al estudio y, a veces, tenía suerte de encontrarlo justo cuando iba de salida y acababan saliendo a caminar o a cenar algo por ahí. Hacía varios días que estaban encerrados en la casa, así que Jayne decidió que darle una sorpresa haría que las cosas empezaran a ponerse interesantes de nuevo.
Cuando llegó a The Barn vio que el único auto restante era el de su esposo. Seguramente Tim se había quedado terminando algo, como de costumbre, por lo que se sintió animada. Sería más fácil convencerlo, si los otros dos no estaban, de que se fueran juntos. Tenerlo en casa temprano, para variar, no sonaba nada mal.
Estacionó junto al vehículo de Tim y bajó, dejando su cartera en el auto, pero llevando los lentes consigo, sólo en caso de que no pudiera arrancarlo del trabajo y tuviera que dejarlo allí con sus instrumentos.
Empujó la puerta de entrada y, repentinamente, fue invadida por una sensación de que algo andaba mal. Frunció el ceño, asustada, empezando a respirar entrecortadamente sin entender realmente qué era lo que estaba sucediendo. Algo le dijo que no hiciera ruido alguno, por lo que camino muy despacio, buscando a Tim.
Le parecía oír un sonido amortiguado que provenía desde el estudio. El corazón le latía violentamente, golpeándole el pecho de un modo casi doloroso, mientras se acercaba a la entrada que conectaba el pasillo con la sala principal donde Tim y sus amigos solían trabajar.
La puerta estaba entornada y los sonidos amortiguados se convirtieron en jadeos que hicieron que Jayne sintiera inmediatamente un terror inexplicable, porque al instante comprendió qué era lo que iba a encontrar. La garganta se le cerró por completo al luchar contra el llanto agónico que quería escapar entre sus labios, pero aún así se obligó a asomarse y enfrentar la verdad.
Sintió que era arremetida por dolorosas arcadas y tuvo que sostenerse de la pared para no perder el equilibrio. Contemplar aquella imagen era lo mismo que sentir que sus ojos eran arremetidos por un millón de agujas filosas y, aunque tenía la necesidad de cerrarlos para protegerlos, la incredulidad y lo horrible de la escena no se lo permitían.
Justo ahí, casi en medio del estudio, Jayne contempló cómo Tim le hacía el amor a Georgia. Lo vio besar sus labios con dulzura, lo vio acariciar centímetro tras centímetro de su piel con la mayor delicadeza. Lo vio ajeno al mundo exterior, sumido por completo en aquel sueño que Georgia siempre había representado para él. Lo vio susurrarle al oído cosas que seguramente Jayne jamás querría oírle decir y disfrutar de una intimidad que hacía que la que ella había compartido con él pareciera algo casual y sin importancia.
Pero lo peor fue ver cómo la miraba. Los ojos azules de Tim seguían expresando el mismo amor que habían expresado quince años antes, seguía mirándola como si no existiera nada más en el mundo, como si su vida entera dependiera sólo de poder tenerla cerca. La miraba de la manera en que nunca había sido capaz de mirarla a ella, y esa había sido una de las realidades más dolorosas que Jayne había tenido que enfrentar.
A pesar de lo torturante que resultaba estar allí, mirándolos, Jayne no pudo moverse. Siguió escondida ahí, viendo a su esposo haciendo el amor con la mujer que había puesto una sombra constante sobre su matrimonio. Se quedó parada, demasiado aturdida para recordar su nombre siquiera y teniendo la sensación de que lo que estaba viendo iba a atormentarla por el resto de su vida, y que aunque aquello era una prueba irrefutable de que ya lo había perdido y de que nunca lo había tenido en realidad, lo amaba demasiado para aceptar la derrota.
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24 comentarios:

L.- dijo...

Hoola! Espero hayan tenido un buen fin de semana!
Como les prometí, acá está el capítulo 20, aunque recién terminado! Realmente no quería faltar a mi palabra, así que ni bien puse el punto final, me conecté a subirlo. Ni siquiera lo revisé, así que espero que no haya ningún error xD!
Gracias por la paciencia y ojalá pueda volver un poquito más rápido con el próximo!
Abrazos gigantes, empiecen bien la semana!

- L.

PD: Creo que no hace falta aclararles que falta muy poco para final, no?

karidiva dijo...

esta buenisimo!!!! por fin a Jayne vio la verdad!!!

Tim siempre amará a Georgia!!

Pudrete Jayne

Gracias por actualizar y esperamos el próximo!!

Maggie dijo...

jaja ah leerlo se ha dicho!!
gracias Lau!!
Bonito inicio de semana a todas!!

bisesss!!!

Maggie dijo...

ooohhh myyy gosshhh!!

ya era hora de que Jayne se diera cuenta!! ahh!! qué emoción! Lau! no te tardes tanto en el próximo! por favor!!

quedó buenísimo!!
ahh!!
Maggie sucia se ha imaginado todo todo... :-)

jaja

Maggie dijo...

concuerdo con Karidiva:
púdrete, Jayne!!

gracias, Lau!!

pili dijo...

muy bueno, buenìiissimoooo
XD
màs.màs,màs

Lali dijo...

GENIALLLLLL. ahora yo digo, jayne no se rinde más! ni viendo como su esposo le hace el amor a georgia puede decir: OK PERDÍ. no, no se rinde la muy bastarda!! aajj la odioooooo. Genial capítulo, tim es un dulce, comprobado una vez más. Espero ansiosa el prox capitulo y gracias por postear :D ebsoss

Oli Oli dijo...

es para Jayne que lo mira por internet? que no Poruga? xD

sam_mccartney dijo...

ooh Gracias por haber actualizado!...ahhh apesar de que me alegra que por fin, con sus propios ojos Jayne vio que Tim aun ama a Georgia...apesar de eso, si me senti medio mal por la pobre...vaya impresion que debio ser ver a su marido haciendolo con otra...uff! pero ni modo! Georgia y Tim son el uno para el otro...Entiendelo, Jayne!!! xD

Saludos chicas!!
y aaah que nostalgia saber que ya se acerca el final...snif!!

Lali dijo...

no me da pena Jayne. Ella fue la que primero forzó a que Tim y Georgia se separaran.. en definitiva no hizo más que alargar el final que desde un principio estaba previsto.. jayne: no sos para timmmm. entendelo! jajaj En fin, ahora me voy a poner a leer Wolf At The Door (una vez más!) mientras espero el capitulo 21. Espero que pronto haya alguan fic con Tom como protagonista ♥ y sino no importa, seguiremos leyendo las de tim que son espectaculares tamb:D

Maggie dijo...

Concuerdo con Lali... también me encantaría que hubiese otro de Tom como protagonista... pero me encantan también en los que sale Tim!

También estoy leyendo "Wolf at the door"... por enésima vez...

Qué historias tan buenas!!

saludines chicas!!

May.- dijo...

Cada vez que leo me lo imagino en pelicula! jeje Seria genial

Espero que el trabajo nuevo te deje escribir! Besotes!

Unknown dijo...

Gracias por actualizar =D!
que ganas Jayne ehh ! ya entendemos que no quieras dejar a Tim por nada del mundo (eso te lo acepto :P) pero quedarte a mirar mientras Tim está haciendo "cochinadas" con tu ex mejor amiga!!!!!? sos masoquista piba!!
porfa el final todavía no!! es muy linda esta historia que no termineeeeeeee!

asdasdasd_ dijo...

hola chicas, creo ke la otra vez habia comentado ke tenia como un fic de tom. bueno, estaba viendolo y pense en subirlo, para ver ke les parece. espero no molestar a la oru al poner aki el link, pero he visto ke ya varias niñas han comentado ke kieren uno de tom. obviamente no es bueno como los de la oru porque es como el primero oficial kke subo a la red. en la pag les dejo mas explicaciones y le reitero mis disculpas a la oru por subir el link a esta pag ^^ ojala lo disfruten ^^

http://storieslol.blogspot.com/

Lali dijo...

wow wow wow, que emoción, se me agregan historias adictivas en mi haber! Gracias por el link Romi, ya mismo iré a leer. Y a Lau no creo que le moleste, porqe claro que siempre vamos a tener tiempo para venir a leer nuestras historias de cabecera a este blog ;) no podría dejar de venir a leer, ya dije muchas veces que es adictivo, y como buena adicción, necesito mi dosis de vez en cuando, es por eso q comence a leer wolf at the door a pesar de q ya la habia leido. Y ademas claro q entro todos los dias a ver si hay nuevo capi de leaving so soon! espero el prox pronto :) besos a todas !!!!

Anónimo dijo...

oohh super tarde leo!!!

aaaaaa jayne que masoquista!!! vamos georgia que tim es tuyo!

saludos a todas

karidiva dijo...

please no nos olvides!!!

la angustia por leer lo q sigue es grande..


vas a seguir escribiendo cuando termine este fics?

Saludos

Lali dijo...

No se ustedes... pero yo estoy MURIENDO por leer el capi 21 *.* me qede muy intrigada!!!!

Unknown dijo...

yo también Lali necesito saber como sigue esta historia!!!!!!!!!! todos los días a la noche entro y me pongo a leer algún capítulo para calmarme un poco jeje =P

por favor no dejes de escribir =( !

karidiva dijo...

que bueno!! no soy la única que revisa esta historia todas las noches para ver si actualizó!!1

quiero saber como sigue please!!

Lali dijo...

Lauuuu, nos hiciste adictas, por dios no nos abandones :( estamos en abstinencia jajaja
Chicas fics-adictas like me: para lo bueno hay que esperar asi que vale la pena!

L.- dijo...

Chiiicas!
No es mi intención abandonarlas, es que la verdad mi vida se despelotó un poquito xD!
Duermo, trabajo y como y eso es todo xD
Prometo ponerme esta semana, sea como sea!

Besotes enormes, las quiero!

Anónimo dijo...

uuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuhhhhh
este cap esta de miedo!!!
(lo que me perdi al no tener internet xD damn it! ajjajjaj)
cada vez se pone mas bueno :D

pobre jayne(aunque es una yegua xD igual no me gustaria estar en su situacion >.<)

aaahhh muero por saber el finaaal

me encanta como escribes!
saludos

karidiva dijo...

noooooo, son las 12.15 am del lunes en Chile, y no pasa nada :´-(

con crisis de abstinencia jajaja
muriendo por querer leer el cap 21


saludos Lau y suerte en tu trabajo

Kari Rice-Oxley